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TURISMO ACTIVO
1
Atravesamos territorio español para seguir el rastro de los 370 plantígrado, una especie en peligro de extinción
Encuentra aquí miles de recomendaciones y experiencias de otros viajeros.
Unos buenos prismáticos son necesarios para poder observar a los osos pardos (South_agency / Getty Images)
LUIS MARTÍ
28/08/2020 06:00 | Actualizado a 31/08/2020 08:42
La observación de animales en estado salvaje como actividad turística no tiene por qué ser perjudicial. Al revés. Muchas veces puede acabar siendo la salvación de una especie. Según la World Tourism Organization, solo en el continente africano la venta de entradas a safaris supone 168 millones de euros al año. En el caso del avistamiento de las ballenas, por ejemplo, los beneficios obtenidos por el turismo resultaron decisivos para su conservación.
Ahora bien, no siempre es así. A veces, interactuar con los animales puede llevar a la degradación de su hábitat, modificar sus costumbres, y en consecuencia, producir un grave daño a la especie. Como ha pasado con las visitas masivas a las playas de Costa Rica donde se produce el desove de las tortugas. El respeto por la fauna salvaje es vital. Y en ese sentido, hemos de exigir que los avistamientos sean responsables.
El ‘Ursus Arctos Pyrenaicus’ (el oso pardo cantábrico) está a punto de desaparecer
Por desgracia, el Ursus Arctos Pyrenaicus (el oso pardo cantábrico) está a punto de desaparecer. Aunque en los últimos años la población ha aumentado ligeramente, gracias a los esfuerzos para protegerla, la amenaza sigue siendo muy seria. La caza furtiva, la degradación de su hábitat por la deforestación y los encuentros con los humanos han sido las causas principales. Una realidad lamentable. El oso es un animal asombroso, feroz, cuando se levanta puede llegar a medir dos metros de altura. Es uno de los últimos representantes poderosos de la vida salvaje en la Península Ibérica.
Territorio sagrado del oso pardo
Pese a todo, España es un país privilegiado si queremos ver osos en libertad. No solo por la imponente estampa del plantígrado, sino por su hábitat natural. Concretamente en la Península Ibérica hay dos destinos : uno de ellos es la Cordillera Cantábrica, donde se empezó a repoblar con ejemplares de Eslovenia, y el segundo, compartido con Francia y Andorra, lo encontramos en los Pirineos .
Osos en el en el Parque Natural del Cabarceno, Cantabria (Iurii Buriak / Getty Images/iStockphoto)
La zona del cantábrica, a su vez, está dividida por un corredor interpoblacional entre la parte occidental (desde los Ancares lucenses y leoneses hasta la zona central, entre León y Asturias), y la oriental, que va desde la montaña Palentina, la montaña oriental leonesa y la zona oeste de Cantabria. Esos son los dominios del oso. Como decía antes, sea en un lugar o en otro, hay que tratar ser respetuoso con el entorno. De hecho, el ejercicio de ver a estos majestuosos animales está sujeto a una estricta normativa y a una regulación cada vez más controlada.
Ir con un guía
De entrada, hay que destacar que sin un guía experto las posibilidades de observar a un oso son casi nulas. Hay que conocer el terreno a fondo y entender cómo se comportan, y cuáles son sus costumbres diarias. No es aconsejable hacer una expedición por cuenta propia. Supondría un gran riesgo. Los osos suelen huir de los humanos y, los pocos ataques que se han producido, han sido provocados por la ignorancia de los visitantes. Y por supuesto, la ley prohibe terminantemente molestarlos o perturbarlos. La preservación de esos espacios naturales es fundamental para su reproducción.
No molestar
En principio, los ataques a humanos son prácticamente inexistentes. La mayor parte se han producido mientras se cazaba o en encontronazos fortuitos en zonas oseras en las que, por cierto, está prohibido pasear. Y es que los osos no quieren saber nada de los humanos. En cuanto los huelen, salen corriendo. De hecho, dicen que lo primero que hay que hacer si se tropieza inesperadamente con uno es hablarle, puesto que no tienen buena vista y es la manera que se den cuenta que están frente a un humano.
Para avistar osos es necesario ir con un guía (ronstik / Getty Images/iStockphoto)
El objetivo de los avistamientos es entender a estos magníficos animales y establecer una relación de convivencia con ellos. Por eso hay que ser muy cuidadoso en el área que viven. Un ejemplo, las observaciones se realizan a un mínimo de 500 metros, con prismáticos de largo alcance, y en zonas de observación que están perfectamente localizadas.
Viajar en primavera
El oso tiene unas rutinas que hay que conocer para poder verlo de cerca sin molestarlo. Hay que tener en cuenta que pasan los largos inviernos encerrados (hibernación), en su guarida o cueva y, cuando se inicia la primavera, salen al exterior entusiasmados. Dan paseos por el bosque con sus crías en busca de comida, y los machos, por su parte, se lanzan a por una compañera sensual (los osos son muy promiscuos y se aparean varias veces al día). Pueden llegar a caminar hasta 20 kilómetros al día. Están en constante movimiento.
Osos en el en el Parque Natural del Cabarceno, Cantabria (Llamazares / Getty Images/iStockphoto)
Muchos factores influyen en su distribución: el alimento disponible, la presencia humana, la actividad sensual, la presencia de otros osos, etc. La probabilidad de avistarlos aumenta en primavera y después decae hasta finales de verano. Por esa razón vale la pena viajar en primavera, puesto que la probabilidad de verlos con garantías, y en buenas condiciones, aumenta en esta época.
Parque natural de Somiedo en Asturias
Probablemente, si un oso pudiera escoger un hogar perfecto para hacer la vida que le gusta, escogería Asturias, y en particular el parque natural del Somiedo. Hay que pensar que Asturias es la comunidad de Españas donde más ejemplares de esta especie, con unos 200. El parque, situado al sur de Asturias, posee una extensión cercana a las 30.000 hectáreas, y Pola de Somiedo es el punto de partida desde donde muchos visitantes comienzan su pequeña aventura.
Pola de Somiedo, Asturias (james63 / Getty Images/iStockphoto)
El paisaje es poderoso: los hayedos profundos, los robledales frondosos y verdes, y los bosques de abedules se entremezclan con los prados y las brañas (zonas de pasto). Uno de los mejores lugares para el avistamiento es el mirador del Príncipe. Conviene plantarse allí, con unos buenos prismáticos cuando el sol ha rebajado su fuerza, porque los osos huyen del calor y suelen hacer más vida al atardecer o por la noche.
El suroeste de Cantabria
A escasa distancia de Somiedo, la población de osos en la comunidad cántabra está en alza año tras año. En 2018 se registraron 38 hembras con 64 crías. Fundamentalmente se concentran en lugares como Liébana, Alto Campoo y Valderredible. Cantabria es una región que no cuenta con los grandes miradores que hay en Asturias, pero las rutas de seguimiento y senderismo que llevan a los puntos de observación valen la pena. La extensión es más reducida y no alcanza los 2.100 km2.
Valderredible, Cantabria (Taha Sayeh / Getty Images/iStockphoto)
Estas limitaciones, y la separación de la población oriental, no ayudan a la reproducción del oso y, en los últimos años, se está buscando la manera de consolidar un corredor que una ambas zona, y así las dos poblaciones puedan entrar en contacto. De hecho, recientemente se han dado los primeros casos de oseznos nacidos de una progenitora de la zona occidental y un padre del área oriental.
Los Pirineos
Hay que decir que el oso pardo autóctono de los Pirineos desapareció a principios de siglo XXI con la fin de la osa Cannelle. Allí solo quedaron machos. Literalmente se extinguió la especie. Los que hay ahora son osos de origen esloveno que se introdujeron en Francia años después. Según las últimas informaciones, en este área de unos 6.000 kilómetros cuadrados de superficie se calcula que hay 52 osos, cuando el año anterior constaban 44.
Región montañosa de la lechonanya, Pirineos (arocas / Getty Images/iStockphoto)
Aunque es evidente que es más complicado verlos aquí que en el Cantábrico, las zonas que cuentan con mayor presencia de osos y, sobre todo, de osas con crías, se localizan en los bosques leridanos de Val d’Aran y Pallars Sobirà. También es posible avistarlos en los valles occidentales de Aspe y Ossau, algunas zonas de bosque en Andorra, el Valle del Roncal (Navarra) y en la lechonanya, entre Lleida y Girona.
La observación de animales en estado salvaje como actividad turística no tiene por qué ser perjudicial
Recorrer el norte de España para observar osos pardos en libertad
Sigue el minuto a minuto de la 14ª etapa del Tour de Francia 2020 entre Clermont-Ferrant y Lyon
TURISMO ACTIVO
1
Atravesamos territorio español para seguir el rastro de los 370 plantígrado, una especie en peligro de extinción
Encuentra aquí miles de recomendaciones y experiencias de otros viajeros.
LUIS MARTÍ
28/08/2020 06:00 | Actualizado a 31/08/2020 08:42
La observación de animales en estado salvaje como actividad turística no tiene por qué ser perjudicial. Al revés. Muchas veces puede acabar siendo la salvación de una especie. Según la World Tourism Organization, solo en el continente africano la venta de entradas a safaris supone 168 millones de euros al año. En el caso del avistamiento de las ballenas, por ejemplo, los beneficios obtenidos por el turismo resultaron decisivos para su conservación.
Ahora bien, no siempre es así. A veces, interactuar con los animales puede llevar a la degradación de su hábitat, modificar sus costumbres, y en consecuencia, producir un grave daño a la especie. Como ha pasado con las visitas masivas a las playas de Costa Rica donde se produce el desove de las tortugas. El respeto por la fauna salvaje es vital. Y en ese sentido, hemos de exigir que los avistamientos sean responsables.
El ‘Ursus Arctos Pyrenaicus’ (el oso pardo cantábrico) está a punto de desaparecer
Por desgracia, el Ursus Arctos Pyrenaicus (el oso pardo cantábrico) está a punto de desaparecer. Aunque en los últimos años la población ha aumentado ligeramente, gracias a los esfuerzos para protegerla, la amenaza sigue siendo muy seria. La caza furtiva, la degradación de su hábitat por la deforestación y los encuentros con los humanos han sido las causas principales. Una realidad lamentable. El oso es un animal asombroso, feroz, cuando se levanta puede llegar a medir dos metros de altura. Es uno de los últimos representantes poderosos de la vida salvaje en la Península Ibérica.
Territorio sagrado del oso pardo
Pese a todo, España es un país privilegiado si queremos ver osos en libertad. No solo por la imponente estampa del plantígrado, sino por su hábitat natural. Concretamente en la Península Ibérica hay dos destinos : uno de ellos es la Cordillera Cantábrica, donde se empezó a repoblar con ejemplares de Eslovenia, y el segundo, compartido con Francia y Andorra, lo encontramos en los Pirineos .
La zona del cantábrica, a su vez, está dividida por un corredor interpoblacional entre la parte occidental (desde los Ancares lucenses y leoneses hasta la zona central, entre León y Asturias), y la oriental, que va desde la montaña Palentina, la montaña oriental leonesa y la zona oeste de Cantabria. Esos son los dominios del oso. Como decía antes, sea en un lugar o en otro, hay que tratar ser respetuoso con el entorno. De hecho, el ejercicio de ver a estos majestuosos animales está sujeto a una estricta normativa y a una regulación cada vez más controlada.
Ir con un guía
De entrada, hay que destacar que sin un guía experto las posibilidades de observar a un oso son casi nulas. Hay que conocer el terreno a fondo y entender cómo se comportan, y cuáles son sus costumbres diarias. No es aconsejable hacer una expedición por cuenta propia. Supondría un gran riesgo. Los osos suelen huir de los humanos y, los pocos ataques que se han producido, han sido provocados por la ignorancia de los visitantes. Y por supuesto, la ley prohibe terminantemente molestarlos o perturbarlos. La preservación de esos espacios naturales es fundamental para su reproducción.
No molestar
En principio, los ataques a humanos son prácticamente inexistentes. La mayor parte se han producido mientras se cazaba o en encontronazos fortuitos en zonas oseras en las que, por cierto, está prohibido pasear. Y es que los osos no quieren saber nada de los humanos. En cuanto los huelen, salen corriendo. De hecho, dicen que lo primero que hay que hacer si se tropieza inesperadamente con uno es hablarle, puesto que no tienen buena vista y es la manera que se den cuenta que están frente a un humano.
El objetivo de los avistamientos es entender a estos magníficos animales y establecer una relación de convivencia con ellos. Por eso hay que ser muy cuidadoso en el área que viven. Un ejemplo, las observaciones se realizan a un mínimo de 500 metros, con prismáticos de largo alcance, y en zonas de observación que están perfectamente localizadas.
Viajar en primavera
El oso tiene unas rutinas que hay que conocer para poder verlo de cerca sin molestarlo. Hay que tener en cuenta que pasan los largos inviernos encerrados (hibernación), en su guarida o cueva y, cuando se inicia la primavera, salen al exterior entusiasmados. Dan paseos por el bosque con sus crías en busca de comida, y los machos, por su parte, se lanzan a por una compañera sensual (los osos son muy promiscuos y se aparean varias veces al día). Pueden llegar a caminar hasta 20 kilómetros al día. Están en constante movimiento.
Muchos factores influyen en su distribución: el alimento disponible, la presencia humana, la actividad sensual, la presencia de otros osos, etc. La probabilidad de avistarlos aumenta en primavera y después decae hasta finales de verano. Por esa razón vale la pena viajar en primavera, puesto que la probabilidad de verlos con garantías, y en buenas condiciones, aumenta en esta época.
Parque natural de Somiedo en Asturias
Probablemente, si un oso pudiera escoger un hogar perfecto para hacer la vida que le gusta, escogería Asturias, y en particular el parque natural del Somiedo. Hay que pensar que Asturias es la comunidad de Españas donde más ejemplares de esta especie, con unos 200. El parque, situado al sur de Asturias, posee una extensión cercana a las 30.000 hectáreas, y Pola de Somiedo es el punto de partida desde donde muchos visitantes comienzan su pequeña aventura.
El paisaje es poderoso: los hayedos profundos, los robledales frondosos y verdes, y los bosques de abedules se entremezclan con los prados y las brañas (zonas de pasto). Uno de los mejores lugares para el avistamiento es el mirador del Príncipe. Conviene plantarse allí, con unos buenos prismáticos cuando el sol ha rebajado su fuerza, porque los osos huyen del calor y suelen hacer más vida al atardecer o por la noche.
El suroeste de Cantabria
A escasa distancia de Somiedo, la población de osos en la comunidad cántabra está en alza año tras año. En 2018 se registraron 38 hembras con 64 crías. Fundamentalmente se concentran en lugares como Liébana, Alto Campoo y Valderredible. Cantabria es una región que no cuenta con los grandes miradores que hay en Asturias, pero las rutas de seguimiento y senderismo que llevan a los puntos de observación valen la pena. La extensión es más reducida y no alcanza los 2.100 km2.
Estas limitaciones, y la separación de la población oriental, no ayudan a la reproducción del oso y, en los últimos años, se está buscando la manera de consolidar un corredor que una ambas zona, y así las dos poblaciones puedan entrar en contacto. De hecho, recientemente se han dado los primeros casos de oseznos nacidos de una progenitora de la zona occidental y un padre del área oriental.
Los Pirineos
Hay que decir que el oso pardo autóctono de los Pirineos desapareció a principios de siglo XXI con la fin de la osa Cannelle. Allí solo quedaron machos. Literalmente se extinguió la especie. Los que hay ahora son osos de origen esloveno que se introdujeron en Francia años después. Según las últimas informaciones, en este área de unos 6.000 kilómetros cuadrados de superficie se calcula que hay 52 osos, cuando el año anterior constaban 44.
Aunque es evidente que es más complicado verlos aquí que en el Cantábrico, las zonas que cuentan con mayor presencia de osos y, sobre todo, de osas con crías, se localizan en los bosques leridanos de Val d’Aran y Pallars Sobirà. También es posible avistarlos en los valles occidentales de Aspe y Ossau, algunas zonas de bosque en Andorra, el Valle del Roncal (Navarra) y en la lechonanya, entre Lleida y Girona.
La observación de animales en estado salvaje como actividad turística no tiene por qué ser perjudicial
Recorrer el norte de España para observar osos pardos en libertad