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Será en Octubre
Rebeca Flórez, mediadora intercultural: «La gente prefiere tener de vecino a un narco que a un etniano»
MARÍA HERMIDAPONTEVEDRA / LA VOZ
PONTEVEDRA
Rebeca Flórez trabaja desde el 2006 en la Fundación Secretariado etniano en Pontevedra. CAPOTILLO
No le sorprende el caso de la mujer etniana coruñesa que tuvo que vivir en un garaje porque no le alquilaban piso. Y dice: «Yo me vestía pija y disimulaba los rasgos ante los caseros»
25 abr 2023. Actualizado a las 05:00 h.
Comentar · 6
Rebeca Flórez, vecina de Pontevedra, es una mujer etniana que lleva toda su vida rompiendo moldes. Estudió y trabaja desde hace casi dos décadas como mediadora intercultural en la Fundación Secretariado etniano de la ciudad del Lérez. Ahí recibe a media mañana, dispuesta a seguir poniendo voz a la discriminación que sufre una etnia que considera que es «una gran desconocida». Porque sostiene que se ha avanzado en muchos ámbitos, como en el de la educación, donde ve una integración de los niños etnianos que para sí quisiese en su época de estudiante. Pero cree que hay grandes asignaturas pendientes. Y que una de ellas es el tema de la vivienda. No le sorprendió ver una entrevista en la que una mujer etniana coruñesa contaba que vivió en un garaje con sus hijos porque nadie le alquilaba piso. Por propia experiencia y por casos que le llegan hasta su oficina dice que en Pontevedra esa discriminación «está a la orden del día» y que, pese a que se va evolucionando, queda mucho camino por andar: «La gente prefiere tener de vecino a un narcotraficante que a un etniano. No lo digo yo, salió en encuestas que se hicieron»
Esta mujer, de mediana edad y con un hijo, ya no vive de alquiler. Pero sí lo hizo años atrás. Cuenta lo que le pasó entonces. Dice que ella tenía claro que su tez morena y su larga melena de color iban en contra de sus posibilidades de lograr una vivienda. Así que, como muchas otras personas de su etnia, le tocó probar estrategias para intentar que le rentasen inmuebles: «Me vestía pija y disimulaba los rasgos etnianos para que me alquilasen el piso. Otras veces le decía a mi pareja que fuese él, porque no era etniano, y así teníamos más opciones con el casero. Yo sabía lo que había. Y, aunque se ha avanzado, siguen dándose muchos casos de discriminación y hay propietarios que no quieren alquilar bajo ningún concepto a etnianos».
¿Hoy en día continúa ocurriendo lo mismo? Sara cree que algunos propietarios evolucionaron. Pero todavía pinta un panorama preocupante tanto en Pontevedra como en términos generales: «Puedo hablarte de varias personas a las que he atendido hace poco que están teniendo problemas para alquilar piso, y que esto ocurre por dos razones. Por una parte, porque los requisitos cada vez son más exigentes para todo el mundo que va a alquilar. Se necesita nómina o justificante de que se tienen determinados ingresos, se piden meses por adelantado, aval... pero es que a todo eso los etnianos suman el hecho de pertenecer a su etnia y todo lo que se asocia a ella». Junto a María José Obelleiro, coordinadora de la Fundación Secretariado etniano en Pontevedra —que tiene su oficina en la Casa Azul—, ambas ponen voz a algunas situaciones que los etnianos a los que atienden les refieren: «Llaman para ir a ver el piso y, cuando acuden a la cita y ven sus rasgos les ponen excusas increíbles. Les dicen que a está alquilado o que al final lo retiraron del mercado... y luego nosotros comprobamos que no, que lo siguen ofertando», señalan.
Indican que hay muchísimos hombres y mujeres etnianos que son asalariados y tienen nómina o que pueden demostrar ingresos como autónomos: «Pero es el etniano invisible. En general, se trata de una etnia muy desconocida sobre la que pesan grandes losas, como asociarse a la delincuencia. Si un etniano comete un delito se señala a toda la familia y eso no puede ser. Somos como los demás, yo puedo tener una hermana que robe y yo ser la persona más honesta del mundo. ¿Soy responsable de toda mi familia? No».
Las lecciones de su niño, que le riñe si le llama paya a alguien
Después de casi dos décadas trabajando en la Fundación Secretariado etniano, Rebeca Flórez sabe ver desde lejos la discriminación y, sobre todo, sabe luchar contra la misma. Intermediadora cultural, tiene experiencia en todos los ámbitos, desde el fomento del empleo entre las personas de etnia etniana hasta la lucha contra el absentismo escolar. Sin embargo, pese a dedicar su vida laboral al objetivo de la igualdad, reconoce que muchas veces las lecciones las tiene en casa. Y que quien se las da es su niño de nueve años, lo que le hace pensar que las cosas están cambiando y que las nuevas generaciones se van sacudiendo los prejuicios: «Mi hijo me riñe si alguna vez le llamo paya a alguna vecina. Igual lo digo porque me despisto y no me acuerdo de cómo se llama y él me dice que esa señora tiene nombre, y que no diga simplemente la paya. Y, sinceramente, me emociona escuchar eso de su boca».
Sigue hablando con devoción de su único hijo e indica que está en la edad de hacerse numerosas preguntas. Y uno de los interrogantes que le plantea a sus padres es el motivo de que muchas veces se asocie a los etnianos con cuestiones negativas: «Hablamos abiertamente de este tema y le explico que yo lucho precisamente para que eso no sea así. Él tiene una abuela que no es etniana y tiene familia etniana... y llegó a la conclusión de que ni es payo ni etniano, que él es Gabriel».
Los puntos de luz
Tanto Rebeca como la coordinadora del Secretariado etniano dicen que ahí, en el tema educativo, es donde se encuentran más puntos de luz. Mientras que queda mucho camino en el asunto de la vivienda. Vuelven a él e indican que muchas veces los propietarios no son conscientes de que hay personas que, por ejemplo con el Ingreso Mínimo Vital sí tienen recursos suficientes como para poder pagar un alquiler. «Ya no es una Risga con la que se cobra muy poco y apenas da para comer. Hay personas que, dependiendo de la situación y de los hijos que tengan, llegan a percibir 1.200 euros por el Ingreso Mínimo Vital. Ya no es una cantidad tan reducida».
Señalan que en Pontevedra viven entre 800 y mil etnianos, muchos de ellos en Monte Porreiro, uno de los barrios donde es más fácil que logren que les alquilen.
PONTEVEDRA
Rebeca Flórez trabaja desde el 2006 en la Fundación Secretariado etniano en Pontevedra. CAPOTILLO
No le sorprende el caso de la mujer etniana coruñesa que tuvo que vivir en un garaje porque no le alquilaban piso. Y dice: «Yo me vestía pija y disimulaba los rasgos ante los caseros»
25 abr 2023. Actualizado a las 05:00 h.
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Rebeca Flórez, vecina de Pontevedra, es una mujer etniana que lleva toda su vida rompiendo moldes. Estudió y trabaja desde hace casi dos décadas como mediadora intercultural en la Fundación Secretariado etniano de la ciudad del Lérez. Ahí recibe a media mañana, dispuesta a seguir poniendo voz a la discriminación que sufre una etnia que considera que es «una gran desconocida». Porque sostiene que se ha avanzado en muchos ámbitos, como en el de la educación, donde ve una integración de los niños etnianos que para sí quisiese en su época de estudiante. Pero cree que hay grandes asignaturas pendientes. Y que una de ellas es el tema de la vivienda. No le sorprendió ver una entrevista en la que una mujer etniana coruñesa contaba que vivió en un garaje con sus hijos porque nadie le alquilaba piso. Por propia experiencia y por casos que le llegan hasta su oficina dice que en Pontevedra esa discriminación «está a la orden del día» y que, pese a que se va evolucionando, queda mucho camino por andar: «La gente prefiere tener de vecino a un narcotraficante que a un etniano. No lo digo yo, salió en encuestas que se hicieron»
Esta mujer, de mediana edad y con un hijo, ya no vive de alquiler. Pero sí lo hizo años atrás. Cuenta lo que le pasó entonces. Dice que ella tenía claro que su tez morena y su larga melena de color iban en contra de sus posibilidades de lograr una vivienda. Así que, como muchas otras personas de su etnia, le tocó probar estrategias para intentar que le rentasen inmuebles: «Me vestía pija y disimulaba los rasgos etnianos para que me alquilasen el piso. Otras veces le decía a mi pareja que fuese él, porque no era etniano, y así teníamos más opciones con el casero. Yo sabía lo que había. Y, aunque se ha avanzado, siguen dándose muchos casos de discriminación y hay propietarios que no quieren alquilar bajo ningún concepto a etnianos».
¿Hoy en día continúa ocurriendo lo mismo? Sara cree que algunos propietarios evolucionaron. Pero todavía pinta un panorama preocupante tanto en Pontevedra como en términos generales: «Puedo hablarte de varias personas a las que he atendido hace poco que están teniendo problemas para alquilar piso, y que esto ocurre por dos razones. Por una parte, porque los requisitos cada vez son más exigentes para todo el mundo que va a alquilar. Se necesita nómina o justificante de que se tienen determinados ingresos, se piden meses por adelantado, aval... pero es que a todo eso los etnianos suman el hecho de pertenecer a su etnia y todo lo que se asocia a ella». Junto a María José Obelleiro, coordinadora de la Fundación Secretariado etniano en Pontevedra —que tiene su oficina en la Casa Azul—, ambas ponen voz a algunas situaciones que los etnianos a los que atienden les refieren: «Llaman para ir a ver el piso y, cuando acuden a la cita y ven sus rasgos les ponen excusas increíbles. Les dicen que a está alquilado o que al final lo retiraron del mercado... y luego nosotros comprobamos que no, que lo siguen ofertando», señalan.
Indican que hay muchísimos hombres y mujeres etnianos que son asalariados y tienen nómina o que pueden demostrar ingresos como autónomos: «Pero es el etniano invisible. En general, se trata de una etnia muy desconocida sobre la que pesan grandes losas, como asociarse a la delincuencia. Si un etniano comete un delito se señala a toda la familia y eso no puede ser. Somos como los demás, yo puedo tener una hermana que robe y yo ser la persona más honesta del mundo. ¿Soy responsable de toda mi familia? No».
Las lecciones de su niño, que le riñe si le llama paya a alguien
Después de casi dos décadas trabajando en la Fundación Secretariado etniano, Rebeca Flórez sabe ver desde lejos la discriminación y, sobre todo, sabe luchar contra la misma. Intermediadora cultural, tiene experiencia en todos los ámbitos, desde el fomento del empleo entre las personas de etnia etniana hasta la lucha contra el absentismo escolar. Sin embargo, pese a dedicar su vida laboral al objetivo de la igualdad, reconoce que muchas veces las lecciones las tiene en casa. Y que quien se las da es su niño de nueve años, lo que le hace pensar que las cosas están cambiando y que las nuevas generaciones se van sacudiendo los prejuicios: «Mi hijo me riñe si alguna vez le llamo paya a alguna vecina. Igual lo digo porque me despisto y no me acuerdo de cómo se llama y él me dice que esa señora tiene nombre, y que no diga simplemente la paya. Y, sinceramente, me emociona escuchar eso de su boca».
Sigue hablando con devoción de su único hijo e indica que está en la edad de hacerse numerosas preguntas. Y uno de los interrogantes que le plantea a sus padres es el motivo de que muchas veces se asocie a los etnianos con cuestiones negativas: «Hablamos abiertamente de este tema y le explico que yo lucho precisamente para que eso no sea así. Él tiene una abuela que no es etniana y tiene familia etniana... y llegó a la conclusión de que ni es payo ni etniano, que él es Gabriel».
Los puntos de luz
Tanto Rebeca como la coordinadora del Secretariado etniano dicen que ahí, en el tema educativo, es donde se encuentran más puntos de luz. Mientras que queda mucho camino en el asunto de la vivienda. Vuelven a él e indican que muchas veces los propietarios no son conscientes de que hay personas que, por ejemplo con el Ingreso Mínimo Vital sí tienen recursos suficientes como para poder pagar un alquiler. «Ya no es una Risga con la que se cobra muy poco y apenas da para comer. Hay personas que, dependiendo de la situación y de los hijos que tengan, llegan a percibir 1.200 euros por el Ingreso Mínimo Vital. Ya no es una cantidad tan reducida».
Señalan que en Pontevedra viven entre 800 y mil etnianos, muchos de ellos en Monte Porreiro, uno de los barrios donde es más fácil que logren que les alquilen.
