Rajoy, vete ya!

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Si Ortega Lara y San Gil se marchan...

La decisión de Ortega Lara ha provocado una reacción de las bases que los adictos a la moqueta jamás pudieron prever, porque no sólo desprecian a la derecha social que les da de comer y a la que teóricamente representan: tampoco la conocen.

EDITORIAL



La derecha social, la que se echó a la calle durante la última legislatura, la que proclama orgullosa sus principios, la que no se achanta ni se considera inferior a la izquierda sino todo lo contrario, apoyaba al PP por varias razones. La primera, que mal que bien era la única resistencia frente al cambio de régimen impulsado por Zapatero. La segunda, que de vez en cuando, como si le diera vergüenza hacerlo, Rajoy defendía las ideas en las que creen. Y la tercera, que en el PP permanecían algunos de los principales símbolos de la resistencia frente al régimen del terror nacionalista, entre los cuales destacaban María San Gil y José Antonio Ortega Lara.

Pero ahora Rajoy ha decidido que los votantes de derechas no le valen y que debe ganarse a los de izquierdas. Pero para ello no va a emplear el único método posible, que es el de explicar los principios e ideas liberales y conservadoras que forman el ideario de su partido, empleando todas las técnicas de comunicación y propaganda para convencer a quienes más cerca están del PP ideológicamente. No, la idea es que el partido debe renunciar a sus ideas para ganar el voto de la izquierda. Lo ha explicado nítidamente Gallardón: el PP ya es el centro, pero tiene que moverse más hacia la izquierda.

El problema es que aún hay políticos en España, como María San Gil, que actúan por principios y no por cálculos electorales. De modo que tras fracasar el intento de usarla de coartada han hecho todo lo posible para presentarla como si fuera una desequilibrada, con el apoyo unánime de los medios de izquierdas, que han visto en el aún presidente del PP la oportunidad de destruir cualquier atisbo de oposición.

Pero en Génova no tienen costumbre de emplear estas tácticas que tan bien le salen a la izquierda. No las han utilizado contra Zapatero ni el PSOE durante estos años, de modo que no tienen práctica. Así que el intento ha sido demasiado descarado y ha provocado una reacción que no esperaban: la de Ortega Lara. Alguien que no tiene ambición política alguna, y que sólo apareció de nuevo ante la opinión pública para condenar el proceso de rendición de Zapatero. Sería ridículo que ahora intentaran denigrarlo como han hecho con San Gil. No se lo creerían ni los más fieles lectores de Público.

La decisión de Ortega Lara ha provocado una reacción de las bases que los adictos a la moqueta jamás pudieron prever, porque no sólo desprecian a la derecha social que les da de comer y a la que teóricamente representan: tampoco la conocen. Porque hay símbolos intocables para la gente de derechas, que son justo los que han procurado destruir. Ahora el partido se les ha ido de las manos, reciben críticas por todas partes y hasta Javier Arenas, el perfecto superviviente, comienza a ponerse de perfil. Si la excusa para que Rajoy continuara tras sus dos derrotas era mantener la unidad del partido, no cabe duda de que han fracasado estrepitosamente.

Hace cuatro años se envió por SMS una convocatoria para acudir a Génova a apoyar a Mariano Rajoy y los burócratas del partido pidieron a sus militantes que no fueran. No les hicieron ni caso, claro. Hoy la convocatoria es de apoyo a María San Gil, a la que han hecho la vida imposible hasta lograr que se fuera de la dirección del PP vasco. La reacción de Génova, convocar a una suerte de contramanifestación, arriesgándose así a que se produzcan incidentes entre quienes acudan, lo que mancharía la buena imagen que cuatro años de manifestaciones han ofrecido de las convocatorias de la derecha española. Les da lo mismo. Si están por destruir los principios, ¿qué más les puede dar la imagen? Ya se encargarán los medios de izquierdas, todos a una para defender a Rajoy de sus votantes, de echar la culpa de todo a Esperanza Aguirre, ya que les faltan Acebes y Zaplana.

La convocatoria de una contramanifestación es el perfecto símbolo de en qué se ha convertido el PP de Rajoy. Un partido en el que sobran María San Gil y Ortega Lara, y cuyos dirigentes desprecian, desconocen y temen a sus propias bases. Quizá sea el momento de que algunos de ellos reflexionen sobre quienes no caben realmente en el PP.
 
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Muy bueno.... :cool:

¿Cómo se derroca a un líder y se dinamita un partido?
Por ANA R. CAÑIL (SOITU.ES)

En el amplio mundo editorial en castellano no existe un manual para derribar a tu propio líder político, ni dinamitar un partido desde dentro. En las escuelas y facultades de políticas y de negocios se enseña estrategia, pero siempre en positivo. Nunca con el enunciado descarado de ¿cómo me cargo a éste? No es políticamente correcto.

A la ingenua pregunta de ¿cómo se dinamita un partido? ¿Existe una estrategia para cargarse a Rajoy desde dentro?, sólo un viejo socialista ha respondido: "eso se hace, pero nunca se escribe o se cuenta". No nos ha llamado estúpidos, pero casi.

Con todo, ahí van algunas conclusiones, arrancadas a sociólogos y politólogos.

Sun Tzu

1. Lo primero que señalan es que, formalmente, no se debe plantear la pregunta en negativo. Porque dinamitar un partido o cargarse la carrera de un colega no es necesariamente malo desde el punto de vista de la sociedad. Otra cosa es el asunto de las lealtades personales.

Para cargarte a tu líder y a tu partido no es necesario ser ninguna lumbrera, pero quizá sí que sería conveniente haberse leído u hojeado, por ejemplo, a los grandes estrategas de la historia universal. Se puede empezar por Sun Tzu, el famoso general chino, autor del "Arte de la Guerra". Es un texto escrito allá por el año 500 antes de Cristo, que ha sido de lectura obligada para todos los grandes hombres de negocios y las escuelas más renombradas. A Sun Tzu, por ejemplo, acostumbra a citarle hace décadas el banquero español Emilio Botín.

Algunas de las máximas de Sun más celebres son:

"La mejor victoria es vencer sin combatir"; "Es mejor conservar al enemigo intacto que destruirlo"; "Los expertos son capaces de obtener la victoria sin necesidad de ejercer su fuerza". No parece que Esperanza Aguirre, Jaime Mayor Oreja y sus discípulos, Maria San Gil y Gustavo de Arístegui --por mencionar a los más sonados en la batalla contra Rajoy-- compartan las máximas del general chino. Aunque deberían tener en cuenta que Sun influyó notablemente en Maquiavelo, Napoléon y Mao Tse Tung. Es para pensárselo.

Otra cita famosa del general chino, "Todo el arte de la guerra se basa en el engaño", se convierte en un clásico que se echan en cara las gentes de Rajoy y los actuales disidentes.

Clausewitz.

2. De lectura obligada o superficial, el caso es citarle, sería Carl Philipp Gottlieb von Clausewitz. Para simplificar , como le citan quienes han bebido a menudo en los textos de este general prusiano, Carl von Clausewitz. Este austriaco no sólo ha influido en la estrategia militar moderna, sino que es también motivo de estudio en las escuelas de negocios y muy recomendable para los políticos que quieren estar "formados" de veras. Hay que tener ganas, porque su obra abarca ocho volúmenes, en los que justifica su fama con comentarios sobre estrategia, filosofía y política.

Se cita como su principal concepto provocador la tesis de que "la guerra es la continuación de la política por otros medios". El general, sin un átomo de humor ni cinismo en sus argumentos, defendía que la guerra moderna es un "acto político". Que el repruebo, el cálculo y la inteligencia --o lo que es lo mismo para él-- la pasión, el juego y la política- forman "una trinidad inseparable". Alemania tuvo muy en cuenta al general prusiano en el siglo XX, durante las dos guerras mundiales de las que fue protagonista.

Es difícil que alguno de los líderes actuales del PP implicados en mantener el poder o conquistarlo se hayan leído los ocho tomos de Klausewitz . Uno de los sociólogos consultados opina que quizá Alberto Ruiz Gallardón sea el que más noción podría tener de las teorías del austriaco pero nada más.

A la vista de cómo se están desarrollando los acontecimientos, es bastante unánime el criterio de que en las filas populares no se pelea por el triunfo de las ideas, sino simple y llanamente por el poder, con escasa inteligencia y a la vista de los derroteros que toman algunas declaraciones, con desagradables conatos del repruebo que enuncia Klausewitz.

Herrero de Miñón

3. Tras citar ..a Sun Tzu y a Klausewitz o Clausewitz (ambas formas valen), los expertos bajan al reino de lo más vulgar, lo nacional, aunque no chabacano. La respuesta inmediata a la pregunta dónde se aprende a cargarse a un líder o a dinamitar un partido, es "Pregúntale a Miguel Herrero de Miñón u Óscar Alzaga".

La razón es que ambos políticos, pero especialmente Herrero de Miñón, han pasado a la historia de la tras*ición como principales responsables de dinamitar la UCD de Adolfo Suárez y al propio Suárez. Miguel Herrero, una de las cabezas políticas privilegiadas de la derecha, reconoce en su libro de memorias, "Memorias de estío", que estaba obsesionado con fundar la gran derecha.

Durante el otoño 1981 Herrero y Oscar Alzaga ayudaron a los barones de UCD, con una media intelectual bastante más tosca que la de ellos, a terminar con Suárez y su UCD. De forma que en las elecciones del 28 de octubre de 1982 pasaron de los 169 diputados alcanzados en 1979 a los 12 de aquel 28 de octubre, que gracias a la ley D´Hont se quedaron en 11. En enero de 1982, Miguel Herrero ingresó en la alianza Popular de Fraga, que obtuvo 107 escaños y se convirtió así en el embrión de lo que luego sería el gran Partido Popular de Aznar. ¿Fue Herrero un traidor o aportó su granito de arena a que naciera otra derecha en España? Pues depende de a quién se pregunte.

El colmo de Miguel Herrero de Miñón fue ser derrotado por Antonio Hernández Mancha, el más ¿simple? de los secretarios generales de AP en sus tiempos oscuros.

La república

4. De partidos devorados por sí mismos y sus hijos está llena la historia. A saber, en 1933, el Partido Radical Republicano de Alejandro Lerroux ganó en las elecciones de noviembre de 1933 y formó gobierno con la CEDA, pasando de su coalición con los "azañistas" a la derecha más conservadora. En las elecciones de 1936 desapareció del mapa político. La lucha por el poder, la corrupción y el estraperlo le pasaron factura.

Y todo esto por hablar de un partido de centro o de derechas. Las luchas internas en los partidos de izquierda, especialmente en los comunistas, han dado para ríos de tinta durante todo el siglo XX.

¿Qué elementos novedosos presenta el asalto al poder de Rajoy por sus propios correligionarios?

Mayor Oreja y Aguirre.

a) Que la cizaña les ha venido vertida desde fuera, dictada por la radio de los obispos, la cadena Cope y su estrella rutilante, Federico Jiménez Losantos (los demás son acólitos), y el director de El Mundo, Pedro J. Ramírez.¿Por qué personajes como Esperanza Aguirre o Mayor Oreja se pliegan a los dictados de dos tipos que presumen de derrocar presidentes y gobiernos, movidos por sus intereses particulares?

No hay respuesta. Un sabio se ha atrevido a afirmar que lo que parece claro es que Pedro J. y Losantos conocen la definición de la guerra de Klausewitz: "Es un acto de fuerza que se lleva a cabo para obligar al adversario a acatar nuestra voluntad"

.

b) Hay coincidencia en que Rajoy está tomando de su propia medicina, pero esta vez proporcionada por sus compañeros de partido. Le aplican la estrategia de la crispación que ya se diseñó para Aznar en 1993 con el ¡Váyase, señor González! y ahora se ha convertido en un ¡Márchese, señor Rajoy!. El propio Rajoy intentó aplicársela a Rodríguez Zapatero en la legislatura 2004-2008.
Diagnóstico de un sabio

Pero si no tienes bastante y quieres profundizar, aquí va el diagnóstico de otro sabio, muy sabio, que ha asesorado a los mejores políticos de este país sobre teoría de organización de partidos y poder:

Hay general coincidencia en que los partidos son "estructuras formales y permanentes que comparten una ideología y un programa político y que aspiran a conquistar el poder para aplicarlo" (Michels, Ostrogorski, Sartori, Panebianco, etc). De todas esas condiciones, el PP está dividido y en crisis en cada una de ellas, lo que pone en duda su capacidad para la finalidad última, la conquista del poder.

Pero no está dividido por un debate ideológico (que sería lo máximo), ni siquiera por diferencias programáticas (que sería lo mínimo), sino por una resistencia organizada al cambio por parte de quienes temen ser desplazados por eventuales prácticas políticas que concreten la posición programática general. El problema que tienen es que, por una parte, necesitan cambiar para ganar, pero el primer cambio habría de ser quien encarna ya el pasado, Rajoy; por otra, que quienes frenan el cambio son tan pasado como Rajoy; y finalmente que sólo puede prosperar un cambio de programa-estrategia y de líder a la vez.

La consecuencia es el freno mutuo. Quienes mantienen las esencias no tienen líder alternativo; quienes sostienen al líder, lo tienen quemado.
 
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