KUTRONIO
Será en Octubre
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El gobierno de Pedro Sánchez ha perpetrado tres o cuatro atrocidades diarias durante cada día de esta legislatura pero ahora estamos en campaña electoral, por lo que esta capacidad de hacer el mal parece que se acentúa con intensidad. La última ocurrencia es quitar el dinero a los “ricos” para entregarles una herencia de 20.000 euros a todos los jóvenes españoles que cumplan 18 años. O sea, casualmente justo cuando ya puedan votar. Mal deben estar las encuestas cuando el gobierno ha prometido en la última semana regalar a una casa y 20.000 euros a cada joven, pero aún queda mucha campaña hasta las autonómicas y medio año hasta las generales. La puja por el voto sólo acaba de empezar.
Por curiosidad hemos hecho el cálculo de cuánto costaría este medida. Según el INE hay 441.193 jóvenes de 18 años en España, por lo que esto se puede pagar perfectamente con 8.800 perversoss millones que sobren de lo que cuesten las 50.000, ó las 100.000, ó las 800.000 viviendas que los ricos también van a pagar para que las ofrezca Pedro Sánchez a la masa electoral.
Hay medidas sin embargo cuyo coste no se puede medir simplemente en función de una cantidad. O sea, puede que sólo haya 1 vivienda okupada de cada 1.000, pero la impunidad de esas okupaciones aterra al 100% de los propietarios y afecta a toda la oferta del mercado del alquiler. Para aterrar a los concejales de un partido no tienes que apiolar a los 1.000, con apiolar a 4 ó 5 aterras a los 1.000. ¿Qué quiere decir esto? Que el gobierno no hace más que tomar medidas cuyo impacto, siendo grande, no se limita al impacto económico estricto de esas medidas sino a un impacto mucho mayor.
Cada día que pasa, por ejemplo, un observador puede concluir que a cada anuncio que hace el gobierno confirma que Ferrovial hizo bien en trasladar su sede social fuera de España. Es más, ese mismo observador podría pensar que a Ortega, Roig y del Pino debería faltarles tiempo para trasladar su residencia fiscal fuera de España, escuchando noticias como que les van a robar la herencia a sus hijos para repartirla entre los futuros votantes de Pedro Sánchez y Yolanda Díaz.
Por supuesto nadie se cree que esto lo vayan a pagar los ricos. Para empezar porque esta cantinela de que sólo les suben los impuestos a los ricos ya está absolutamente achicharrada. Los datos de Hacienda además son clarísimos. Aunque los ricos paguen mucho, con el dinero de los ricos no se puede pagar ni el 10% del coste del estado, como para prometerle a todo el mundo una vivienda con un cheque de 20.000 euros incluido. Lo que realmente nos dejan esta legislatura como herencia don Pedro y doña Yolanda, con la inestimable ayuda de don Arnaldo, son 365.000 millones adicionales de deuda y un déficit público del 4,8%. Esa es la verdadera herencia que habría que explicar a los jóvenes de 18 años que este gobierno les deja.
En las redes sociales, por ejemplo, muchas personas reaccionaban a la noticia escribiendo que preferían quemar su casa y su patrimonio antes que el estado se lo robara a sus hijos para regalarlo una legión de votantes comprados del socialismo y el comunismo. Todo el que tiene algo, aunque no sea rico, sabe que con este gobierno enloquecido todo está en riesgo. Todos los países socialistas acaban en la ruina porque, entre otras cosas, se iguala al que ahorra, se esfuerza o se arriesga con el que se toca la barriga.
Ahora que está tan de moda hablar de Doñana, la izquierda debería entender que el dinero de los ricos es como el agua de Doñana. No es infinito. No puedes regarlo todo con el dinero de los ricos. Te puedes cargar el parque natural si lo secas excediéndote en la extracción de agua. Por un lado porque el patrimonio de los ricos no es ilimitado y tampoco hay tantos ricos en España ni tan ricos. Por otro lado porque Ferrovial puede ser la punta del iceberg y provocarse una auténtica estampida de empresas y patrimonios con el conjunto de ocurrencias que cada día va anunciando el gobierno.
No es lo menos preocupante en estos momentos, de hecho, que la reacción del gobierno a un caso como el de Ferrovial no haya sido revisar sus planteamientos, sino amenazar con la creación de una especie de Muro de Berlín empresarial. Es decir, levantar un muro con ametralladoras para que las empresas españolas no puedan fugarse de España. Esto significa que el gobierno piensa, seguramente con razón, que puede haber más empresas que sigan el camino de Ferrovial. Significa también que el gobierno no piensa en rectificar sino en persistir. Y significa también que las empresas que piensan en fugarse seguramente tienen razón; o sea, cuando alguien te levanta un muro con ametrallladoras en la frontera, apuntando hacia el interior, no hace falta más para saber que hay que huir.
Parece que entre los principios económicos básicos que la izquierda no entiende se encuentra primero el de que para poder repartir primero hay que generar, y segundo que el reparto no puede asfixiar la capacidad de generar.
Por supuesto alguien podría pensar que a fin de cuentas no hay que preocuparse porque el gobierno proponga cosas como regalar una casa a todo el mundo o repartir la herencia de los que cobran más entre los nuevos jóvenes que votan por primera vez, porque son sólo mentiras electorales que el gobierno nunca va a cumplir. El caso es que esto no es del todo así. Puede que un gobierno que anunciara la ejecución de todos los miopes antes de las elecciones nunca llegara tras ellas a ejecutar tal propósito, pero el mero hecho de anunciar semejante cosa ya sería indicativa de un gobierno demencial. En realidad casi podría pensarse que para hacer determinados anuncios hay que estar ya tan mal como para ser capaz de llevarlos a cabo. Cada cosa que cada día hace este gobierno es el tipo de cosa por la que todo el que tiene algo que perder piensa en marcharse y todo aquel que lo ve desde fuera se abstiene de venir.