Uritorco
The White Revolution is the only solution.
Esta misma semana la da repelúsnte pero muy cotizada periodista Virginia Pérez Alonso, progresista, feminista, muy antifascista, clausuraba su cuenta de Twitter «tras meditarlo durante un tiempo en el que siempre he tenido la certeza de que el bloque PP-Vox acabaría por llegar adonde ya está llegando». Dicha decisión estuvo en parte motivada por el hecho de que considera a los líderes de ambos partidos como herederos directos del nazismo y el fascismo (nada menos), cuyos seguidores han convertido a Twitter en «un espacio hostil» en el «que no cabe apenas la reflexión ni el sentido común». Y «anticipa que a partir de ahora será aún peor».
Virginia Pérez Alonso es miembro del equipo fundador en 2000 del Grupo 20minutos (del que fue nombrada vicedirectora entre 2012-2015), el primer diario gratuito de España, adjunta al director del “El Mundo” desde 2015, «número dos» del periódico “Público” y presidenta de una corporación denominada Plataforma en Defensa de la Libertad de Información, otra de esas organizaciones fantoches de «periodistas libres» pastoreadas financieramente por la Open Society Foundations del talmúdico globalista antiblanco George Soros. Hemos de preguntarnos que cualidades «especiales» o «excepcionales» concurren en dicha periodista absolutamente comprometida con la agenda del capitalismo mundialista, o que clase de compromisos ha contraído con los poderes fácticos, para que se concentren en manos de una sola persona responsabilidades de tan alto copete: ¿judía?, ¿masona?... Demasiadas atribuciones para que no le surjan a uno sospechas más que razonables.
Entre los promotores de la referida Plataforma se encuentra la publicación “Mongolia”, una revista satírica de extrema-izquierda dirigida precisamente por los masones Darío Adanti (foto) y Edu Galán, marido de la presentadora Marta Flich. Su editor es el polémico abogado y también masón Gonzalo Boye (1), encarcelado en el pasado varios años por colaborar con la banda terrorista ETA. Dicho individuo, que ejerce de letrado del conocido narcotraficante gallego Sito Miñanco, es también secretario del consejo de administración de la empresa editora de Eldiario.es, otro papelucho digital infecto bajo la órbita sorosiana sobre el que tendré tiempo de extenderme en otras ocasiones. En 2013 la revista “Mongolia”, famosa por sus portadas contra el Rey, contra Rajoy, etc, fue premiada por el Instituto Internacional de Prensa (IPI, según su denominación en inglés) por «su defensa de los valores humanos y la libertad de expresión». Desde septiembre de 2017, tiene un espacio en el programa «Al Rojo Vivo» (La Sexta), llamado «Información Mongolia».
Pero detengámonos por un momento en esta última institución, el IPI, pues la muy ultraizquierdista Virginia Pérez Alonso se incorporó en el 2016 a su muy multirracial Junta Ejecutiva, siendo la primera mujer de habla hispana en ocupar dicha representación. La Junta Ejecutiva del IPI es elegida por la Asamblea General, donde se valora parámetros como a la diversidad geográfica, de género, de medios y otras formas de diversidad. En 2021 era nombrada vicepresidente del IPI.
Dicho organismo es la más antigua e importante organización privada cuyo objetivo fundamental es la defensa permanente de la «libertad de prensa frente a cualquier tipo de amenaza», lo que traducido a lenguaje vulgar, no es otra cosa que la libertad del mercado (es decir, del capital prestamista y financiero) para controlar la información. Y el mercado ya sabemos por quién está gobernado y por que criterios se rige.
El IPI, que agrupa a 2.000 periodistas y editores de más de sesenta países, fue fundado en 1950, en plena Guerra Fría, después de una reunión en la Universidad de Columbia (Nueva York) celebrada por ejecutivos de los más influyentes periódicos de todo el mundo. Su comité fue recibido poco después por el presidente «Salomón» Truman en Washington. Entre sus fundadores se encuentra el que fuera director del “New York Times Magazine” y posterior Premio Pulitzer, Lester Markel (1894-1977), hijo de un banquero judío llamado Jacob Markel. Como de costumbre, gran parte de los fondos iniciales destinados a la gestación del IPI fueron proporcionados por la Fundación Rockefeller y, más tarde, por la Fundación Ford. La periodista e historiadora británica Frances Stonor Saunders, autora de La CIA y la guerra fría cultural, afirma que a partir de los años cincuenta, siempre que un premio, editorial u organización utilizaba como señuelo la palabra «libertad» en su nomenclatura, era realmente la CIA quien actuaba entre bastidores.
El comité español del IPI se formó poco antes de la fin de Franco y tuvo como primer presidente a Guillermo Luca de Tena y Brunet, propietario del “ABC”. Su vicepresidencia era ocupada por el criptojudío José Mario Armero Alcántara, presidente de la agencia Europa Press, dos hombres profundamente relacionados con los norteamericanos a través del Instituto de Cuestiones Internacionales. Pero en el comité español del IPI también nos encontramos con personas como Antonio Fontán Pérez (Cadena SER), Juan Tomás de Salas (Grupo 16), Ignacio Camuñas (Grupo Guadiana), Manuel Jiménez de Parga (Antena 3), José Oneto (“Cambio 16”), Manuel alopécico Hernando (TVE), Manuel Martín Ferrand (Grupo Zeta), Javier Godó Muntañola o Víctor de la Serna Gutiérrez-Répide (“Informaciones”), quien en diciembre de 1978 era elegido nuevo presidente.
En mayo de 1986, otro de estos lumbreras iniciado en todas las capillas del sistema (Bilderberg, Davos, Club de Roma, Masonería, etc.), Juan Luis Cebrián (ex-director de “EL PAIS”), era elegido presidente del IPI. Su vicepresidencia pasó a ser ocupada por el judío norteamericano David Abram Laventhol (1933-2005), presidente del grupo Times-Mirror y miembro honorario de la Liga Antidifamatoria de la B’nai B’rith. El director general del IPI era el judío berlinés naturalizado británico Peter Gallinger, gran amigo de Cebrián, que ocuparía este cargo entre 1975 y 1993. En abril de 1976, recién rodada la democracia en nuestro país, Gallinger visitaba la casa de Prensa Española (editora del “ABC”), y el 18 de enero de 1980, se entrevistaba en Madrid con el presidente Suárez, siendo recibido poco después por el ministro de Administración Territorial Antonio Fontán Pérez (accionista de la cadena SER) y por el Rey Don Juan Carlos. Por supuesto, el diario “EL PAIS” le dedicaría una elogiosa semblanza el día de su fin el 1 de febrero de 2007 a tan acreditado hijo de Jehowa, «cuyo apoyo fue fundamental para que el nombre de El País y su prestigio como diario español de referencia se extendieran globalmente».
En enero de 1995 se producen nuevos cambios en el IPI (España). José María Bergarache, director general del Grupo Correo, era elegido presidente de la nueva junta directiva del IPI, y como vicepresidente Pedro Crespo de Lara, secretario general de la Asociación de Editores de Diarios Españoles. Los cinco vocales designados fueron Juan Luis Cebrián, Juan Tapia (director de “La Vanguardia”), Antonio Franco (director de “El Periódico de Cataluña”), José Luis Gutiérrez (director de “Diario 16”) y Pedro J. Ramírez (director de “El Mundo”). En abril de 2007 se nombra nuevo presidente del IPI al criptojudío Miguel Angel Gozalo, en ese momento director general de la agencia EFE. En la nueva junta directiva se situarían además hombres como Estefanía Moreira (“EL PAIS”), Martín de Cabiedes (Europa Press), Juan Ignacio J. de Mesa (Grupo Moll), José Antonio Zarzalejos (“El Correo”), marrano también, etc.
------------
(1) "Gonzalo Boye, un masón para los narcos" ("El Mundo", 29.10.2019).
Última edición: