Qué pereza me da el Decarton

Qué ardor de estomago de ropa para lumpenazo, la calidad de los pantalones de algodón es literalmente la de una bayeta de trapo ajada. Mi viejo dice que esa ropa primero la usan los franceses y después nos llega a nosotros como un desecho. Los diseños van de lo absolutamente anodino a lo horroroso. Encontrar una talla que te vaya bien es un camino por el absurdo, demasiado ajustado o bolsas por todas partes, no hay equilibrio ni saber estar. Si hasta los probadores buscan la humillación del cliente, donde se les puede ver con los pantalones bajados o en calcetines por el hueco de abajo, algunos incluso luciendo calva porque las puertas también están recortadas por arriba dando lugar a una estampa francamente ridícula. No es de recibo. A veces compro algo de ropa en las tiendas de Carolina Herrera y me hacen sentir como un rey. Pero cada vez que voy al Decarton me hacen sentir como la peor guano marginal. Y siempre esa sensación de que la prenda no vale ni los 12€ que vas a pagar por esa sarama. Lo que al menos me llevo y me hace gracia es que ahora contratan downies, que me parece muy bien por los chavales, pero será un palito en la autoestimita de los y las dependientes, que van de pinpines marcando lorza en plan chortinitos summer, pero queda demostrado que su trabajo de doblatrapitos lo puede hacer hasta un estulto.

No os gusta el Decartón porque, a pesar que sabéis que es de pobres, no os podéis permitir nada mejor.

La cruda y calva realidac