¡Qué fuerte!, “la desidia de los españoles”, ¡Qué frase!.

castguer

Madmaxista
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I don't live
Vivís como sí fueseis libres y ostentaseis en efecto el poder político, es decir, como si fueseis españoles. Sin embargo, los españoles son otros. Sólo son españoles quienes ostentan el poder y pueden cambiar la norma a su antojo amoldándola a la satisfacción de sus necesidades e intereses porque nadie va a cuestionar su legitimidad para ello.

Los demás, vosotros y nosotros, vivimos como si lo fuésemos, pero no lo somos. Nos han engañado, hay que admitirlo; han conseguido que se crea eso , incluso en la universidad, ese centro del saber que establece los mecanismos de obediencia al servicio del poder.

Para poder distinguir a unos y otros basta con saber que los españoles son los que convocan y los registrados en algún registro civil los convocados. Por eso, cuando cualquier líder político dice “yo me debo sólo a los españoles”, no está mintiendo, dice la verdad. Los ciudadanos asumen la mentira, lo necesitan tal vez, y eso les imposibilita ser libres, decidir su presente y su futuro. En su defensa puede argumentarse la imposibilidad de debate alguno, pues, los verdaderos españoles no quieren que haya debate. Para su impedimento crearon la partitocracia y fomentaron el monopolio de los medios de comunicación. Anatema para quien piense que en España puede construirse un Estado democrático y republicano en el que las libertades políticas se encuentren en poder de la sociedad civil. El castigo a la osadía: el destierro a Sión, la marginalidad absoluta.

Pero hoy la situación es sumamente grave. Como he leído hoy por ahí, crecen los delitos y el paro; el campo, una ruina; la educación es ese toro que unos quieren coger por los cuernos y otros aconsejan dejarlo ir, la gente ha perdido la esperanza. Nos hemos perdido de tanto creerlos. Una voz tenían en la oposición y otra en el poder, y así llevan años, con la democracia en la boca y las acciones a capricho en las manos. ¿Qué más me da que sean de derecha o de izquierda, si no resuelven en función de nuestras necesidades, si se atienen a sus propios intereses más que a los generales? ¿Galgos o podencos? ¿Acaso importa? Lo cierto es que no son de los nuestros. Un capricho se convierte en ley; una particular manera de pensar, en un sistema. Y la intolerancia camina travestida de tolerancia en nombre del bien común. Decía Cicerón que la patria es cualquier sitio donde nos encontremos bien. Pues me parece que, entre galgos y podencos, somos apátridas, don Marco Tulio..........


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