Y qué otra cosa si no es la imaginación
La realidad es un concepto civilizatorio, en consecuencia es una
interpretación
La realidad del medievo cristiano es diferente a la realidad actual
No estoy de acuerdo,
la realidad solo puede ser presente, el pasado y el futuro no existen. Hay que entender al presente como una dimensión en
eterna emergencia sin fronteras muy definidas, p.e. te llega (presente) una orden de desahucio para dentro de dos días (futuro), ahí un ejemplo de un presente proyectado al futuro, pero al fin y al cabo presente. El futuro no existe y si tienes algún dato de él,
ipso facto se convierte en presente.
Otro tanto con el pasado, hay muchísimas cosas que se hay perdido porque dejaron de ser conocidas,
porque el pasado es el olvido. Del “pasado” solo existen las cosas conocidas en el presente, el caso clásico es Troya, pero Troya nunca fue olvidada así fuera solo como leyenda, es decir siempre fue parte del conocimiento, nunca fue olvidada. Cosa distinta es el descubrimiento de un monumento o ciudad pérdida de los cuales no tuviéramos el mínimo conocimiento, hasta ese momento ese monumento o ciudad formaban parte del pasado por estar en el olvido, pero el descubrimiento los convierte
ipso facto en parte del presente. Entonces el tiempo presente lo podemos dividir en tres partes: el presente pmd, el presente memorioso y el presente de la intuición.
Sucedido en la escala cronológica, no conceptual
No te creas, la cosa es bastante más complicada
Si te pasas por ¿Que es la Historia?, de E.Carr puedes tener una respuesta mucho más detallada
¿Qué es Historia?, Edward H. Carr.
I. Los hechos
¿Qué es un hecho histórico?, a primera vista todos, pero no todos lo son.
El “hecho histórico” es una categoría que no todos los hechos alcanzan. Entonces ¿de qué depende que un hecho sea elevado a la categoría de “histórico”?, ciertamente no depende del hecho
per se,
depende enteramente del historiador. Como ya dije antes, primero requiere ser conocido en el presente, segundo debe ser considerado de cierta relevancia para ser citado por un historiador, tercero ser aceptado al menos por una parte de la comunidad de historiadores. Si pasa las pruebas será elevado al Olimpo de la Historia, caso contrario regresara al limbo de la ahistoricidad, a la espera de que otro historiador en alguna otra realidad y tiempo futuro le rescate y así quién sabe qué suerte corra.
II. El taco y la pulpa:
Aquí solo hare una breve exposición de la disyuntiva entre
factus e
interpretatio, que he presentado bajo la figura del duro taco y la plástica pulpa de aguacate (la figura no es original mía). El duro taco nos recuerda el aforismo de Leopold v. Ranke (†1886), el padre del historicismo moderno basado en fuentes:
“wie es eigentlich gewesen” ([la historia] tal como sucedió). De manera tajante Ranke expresa ese imperativo que pasaron a ser una especie de divisa del positivismo europeo del siglo XIX:
contar lo que sucedió tal y como realmente sucedió. Los positivistas suponían que la realidad histórica pasaba por integrar en el discurso del historiador la mayor número posible de fuentes, de allí su propensión a dar a la luz a copiosas colecciones documentales.
Como cita Carr,
“la concepción liberal de la historia del siglo XIX tenía una estrecha afinidad con la doctrina económica del laissez-faire, producto también de una visión del mundo serena y confiada (…) Los hechos de la historia eran por si mismos una prueba del hecho supremo de que existía un progreso benéfico y al parecer infinito, hacia cosas más elevadas. Era aquella la edad de la inocencia, y los historiadores paseaban por el Jardín del Edén sin retazo de filosofía con que cubrirse, desnudos y sin avergonzarse ante el dios de la historia. Desde entonces hemos conocido el Pecado y hemos experimentado en nosotros la Caída;”
Por otra parte, la blanda pulpa nos representa la corriente de pensamiento afín a la tesis de
R.G. Collingwood (†1943) para el cual
"toda historia es la historia del pensamiento", es decir interpretatio. Collingwood al contrario de Ranke pertenece a la generación de Entreguerras, una generación a la cual también pertenece
O. Spengler (†1936) autor de “La Decadencia de Occidente”, una generación que ha perdido la confianza en el control en su destino, en sus instituciones y en sus “verdades”. En los años treinta del siglo pasado, el inglés
Michael B. Oakeshott hacía la siguiente recomendación, contraria obviamente al positivismo:
hay que admitir que, en rigor, nunca podremos decir cómo sucedieron “en realidad” las cosas en un momento dado sino, a lo sumo, cómo suponemos con un cierto grado de certeza que pudieron haber sucedido. En suma, esta corriente baja del pedestal de la historia a los hechos como evidencia clara de los que “realmente paso”. Sin renunciar a ellos, en adelante los hechos quedan reducidos a mera materia prima, lo importante es el manejo que de ellos se haga el historiador, el cual en adelante pasa a ser el “Rock Star” de la historiografía.
- o O o -
“Solía decirse que los hechos hablan por sí solos. Es falso, por supuesto. Los hechos solo hablan cuando el historiados apela a ellos: él es quien decide a que hechos se da paso, y en qué orden y contexto hacerlo.”
(…)
“La creencia en un núcleo óseo de hechos históricos existentes objetivamente y con independencia de la interpretación del historiador es una falacia absurda, pero dificilísima de desarraigar.”
(…)
«La historia que leemos», escribe el profesor Barraclough, medievalista a su vez, «aunque basada en los hechos, no es, en puridad, en absoluto fáctica, sino más bien una serie de juicios admitidos.»
En: Edward H. Carr, ¿Qué es la Historia? Ariel.
Quizá, quizá,
pero con la excelencia, inteligencia y buen decir de muy pocos.
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Bien, me despido porque tengo que ver el video de Miguel Ruiz alopécico,