Mateo77
Laico católico
- Desde
- 16 Ago 2016
- Mensajes
- 3.319
- Reputación
- 7.915
Hace unos días la Conferencia Episcopal Española publicó un documento que recoge el plan pastoral para los próximos años. Aquí el enlace al documento:
Escribo este texto para comentar una carencia que veo en ese documento, y para aportar mi opinión sobre qué sería necesario hacer en primer lugar para purificar la Iglesia en España. Nadie me ha pedido mi opinión y tampoco creo que nadie lo vaya a hacer nunca, pero una de las principales funciones de las redes sociales parece ser precisamente el ofrecer opiniones no solicitadas. Lo presento de manera pública como ejemplo de un posible procedimiento para que la cabeza interceda por el cuerpo, en cualquier ámbito, aunque adaptado en este caso al ámbito territorial.
La carencia que veo en el texto es propia de esta época nacida de la Ilustración y la Revolución. Un lema que marca la monarquía ilustrada es el “todo para el pueblo pero sin el pueblo”, pero queda implícita la otra vertiente, el “todo para Dios, pero sin Dios”, que vinculada al antropocentrismo. Se independiza el poder temporal de Dios. se pretende dar a luz una humanidad renovada, libre y fraterna, pero evitando seguir los caminos de Dios. Teóricamente, se pretende seguir el segundo mandamiento de Jesús, pero sin buscar el primero, que lo ilumina, se queda esteril. En la Iglesia también ha calado profundamente este modo de obrar, por ejemplo en la celebración “ad populum” en lugar de “ad orientem”. Ciertamente el tiempo que Jesús pasó entre nosotros hizo una labor de espaldas a las autoridades religiosas del momento, un “Dios entre nosotros” en oposición a la jerarquía institucionalizada. Pero Jesús nos avisó de que habría de faltar. La Iglesia que fundó creció y se institucionalizó, como es inevitable. Si lo surgido del IICV pretende volver a hacer viva la presencia de Jesús entre nosotros, no puede hacerlo a costa de dar la espalda a Dios en la vertiente institucional.
En el documento de la CEE diagnostica el grave problema del mundo presente, y propone muchas lineas de actuación en el mundo, pero no aborda decididamente lo que es debido a Dios. Y a Dios le debemos mucho en este momento, asi como a nuestros ancestros.
La ira de Dios
El marco para este comentario es el segundo capítulo de Jeremías, del que citaré explícitamente algún fragmento.
Vemos aquí el dolor de Dios ante el abandono por parte del hombre, un abandono siempre injustificado. En Jeremías resuena de nuevo Génesis 3,9, cuando el Señor Dios llama a Adán con un doloroso “¿dónde estás?”.
Los actos tienen consecuencias. El pueblo es presa de muchos males, y esto es consecuencia de haber desviado el camino para adentrarse en la peligrosa espesura y con la nota específica del abandono de Dios en pos de múltiples cabezas idolátricas. En un texto anterior he reflexionado a este respecto a la luz de Marcos 5,1-20.
Respuesta de los pastores
Si se pretende solventar la situación, reconducirla y comenzar una nueva etapa, es precisa una purificación profunda. La herida se desinfecta, y luego se cierra. Ante Dios se desinfecta la herida confesando el pecado, confirmando la comprensión que tenemos de este, el arrepentimiento y el propósito de enmienda, y posteriormente se procede a sanar la herida mediante la petición de gracia renovada.
Confesión del pecado del pueblo de Dios
Un gran mal de esta época es que se ha roto la tras*misión intergeneracional de la fe. De esto tenemos que:
* La autoridad, la doctrina y la unidad son cuestionadas, tanto por el que las administra como por el que está sujeto a ellas.
* Los templos están vaciandose, y apenas reciben la visita de jóvenes.
* Gran parte de los bautizados no conocen a Dios o su conocimiento es muy imperfecto.
* Muchos padres bautizados tienen hijos que ya no pertenecen al pueblo de Dios (ni siquiera están bautizados).
* El poder temporal se ha corrompido y conspira para apartar a las personas de Dios y mantenerlas alejadas.
* El aborto material de las madres es una manifestación de algo mucho mayor, está en todos los ámbitos, es el aborto de los no bautizados que quiebra la filiación divina, y es el aborto de las vocaciones al sacerdocio y la vida consagrada, y de los carismas que se habrían de recibir y quedan estériles.
* El adulterio y el divorcio de los matrimonios también es una manifestación de un mal presente en todos los ámbitos, es el proceder de los apóstatas y los que pervierten el depósito de la fe e introducen elementos impropios en la liturgia.
* La eutanasia se une al descarte de los ancianos y entronca con la ruptura con los ancestros.
Todo esto es obra de bautizados, y es un pecado contra Dios y contra nuestros ancestros, ancestros en la carne y en el Espíritu, que sí supieron tras*mitir la fe que habían recibido. Yo no entro a valorar la culpa de nadie. Eso queda al juicio de Dios, y personalmente creo que la situación ha sido muy confusa y el mal muy astuto, y espero que eso propicie un juicio benévolo. Pero tenemos el mal objetivo que hay que restaurar. Aunque el humo maligno haya entrado sin especial culpa, está dentro y ha de ser purgado.
Se trata de presentar el pecado a Dios sin entrar en juicios. Han de hacerlo los pastores porque es su cometido. En particular, cuando el pueblo no está arrepentido, es algo que solo ellos pueden hacer, hombres designados por Dios, del mismo modo que la intercesión de un padre por su hijo es particularmente eficaz. De nuevo, es Dios quien ha de determinar la culpabilidad de cada cual, y cada cual ha de discernirla en su conciencia. Aquí se trata de presentar el pecado del pueblo en su conjunto. La culpa individual de cada uno puede ser grave o puede ser leve. Se ha podido responder al cambio de los tiempos con la conciencia del malhechor, o por el contrario se ha podido obrar de buena fe, haciendo lo que se podía. O cualquier situación intermedia. Aquí se trata de pedir clemencia ante la situación objetiva del pueblo de Dios en España.
Petición
Pienso que la petición cristiana ha de ser la de un tiempo más, un tiempo extra, inmerecido, en el que dar respuesta en Cristo a los desafíos específicos de esta época. Junto con este tiempo se ha de pedir ayuda extra porque lo que ya nos ha sido dado nos ha sido insuficiente, ha sido desperdiciado por nuestra debilidad. Se pide entonces, siguiendo a Cristo, abono y capacidad de trabajar la tierra. Asistencia suplementaria del Espiritu Santo, tanto en el “qué” como en el “cómo”, porque con lo que tenemos no hemos sido capaces de desempeñar nuestra labor.
Algunos salmos:
Salmo 88 (“Señor, Dios de mi salvación, ante ti estoy clamando día y noche”)
Salmo 102 (“Señor, escucha mi oración, llegue hasta ti mi grito”)
Salmo 83 (“¡Oh Dios, no te estés mudo, cese ya tu silencio y tu reposo, oh Dios!”)
Salmo 79 (“Oh Dios, han invadido tu heredad las gentes, han profanado tu sagrado Templo; han dejado en ruinas a Jerusalén”)
Salmo 74 (“¿Por qué has de rechazar, oh Dios, por siempre, por qué humear de cólera contra el rebaño de tu pasto?”)
Salmo 60 (“Nos has rechazado, oh Dios, nos has deshecho, estabas irritado, ¡oh, vuélvete a nosotros!”)
Salmo 90 (“Señor, tú has sido para nosotros un refugio de edad en edad.”)
Salmo 80 (“Pastor de Israel, escucha, tú que guías a José como un rebaño; tú que estás sentado entre querubines, resplandece”)
Salmo 123 (“A ti levanto mis ojos, tú que habitas en el cielo”)
Salmo 68 (“¡Álcese Dios, sus enemigos se dispersen, huyan ante su faz los que le odian!”)
Salmo 72 (“Oh Dios, da al rey tu juicio, al hijo de rey tu justicia”)
Salmo 116 (“Yo amo, porque el Señor escucha mi voz suplicante”)
Ceremonia primera, privada
Pienso en una ceremonia con todos los obispos de España. Una única persona por cada diócesis, con casulla jovenlandesada, acudiendo en ayuno, en silencio, por sus propios medios, caminando la última parte del trayecto. Si no fuera posible por problemas de salud, se podría designar a otra persona en representación, que sí pueda cargar con el peso del cometido. Una sola persona por diócesis. Si fuera imprescindible un chofer, este no acompañaría al obispo el ultimo tramo del camino, a pie. El viaje sería en silencio, sin conversación ni distracciones (radio, etc).
El lugar sería una ermita o pequeño santuario consagrado a la Virgen, situado en algún lugar remoto, en la España despoblada. El lugar exacto lo escogería el arzobispo de Toledo en discernimiento.
Cada obispo acudiría con dos piedras procedentes de la propia diócesis. Dos piedras sencillas, tomadas del suelo de cada diócesis.
La ceremonia incluiría exposición del pecado en toda su crudeza, sin juzgar las causas ni los agentes ni proponer soluciones, solo exponer la situación objetiva. Luego lectura de Salmos.
Tras esto, consagración por parte del arzobispo de Toledo, y exposición del Santísimo, con las piedras a sus pies. Reflexión durante un cierto tiempo. Cada obispo que presente en oración silenciosa las situaciones particulares de su diócesis.
Tras esto presentación de la petición y comunión.
Para concluir, cada obispo habría de escuchar a Dios, fijarse en todo lo acontecido, y finalmente reportarlo junto con sus propias impresiones, para que quede reflejado en un documento.
Una piedra de cada diócesis se incorporaría a la estructura de la ermita. La otra, a la estructura de su catedral. Idealmente sería el propio obispo el que realizaría la parte importante del proceso.
Esta oración comunitaria de los pastores no sería una ocasión social sino un verdadero combate espiritual. Sería de esperar todo tipo de intentos por parte del mal para evitar que se celebre o que se haga de manera completa. Sin embargo, los caminos de Dios los custodian los ángeles y los santos. Al ser la raíz del proceso de purificación el camino sería arduo, pero si Dios está dispuesto a recibir la súplica, sería posible.
Ceremonias públicas
Tras esto, ceremonias públicas de desagravio ante los ancestos. Estas ceremonias serían más convencionales, una misa donde se exponga el pecado y la petición, con asistencia de una selección de personas.
Algunos lugares tienen importancia especial y requerirían la presencia de los obispos (al menos una selección, uno de cada archidiócesis). Por ejemplo:
Catedral de Santa María de Toledo
Catedral de Santiago de Compostela
Catedral-basílica de Nuestra Señora del Pilar
Monasterio de Santo Toribio de Liébana
Caravaca de la Cruz
Cerro de los Ángeles
Monasterio de la Santa Faz
Monasterio de Montserrat
Monasterio del guanol
Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos
Santuario de Covadonga
Finalmente, celebraciones penitenciales y de reparación en cada diócesis y cada parroquia, y hasta en cada templo de la parroquia, con presencia de los fieles de cada lugar. Se pretende reparar el pecado contra los ancestros que sí tras*mitieron la fe que habían recibido. Los que nos precedieron, desde cada obispo al más humilde campesino que acudía a una pequeña iglesia en una aldea apartada.
Una vez concluido todo esto se puede empezar a discernir cómo abordar la situación con la ayuda que Dios vaya enviando.
Enlace permanente a este artículo
Escribo este texto para comentar una carencia que veo en ese documento, y para aportar mi opinión sobre qué sería necesario hacer en primer lugar para purificar la Iglesia en España. Nadie me ha pedido mi opinión y tampoco creo que nadie lo vaya a hacer nunca, pero una de las principales funciones de las redes sociales parece ser precisamente el ofrecer opiniones no solicitadas. Lo presento de manera pública como ejemplo de un posible procedimiento para que la cabeza interceda por el cuerpo, en cualquier ámbito, aunque adaptado en este caso al ámbito territorial.
La carencia que veo en el texto es propia de esta época nacida de la Ilustración y la Revolución. Un lema que marca la monarquía ilustrada es el “todo para el pueblo pero sin el pueblo”, pero queda implícita la otra vertiente, el “todo para Dios, pero sin Dios”, que vinculada al antropocentrismo. Se independiza el poder temporal de Dios. se pretende dar a luz una humanidad renovada, libre y fraterna, pero evitando seguir los caminos de Dios. Teóricamente, se pretende seguir el segundo mandamiento de Jesús, pero sin buscar el primero, que lo ilumina, se queda esteril. En la Iglesia también ha calado profundamente este modo de obrar, por ejemplo en la celebración “ad populum” en lugar de “ad orientem”. Ciertamente el tiempo que Jesús pasó entre nosotros hizo una labor de espaldas a las autoridades religiosas del momento, un “Dios entre nosotros” en oposición a la jerarquía institucionalizada. Pero Jesús nos avisó de que habría de faltar. La Iglesia que fundó creció y se institucionalizó, como es inevitable. Si lo surgido del IICV pretende volver a hacer viva la presencia de Jesús entre nosotros, no puede hacerlo a costa de dar la espalda a Dios en la vertiente institucional.
En el documento de la CEE diagnostica el grave problema del mundo presente, y propone muchas lineas de actuación en el mundo, pero no aborda decididamente lo que es debido a Dios. Y a Dios le debemos mucho en este momento, asi como a nuestros ancestros.
La ira de Dios
El marco para este comentario es el segundo capítulo de Jeremías, del que citaré explícitamente algún fragmento.
Jeremías 2,4-5
¡Escuchad la palabra del Señor, casa de Jacob, y todas las familias de la casa de Israel!
Así habla el Señor: ¿Qué injusticia encontraron en mí vuestros padres para que se alejaran de mí y fueran detrás de ídolos vanos, volviéndose así vanos ellos mismos?
¡Escuchad la palabra del Señor, casa de Jacob, y todas las familias de la casa de Israel!
Así habla el Señor: ¿Qué injusticia encontraron en mí vuestros padres para que se alejaran de mí y fueran detrás de ídolos vanos, volviéndose así vanos ellos mismos?
Vemos aquí el dolor de Dios ante el abandono por parte del hombre, un abandono siempre injustificado. En Jeremías resuena de nuevo Génesis 3,9, cuando el Señor Dios llama a Adán con un doloroso “¿dónde estás?”.
Jeremías 2,17
¿No te ha sucedido esto por haber dejado a Yahveh tu Dios cuando te guiaba en tu camino?
¿No te ha sucedido esto por haber dejado a Yahveh tu Dios cuando te guiaba en tu camino?
Los actos tienen consecuencias. El pueblo es presa de muchos males, y esto es consecuencia de haber desviado el camino para adentrarse en la peligrosa espesura y con la nota específica del abandono de Dios en pos de múltiples cabezas idolátricas. En un texto anterior he reflexionado a este respecto a la luz de Marcos 5,1-20.
Respuesta de los pastores
Si se pretende solventar la situación, reconducirla y comenzar una nueva etapa, es precisa una purificación profunda. La herida se desinfecta, y luego se cierra. Ante Dios se desinfecta la herida confesando el pecado, confirmando la comprensión que tenemos de este, el arrepentimiento y el propósito de enmienda, y posteriormente se procede a sanar la herida mediante la petición de gracia renovada.
Confesión del pecado del pueblo de Dios
Lucas 15,21
El hijo le dijo: “Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.”
El hijo le dijo: “Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.”
Un gran mal de esta época es que se ha roto la tras*misión intergeneracional de la fe. De esto tenemos que:
* La autoridad, la doctrina y la unidad son cuestionadas, tanto por el que las administra como por el que está sujeto a ellas.
* Los templos están vaciandose, y apenas reciben la visita de jóvenes.
* Gran parte de los bautizados no conocen a Dios o su conocimiento es muy imperfecto.
* Muchos padres bautizados tienen hijos que ya no pertenecen al pueblo de Dios (ni siquiera están bautizados).
* El poder temporal se ha corrompido y conspira para apartar a las personas de Dios y mantenerlas alejadas.
* El aborto material de las madres es una manifestación de algo mucho mayor, está en todos los ámbitos, es el aborto de los no bautizados que quiebra la filiación divina, y es el aborto de las vocaciones al sacerdocio y la vida consagrada, y de los carismas que se habrían de recibir y quedan estériles.
* El adulterio y el divorcio de los matrimonios también es una manifestación de un mal presente en todos los ámbitos, es el proceder de los apóstatas y los que pervierten el depósito de la fe e introducen elementos impropios en la liturgia.
* La eutanasia se une al descarte de los ancianos y entronca con la ruptura con los ancestros.
Todo esto es obra de bautizados, y es un pecado contra Dios y contra nuestros ancestros, ancestros en la carne y en el Espíritu, que sí supieron tras*mitir la fe que habían recibido. Yo no entro a valorar la culpa de nadie. Eso queda al juicio de Dios, y personalmente creo que la situación ha sido muy confusa y el mal muy astuto, y espero que eso propicie un juicio benévolo. Pero tenemos el mal objetivo que hay que restaurar. Aunque el humo maligno haya entrado sin especial culpa, está dentro y ha de ser purgado.
Se trata de presentar el pecado a Dios sin entrar en juicios. Han de hacerlo los pastores porque es su cometido. En particular, cuando el pueblo no está arrepentido, es algo que solo ellos pueden hacer, hombres designados por Dios, del mismo modo que la intercesión de un padre por su hijo es particularmente eficaz. De nuevo, es Dios quien ha de determinar la culpabilidad de cada cual, y cada cual ha de discernirla en su conciencia. Aquí se trata de presentar el pecado del pueblo en su conjunto. La culpa individual de cada uno puede ser grave o puede ser leve. Se ha podido responder al cambio de los tiempos con la conciencia del malhechor, o por el contrario se ha podido obrar de buena fe, haciendo lo que se podía. O cualquier situación intermedia. Aquí se trata de pedir clemencia ante la situación objetiva del pueblo de Dios en España.
Petición
Lucas 13,6-9
Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador: “Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?”
Pero él le respondió: “Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas.”»
Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador: “Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?”
Pero él le respondió: “Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas.”»
Pienso que la petición cristiana ha de ser la de un tiempo más, un tiempo extra, inmerecido, en el que dar respuesta en Cristo a los desafíos específicos de esta época. Junto con este tiempo se ha de pedir ayuda extra porque lo que ya nos ha sido dado nos ha sido insuficiente, ha sido desperdiciado por nuestra debilidad. Se pide entonces, siguiendo a Cristo, abono y capacidad de trabajar la tierra. Asistencia suplementaria del Espiritu Santo, tanto en el “qué” como en el “cómo”, porque con lo que tenemos no hemos sido capaces de desempeñar nuestra labor.
Algunos salmos:
Salmo 88 (“Señor, Dios de mi salvación, ante ti estoy clamando día y noche”)
Salmo 102 (“Señor, escucha mi oración, llegue hasta ti mi grito”)
Salmo 83 (“¡Oh Dios, no te estés mudo, cese ya tu silencio y tu reposo, oh Dios!”)
Salmo 79 (“Oh Dios, han invadido tu heredad las gentes, han profanado tu sagrado Templo; han dejado en ruinas a Jerusalén”)
Salmo 74 (“¿Por qué has de rechazar, oh Dios, por siempre, por qué humear de cólera contra el rebaño de tu pasto?”)
Salmo 60 (“Nos has rechazado, oh Dios, nos has deshecho, estabas irritado, ¡oh, vuélvete a nosotros!”)
Salmo 90 (“Señor, tú has sido para nosotros un refugio de edad en edad.”)
Salmo 80 (“Pastor de Israel, escucha, tú que guías a José como un rebaño; tú que estás sentado entre querubines, resplandece”)
Salmo 123 (“A ti levanto mis ojos, tú que habitas en el cielo”)
Salmo 68 (“¡Álcese Dios, sus enemigos se dispersen, huyan ante su faz los que le odian!”)
Salmo 72 (“Oh Dios, da al rey tu juicio, al hijo de rey tu justicia”)
Salmo 116 (“Yo amo, porque el Señor escucha mi voz suplicante”)
Ceremonia primera, privada
Pienso en una ceremonia con todos los obispos de España. Una única persona por cada diócesis, con casulla jovenlandesada, acudiendo en ayuno, en silencio, por sus propios medios, caminando la última parte del trayecto. Si no fuera posible por problemas de salud, se podría designar a otra persona en representación, que sí pueda cargar con el peso del cometido. Una sola persona por diócesis. Si fuera imprescindible un chofer, este no acompañaría al obispo el ultimo tramo del camino, a pie. El viaje sería en silencio, sin conversación ni distracciones (radio, etc).
El lugar sería una ermita o pequeño santuario consagrado a la Virgen, situado en algún lugar remoto, en la España despoblada. El lugar exacto lo escogería el arzobispo de Toledo en discernimiento.
Cada obispo acudiría con dos piedras procedentes de la propia diócesis. Dos piedras sencillas, tomadas del suelo de cada diócesis.
La ceremonia incluiría exposición del pecado en toda su crudeza, sin juzgar las causas ni los agentes ni proponer soluciones, solo exponer la situación objetiva. Luego lectura de Salmos.
Tras esto, consagración por parte del arzobispo de Toledo, y exposición del Santísimo, con las piedras a sus pies. Reflexión durante un cierto tiempo. Cada obispo que presente en oración silenciosa las situaciones particulares de su diócesis.
Tras esto presentación de la petición y comunión.
Para concluir, cada obispo habría de escuchar a Dios, fijarse en todo lo acontecido, y finalmente reportarlo junto con sus propias impresiones, para que quede reflejado en un documento.
Lucas 19:40
«Os digo que si éstos callan gritarán las piedras.»
«Os digo que si éstos callan gritarán las piedras.»
Una piedra de cada diócesis se incorporaría a la estructura de la ermita. La otra, a la estructura de su catedral. Idealmente sería el propio obispo el que realizaría la parte importante del proceso.
Esta oración comunitaria de los pastores no sería una ocasión social sino un verdadero combate espiritual. Sería de esperar todo tipo de intentos por parte del mal para evitar que se celebre o que se haga de manera completa. Sin embargo, los caminos de Dios los custodian los ángeles y los santos. Al ser la raíz del proceso de purificación el camino sería arduo, pero si Dios está dispuesto a recibir la súplica, sería posible.
Ceremonias públicas
Tras esto, ceremonias públicas de desagravio ante los ancestos. Estas ceremonias serían más convencionales, una misa donde se exponga el pecado y la petición, con asistencia de una selección de personas.
Algunos lugares tienen importancia especial y requerirían la presencia de los obispos (al menos una selección, uno de cada archidiócesis). Por ejemplo:
Catedral de Santa María de Toledo
Catedral de Santiago de Compostela
Catedral-basílica de Nuestra Señora del Pilar
Monasterio de Santo Toribio de Liébana
Caravaca de la Cruz
Cerro de los Ángeles
Monasterio de la Santa Faz
Monasterio de Montserrat
Monasterio del guanol
Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos
Santuario de Covadonga
Finalmente, celebraciones penitenciales y de reparación en cada diócesis y cada parroquia, y hasta en cada templo de la parroquia, con presencia de los fieles de cada lugar. Se pretende reparar el pecado contra los ancestros que sí tras*mitieron la fe que habían recibido. Los que nos precedieron, desde cada obispo al más humilde campesino que acudía a una pequeña iglesia en una aldea apartada.
Una vez concluido todo esto se puede empezar a discernir cómo abordar la situación con la ayuda que Dios vaya enviando.
Enlace permanente a este artículo
Última edición: