Primera republica española, Pi y Margall

Redbull Vol. II

Madmaxista
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26 Abr 2013
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Como han sido ustedes muy amables con el primer capitulo de las desdichas de España bajo la republica, procedo con el segundo.



Ya vimos las palabras de Figueras reconociendo su fracaso, gran lástima que el resto de republicanos no tuviesen su visión de la situación, y tras discusiones de todos contra todos y enfrentamientos de todo tipo finalmente en medio de movimientos de tropas y ruido de sables eligieron presidente a Pi y Margall, un republicano federal que creía que sus teorías eran más importantes que la realidad del país, un teórico que pensaba que si la realidad no se ajustaba a sus teorías peor para la realidad.

Para evitar los anteriores fracasos en la formación de gobierno dejo que fuesen las Cortes quienes eligiesen a sus ministros. Lo que resulto en que solo un ministro era partidario del presidente del gobierno.

En su primer discurso como presidente dijo que el primer problema del país era la disciplina militar, y el segundo la calamitosa situación económica, de lo que hizo para solucionarlos trataremos en las próximas líneas.

Por lo pronto se lanzaron los federales a dividir España en cantones lo que se suponía que será el bálsamo de Fierabrás que todo lo solucionaría, pero el caso es que no se ponían de acuerdo ni siquiera en el numero de cantones, y cada quien proponía su ocurrencia siendo de destacar la del docto Castelar, a la sazón ministro de Estado de dejar el asunto a “El empirismo de la tradición” lo que no se puede negar que suena bien, pero solucionar, no solucionaba nada. Algunos eso si debieron entender que con la tradición se refería al regreso a los reinos de taifas fiel a la religión del amores, pues el resultado no estuvo muy lejos.

Finalmente toda la filosofía metafísica e intelectual de los doctores universitarios que regían España quedo al albur de lo que en cada pueblo sus analfabetos habitantes decidieran, eso y no otra cosa significaban las palabras del insigne Castelar.

Los republicanos federales no eran distintos a los demás españoles y lo primero que hicieron fue asediar a los nuevos ministros con solicitudes de empleo y enchufes de todo tipo, tanto que el ministro de la guerra Estébanez se vio obligado a publicar en la prensa que no le escribiesen mas, porque no tenía tiempo material de leer tantas cartas de recomendación, peticiones de ascensos y favores de todo tipo. Este ministro como todos sus antecesores dijo que restablecería la disciplina del ejército, pero la verdad es que los soldados mataban a sus oficiales si no estaban contentos con ellos, como le ocurrió al coronel Martínez Llangostera en el regimiento de cazadores de Madrid y como castigo los culpables solo recibían una reprimenda, el que el ministro hiciese jefes y oficiales a paisanos tampoco ayudaba mucho que digamos. Difícilmente podría recuperar la disciplina del ejército un ministro que estaba acusado de deserción, siendo capitán en Cuba Estébanez pidió su baja en el ejército, pero se marcho a México antes de recibir contestación, con esos antecedentes sus palabras de disciplina y apego a las ordenanzas sonaban a burla más que nada.

Los federales pronto obtuvieron “todas las facultades especiales que creyesen necesario ejercer en las provincias teatro de la guerra” algo que era anticonstitucional en todo grado, mucho más llamativo teniendo en cuenta que los republicanos eran los más firmes opositores a ese tipo de autorizaciones cuando otros gobiernos las solicitaron y no las obtuvieron. Siendo además esta autorización mucho más amplia que la que por ejemplo le fue negada a Serrano por Amadeo, y mucho más amplia de las que nunca se solicitaron a las cortes de la reina, incluso en tiempos de guerra con los carlistas a las puertas de Madrid, y por si no era bastante además obtuvo autorización para un impuesto extraordinario de 400 millones, para cobrar los impuestos sin presupuesto aprobado y en general para hacer lo que estimase oportuno y conveniente, lo que resulto en que no hacían absolutamente nada de provecho, ni se legislaba en ramo alguno. De elaborar la constitución ya nadie hablaba en ese momento.

Se cambio de gobierno pero nada cambio más que los nombres de los ministros. Bueno si cambio algo, a la autorización extraordinaria anterior el 30 de Junio se le elimino la referencia a las provincias teatro de la guerra, haciéndola extensiva a todo el territorio nacional, era la dictadura del señor Pi y Margall. Nada nuevo, los mismos federales que reclamaban el cumplimiento de la ley cuando estaban en la oposición, solo unos días después cuando eran gobierno le ponían un velo a la ley para que no viese sus ilegalidades. Los mismos que defendieron los derechos personales ilegislables e inviolables como la inviolabilidad del domicilio ahora siendo gobernadores civiles de Madrid escribían un bando decretando que los vecinos debían abrir sus casas a las fuerzas policiales o a los “voluntarios de la libertad” cuando estas lo solicitasen sin más requisito. Este bando ocasiono la retirada de los intransigentes de las cortes, lo que las inhabilito para toda discusión constitucional

La anarquía se extendía por España, siendo más evidente en Andalucía, los milicianos se armaban por la buenas o por las malas no habiendo quien lo pudiese impedir, en Sevilla asaltaron la maestranza llevándose desde los cañones hasta el último sable, lo que no hacían era viajar al norte con esas armas donde podrían tener buen uso, eso no. Lo que hicieron fue declarar la independencia de Sevilla a la que pronto siguió Málaga que ya lo era de facto desde hacía meses. No faltaba quien añorara a Narváez, y con razón. Pero Pi y Margall no era Narváez, no puede ser la solución quien es el problema, difícilmente podía Pi meter en cintura a los rebeldes cuando estos en realidad no hacían más que aplicar el programa político de Pi y Margall.

Escribió tiempo después Pi y Margall que
“Asi las cosas, toda insurrección era un crimen, no hay derecho para rebelarse contra gobierno alguno mientras no estén cerradas a las ideas las puertas de los comicios, las de la prensa ni las de la tribuna”

Supongo que eso pensaba porque él era el gobierno, porque cuando el gobierno era el de la reina predicaba todo lo contrario.

En Alcoy las huelgas se convirtieron en motines, incendiando casas y fabricas, se saquearon el banco y muchas casas, muriendo unas treinta personas incluido el alcalde y varios guardias civiles, las autoridades recuperaron el control de la ciudad al precio de un indulto para los criminales, mal podía establecerse asi orden alguno. Cuando las tropas se retiraron todas las familias más o menos acomodadas se retiraron con ellas.

A Alcoy siguió Cartagena, sobre la revuelta de Cartagena se ha escrito mucho y quizás sea digna de hilo propio. Solo reseñar que el gobierno no hizo nada para evitarla cuando estuvo a tiempo,

El día 13 el gobernador de Murcia aviso al gobierno de los acontecimientos, esa noche se reunió el consejo de ministros y decidió el arresto del general Contreras que se dirigía a la ciudad para ponerse al frente de la rebelión, pero “casualmente” los telegramas a los gobernadores para su arresto siempre llegaban tarde, cuando Contreras ya había pasado por esa provincia, la única fuerza militar que disponía el gobierno era la columna de Velarde que había sofocado la rebelión de Alcoy, pidió instrucciones al ministro de la guerra, sin contestación, y licencio al batallón de voluntarios de Valencia, volvió a pedir instrucciones y al seguir sin respuesta decidió desplazarse hacia Albacete, hasta el día 18 no se le ordeno desplazase hasta Murcia

Finalmente y acusado de incompetente en las Cortes el 18 de Julio Pi y Margall tiro la toalla y dimitió, un mes y una semana duro en el cargo, difícil hacer más daño a España en tan poco tiempo, se eligió a Nicolás Salmeron en reñida votación contra el propio Pi al que ahora votaron los intransigentes que se habían retirado de la cámara por su oposición a Pi, cosas de la política de la época. Curiosamente Pi y Margall es una de esas figuras que tienen hoy en dia buena prensa y sus libros sobre teoría política federal son muy aplaudidos, en realidad Pi era como un cocinero que escribiendo magníficos y refinados libros de recetas, delante de los fogones no sabe hacer un huevo frito, los resultados de su gobierno son mucho más elocuentes que sus sesudas y intelectualoides teorías políticas.





Continuara....
 
Este personaje fue muy venerado por los enemigos de la Restauración, casi como un santo laico.

Sirvió puente entre el liberalismo exaltado del segundo tercio del siglo XIX y los nuevos movimientos políticos rupturistas que surgieron durante la Restauración: el socialismo, el anarquismo, el catalanismo.
 
Este personaje fue muy venerado por los enemigos de la Restauración, casi como un santo laico.

Sirvió puente entre el liberalismo exaltado del segundo tercio del siglo XIX y los nuevos movimientos políticos rupturistas que surgieron durante la Restauración: el socialismo, el anarquismo, el catalanismo.


Pues a mi me parece un inane, y no es que lo diga yo, lo dicen los frutos de sus actos.
 
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