Pobrecillos, si es que dan hasta pena. Los ves ahí, con los ojos inyectados de tanto leer conspiraciones en internet, viendo vídeos de "verdades ocultas" a las tres de la mañana. Se creen que están descifrando el universo desde sus cuartuchos oscuros, cuando lo único que hacen es alimentar su paranoia de fracasados. Viven atormentados, no por lo que creen que descubren, sino porque no tienen ni media idea de cómo enfrentarse a la realidad.
Ahí los tienes, abrazados a sus teorías locas, porque es lo único que les queda. Están tan dolidos por su fracaso personal que necesitan creer que todo es culpa de una gran conspiración. Claro, porque es más fácil pensar que hay un plan maestro que les ha estropeado la vida que aceptar que no son más que don nadies que no han sabido hacer nada con ella. No es el "Nuevo Orden Mundial", no son los reptilianos, ni el 5G, ni la CIA ni ninguna tontería de esas. El problema, amigo, es que eres un pringao que no ha hecho ni el esfuerzo de mejorar. No hay conspiración que te haya condenado, te has condenado tú solo.
Y lo más gracioso es que, encima, se creen mártires. Que si "la verdad está ahí fuera", que si "nos están controlando", cuando los únicos controlados son ellos, pero por sus propias inseguridades y traumas. No han superado nada en la vida, llevan arrastrando sus frustraciones desde la adolescencia y, en vez de afrontarlas, prefieren meterse en su burbuja paranoica. Claro, ahí todo tiene sentido: el gobierno te quiere controlar, los medios te manipulan, las mujeres no te hacen caso porque "el sistema" las ha lavado el cerebro. ¡Qué patético es usar una conspiración para justificar tu incapacidad de conectar con el mundo real!
Lo peor es que son más fanáticos que los otros. Si ya los "betas" son ridículos en su auto compasión, estos del gorrito de aluminio son los campeones de la paranoia. Están convencidos de que tienen una misión, que están viendo algo que nadie más ve. Se ven a sí mismos como guerreros solitarios luchando contra un enemigo invisible, cuando la realidad es que no tienen ni la mitad de valor que haría falta para luchar por algo verdadero. Se esconden detrás de sus pantallas, soltando teorías absurdas y metiéndose en foros llenos de la misma sarama que ellos consumen. Eso es lo único que les da consuelo: encontrar a otros igual de perdidos para retroalimentar sus locuras.
Y, ¿de dónde viene todo esto? Pues claro, de un trauma no superado. Se sienten traicionados por la vida, por un rechazo, un fracaso, algo que nunca fueron capaces de dejar atrás. Es como si siguieran atrapados en una adolescencia interminable, buscando culpables en todos lados menos en ellos mismos. No han madurado ni un poco, y mientras la vida sigue adelante, ellos se quedan atascados, enganchados a sus creencias absurdas. La realidad les queda grande, así que prefieren vivir en su fantasía de control mental, de chemtrails y sociedades secretas, porque ahí, al menos, pueden justificar su patetismo.
Y mientras tanto, sus vidas se desmoronan. No tienen trabajo, no tienen amigos de verdad, porque ¿quién va a querer estar cerca de alguien que no hace más que hablar de tonterías paranoicas todo el día? No tienen pareja, porque ¿qué mujer va a aguantar las insensateces de un tipo que se cree perseguido por el "sistema"? Nadie. Así que ahí se quedan, en la oscuridad de sus habitaciones, repitiendo una y otra vez las mismas tonterías. Son los reyes de la nada, emperadores de un reino imaginario donde su paranoia es la única ley.
Y lo más trágico es que, incluso dentro de este grupo de fracasados, ellos se creen especiales. Piensan que están un paso por delante, que han visto "la verdad" cuando lo único que ven es la sombra de sus propias miserias. Se han metido tan profundamente en su locura que ya no hay vuelta atrás. Están condenados a ser los bufones de su propia mente, atrapados en un ciclo interminable de autocomplacencia y miedo.
Y así seguirán, hasta el día en que sus paranoias se conviertan en lo único que les quede. Porque, al final, ni siquiera son dignos de la vida que les ha sido dada. No la han aprovechado, no la han vivido. Solo la han pasado huyendo de fantasmas que ellos mismos han creado.
Ahí los tienes, abrazados a sus teorías locas, porque es lo único que les queda. Están tan dolidos por su fracaso personal que necesitan creer que todo es culpa de una gran conspiración. Claro, porque es más fácil pensar que hay un plan maestro que les ha estropeado la vida que aceptar que no son más que don nadies que no han sabido hacer nada con ella. No es el "Nuevo Orden Mundial", no son los reptilianos, ni el 5G, ni la CIA ni ninguna tontería de esas. El problema, amigo, es que eres un pringao que no ha hecho ni el esfuerzo de mejorar. No hay conspiración que te haya condenado, te has condenado tú solo.
Y lo más gracioso es que, encima, se creen mártires. Que si "la verdad está ahí fuera", que si "nos están controlando", cuando los únicos controlados son ellos, pero por sus propias inseguridades y traumas. No han superado nada en la vida, llevan arrastrando sus frustraciones desde la adolescencia y, en vez de afrontarlas, prefieren meterse en su burbuja paranoica. Claro, ahí todo tiene sentido: el gobierno te quiere controlar, los medios te manipulan, las mujeres no te hacen caso porque "el sistema" las ha lavado el cerebro. ¡Qué patético es usar una conspiración para justificar tu incapacidad de conectar con el mundo real!
Lo peor es que son más fanáticos que los otros. Si ya los "betas" son ridículos en su auto compasión, estos del gorrito de aluminio son los campeones de la paranoia. Están convencidos de que tienen una misión, que están viendo algo que nadie más ve. Se ven a sí mismos como guerreros solitarios luchando contra un enemigo invisible, cuando la realidad es que no tienen ni la mitad de valor que haría falta para luchar por algo verdadero. Se esconden detrás de sus pantallas, soltando teorías absurdas y metiéndose en foros llenos de la misma sarama que ellos consumen. Eso es lo único que les da consuelo: encontrar a otros igual de perdidos para retroalimentar sus locuras.
Y, ¿de dónde viene todo esto? Pues claro, de un trauma no superado. Se sienten traicionados por la vida, por un rechazo, un fracaso, algo que nunca fueron capaces de dejar atrás. Es como si siguieran atrapados en una adolescencia interminable, buscando culpables en todos lados menos en ellos mismos. No han madurado ni un poco, y mientras la vida sigue adelante, ellos se quedan atascados, enganchados a sus creencias absurdas. La realidad les queda grande, así que prefieren vivir en su fantasía de control mental, de chemtrails y sociedades secretas, porque ahí, al menos, pueden justificar su patetismo.
Y mientras tanto, sus vidas se desmoronan. No tienen trabajo, no tienen amigos de verdad, porque ¿quién va a querer estar cerca de alguien que no hace más que hablar de tonterías paranoicas todo el día? No tienen pareja, porque ¿qué mujer va a aguantar las insensateces de un tipo que se cree perseguido por el "sistema"? Nadie. Así que ahí se quedan, en la oscuridad de sus habitaciones, repitiendo una y otra vez las mismas tonterías. Son los reyes de la nada, emperadores de un reino imaginario donde su paranoia es la única ley.
Y lo más trágico es que, incluso dentro de este grupo de fracasados, ellos se creen especiales. Piensan que están un paso por delante, que han visto "la verdad" cuando lo único que ven es la sombra de sus propias miserias. Se han metido tan profundamente en su locura que ya no hay vuelta atrás. Están condenados a ser los bufones de su propia mente, atrapados en un ciclo interminable de autocomplacencia y miedo.
Y así seguirán, hasta el día en que sus paranoias se conviertan en lo único que les quede. Porque, al final, ni siquiera son dignos de la vida que les ha sido dada. No la han aprovechado, no la han vivido. Solo la han pasado huyendo de fantasmas que ellos mismos han creado.