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Oscar Almarza13/06/2022 13:00Motor
El sector energético en Alemania se está enfrentando a desafíos jamás vividos anteriormente. ¿Cómo afecta esto al desarrollo del coche eléctrico?
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En el mercado de la movilidad, no basta con que el hecho de que el coche eléctrico gane enteros a la hora de sustituir a las mecánicas de combustión interna, sino que también es preciso que la propia energía eléctrica consumida provenga de fuentes de energía renovables. Solo así se conseguirá una huella de carbono neutra en los desplazamientos. Este es el objetivo de la industria en el medio plazo, pero lo cierto es que esta situación parece estar un poco lejos de cumplirse.
Es cierto que hemos visto cómo algunos países, entre los que destaca España, ha logrado establecer sus propios récords de generación y autoabastecimiento eléctrico mediante energías eólica o solar, entre otras. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer. La mejor prueba de ello está siendo lo que podemos aprender del conflicto bélico que se está librando en Ucrania. La dependencia de combustibles fósiles como el petróleo y, sobre todo, gas rusos, ha provocado una crisis energética importante en Europa.
Alemania es uno de los países que está sufriendo más el problema de la escalada de precios y la gran escasez en el suministro energético. Esto ha provocado una toma de decisiones que está afectando en gran manera a su economía y, por supuesto, al resto de países europeos. Esto, al coche eléctrico, no le hace, ni mucho menos, un gran favor. Al fin y al cabo, ¿cuál es el sentido de un coche con mecánica eléctrica si su fuente de movimiento proviene del carbón?
Malas decisiones en los últimos años para explicar el modelo actual
La construcción del gaseoducto Nord Stream 2 es la mejor definición para explicar la situación actual alemana en relación a su sector energético. El establecimiento de un canal directo entre Rusia y Alemania con el objetivo de garantizar el abastecimiento de gas es la consecuencia de décadas de una mayor dependencia del país más grande del mundo en términos geográficos. Reducir el consumo de otras alternativas ha derivado en un problema con grandes consecuencias actuales.
El suministro eléctrico en Alemania permite observar cuáles han sido las prioridades en referencia al uso del carbón Our World in Data
Con unas relaciones rotas, toca pensar en qué es lo que se ha hecho mal. Si echamos un rápido vistazo a la historia, se puede comprobar cómo Vladimir pilinguin y Angela Merkel siempre han gozado de un cierto agrado desde el punto de vista político. Esta aparente buena sintonía ha venido acompañada de proyectos relacionados con el suministro energético de Rusia, país que lleva décadas confiando su economía a la exportación de este tipo de recursos.
Ahora, 'a toro pasado', parece evidente pensar que no se debería haber confiado contar con el apoyo de un país que, únicamente, ofrecía un gas o petróleo baratos. Una crisis diplomática como la actual se ha llevado todo por delante. ¿Qué nos queda? La energía nuclear ha sido una de las grandes damnificadas en los últimos años. De acuerdo con la información de Wikipedia, en una década se ha pasado de obtener un 22,4% del suministro eléctrico a través de esta fuente a un 13,3% en el año 2021. Cabe recordar que esta forma de obtención de energía no produce emisiones contaminantes al uso, ya que la electricidad se genera a través del vapor de agua provocado tras un proceso de calentamiento del uranio.
Ahora, de repente, nos encontramos ante un problema de gigantescas dimensiones. ¿Cómo obtener un mismo suministro energético pudiendo acceder a mejor gas y petróleo de origen ruso? La clave está en el carbón. El consumo de carbón en Alemania se ha disparado a raíz de las sanciones impuestas contra Rusia desde finales del pasado mes de febrero. En declaraciones que se pueden leer en Euractiv, el vicecanciller Robert Habeck ha reconocido el problema que ha venido ocurriendo a lo largo de los últimos años.
De acuerdo con el diario Hispanidad, el fin del uso del carbón como mecanismo energético se ha pospuesto a 2038, mientras que las centrales nucleares se espera que puedan estar cerradas mucho más pronto. Sin duda alguna, un error de libro desde el punto de vista de la situación actual.Sabemos y hemos de admitir que en los últimos 20 años hemos maniobrado para depender cada vez más de las importaciones de energía fósil de Rusia. Robert Habeck, vicecanciller de Alemania
¿Recuerdas quién es Gerhard Schröder? Este político alemán fue canciller del país durante la etapa 1998-2005, un tiempo suficiente como para haber llevado a cabo diferentes proyectos a nivel energético. Poco después de concluir su mandato, se convirtió en presidente de la junta de accionistas de Nord Stream AG, el conjunto de empresas creado para la construcción y operación del gasoducto Nord Stream. He aquí, sin duda, una de las causas principales del proceso que ha provocado la situación actual.
Un coche eléctrico sin justificación derivado de la crisis de Ucrania
El principal motivo por el que apoyar el coche eléctrico es la apuesta por un tipo de movilidad mucho más eficiente desde el punto de vista medioambiental. No obstante, la legitimación de esta tecnología queda sin respuesta desde el mismo momento en que la energía obtenida proviene de la opción más perjudicial para la naturaleza, es decir, la quema de carbón. Esto tiene una relevancia todavía mayor teniendo en cuenta la tradición histórica de Alemania respecto a la automoción.
El coche eléctrico se está enfrentando a nuevos desafíos en países como Alemania La Razón
Nos encontramos, por tanto, en una paradójica situación en la que el uso del coche eléctrico puede llegar, incluso, a contaminar más que la utilización de un coche de combustión interna que cumpla la normativa Euro6, es decir, aquellos con mecánica térmica de última generación. ¿Imaginas que las emisiones contaminantes de un Volkswagen I.D 3 pudieran ser superiores a las de su homólogo de combustión interna, llámese Golf? Es una situación anómala para el devenir del coche eléctrico.
Es cierto que se trata de un problema que se espera que no se estanque a lo largo de los próximos años, pero sí nos encontramos ante un escenario menos halagüeño para el futuro de las opciones completamente eléctricas. El problema actual se agrava, además, por la presencia de unos niveles de inflación jamás antes vistos en las últimas 3 décadas, lo cual refleja hasta qué punto el conflicto con Rusia está siendo desastroso para la economía global.
Habrá que esperar un tiempo para comprobar cuáles son las decisiones que se toman en términos de política energética, pero lo cierto es que la quema indiscriminada de carbón no es la solución a medio plazo si lo que se busca es cumplir con los compromisos firmados por los países para reducir las emisiones contaminantes.
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