M. Priede
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Que si la "peste china" (así, con esas palabras), que si la democracia, que si la libertad.
Un millón de años opinando en todas las emisoras y resulta que toda su ambición política se basa en la felicidad que provee la democracia y el libre mercado, inseparables para conseguir desarrollo económico. China no es ninguna democracia y se ha desarrollado a un ritmo nunca visto. Franco -un demócrata de toda la vida- industrializó España; la democracia la convirtió en lo que somos. Alemania, Japón, Rusia (luego la URSS y ahora Rusia de nuevo), Inglaterra, Francia, Corea del Sur, China, se desarrollaron con medidas proteccionistas implacables y apoyo estatal. En el momento en el que empezaron a producir excedentes predicaron el libre mercado. Para sus exportaciones, claro.
Todos ellos, o la inmensa mayoría, consiguieron el desarrollo sin democracia; mucho menos los imperios. UN IMPERIO JAMÁS PUEDE BASARSE EN UN RÉGIMEN DEMOCRÁTICO, puesto que más pronto que tarde chocan los intereses de los ciudadanos de la metrópolis con los de la élite imperial, que obtiene más ganancia con el mercado exterior que con el interior.
Al probe Migué se le han caído dos mitos: la democracia useña y el libre mercado. Anda huérfano. Y como él todos los liberales. Hasta ayer mismo se burlaban de nosotros, y seguirán haciéndolo. Los conozco bien: aunque tengan que acabar reconociendo que teníamos razón dirán que acertamos de casualidad, puesto que no somos gente racional, sino conspiranoicos, magufos, pobres ignorantes que hablan por hablar y que odiamos a Estados Unidos y al 'mundo libre'.
¡NUEVE AÑOS HACE QUE LO DIJE! El fraude del voto electrónico en Estados Unidos y el escrutinio a puerta cerrada en Gran Bretaña
El caos de las elecciones estadounidenses 24 noviembre 2020
El caos de las elecciones estadounidenses - La Gaceta de la Iberosfera
Desde hace más de dos siglos, el sistema político de los Estados Unidos ha funcionado, universalmente, como una especie de modelo de lo que debe ser una auténtica democracia. Ese carácter tan saliente lleva, asimismo, a la paranoia de los Estados Unidos como el origen de muchos males que afligen al mundo. [Envidia, envidia cochina. A todos nos gustaría acabar como Allan Poe, muerto en un callejón y vestido con ropa de otro, casi con toda seguridad porque le cambiaron la indumentaria varias veces para que votara en diferentes mesas. En aquella época hacían eso con los mendigos. Las elecciones de los EE.UU son una estafa, lo han sido siempre. Es -todavía es- un país rico y poderoso, la gente vive bien y el sistema no necesita sáncheces, aznarillos ni zapateros. A nadie le importó nunca el fraude, ni cuando Bush robó las elecciones a Al Gore y luego a Kerry, ni Kennedy a Nixon, ni siquiera cuando a Woodrow Wilson lo hicieron presidente los banqueros para que se instituyera la FED y la emisión de moneda quedara centralizada en manos privadas, las suyas, las de la banca. Siempre ha sido así. Pero el probe Migué necesita creer que no] La confluencia de tal ambigüedad se acelera, hoy, con ocasión de las elecciones presidenciales de 2020.
No se trata solo de las sospechas de fraude, a gran escala, en el proceso electoral. Políticos corruptos los ha habido siempre en la escena pública norteamericana. Incluso los llamaban “políticos”, así, en español, para indicar que se trataba de algo exótico o importado [qué casualidad, el mismo que habla de "peste china" y "mal llamada gripe española" para no decir gripe de los Estados Unidos. Síndrome de Estocolmo. Le dicen 'político' en español cuando hablan de la gripe de la corrupción, en español, porque ellos jamás podrían corromporse, y si lo hacen se convierten en españoles. Y a Migué le da lo mismo] . Lo peculiar de ese gran país ha sido la gran nobleza de hacer públicos los casos de corrupción política, por ejemplo, mediante el cine. Recuerdo una gran película de 1949: All the King´s Men, con Broderick Crawford en el papel de gobernador aficionado a sobornar a todo el mundo. [La corrupción no importa, porque ya tenemos un cine que nos lo cuenta. Es el único país donde pagarle a un senador o congresista para que vote a favor o en contra de una ley es legal, de ese modo no existe corrupción, aunque siempre hay alguno que se desmadra. Pero está el cine para contarlo, qué bien. Entre los aztecas tampoco era delito zamparse a los vecinos. Qué gran lección de civismo. Y eso que no tenían Netflix. Tampoco lo necesitaban: le sacaban el corazón y tiraban el resto por la escalera de la pirámide, y allí, abajo del todo, el probe Migué recogía los solomillos; si podía, si no, bastaba con un codillo. Y todo legal. Qué gran país. AMLO y quienes le votan parecen estar encantados. Siempre quedará México, Migué, no te preocupes]
Un millón de años opinando en todas las emisoras y resulta que toda su ambición política se basa en la felicidad que provee la democracia y el libre mercado, inseparables para conseguir desarrollo económico. China no es ninguna democracia y se ha desarrollado a un ritmo nunca visto. Franco -un demócrata de toda la vida- industrializó España; la democracia la convirtió en lo que somos. Alemania, Japón, Rusia (luego la URSS y ahora Rusia de nuevo), Inglaterra, Francia, Corea del Sur, China, se desarrollaron con medidas proteccionistas implacables y apoyo estatal. En el momento en el que empezaron a producir excedentes predicaron el libre mercado. Para sus exportaciones, claro.
Todos ellos, o la inmensa mayoría, consiguieron el desarrollo sin democracia; mucho menos los imperios. UN IMPERIO JAMÁS PUEDE BASARSE EN UN RÉGIMEN DEMOCRÁTICO, puesto que más pronto que tarde chocan los intereses de los ciudadanos de la metrópolis con los de la élite imperial, que obtiene más ganancia con el mercado exterior que con el interior.
Al probe Migué se le han caído dos mitos: la democracia useña y el libre mercado. Anda huérfano. Y como él todos los liberales. Hasta ayer mismo se burlaban de nosotros, y seguirán haciéndolo. Los conozco bien: aunque tengan que acabar reconociendo que teníamos razón dirán que acertamos de casualidad, puesto que no somos gente racional, sino conspiranoicos, magufos, pobres ignorantes que hablan por hablar y que odiamos a Estados Unidos y al 'mundo libre'.
¡NUEVE AÑOS HACE QUE LO DIJE! El fraude del voto electrónico en Estados Unidos y el escrutinio a puerta cerrada en Gran Bretaña
El caos de las elecciones estadounidenses 24 noviembre 2020
El caos de las elecciones estadounidenses - La Gaceta de la Iberosfera
Desde hace más de dos siglos, el sistema político de los Estados Unidos ha funcionado, universalmente, como una especie de modelo de lo que debe ser una auténtica democracia. Ese carácter tan saliente lleva, asimismo, a la paranoia de los Estados Unidos como el origen de muchos males que afligen al mundo. [Envidia, envidia cochina. A todos nos gustaría acabar como Allan Poe, muerto en un callejón y vestido con ropa de otro, casi con toda seguridad porque le cambiaron la indumentaria varias veces para que votara en diferentes mesas. En aquella época hacían eso con los mendigos. Las elecciones de los EE.UU son una estafa, lo han sido siempre. Es -todavía es- un país rico y poderoso, la gente vive bien y el sistema no necesita sáncheces, aznarillos ni zapateros. A nadie le importó nunca el fraude, ni cuando Bush robó las elecciones a Al Gore y luego a Kerry, ni Kennedy a Nixon, ni siquiera cuando a Woodrow Wilson lo hicieron presidente los banqueros para que se instituyera la FED y la emisión de moneda quedara centralizada en manos privadas, las suyas, las de la banca. Siempre ha sido así. Pero el probe Migué necesita creer que no] La confluencia de tal ambigüedad se acelera, hoy, con ocasión de las elecciones presidenciales de 2020.
No se trata solo de las sospechas de fraude, a gran escala, en el proceso electoral. Políticos corruptos los ha habido siempre en la escena pública norteamericana. Incluso los llamaban “políticos”, así, en español, para indicar que se trataba de algo exótico o importado [qué casualidad, el mismo que habla de "peste china" y "mal llamada gripe española" para no decir gripe de los Estados Unidos. Síndrome de Estocolmo. Le dicen 'político' en español cuando hablan de la gripe de la corrupción, en español, porque ellos jamás podrían corromporse, y si lo hacen se convierten en españoles. Y a Migué le da lo mismo] . Lo peculiar de ese gran país ha sido la gran nobleza de hacer públicos los casos de corrupción política, por ejemplo, mediante el cine. Recuerdo una gran película de 1949: All the King´s Men, con Broderick Crawford en el papel de gobernador aficionado a sobornar a todo el mundo. [La corrupción no importa, porque ya tenemos un cine que nos lo cuenta. Es el único país donde pagarle a un senador o congresista para que vote a favor o en contra de una ley es legal, de ese modo no existe corrupción, aunque siempre hay alguno que se desmadra. Pero está el cine para contarlo, qué bien. Entre los aztecas tampoco era delito zamparse a los vecinos. Qué gran lección de civismo. Y eso que no tenían Netflix. Tampoco lo necesitaban: le sacaban el corazón y tiraban el resto por la escalera de la pirámide, y allí, abajo del todo, el probe Migué recogía los solomillos; si podía, si no, bastaba con un codillo. Y todo legal. Qué gran país. AMLO y quienes le votan parecen estar encantados. Siempre quedará México, Migué, no te preocupes]
El asunto es, ahora, mucho más relevante. No importa tanto que, en las últimas elecciones presidenciales, haya habido un número de irregularidades tramposas. [Más le gustaría a él que eso no se difundiera, pero resulta que una parte del electorado se ha negado al fraude. Mecachis] Es la misma imagen del proceso electoral la que resulta falible. Con la excusa de la epidemia del bichito chino, el sistema ha incorporado una desproporcionada fracción de voto por correo. La “jornada” electoral se ha alargado días y semanas. [Como si fuera la primera vez. Le pasa lo mismo que a García Domínguez y a Cristina Losada, que ni siquiera leen su propio periódico: Ignasi Guardans: “Yo he sido observador electoral varias veces. Tuve que estudiar estándares y protocolos de la OSCE. Las elecciones americanas no pasan el mínimo filtro que se exige a las frágiles democracias post coloniales” - Seguir leyendo: Cosas raras, muy raras ] El escrutinio de los votos no ha sido nada automático. Es lógico que, ante tales anómalas circunstancias, se hayan producido toda suerte de irregularidades, incluso, con la sospecha de la intervención extranjera. Tantas son las anomalías, que nunca se podrán sustanciar del todo. Cabe, incluso, la repetición de los comicios, lo cual supondría un fuerte quebranto. El resultado es que, sea quien fuere el candidato que jure el cargo de presidente el próximo 20 de enero ante la añosa Biblia, verá muy mermada su legitimidad.Con la excusa de la epidemia del bichito chino, el sistema ha incorporado una desproporcionada fracción de voto por correo
No sólo en los Estados Unidos, en todo el mundo, la opinión pública ilustrada se encuentra dividida en dos mitades entre los partidarios de uno u otro candidato. Cada bando se considera en posesión de la verdad y denigra al otro de forma radical e inmisericorde. Interviene el prejuicio más que el juicio, la pasión más que los razonamientos. [Migué no tiene prejuicios, está por encima de esa vulgaridad] El “ganador” no se sentirá exultante por el triunfo. Será una victoria pírrica. Lo que es más grave, los Estados Unidos han dejado de ser el modelo de democracia para muchos de sus ciudadanos y para el resto del mundo, más o menos, informado. [Nunca se puede ser modelo de lo que no se es, pero colaba el engaño, y eso es lo que le gustaba a Migué, que ahora se siente huérfano ]Es una quiebra de una escala telúrica. [Lo es cuando uno se basa en el engaño y en la mentira. Hace cuatro años en Austria hubo que repetir las presidenciales; Austria sigue ahí. ¿Por qué en Austria sí y en EE.UU no? Pues porque en Austria el fraude no es la norma. Todo el mundo ha visto que estas elecciones de EE.UU se han realizado con la misma metodología de siempre, y ahí está lo grave, que el fraude es la norma. Amando de Miguel se siente desolado. No tanto por enterarse él como porque se enteren todos.] Será la señal más visible del fin del imperio, que a sí mismo se considera “americano”, con el desprecio para el resto del continente. [Uy. ¿Tan pronto se pasa a los que hasta hace poco eran repúblicas bananeras, pero jamás por culpa de quien las convirtió en eso?]El “ganador” no se sentirá exultante por el triunfo. Será una victoria pírrica
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