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Noruega, un Estado cuya integración en algunas políticas europeas es notable, no ha alcanzado el punto de encuentro entre las intenciones de los gobiernos de adherirse a la Unión Europea, y el continuo rechazo de la ciudadanía, que ha renunciado por medio de referéndum en dos ocasiones a su pertenencia a la UE.
El petróleo tras*forma Noruega
Hasta el final de la primera guerra mundial, Noruega era uno de los países más pobres de Europa, en el que la agricultura, la ganadería y la pesca eran la fuente principal de ingresos. A principios del siglo XX, este país descubre el potencial del agua y utiliza la hidroelectricidad para desarrollar la industria, que se convierte en la principal fuente de energía de Noruega. Más tarde, en la década de 1950, el desarrollo de la industria química y la explotación de minerales provocan un auge económico en el país nórdico. Sin embargo, ha sido el descubrimiento de los yacimientos de petróleo en el Mar del Norte en 1969 y explotados durante los años 1970, lo que ha hecho de Noruega uno de los países más ricos del mundo, con un PIB por habitante de 62.400 euros y ocupando el primer puesto mundial en el índice de desarrollo humano.
Noruega considera su éxito económico no sólo a su potencial energético, sino a la forma en la que esos recursos han sido administrados. Gracias a estos ingresos, este país cuenta con el segundo mayor fondo soberano del mundo, que gestiona 740.000 millones de dólares, lo que correspondería a 150.000 dólares a cada ciudadano noruego, una cifra que le ha permitido al país escandinavo reembolsar la totalidad de su deuda. Además, el gobierno destaca el modelo noruego de administrar la renta de los recursos petrolíferos: incluso si la empresa encargada de explotar los recursos no es noruega, los beneficios por esta explotación son propiedad de la nación. El petróleo representa para Noruega el 80% de sus exportaciones y, sin pertenecer a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), representaba en 2012 el séptimo exportador mundial de petróleo, así como el segundo de gas natural.
Noruega busca su lugar en Europa
En abril de 1962, Noruega solicita por primera vez su adhesión a la Comunidad Económica Europea (CEE), un año después de hacerlo Irlanda, Reino Unido y Dinamarca. Sin embargo, las negociaciones con los cuatro Estados candidatos se detienen debido a las reticencias del presidente francés, el General Charles de Gaulle, a la adhesión británica. A pesar de ello, estos cuatro países insisten en su vocación europea volviendo a solicitar su entrada en la Comunidad en 1963, llegándose a firmar los tratados de adhesión en enero de 1972. Sin embargo, al contrario que el caso de Irlanda, Reino Unido y Dinamarca, que ratifican estos tratados y se adhieren a la CEE en 1973, el 53,5% de los noruegos lo rechaza en un referéndum en 1972. A pesar del “no” por parte de los ciudadanos, el país escandinavo no desecha la opción de la adhesión y vuelve a solicitarla en 1992, abriéndose un año después las negociaciones. Un nuevo referéndum con resultado negativo en 1994 (el 52,2% vota “no”) detiene los avances de Noruega en su camino hacia la Unión Europea.
Actualmente, el fundamento de las relaciones de Noruega con la Unión Europea se establece en su pertenencia al Espacio Económico Europeo (EEE). Desde su entrada en vigor en 1994, este acuerdo une a los Estados miembros de la Unión Europea con los que forman la Asociación Europea de Libre Cambio (AELC o EFTA) excepto Suiza, formando un mercado interior común que permite la libertad de personas, bienes, servicios y capitales. La legislación de la UE relevante para el EEE se incorpora a este acuerdo y se tras*pone a las legislaciones nacionales de Noruega, Islandia y Liechtenstein. El país escandinavo también participa en un gran número de agencias y programas de la UE en varios campos y, al pertenecer al EEE y a la AELC, contribuye en materia financiera a la cohesión económica y social de la UE. El acuerdo EEE incluye la cooperación en áreas como investigación y desarrollo, educación, política social, medioambiente, protección a los consumidores, empresa, turismo y cultura. Sin embargo, quedan fuera del acuerdo la política agrícola común y las políticas de pesca (a pesar de que existen disposiciones en varios aspectos), la unión aduanera, la política comercial común, la unión económica y monetaria, la política exterior y de seguridad común, y los asuntos de justicia e interior (aunque los países AELC son parte del Espacio Schengen). Por tanto, las leyes en relación con el mercado europeo son de aplicación también en Noruega
Además de formar parte del Acuerdo Schengen, así como de Europol y Eurojust, Noruega coopera con la UE en misiones policiales como la de Bosnia. El país nórdico también colabora con Frontex en la gestión de las fronteras exteriores de la UE, siendo la frontera de Noruega de gran importancia para la UE, ya que el acuerdo de la Unión Nórdica de Pasaportes suprimió los controles fronterizos entre Noruega y Suecia, por lo que la frontera exterior noruega representa la frontera europea. Cabe destacar, igualmente, que este Estado es considerado por la UE como un país valioso con el que colaborar en importantes políticas, como es el caso de la energía o el cambio climático.
Pasado y presente: la adhesión tendrá que esperar
Tras las dos consultas a la población noruega en 1972 y en 1994, con resultados negativos, la cuestión de la adhesión a la UE se encuentra aparcada en la política interna noruega. Aunque los partidos políticos siguen haciendo referencia a la cuestión de la adhesión en sus programas, a corto plazo no se convocará un nuevo referéndum, que, con toda probabilidad en un momento en el que Europa pasa por dificultades económicas, volvería a ser rechazado por la población.
No basta con mirar a la actual Noruega y ver en el alto nivel de vida de los ciudadanos la principal causa del rechazo de la población noruega a su pertenencia a la Unión Europea. La memoria reciente del país es clave para entender su resistencia a implicarse más profundamente en la UE.
Tras algunos siglos de unión forzada con Dinamarca y, posteriormente, con Suecia, hasta su independencia en 1905, Noruega ve con desconfianza ya desde principios de siglo XX propuestas como la de Aristide Briand, en 1930, de unión federal europea. Después del Reino conjunto entre Noruega y Dinamarca aunque bajo hegemonía danesa, la dominación sueca, que se extiende de 1814 a 1905, es vista por el pueblo noruego como una humillación. La población noruega estaba compuesta en aquel momento esencialmente por campesinos y no había nobles en el país desde que los daneses dejaron Noruega. Suecia contaba con una importante nobleza, inspirada en la francesa, y despreciaba a los representantes de Noruega que llegaban a Estocolmo, lo cual favorecía el aumento del nacionalismo noruego. Posteriormente, en la Segunda Guerra Mundial, Noruega sufre la ocupación alemana con una posición ambigua por parte sueca. Sin embargo, la forma de percibir el nacionalismo durante la guerra y las consecuencias traumáticas para los principales Estados implicados no eran igual en el caso de Noruega. Por ello, tras 1945, los noruegos no consideraban tan necesario participar en la Europa unida que se estaba creando y olvidar los nacionalismos que habían llevado a los desastres de la guerra.
Actualmente, el rechazo de los noruegos a la adhesión también se explica teniendo en cuenta el alto nivel de bienestar del que disfrutan los ciudadanos de esta nación nórdica. La falta de interés, el miedo a perder soberanía y a que los derechos que hoy disfrutan los noruegos no se vean igualmente representados dentro de la UE; y el riesgo de perder recursos con la adhesión (por ejemplo, en el sector de la pesca), representan, igualmente, razones de peso de la negativa noruega a dar el paso definitivo hacia la Unión Europea.
¿Por qué Noruega se resiste a la adhesión a la Unión Europea? | Statu Quo Diplomático
¿Por qué Noruega se resiste a la adhesión a la Unión Europea? | Miradas de Internacional
Noruega, la Unión Europea y el Nobel
Que el premio Nobel de la paz se haya concedido este año a la Unión Europea ha sido una sorpresa para muchos. Especialmente en Noruega, el país en el que se celebra la entrega y que designa al comité que falla cada año el ganador.
Hasta la fecha ha habido en Noruega dos referéndums sobre si el país escandinavo debería o no debería pasar a formar parte de la Unión Europea, en 1972 y en 1994. En ambos casos los noruegos votaron en contra. Actualmente las encuestas de opinión muestran que la mayoría de los ciudadanos de Noruega todavía se oponen la entrada en la Unión.
Así pues, que el premio Nobel -otorgado por un comité elegido por el Parlamento del país- se haya concedido a una institución que en Noruega se percibe -diciéndolo de forma suave- con desconfianza, ha creado un gran debate social. En primer lugar, sobre lo acertado o no del fallo, y en segundo lugar en cómo encaja la Noruega actual dentro de la Unión Europea.
“La UE que existe hoy en día está lejos de ser lo que los padres fundadores tenían en mente“
A grandes rasgos se percibe la Unión Europea como una macro-organización burocrática que sigue los dictados de los dos países más grandes, Alemania y Francia, y que lejos de ser democrática se basa en consensos entre países en los que los más grandes siempre imponen. También se ve a la UE como un organismo que se rige más por lo que se puede ganar o perder que por principios puramente democráticos y / o solidarios.
En mi opinión esa no es una visión del todo desacertada, especialmente si se compara el nivel democrático del Estado noruego con el actual modelo de Unión Europea. Esta Unión Europea tiene poco que ver con la que soñaron quienes hace más de cincuenta años empezaron a sentar las bases de un proyecto común basado en la solidaridad y en la búsqueda de la paz, seguridad y bienestar para todos los ciudadanos.
Noruega es a día de hoy el país más rico de Europa (sin contar micro-estados como Luxemburgo) y sin duda existe miedo a que una hipotética entrada en la Unión Europea supusiera para el país el tener que pagar ingentes cantidades de dinero que irían a parar a países situados a miles de kilómetros con dudosos sistemas políticos y económicos. Además de que la supresión de fronteras (con la liberalización que conllevaría) sería fatal para los grandes sectores fuertemente subsidiados como son la agricultura, ganadería y pesca. Eso sin contar el impacto que tendría en la industria energética noruega.
A Noruega no le interesa el mercado común. Ya le va bien siendo parte de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) puesto que puede decidir dónde participa y dónde no participa. Las exportaciones de petróleo y gas suponen más del 50% de las exportaciones del país. Siendo el único productor serio de Europa, puede permitirse vender petróleo y gas sin tener que pertenecer al mercado común. Inglaterra seguirá comprando gas natural en cantidades ingentes y Alemania hará lo propio con el petróleo.
El sentimiento en contra es claramente tras*versal y va desde la derecha a la izquierda sin distinción. Sólo la derecha tradicional, capitalista y anticomunista, ha mantenido más o menos una posición favorable al ingreso en la Unión. Incluso los partidos liberales, generalmente más predispuestos a ideas como las que llevaron a la creación de la Unión Europea, tienen tensiones internas y no acaban de encontrar un consenso al respecto.
Por todo ello ha sido tan polémica la concesión del galardón a la Unión Europea. Imagino que el comité buscaba legitimar una organización que se percibe con gran recelo en todo el continente por su gestión de la crisis. Y personalmente creo que la Unión Europea en su conjunto se merece el premio, aunque solo sea porque estamos viviendo en el periodo más largo de paz en el continente, algo que hasta hace un par de generaciones era sencillamente impensable.
Sin embargo coincido también con la mayoría que en Noruega se opone a la entrada del país en la Unión. Lo que existe hoy en día está lejos de ser lo que los padres fundadores tenían en mente. Y mientras no volvamos al camino de solidaridad y cooperación, de democracia y unidad, no me veo argumentando a favor de que tal entrada ocurra.
Noruega, la Unión Europea y el Nobel | El Europeo
El petróleo tras*forma Noruega
Hasta el final de la primera guerra mundial, Noruega era uno de los países más pobres de Europa, en el que la agricultura, la ganadería y la pesca eran la fuente principal de ingresos. A principios del siglo XX, este país descubre el potencial del agua y utiliza la hidroelectricidad para desarrollar la industria, que se convierte en la principal fuente de energía de Noruega. Más tarde, en la década de 1950, el desarrollo de la industria química y la explotación de minerales provocan un auge económico en el país nórdico. Sin embargo, ha sido el descubrimiento de los yacimientos de petróleo en el Mar del Norte en 1969 y explotados durante los años 1970, lo que ha hecho de Noruega uno de los países más ricos del mundo, con un PIB por habitante de 62.400 euros y ocupando el primer puesto mundial en el índice de desarrollo humano.
Noruega considera su éxito económico no sólo a su potencial energético, sino a la forma en la que esos recursos han sido administrados. Gracias a estos ingresos, este país cuenta con el segundo mayor fondo soberano del mundo, que gestiona 740.000 millones de dólares, lo que correspondería a 150.000 dólares a cada ciudadano noruego, una cifra que le ha permitido al país escandinavo reembolsar la totalidad de su deuda. Además, el gobierno destaca el modelo noruego de administrar la renta de los recursos petrolíferos: incluso si la empresa encargada de explotar los recursos no es noruega, los beneficios por esta explotación son propiedad de la nación. El petróleo representa para Noruega el 80% de sus exportaciones y, sin pertenecer a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), representaba en 2012 el séptimo exportador mundial de petróleo, así como el segundo de gas natural.
Noruega busca su lugar en Europa
En abril de 1962, Noruega solicita por primera vez su adhesión a la Comunidad Económica Europea (CEE), un año después de hacerlo Irlanda, Reino Unido y Dinamarca. Sin embargo, las negociaciones con los cuatro Estados candidatos se detienen debido a las reticencias del presidente francés, el General Charles de Gaulle, a la adhesión británica. A pesar de ello, estos cuatro países insisten en su vocación europea volviendo a solicitar su entrada en la Comunidad en 1963, llegándose a firmar los tratados de adhesión en enero de 1972. Sin embargo, al contrario que el caso de Irlanda, Reino Unido y Dinamarca, que ratifican estos tratados y se adhieren a la CEE en 1973, el 53,5% de los noruegos lo rechaza en un referéndum en 1972. A pesar del “no” por parte de los ciudadanos, el país escandinavo no desecha la opción de la adhesión y vuelve a solicitarla en 1992, abriéndose un año después las negociaciones. Un nuevo referéndum con resultado negativo en 1994 (el 52,2% vota “no”) detiene los avances de Noruega en su camino hacia la Unión Europea.
Actualmente, el fundamento de las relaciones de Noruega con la Unión Europea se establece en su pertenencia al Espacio Económico Europeo (EEE). Desde su entrada en vigor en 1994, este acuerdo une a los Estados miembros de la Unión Europea con los que forman la Asociación Europea de Libre Cambio (AELC o EFTA) excepto Suiza, formando un mercado interior común que permite la libertad de personas, bienes, servicios y capitales. La legislación de la UE relevante para el EEE se incorpora a este acuerdo y se tras*pone a las legislaciones nacionales de Noruega, Islandia y Liechtenstein. El país escandinavo también participa en un gran número de agencias y programas de la UE en varios campos y, al pertenecer al EEE y a la AELC, contribuye en materia financiera a la cohesión económica y social de la UE. El acuerdo EEE incluye la cooperación en áreas como investigación y desarrollo, educación, política social, medioambiente, protección a los consumidores, empresa, turismo y cultura. Sin embargo, quedan fuera del acuerdo la política agrícola común y las políticas de pesca (a pesar de que existen disposiciones en varios aspectos), la unión aduanera, la política comercial común, la unión económica y monetaria, la política exterior y de seguridad común, y los asuntos de justicia e interior (aunque los países AELC son parte del Espacio Schengen). Por tanto, las leyes en relación con el mercado europeo son de aplicación también en Noruega
Además de formar parte del Acuerdo Schengen, así como de Europol y Eurojust, Noruega coopera con la UE en misiones policiales como la de Bosnia. El país nórdico también colabora con Frontex en la gestión de las fronteras exteriores de la UE, siendo la frontera de Noruega de gran importancia para la UE, ya que el acuerdo de la Unión Nórdica de Pasaportes suprimió los controles fronterizos entre Noruega y Suecia, por lo que la frontera exterior noruega representa la frontera europea. Cabe destacar, igualmente, que este Estado es considerado por la UE como un país valioso con el que colaborar en importantes políticas, como es el caso de la energía o el cambio climático.
Pasado y presente: la adhesión tendrá que esperar
Tras las dos consultas a la población noruega en 1972 y en 1994, con resultados negativos, la cuestión de la adhesión a la UE se encuentra aparcada en la política interna noruega. Aunque los partidos políticos siguen haciendo referencia a la cuestión de la adhesión en sus programas, a corto plazo no se convocará un nuevo referéndum, que, con toda probabilidad en un momento en el que Europa pasa por dificultades económicas, volvería a ser rechazado por la población.
No basta con mirar a la actual Noruega y ver en el alto nivel de vida de los ciudadanos la principal causa del rechazo de la población noruega a su pertenencia a la Unión Europea. La memoria reciente del país es clave para entender su resistencia a implicarse más profundamente en la UE.
Tras algunos siglos de unión forzada con Dinamarca y, posteriormente, con Suecia, hasta su independencia en 1905, Noruega ve con desconfianza ya desde principios de siglo XX propuestas como la de Aristide Briand, en 1930, de unión federal europea. Después del Reino conjunto entre Noruega y Dinamarca aunque bajo hegemonía danesa, la dominación sueca, que se extiende de 1814 a 1905, es vista por el pueblo noruego como una humillación. La población noruega estaba compuesta en aquel momento esencialmente por campesinos y no había nobles en el país desde que los daneses dejaron Noruega. Suecia contaba con una importante nobleza, inspirada en la francesa, y despreciaba a los representantes de Noruega que llegaban a Estocolmo, lo cual favorecía el aumento del nacionalismo noruego. Posteriormente, en la Segunda Guerra Mundial, Noruega sufre la ocupación alemana con una posición ambigua por parte sueca. Sin embargo, la forma de percibir el nacionalismo durante la guerra y las consecuencias traumáticas para los principales Estados implicados no eran igual en el caso de Noruega. Por ello, tras 1945, los noruegos no consideraban tan necesario participar en la Europa unida que se estaba creando y olvidar los nacionalismos que habían llevado a los desastres de la guerra.
Actualmente, el rechazo de los noruegos a la adhesión también se explica teniendo en cuenta el alto nivel de bienestar del que disfrutan los ciudadanos de esta nación nórdica. La falta de interés, el miedo a perder soberanía y a que los derechos que hoy disfrutan los noruegos no se vean igualmente representados dentro de la UE; y el riesgo de perder recursos con la adhesión (por ejemplo, en el sector de la pesca), representan, igualmente, razones de peso de la negativa noruega a dar el paso definitivo hacia la Unión Europea.
¿Por qué Noruega se resiste a la adhesión a la Unión Europea? | Statu Quo Diplomático
¿Por qué Noruega se resiste a la adhesión a la Unión Europea? | Miradas de Internacional
Noruega, la Unión Europea y el Nobel
Que el premio Nobel de la paz se haya concedido este año a la Unión Europea ha sido una sorpresa para muchos. Especialmente en Noruega, el país en el que se celebra la entrega y que designa al comité que falla cada año el ganador.
Hasta la fecha ha habido en Noruega dos referéndums sobre si el país escandinavo debería o no debería pasar a formar parte de la Unión Europea, en 1972 y en 1994. En ambos casos los noruegos votaron en contra. Actualmente las encuestas de opinión muestran que la mayoría de los ciudadanos de Noruega todavía se oponen la entrada en la Unión.
Así pues, que el premio Nobel -otorgado por un comité elegido por el Parlamento del país- se haya concedido a una institución que en Noruega se percibe -diciéndolo de forma suave- con desconfianza, ha creado un gran debate social. En primer lugar, sobre lo acertado o no del fallo, y en segundo lugar en cómo encaja la Noruega actual dentro de la Unión Europea.
“La UE que existe hoy en día está lejos de ser lo que los padres fundadores tenían en mente“
A grandes rasgos se percibe la Unión Europea como una macro-organización burocrática que sigue los dictados de los dos países más grandes, Alemania y Francia, y que lejos de ser democrática se basa en consensos entre países en los que los más grandes siempre imponen. También se ve a la UE como un organismo que se rige más por lo que se puede ganar o perder que por principios puramente democráticos y / o solidarios.
En mi opinión esa no es una visión del todo desacertada, especialmente si se compara el nivel democrático del Estado noruego con el actual modelo de Unión Europea. Esta Unión Europea tiene poco que ver con la que soñaron quienes hace más de cincuenta años empezaron a sentar las bases de un proyecto común basado en la solidaridad y en la búsqueda de la paz, seguridad y bienestar para todos los ciudadanos.
Noruega es a día de hoy el país más rico de Europa (sin contar micro-estados como Luxemburgo) y sin duda existe miedo a que una hipotética entrada en la Unión Europea supusiera para el país el tener que pagar ingentes cantidades de dinero que irían a parar a países situados a miles de kilómetros con dudosos sistemas políticos y económicos. Además de que la supresión de fronteras (con la liberalización que conllevaría) sería fatal para los grandes sectores fuertemente subsidiados como son la agricultura, ganadería y pesca. Eso sin contar el impacto que tendría en la industria energética noruega.
A Noruega no le interesa el mercado común. Ya le va bien siendo parte de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) puesto que puede decidir dónde participa y dónde no participa. Las exportaciones de petróleo y gas suponen más del 50% de las exportaciones del país. Siendo el único productor serio de Europa, puede permitirse vender petróleo y gas sin tener que pertenecer al mercado común. Inglaterra seguirá comprando gas natural en cantidades ingentes y Alemania hará lo propio con el petróleo.
El sentimiento en contra es claramente tras*versal y va desde la derecha a la izquierda sin distinción. Sólo la derecha tradicional, capitalista y anticomunista, ha mantenido más o menos una posición favorable al ingreso en la Unión. Incluso los partidos liberales, generalmente más predispuestos a ideas como las que llevaron a la creación de la Unión Europea, tienen tensiones internas y no acaban de encontrar un consenso al respecto.
Por todo ello ha sido tan polémica la concesión del galardón a la Unión Europea. Imagino que el comité buscaba legitimar una organización que se percibe con gran recelo en todo el continente por su gestión de la crisis. Y personalmente creo que la Unión Europea en su conjunto se merece el premio, aunque solo sea porque estamos viviendo en el periodo más largo de paz en el continente, algo que hasta hace un par de generaciones era sencillamente impensable.
Sin embargo coincido también con la mayoría que en Noruega se opone a la entrada del país en la Unión. Lo que existe hoy en día está lejos de ser lo que los padres fundadores tenían en mente. Y mientras no volvamos al camino de solidaridad y cooperación, de democracia y unidad, no me veo argumentando a favor de que tal entrada ocurra.
Noruega, la Unión Europea y el Nobel | El Europeo