A los vikingos no es que se les haya permitido establecerse en las islas británicas, simplemente las saquearon a placer e hicieron lo que les salio de la platano.En la Península Ibérica trataron de hacer lo mismo y se llevaron ostras hasta en el cielo de la boca.No contaban con la mala leche que se gastaba el pueblo hispano desde la antigüedad.
CUANDO RAMIRO I DERROTÓ A LOS VIKINGOS
Estaba Ramiro I recién llegado al trono cuando, súbitamente, aparecieron los vikingos. Debió de ser una gran conmoción, porque hasta ese momento nadie en España sabía quiénes eran aquellos terribles navegantes. Si ya era duro vivir con la amenaza fiel a la religión del amora, ahora al reino cristiano del norte se le presentaba un peligro nuevo. Hay que decir, no obstante, que los normandos se llevaron lo suyo. Vamos a contar esta historia, que es para hacer una película.
El reinado de Ramiro I recuerda un poco al de Fruela I, casi un siglo atrás. Ambos recibieron la corona de manos de grandes reyes (los dos Alfonsos), ambos reinaron por un periodo relativamente breve (once años Fruela, ocho Ramiro) y ambos se vieron envueltos en interminables tribulaciones, sin un solo día de descanso. En el caso de Ramiro, el destino le tenía reservada una dura prueba: hacer frente a una amenaza desconocida hasta entonces. Esa amenaza era la misma que estaba devastando el norte de Europa, los vikingos. Fue el 31 de julio del año 844. Ese día aparecieron por primera vez en aguas españolas las velas cuadradas de los drakkars normandos.
Los vikingos eran los pueblos de origen germánico que habitaban Escandinavia. Parece que la palabra vikingos proviene de vik, que significa fiordo: los habitantes de los fiordos. Durante siglos habían permanecido relativamente aislados, pero en un determinado momento, hacia el siglo VIII, se hicieron a la mar y desde sus asentamientos en Noruega, Suecia y Dinamarca saltaron sobre Europa. La historia y la leyenda nos han tras*mitido la imagen de unos terribles guerreros entregados a la rapiña a bordo de sus drakkars. Eso es verdad, pero no es toda la verdad. Hoy se sabe que los vikingos –o los normandos, que así se les llamaba: hombres del norte- se dedicaron a la pesca y al comercio casi con tanta intensidad como a la guerra. Pero descubrieron que hacia el sur, en Inglaterra, Francia o España, había muchas ciudades, muy ricas y no bien protegidas. Su codicia se despertó particularmente al conocer que en ese extraño mundo del sur existían lugares llenos de tesoros sin más vigilancia que unos pacíficos hombres entregados a la oración: los monasterios.
En el año 793 se registra el primer ataque vikingo a las costas británicas. El objetivo era el monasterio de Lindisfarne, temprano testimonio del cristianismo céltico. Las Crónicas anglosajonas recogieron el episodio como una auténtica maldición bíblica. Había aparecido en la historia el “furor de los normandos”. De las islas británicas pasaron a Francia. De Francia no tardaron en llegar a España, aquella España que vivía bajo el clima bélico de la primera Reconquista.
Volvamos a aquella jornada inaugural, 31 de julio de 844. Hemos de situarnos en las costas de Gijón. Y podemos imaginarnos la impresión de los lugareños al ver cómo el mar, de repente, aparecía cubierto por multitud de velas abiertas al viento. Los visitantes eran daneses, de Vestfold. Según las crónicas había no menos de 115 barcos, a bordo de los cuales podrían navegar unos 5000 guerreros. Parece que se trataba de una flota que había participado a sueldo en las guerras internas de la Francia carolingia y que, de vuelta a su país, fue arrastrada hacia aguas cantábricas. Desembarcaron en los alrededores de Gijón el 1 de agosto. No debió de gustarles lo que encontraron, de manera que rápidamente volvieron a hacerse a la mar, pero no para volver a casa, sino para seguir tanteando la costa cantábrica.
Como no les resultó fácil tocar tierra en Asturias, los vikingos siguieron camino por la costa gallega. Nadie ignoraba entonces qué era Galicia: la tierra donde en 813 había aparecido la tumba del Apóstol Santiago: así, Jakobsland, Tierra de Santiago, llamaban en la Europa germánica a Galicia. Sabemos que estuvieron en Lugo. Después saquearon Clunia, la actual La Coruña, atraídos por la majestad de la Torre de Hércules, el Faro Brigantium, que creyeron depósito de tesoros (y buena decepción se llevaron, por cierto). Bajaron hasta Tuy. Pero los españoles de aquella época eran de armas tomar. El reino de Asturias, que abarcaba desde Galicia hasta Álava y Vizcaya, era un mundo pobre, exclusivamente agrario, sin moneda, pero muy hecho al combate y a la guerra. El rey Ramiro I reunió a su hueste y se dirigió contra los normandos.
La forma de actuar de los vikingos era bastante versátil. En principio, toda su estrategia consistía en depredar cuanto encontraban. Si lo que encontraban les parecía mucho más fuerte que ellos, entonces solían limitarse a comerciar; si, por el contrario, las localidades visitadas eran más débiles, entraban directamente a saco. Después de varias visitas de este carácter, los normandos solían llegar a algún tipo de acuerdo con los desdichados lugareños. Si éstos pagaban un buen rescate previo, los vikingos se abstendrían de usar la violencia. En realidad era una forma de chantaje. En Inglaterra llegó a instituirse el procedimiento con un nombre especial: el danegeld, el “dinero para los daneses”, un impuesto destinado a pagar a los visitantes para que se marcharan de allí. Quizá los normandos pensaron que en aquellas ignotas tierras de Jakobsland iban a poder cobrarse algo parecido. Pero las cosas salieron al revés.
No sabemos exactamente cómo ocurrieron los hechos. No sabemos si el rey Ramiro participó en los combates, o si envió tropas propias o si encargó el asunto a sus huestes gallegas. Lo que sabemos es que, cuando los normandos desembarcaron en Galicia y comenzaron a saquear el territorio, una fuerza cristiana les hizo frente, trabó combate con los normandos, los derrotó y los persiguió hasta sus barcos. La fuerza vikinga quedó aniquilada. Así lo contaba la Crónica de Sebastián:
Así, en los tiempos que siguieron, las naves de los normandos llegaron al litoral de la ciudad de Gijón por el océano del norte y desde allí prosiguieron hasta el lugar que se llama Faro Brecantium. Cuando Ramiro, ya convertido en rey, averiguó esto, envió contra ellos al ejército con sus jefes y séquitos y mató a muchos de ellos y quemó sus naves. Pero los que quedaron irrumpieron en la ciudad de Sevilla y saqueándola mataron a espada y fuego a muchos de los jovenlandeses.
Europa y el alma de Europa.: CUANDO RAMIRO I DERROTÓ A LOS VIKINGOS