KUTRONIO
Será en Octubre
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Antes de nada es preciso señalar que no tenemos nada en contra de las llamadas energías renovables. No se trata de una cuestión de simpatías o antipatías. No tiene sentido ser seguidor de tal o cual fuente de energía como si se tratara de un equipo de fútbol. Se trata de ver los pros y los contras de cada fuente de energía y construir con todas ellas un sistema energético nacional potente, barato, fiable e independiente. A la vista de los resultados algo hemos hecho mal.
Por otro lado, las palabras tienen poder. Una ley de defensa de la mujer puede contener cualquier barbaridad, pero si te opones a ella estás en contra de la defensa de la mujer. En este sentido hablar de energías renovables es sin duda u gran favor que le hacemos a las energías renovables. El nombre ya es una gran carta de presentación que predispone a favor de esas energías. Seguramente es de lo lo que se trata. ¿Pero es un nombre exacto que ayuda a entender la problemática de su naturaleza o a ocultárnosla bajo una apariencia favorable y parcial?
Una forma alternativa de llamar a las energías renovables, por lo menos a buena parte de ellas, las más comunes, sería llamarlas “energías intermitentes”. Pero claro, a ver cómo vendes una energía llamándola intermitente. Y sin embargo, ¿no es esto ahora mismo y en realidad siempre el problema que estamos teniendo?
En el mundo de la energía existe una cosa que se llama el “factor de carga”, que es la relación entre la energía eléctrica realmente producida por una central en un periodo determinado y la que hubiera podido producir teóricamente funcionando todo ese tiempo al máximo de su potencia teórica. El factor de carga de la energía nuclear ronda el 90%, mientras que el factor de carga de las energías eólica o solar oscila entre el 25% y el 35%. Esto significa que si una central nuclear puede generar 1.000 MW, habitualmente va a estar generando 900 MW. Por el contrario, unos aerogeneradores o unas placas solares que tengan la capacidad de producir 1.000 MW van a estar generando habitualmente entre 250 y unos 350 MW. Esto sucede entre otras cosas porque la planta nuclear no depende de si hay más o menos luz o viento. Porque las renovables, y por eso tal vez deberíamos llamarlas intermitentes, para generar dependen de que haya luz y viento. Es por eso que España en teoría tiene la capacidad para general el triple de la energía que consume.
¿Cómo es entonces posible que estemos hablando de cortes, de precios disparados o de racionamiento energético? Pues porque puedes tener el triple de molinos (aerogeneradores) de los necesarios para atender la demanda eléctrica, pero si no sopla el viento a lo mejor pasas de poder generar el 300% de lo que necesitas a generar sólo el 5%. ¿Qué haces entonces? ¿Dejas a todo el país sin luz y parado hasta que vuelva el viento?
Como evidentemente sería una catástrofe parar el país cada vez que deja de soplar el viento (que por otra parte es lo que pasa en las olas de frío y calor, cuando hay anticiclón), las energías intermitentes (o renovables) necesitan el soporte de otras fuentes que no sean intermitentes. Al haber renunciado a la nuclear, hemos generado una enorme dependencia del gas, que por un lado es ahora muy caro y por otro nos hace dependientes de países como Rusia o Argelia.
Todos los días escuchamos a los partidos de izquierdas echar la culpa de la crisis económica-energética ora a pilinguin, ora a los empresarios y las eléctricas, pero lo cierto es que estamos sufriendo este escenario porque es el escenario en el que nos ha colocado la izquierda con su política energética. La izquierda ahora se dedica a culpar a todo el mundo para evitar que la miremos a ella. Como decíamos al principio no es que estemos en contra de las energías renovables por definición, pero es evidente que su naturaleza intermitente exige tener como respaldo un mix energético que te garantice toda la energía que puedas necesitar, que te la garantice en todo momento, que te la garantice a buen precio, y que te la garantice sin convertirte en dependiente. La culpa de la situación en la que estamos no es de las eléctricas sino de la izquierda, de los ecologistas y de su política antinuclear. Redoblar la apuesta por las renovables como solución es, o no haber entendido nada, o hacer como que no ha habido un error puesto que estamos doblando la apuesta otra vez por lo mismo. Que empiecen a responder y que dejen de despistar.
Por otro lado, las palabras tienen poder. Una ley de defensa de la mujer puede contener cualquier barbaridad, pero si te opones a ella estás en contra de la defensa de la mujer. En este sentido hablar de energías renovables es sin duda u gran favor que le hacemos a las energías renovables. El nombre ya es una gran carta de presentación que predispone a favor de esas energías. Seguramente es de lo lo que se trata. ¿Pero es un nombre exacto que ayuda a entender la problemática de su naturaleza o a ocultárnosla bajo una apariencia favorable y parcial?
Una forma alternativa de llamar a las energías renovables, por lo menos a buena parte de ellas, las más comunes, sería llamarlas “energías intermitentes”. Pero claro, a ver cómo vendes una energía llamándola intermitente. Y sin embargo, ¿no es esto ahora mismo y en realidad siempre el problema que estamos teniendo?
En el mundo de la energía existe una cosa que se llama el “factor de carga”, que es la relación entre la energía eléctrica realmente producida por una central en un periodo determinado y la que hubiera podido producir teóricamente funcionando todo ese tiempo al máximo de su potencia teórica. El factor de carga de la energía nuclear ronda el 90%, mientras que el factor de carga de las energías eólica o solar oscila entre el 25% y el 35%. Esto significa que si una central nuclear puede generar 1.000 MW, habitualmente va a estar generando 900 MW. Por el contrario, unos aerogeneradores o unas placas solares que tengan la capacidad de producir 1.000 MW van a estar generando habitualmente entre 250 y unos 350 MW. Esto sucede entre otras cosas porque la planta nuclear no depende de si hay más o menos luz o viento. Porque las renovables, y por eso tal vez deberíamos llamarlas intermitentes, para generar dependen de que haya luz y viento. Es por eso que España en teoría tiene la capacidad para general el triple de la energía que consume.
España 2020, el país con 110.000 megavatios de potencia eléctrica y un máximo de demanda de 40.000 España 2020, el país con 110.000 megavatios de potencia... pic.twitter.com/JWaf9PygS8
— Menéame noticias (@meneame_net) January 26, 2020
¿Cómo es entonces posible que estemos hablando de cortes, de precios disparados o de racionamiento energético? Pues porque puedes tener el triple de molinos (aerogeneradores) de los necesarios para atender la demanda eléctrica, pero si no sopla el viento a lo mejor pasas de poder generar el 300% de lo que necesitas a generar sólo el 5%. ¿Qué haces entonces? ¿Dejas a todo el país sin luz y parado hasta que vuelva el viento?
Como evidentemente sería una catástrofe parar el país cada vez que deja de soplar el viento (que por otra parte es lo que pasa en las olas de frío y calor, cuando hay anticiclón), las energías intermitentes (o renovables) necesitan el soporte de otras fuentes que no sean intermitentes. Al haber renunciado a la nuclear, hemos generado una enorme dependencia del gas, que por un lado es ahora muy caro y por otro nos hace dependientes de países como Rusia o Argelia.
Todos los días escuchamos a los partidos de izquierdas echar la culpa de la crisis económica-energética ora a pilinguin, ora a los empresarios y las eléctricas, pero lo cierto es que estamos sufriendo este escenario porque es el escenario en el que nos ha colocado la izquierda con su política energética. La izquierda ahora se dedica a culpar a todo el mundo para evitar que la miremos a ella. Como decíamos al principio no es que estemos en contra de las energías renovables por definición, pero es evidente que su naturaleza intermitente exige tener como respaldo un mix energético que te garantice toda la energía que puedas necesitar, que te la garantice en todo momento, que te la garantice a buen precio, y que te la garantice sin convertirte en dependiente. La culpa de la situación en la que estamos no es de las eléctricas sino de la izquierda, de los ecologistas y de su política antinuclear. Redoblar la apuesta por las renovables como solución es, o no haber entendido nada, o hacer como que no ha habido un error puesto que estamos doblando la apuesta otra vez por lo mismo. Que empiecen a responder y que dejen de despistar.