eljusticiero
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Corría Junio del año 2012, cuando Steve Ludlum (anciano economista, de Virginia) anticipaba por primera vez en su blog: ( Economic Undertow )que se iba a producir un desplome en el precio del petróleo a finales de 2014, principios de 2015:
En su opinión, el desplome iba a acontecer en el punto de corte entre el "límite superior" (lo que el consumidor puede pagar por un barril de petróleo) y el "límite inferior" (lo que la empresa petrolífera necesita invertir para extraer del subsuelo y poner en el mercado el barril marginal).
Sobra decir que acertó. Es por esto que su análisis (DE ENERO DEL AÑO ACTUAL, 2015) explica en más detalle como se ha llegado a este punto y que podemos esperar a partir de ahora. Los precios del petróleo no van a subir, no veremos nunca más un barril a 100 dólares, ni siquiera a 85,90... A medida que éste descienda de precio, estaremos más cerca de que explote el sistema de deuda.
Es un análisis largo, que llevará 10 minutos de leer y más todavía de asimilar. Lo he traducido al español. Espero que su lectura estimule el debate y sirva para poner en perspectiva lo que puede acontecer durante los próximos años. Por supuesto, hay que ser escépticos ante todo y las críticas a su teoría son bienvenidas.
Este es el artículo original en inglés (incluye enlaces a sus explicaciones, que he omitido en la traducción):
Black Swan Dive | Economic Undertow
Y aquí viene la traducción al español:
"EL CISNE neցro SE SUMERGE"
Proverbio:
“Ten cuidado con lo que deseas, podrías obtenerlo”
Figura 1
+ Continua erosión de la capacidad de pago de los consumidores.
+ La dependencia que tienen los perforadores de petróleo (países y empresas) sobre la estructura financiera se está desmoronando.
+ El efecto cascada es la rotura de las estructuras de financiación. Una vez rotas, no se reconfigurarán aún en el caso de que la situación lo requiera.
En una economía basada en el dinero fiat, la incapacidad de poder adquirir productos derivados del petróleo se manifestará a sí misma como un continuo declive de los “precios demasiado altos” que tendríamos que pagar por los mismos. Nuestra economía está construida en base a una estructura financiera; Una vez las correspondientes estructuras de crédito sean suficientemente socavadas, acabarán colapsando.
Ahora mismo una “tormenta perfecta” se está desarrollando. Una tormenta que incluye a consumidores insolventes, una economía sobre-estresada, una ignorancia voluntaria por parte del establishment financiero y un estado de negación profunda sobre lo que acontece. Tanto los precios (decrecientes) de las materias primas y los rendimientos de los bonos estado-unidenses están indicando otra recesión.
(…)
Debido a que la mano de obra moderna equivale (y necesita) a gasto de combustible, el consumidor debe pedir prestado… o alguna empresa o institución debe pedir prestado por él en todo caso. Los trabajadores han sido capaces de incrementar sus salarios en una mayor cuantía en el pasado cuanto el combustible era menos costoso de obtener. Los salarios son en última instancia créditos; los altos salarios han representado la histórica productividad del crédito. Los precios (del petróleo) no pueden subir más alto debido a que la capacidad de los consumidores de adquirir está constreñida por los (relativamente) altos precios del petróleo, disminuyendo la productividad del crédito.
Hay actualmente dos tipos de prestatarios (que piden prestado): Los consumidores y los perforadores de petróleo. Ambos necesitan pedir prestado para obtener combustible. Las necesidades de financiación del perforador de petróleo se incrementan con el paso del tiempo debido a que está constreñido por la geología, mientras que el consumidor se encuentra limitado sólo por el acceso al crédito y a la infraestructura que consume el mismo combustible. Al mismo tiempo, el consumidor debe asumir las deudas que ha contraído el perforador de petróleo comprando su producto (petróleo). La relación entre estos dos tipos de prestatarios conforma esta simple teoría de juegos:
Figura 2
La figura 2 representa las relaciones energéticas antes del año 1998. Hasta ese año, los consumidores y los perforadores pedían prestado o no pedían prestado. No pedir prestado implicaba que no había actividad económica y el petróleo no era producido, cosa que obviamente no ocurrió. Tanto los consumidores como los perforadores escogieron pedir prestado. Los perforadores añadieron volumen a un exceso de capacidad petrolífera, haciendo el combustible más asequible. Los consumidores añadieron por ello un mayor incremento al Producto Interior Bruto. El hecho de que los perforadores pidieran todavía más dinero prestado, hizo que hubiera una mayor cantidad de crudo disponible a precios aún más bajos. Durante este período de tiempo no hubo ninguna necesidad de asignar recursos entre los perforadores o consumidores.
Desde 1998 en adelante, la productividad de cada dólar invertido en la producción de petróleo en el tiempo ha decrecido continuamente. Para obtener más cantidad de petróleo, los perforadores empiezan a requerir añadir más pozos, de los cuales cada uno de ellos era más costoso que el anterior, y cada uno de ellos ofrecía menos volumen de petróleo que los pozos predecesores. El efecto de este esfuerzo por parte de los perforadores ha sido sentido por los consumidores: Han tenido que competir con los perforadores por el acceso al crédito.
Figura 3
Post-1998: Cambiamos la dinámica y entramos en una nueva Teoría de juegos brutal: Destrucción mutua (de demanda) asegurada.
A partir de este momento, el hecho de que los consumidores pidan prestado empieza a añadir cada vez menos incremento al Producto Interior Bruto. El hecho de que los perforadores pidan prestado añade cada vez menos incremento de volumen de petróleo. Cuando los perforadores piden prestado a la misma vez que los consumidores, los primeros no son capaces de mantener el mismo ritmo que los segundos, ya que es mucho más fácil crear demanda por nuevo combustible que traer al mercado nuevo combustible: Es más fácil producir un coche, que la maquinaria y la logística necesaria para perforar un pozo de petróleo. Intentar añadir más incrementos al PIB (Osease, que los consumidores pidan todavía más dinero prestado), incrementa la demanda por el petróleo lo cual agota los pozos petrolíferos más baratos de producir, lo que a su vez se suma a las necesidades de crédito de los perforadores, disminuyendo los retornos e incrementando los costes de financiación. El resultado es el mismo que cuando ni los consumidores ni los perforadores piden prestado: No hay economía, ambos entran en bancarrota por los costes.
La única alternativa que queda es que tanto el consumidor como el perforador pidan prestado a expensa del otro. Ahora mismo, ambos, el consumidor y el productor de petróleo, compiten por la misma unidad monetaria de crédito: La necesidad de los consumidores por financiación es absoluta, necesitan pedir prestado más que los productores de petróleo, o por el contrario no podrían comprar nada y no habría crecimiento del PIB. La necesidad de los perforadores de petróleo también es absoluta: Deben pedir prestado más que los consumidores, o de otra manera, habría menos combustible para los consumidores.
Al contrario que el Sistema financiero, el negocio petrolífero es un sistema de abajo hacia arriba. Al final del día, cada gota de petróleo y producto refinado ha de ser comprado por un consumidor. Debido a que el retorno que obtiene el consumidor por el uso que hace del producto es tan pequeño (el paso del petróleo de lo útil, de mover un coche o un avión, a algo inútil, es rapídisimo: Tan pronto como es quemado, ya no le sirve al consumidor) , éste debe pedir prestado para pagar por su adquisición. Él pide prestado, su jefe pide prestado, su gobierno pide prestado, su nación pide prestado dinero de otros países (préstamo que ocurre a través del cambio de divisas). Nuestras economías no son más que una conexión encadenada de préstamos. Con el paso del tiempo, han crecido hasta la cantidad de cientos de trillones de dólares. Mientras la deuda crece y se acumula, ésta puede sólo ser retirada asumiendo cada vez más y más préstamos.
A pesar de que EE.UU fabrica menos bienes como vestimenta, zapatos, lavadoras o radios, sus compañías en Wall Street manufacturan el grueso del crédito del mundo: Esto es necesario para sustituir la actual ausencia de retornos monetarios por casi todo lo demás. Conducir un coche no es capaz de pagar la inversión que costó producirlo (hay 1.000 millones de coches en el mundo), tampoco es capaz de pagar el combustible que necesita, las carreteras, los gobiernos y sus masivas aventuras militares… tampoco es capaz de pagar por los costes ordinarios financieros: La prima de riesgo o los intereses. Únicamente una parte de los consumidores consumen petróleo remunerativamente: tras*porte, emergencias, manejo de granjas y agricultura… La otra parte lo hacen de forma no remunerativa: Por diversión, conveniencia, status… Todo estos procesos que requieren gasto de combustible, incluida las propias empresas de extracción de petróleo actúan como los colaterales de más y más prestamos.
El más simple de los modelos es todo lo que se necesita para saber como va a acabar todo esto: Hay que sustraer los costes de la extracción de petróleo del uso que realmente produce algún tipo de retorno. La diferencia que nos queda es el precio que la economía se puede realmente permitir pagar por el petróleo sin el uso de crédito. Con los costes de extracción del petróleo subiendo, algo que no puede ser negado por nadie, y con los retornos obtenidos siendo cada vez más pequeños, el resultado de este modelo parece que será un número negativo. Lo que implica es que el precio del petróleo seguirá desplomándose en su camino a 0 dólares, sin que pueda hacerse nada por medio de “ajustes administrativos” para cambiar este final.
Los dirigentes (BCE, FMI, la FED, BoJ, BofE, BOC) contemplan impotentes la situación ya que han usado todas las herramientas a su disposición, pero la economía no despega: Han apoyado y permitido estar en el poder a los líderes claves (Merkel, Rajoy, Hollande, Obama, Renzi…), los bancos han sido rescatados, los tipos de interés a lo largo de la curva de maduración están cercanos a cero, los tipos de interés reales son negativos – o casi. Los gobiernos a lo largo y ancho del mundo se encuentran al límite de su capacidad, hay muy poco en forma de garantías (colaterales) de calidad que queden todavía para ser usados por los bancos centrales para respaldar nuevos préstamos. Todos los instrumentos monetarios como jubilar o cancelar deudas, redistribuir la riqueza, rescates con dinero público, políticas de estímulos, políticas de austeridad, expansión cuantitativa, etc… son esfuerzos para reclamar el capital de recursos que han dejado de existir. Estos denominados “remedios” sólo aceleran el proceso de desenmarañamiento aumentando la deuda bruta (reclamaciones contra el capital), mientras que exponen el capital restante a un consumo de petróleo a tasas más altas. La “tarta” de capital no puede ser creada desde el principio o dividida de nuevo, sólo una nueva y pequeña tarta será tenida en el futuro. Nuestra pequeña tarta de recursos no renovables es lo que tenemos y nos queda para hacer uso de ella, hasta el último de cada uno de nosotros y hasta el final de la humanidad.
Los dirigentes evidentemente entienden, pero se niegan a asumir, que la extracción de recursos durante amplios períodos de tiempos tiene consecuencias. Naciones, regiones concretas, personas y empresas han sufrido en el pasado restricciones y escasez de combustible y otros recursos, debido a guerras, sequías y otro tipo de disrupciones. Una gran civilización en la cúspide de su poder no ha agotado su principal motor desde que los Romanos despojaron a su imperio de la leña, lo cual precipitó su caída.
La deflación energética ocurre cuando el incremento de la demanda respecto al suministro no provoca una subida de los precios, sino que al contrario, socava la capacidad de los consumidores de satisfacer el precio, incluso a medida que éste cae. Esto es lo que está ocurriendo en cualquier lugar a donde dirijamos la mirada.
Uno de los componentes actuales del desplome del precio del petróleo es la expansión monetaria en Japón (Abenomics) añadido a otras políticas de estímulo monetario en otros lugares del mundo (Europa y el QE de Draghi) (David Bird, Missing Wall Street Journal Reporter, Foresaw an Oil Crash ). No es que sea la finalidad última de esta política lo que haya causado el desplome, sino es que ha sido la propia política en sí misma la que lo consigue, al lograr que el poder adquisitivo fluya desde los consumidores hacia las grandes empresas (Perforadores y productores de petróleo) y los prestamistas.
Más flexibilización monetaria => Más desviación del poder adquisitivo => menos crédito => menor precio del combustible => más bancarrotas => más dificultades crediticias => Más Flexibilización monetaria en un círculo vicioso. Lo que impulsa el proceso es el sinsentido de los banqueros centrales que no comprenden las consecuencias de sus políticas (ya obsoletas).
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Los productores de petróleo dependen de los préstamos, lease flipping (arrendamiento al propietario con términos de contratación muy pobres que mejoran a largo plazo si es extraído el recurso) y el mercado de acciones, además de la venta del petróleo en sí. El boom del fracking y otros proyectos petrolíferos de segunda-generación son tan dependientes de la estructura financiera como lo eran los artífices de la burbuja inmobiliaria de EE.UU en el año 2002. El declive en cascada de los precios del petróleo nos indica que estas estructuras financieras están empezando a deshacerse. Innovaciones financieras como los CLOs (Federal Regulator Details Crazy Risk-Taking By Banks, Blames Fed | Wolf Street) disfrazan el riesgo y lo esconden, en vez de eliminarlo. Cuando los riesgos finalmente emergen, sobrepasan la capacidad de las estructuras financieras de controlarlos: Las coberturas de riesgo financieras se vuelven contra los que las amparan, y aquellos que pueden corren a deshacerse de sus posiciones; el resto sufre pérdidas catastróficas mientras los precios colapsan.
Es perfectamente posible que las estrategias de cobertura de riesgos de las compañías energéticas y petrolíferas estén contribuyendo al desplome del precio del petróleo de la misma forma que el seguro contra la pérdida de valor de la cartera de acciones (portfolio insurance: Foolish antiestéticature, 10/17/97: 1987 Revisited -- Flawed Insurance ) instigó el cisne neցro que colapsó los mercados en el año 1987: Esto es, la venta de contratos en el mercado de futuros para cubrir las pérdidas financieras en otros lugares.
Debido a que las estructuras de apalancamiento simplemente no pueden reconfigurarse a ellas mismas después de su colapso, los precios petróleos no serán capaces de rebotar; un régimen crediticio de reemplazo debe tomar el lugar de un sistema en bancarrota. La actividad bancaria en la sombra fue vaporizada tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria en 2008, y fue imperfectamente reemplazado por una expansión generalizada del crédito a través de Prestamos del Tesoro junto con el respaldo jovenlandesal del último avalista: El Banco Central. Ambos (los Prestamos del Tesoro y el riesgo jovenlandesal del Banco Central) ofrecen menores retornos e incluso rendimientos negativos, lo cual explica por que este régimen crediticio parece estar fallando ahora… pero esta vez ya no hay nada que pueda reemplazarlo.
Cada dólar de menos en los precios de petróleo, reduce la producción de petróleo. El petróleo que estaría disponible a precios más altos, es eliminado del mercado cuando caen los precios. Mientras los precios caen, el único petróleo disponible es áquel que su extracción cuesta el mismo precio o menos del precio que el consumidor está pagando por él.
Figura 4: Precios para los diferentes campos petrolíferos proporcionados por Scotiabank (Precios por debajo de los 50 USD sacarían del mercado en EE.UU 3 millones de barriles diarios, un recorte similar a un tercio de la producción de Arabia Saudita. El desplome del precio es el mecanismo de recorte de la industria petrolífera. No se requiere de ninguna otra acción por parte de los perforadores, naciones individuales u organizaciones como la OPEC. Este es otro componente de la deflación energética: El único asunto es como estos recortes afectarían a los consumidores.
Sin embargo, estos recortes en la producción de petróleo (desde el punto de vista del consumidor) no ocurren de la noche a la mañana. Los contratos entre los perforadores y los refinadores siguen siendo válidos y existe cada vez más volumen de petróleo en el inventario (almacenamiento). Los perforadores van a seguir pidiendo prestando hasta cuando no les sea posible hacerlo más, siempre esperando a que ocurra un milagro (que suba el precio). Una vez los contratos sean satisfechos y el inventario agotado, las instalaciones que producen suministros menos económicos serán cerradas, dejando en el mercado lo que todavía queda del petróleo de bajo coste de extracción. Bajo estas circunstancias, el petróleo restante empezará a ser acaparado, porque su uso más valioso podría no ser el habitual.
La “Preferencia del dólar” es la convergencia entre el valor del capital del petróleo y los dólares que son intercambios por obtener éste (el petróleo). El combustible por si mismo vale más que la mayoría de empresas del mundo que lo desperdician, independientemente de los medios que sean usados para ajustar el precio. Todas estas empresas no son capaces de ganar nada por sí mismas, y son esencialmente carentes de valor. Ellas existen únicamente para pedir prestado; ganar y hacer uso del crédito es su producto primario: Otros bienes y servicios tienen por objeto justificar la emisión de crédito en cantidades cada vez mayores. Parte de toda esta corriente se convierte en propiedad de empresarios “bien posicionados (castuzos, oligárquicos)” : Enormes beneficios no ganados y prestados son lo que impulsa el sistema en última instancia. Cuando la deuda = riqueza, hay un incentivo para tomar la mayor cantidad de deuda que sea posible, guardar lo que puedas para ti mismo e intentar desplazar las cargas producidas por esto a los demás (BANKIA, bancos rescatados por el sistema financiero).
La gestión financiera se paraliza por las contradicciones internas de este Sistema (deudonómico) basado en la deuda. No podemos deshacernos de (parte) de la deuda sin deshacernos de (toda) la riqueza. No podemos deshacernos de la deuda por que deberíamos justo después asumir nueva deuda todavía más ruinosa con tal de mantener los servicios vitales operando (suministro de agua por ejemplo). Si nos deshacemos de la deuda, los precios bajarían, dejando a todos los establishments que operan con tendencia a endeudarse sin los fondos necesarios para desarrollar su actividad. Nuestras deudas no pueden ser “racionalizadas”, pero la ausencia de deudas tampoco puede ser tolerada (el sistema no funciona). Las deudas que fueron incrementadas debida a reglas (normativas) favorables se enfrentan a la aniquilación debido a las mismas reglas, cambiar las reglas (normativas), amenazaría a la deuda en todas partes. En ningún lugar hay retornos reales para dar servicio a las deudas, mucho menos para retirarlas. Nada queda ya por probar, excepto ver como ondean el brazo los banqueros centrales. Mientras los bancos crean más deudas (contra sus propias cuentas), sus esfuerzos se notan en el surtidor de gasolina (baja el precio), lo que afecta adversamente el mismo servicio de la deuda.
El sistema de deuda es la Ley de Gresham aplicada (¿a propósito?) a los bienes y servicios: Lo malo desplaza a lo bueno; lo peor echa fuera a todo lo demás. Las compañías “tóxicas” que gimen debido a la pesada carga de la deuda, tienen una ventaja competitiva sobre aquellas compañías virtuosas que ganan dinero sin necesidad de endeudarse. Las deudas son ganancias artificiales que son usadas para echar a las buenas empresas del negocio para después engullir sus mercados. El paso final ocurre cuando los negocios masivamente endeudados caen en la bancarrota y son después rescatados por las compañías más grandes (que todavía están más endeudadas).
El gurú del sector energético Chris Cook utiliza el término “límite superior” para referirse al nivel de precios de combustible que constriñen la actividad económica. El aumento del precio ocurre cuando hay incrementos en la disponibilidad del crédito, o por una disminución en la cantidad de combustible disponible respecto a la oferta actual de crédito.
¿Qué ocurre con el otro límite? Si el superior es difícil de tratar, el inferior (precios bajos) tendrá que ser bueno, ¿verdad?
No hace falta decir que el petróleo es vital. Presuponemos que el gasto en combustible sirve para un “propósito superior”, que se materializa en nuestra narrativa de progreso. Sin este continuo gasto, la deuda se convertiría en una losa insoportable para cualquier tipo de actividad. Aquí es donde se produce la confusión sobre los efectos de una hipotética escasez de combustible sobre la economía: Acabar con el gasto de combustible es económico y ahorra. Acabar con el gasto es fatal para nuestra sistema de deuda, el cual necesita este gasto para justificar su propia existencia: El ahorro es una catástrofe para el sistema de deuda (Debtonomía).
Esta vez, sin embargo, es diferente: El desplome del precio del petróleo implica que hay menos petróleo disponible para ser consumido; que la variedad más costosa de extraer está fuera del mercado. Los bajos (no tan altos) precios del petróleo implican que no hay compañías con crédito (disponible). Este combustible de valor escaso es más valioso que cualquier empresa que lo usa actualmente… el precio más bajo posible indicaría que todas las empresas industriales que usan combustible están arruinadas, tanto los productores como los consumidores.
La disminución del precio del petróleo en dólares es el mercado actualizando el precio ipso facto de los dólares más valiosos. El límite inferior es donde los dólares se convierten en un “proxy” del petróleo y son acumulados. En ese preciso punto, todas las cosas se descuentan al dólar, ya que el comercio de dólares por petróleo es más favorable que el comercio de cualquier otra cosa por petróleo… y esto incluye a las otras divisas, así como el crédito denominado en dólares.
Así como el límite superior (de precios del petróleo) en el que el dólar es cada vez menos valioso con cada incremento en el precio del combustible, el límite inferior representa a un dólar que es cada vez más valioso debido a su precio en el crudo. Un precio del petróleo bajo implica un dólar que es demasiado valioso para ser usado en el carry trade (http://es.wikipedia.org/wiki/Carry_trade ) o en el arbitraje de los tipos de interés, los cuales son las actividades primarias de negocios en este sistema de deuda.
El límite inferior es alcanzado cuando las divisas son descontadas al dólar. La razón que explica esto es la universalidad del dólar. Debido a que Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo el consumidor mundial de último recurso, los bienes que son vendidos por dólares en los Estados Unidos son negociables en cualquier lugar del mundo por los mismos dólares. Las compras en dólares del pasado y los dólares en circulación del presente representan al poder adquisitivo del futuro.
El dólar es además la moneda de reserva mundial, los dólares son usados para resolver las disputas comerciales. El comercio de bienes entre países cuyas divisas son íliquidas puede tener riesgos debido al tipo cambiario, que excederían el beneficio producido por el comercio en sí. El intercambio de divisas por dólares es capaz de rodear este riesgo, debido a que el dólar universal es líquido, y un estable sustituto para divisas de terceros. El estatus de reserva del dólar y su universalidad proporcionan un apalancamiento que otras monedas no poseen.
El comercio de dólares por petróleo fija el valor del dólar en vez de los bancos centrales. Este comercio tiene lugar millones de veces a lo largo de las gasolineras de todo el mundo.
Los automovilistas determinan el valor del dinero, esto hace encallar a los bancos centrales. En sus intentos fútiles por reivindicar algún tipo de influencia, los bancos centrales manipulan los tipos de interés, roban a los depositantes bancarios, ignoran los riesgos jovenlandesales y rescatan a sus amigos. Ellos intentan reducir el valor del dinero relativo a otro tipo de divisa (QEs). Haciendo esto, el banco central entrega los pequeños fragmentos de capacidad de formulación de política que todavía tiene a su disposición. Los banqueros pueden fijar los tipos de interés al 0%, pero no más abajo, pueden encubrir la acumulación de riesgo, pero no pueden fijar el precio (medido en dinero) del petróleo, excepto para hacerlo inasequible, lo cual precipitaría la catástrofe que tan desesperadamente están intentando prevenir.
La catástrofe que los bancos centrales están desesperados por evitar es la destrucción de la demanda, donde el combustible caería en manos fuertes y los dólares son acumulados, debido a que son proxies de un petróleo escaso, de “energía en mano”.
Por esta razón, la preferencia del dólar trae aparejada la energía neta, la cual es el consumo que tiene lugar en los países productores de energía. Este consumo es completamente dependiente sobre los bienes de consumo que son asequibles debido a los altos precios del petróleo. Por ejemplo, Rusia produce coches y otros rusos los compran debido a que las compañías nacionales petróliferas son capaces de vender su producto por más de 100 dólares el barril. El precio subsidia tanto las deudas de Rusia como su gasto energético. Lo mismo ocurre con el consumo energético de Arabia Saudita, Irán, Estados Unidos, Kuwait, Irak y el resto. Cuando los precios de la energía caen, también lo hace el consumo de energía en los países productores ya sea sólo por que la producción más barata de extraer será muy escasa como para gastarla.
A 10 dólares el barril de petróleo, Rusia produciría muy poco combustible, sólo de los pozos más baratos y fáciles de producir, y lo comerciará sólo por una moneda fuerte (aquella que es improbable que pierda su valor). Las ventas domésticas tendrían lugar en el mercado neցro por dólares u oro… pocos rusos tendrían dólares, y aquellos que los tuvieran, se los reservarían para emergencias. La divisa fuerte conseguida por las exportaciones de petróleo sería empleada para comprar comida y medicina, no para importar coches de lujo y equipos de televisión.
La disminución de las exportaciones netas es dependiente de los altos precios del petróleo, que a la vez son dependientes de un crédito en constante expansión. Cuando el dinero es preferido antes que el crédito, no queda nada para apoyar un precio alto del petróleo y el gasto de combustible. El dinero es acumulado, y el crédito se evapora.
El final de la partida para la preferencia del dólar es la deflación dirigida por el petróleo, como ya tuvo lugar en Estados Unidos en 1933. Los dólares eran considerados como “oro en mano”, y un negocio en el país era la compra y venta de divisas para obtener oro, el cual era necesario para resolver los contratos. El impulso deflacionario acabó cuando los gobiernos a lo largo y ancho del mundo acabaron con el pago en especie en oro y fijaron la convertibilidad, cortando efectivamente cualquier nexo entre el oro y las divisas. Por regla de tres, Estados Unidos necesitaría ahora mismo acabar con la convertibilidad del dólar al petróleo, cortar con el petróleo así como los países cortaron en su día con el oro. La alternativa es que los dólares desaparezcan de circulación y dejen de ser un medio para el intercambio comercial. Aquellas divisas locales que emergiesen en el lugar del dólar, serían de escasa utilidad para obtener importaciones de combustible… los países estarán limitados a usar el petróleo que pueda ser producido de forma sostenible en su propio suelo.
La preferencia del dólar es auto-limitante. La preferencia del dólar en el año 2015 implica el derrumbe del euro, el yen, el rublo, peso o el real… Su desenlace ilumina la mala gestión generalizada. Las dudas sobre las monedas fiat, el régimen de divisas, echará raíces. Las diferencias entre el euro, el yen, la libra esterlina, el yuan o el dólar son minúsculas. Las deudas fijadas en euro no son diferentes de las deudas de otros. El gasto de los europeos no es diferente al gasto de los otros. No hay nada especial sobre el dólar excepto la maquinaria militar de Estados Unidos que es completamente dependiente de la deuda y tendente al fracaso. La preferencia del dólar condena al resto, lo cual hace que empiece la cuenta atrás sobre la fin última del dólar.
En su opinión, el desplome iba a acontecer en el punto de corte entre el "límite superior" (lo que el consumidor puede pagar por un barril de petróleo) y el "límite inferior" (lo que la empresa petrolífera necesita invertir para extraer del subsuelo y poner en el mercado el barril marginal).
Sobra decir que acertó. Es por esto que su análisis (DE ENERO DEL AÑO ACTUAL, 2015) explica en más detalle como se ha llegado a este punto y que podemos esperar a partir de ahora. Los precios del petróleo no van a subir, no veremos nunca más un barril a 100 dólares, ni siquiera a 85,90... A medida que éste descienda de precio, estaremos más cerca de que explote el sistema de deuda.
Es un análisis largo, que llevará 10 minutos de leer y más todavía de asimilar. Lo he traducido al español. Espero que su lectura estimule el debate y sirva para poner en perspectiva lo que puede acontecer durante los próximos años. Por supuesto, hay que ser escépticos ante todo y las críticas a su teoría son bienvenidas.
Este es el artículo original en inglés (incluye enlaces a sus explicaciones, que he omitido en la traducción):
Black Swan Dive | Economic Undertow
Y aquí viene la traducción al español:
"EL CISNE neցro SE SUMERGE"
Proverbio:
“Ten cuidado con lo que deseas, podrías obtenerlo”
Figura 1
+ Continua erosión de la capacidad de pago de los consumidores.
+ La dependencia que tienen los perforadores de petróleo (países y empresas) sobre la estructura financiera se está desmoronando.
+ El efecto cascada es la rotura de las estructuras de financiación. Una vez rotas, no se reconfigurarán aún en el caso de que la situación lo requiera.
En una economía basada en el dinero fiat, la incapacidad de poder adquirir productos derivados del petróleo se manifestará a sí misma como un continuo declive de los “precios demasiado altos” que tendríamos que pagar por los mismos. Nuestra economía está construida en base a una estructura financiera; Una vez las correspondientes estructuras de crédito sean suficientemente socavadas, acabarán colapsando.
Ahora mismo una “tormenta perfecta” se está desarrollando. Una tormenta que incluye a consumidores insolventes, una economía sobre-estresada, una ignorancia voluntaria por parte del establishment financiero y un estado de negación profunda sobre lo que acontece. Tanto los precios (decrecientes) de las materias primas y los rendimientos de los bonos estado-unidenses están indicando otra recesión.
(…)
Debido a que la mano de obra moderna equivale (y necesita) a gasto de combustible, el consumidor debe pedir prestado… o alguna empresa o institución debe pedir prestado por él en todo caso. Los trabajadores han sido capaces de incrementar sus salarios en una mayor cuantía en el pasado cuanto el combustible era menos costoso de obtener. Los salarios son en última instancia créditos; los altos salarios han representado la histórica productividad del crédito. Los precios (del petróleo) no pueden subir más alto debido a que la capacidad de los consumidores de adquirir está constreñida por los (relativamente) altos precios del petróleo, disminuyendo la productividad del crédito.
Hay actualmente dos tipos de prestatarios (que piden prestado): Los consumidores y los perforadores de petróleo. Ambos necesitan pedir prestado para obtener combustible. Las necesidades de financiación del perforador de petróleo se incrementan con el paso del tiempo debido a que está constreñido por la geología, mientras que el consumidor se encuentra limitado sólo por el acceso al crédito y a la infraestructura que consume el mismo combustible. Al mismo tiempo, el consumidor debe asumir las deudas que ha contraído el perforador de petróleo comprando su producto (petróleo). La relación entre estos dos tipos de prestatarios conforma esta simple teoría de juegos:
Figura 2
La figura 2 representa las relaciones energéticas antes del año 1998. Hasta ese año, los consumidores y los perforadores pedían prestado o no pedían prestado. No pedir prestado implicaba que no había actividad económica y el petróleo no era producido, cosa que obviamente no ocurrió. Tanto los consumidores como los perforadores escogieron pedir prestado. Los perforadores añadieron volumen a un exceso de capacidad petrolífera, haciendo el combustible más asequible. Los consumidores añadieron por ello un mayor incremento al Producto Interior Bruto. El hecho de que los perforadores pidieran todavía más dinero prestado, hizo que hubiera una mayor cantidad de crudo disponible a precios aún más bajos. Durante este período de tiempo no hubo ninguna necesidad de asignar recursos entre los perforadores o consumidores.
Desde 1998 en adelante, la productividad de cada dólar invertido en la producción de petróleo en el tiempo ha decrecido continuamente. Para obtener más cantidad de petróleo, los perforadores empiezan a requerir añadir más pozos, de los cuales cada uno de ellos era más costoso que el anterior, y cada uno de ellos ofrecía menos volumen de petróleo que los pozos predecesores. El efecto de este esfuerzo por parte de los perforadores ha sido sentido por los consumidores: Han tenido que competir con los perforadores por el acceso al crédito.
Figura 3
Post-1998: Cambiamos la dinámica y entramos en una nueva Teoría de juegos brutal: Destrucción mutua (de demanda) asegurada.
A partir de este momento, el hecho de que los consumidores pidan prestado empieza a añadir cada vez menos incremento al Producto Interior Bruto. El hecho de que los perforadores pidan prestado añade cada vez menos incremento de volumen de petróleo. Cuando los perforadores piden prestado a la misma vez que los consumidores, los primeros no son capaces de mantener el mismo ritmo que los segundos, ya que es mucho más fácil crear demanda por nuevo combustible que traer al mercado nuevo combustible: Es más fácil producir un coche, que la maquinaria y la logística necesaria para perforar un pozo de petróleo. Intentar añadir más incrementos al PIB (Osease, que los consumidores pidan todavía más dinero prestado), incrementa la demanda por el petróleo lo cual agota los pozos petrolíferos más baratos de producir, lo que a su vez se suma a las necesidades de crédito de los perforadores, disminuyendo los retornos e incrementando los costes de financiación. El resultado es el mismo que cuando ni los consumidores ni los perforadores piden prestado: No hay economía, ambos entran en bancarrota por los costes.
La única alternativa que queda es que tanto el consumidor como el perforador pidan prestado a expensa del otro. Ahora mismo, ambos, el consumidor y el productor de petróleo, compiten por la misma unidad monetaria de crédito: La necesidad de los consumidores por financiación es absoluta, necesitan pedir prestado más que los productores de petróleo, o por el contrario no podrían comprar nada y no habría crecimiento del PIB. La necesidad de los perforadores de petróleo también es absoluta: Deben pedir prestado más que los consumidores, o de otra manera, habría menos combustible para los consumidores.
Al contrario que el Sistema financiero, el negocio petrolífero es un sistema de abajo hacia arriba. Al final del día, cada gota de petróleo y producto refinado ha de ser comprado por un consumidor. Debido a que el retorno que obtiene el consumidor por el uso que hace del producto es tan pequeño (el paso del petróleo de lo útil, de mover un coche o un avión, a algo inútil, es rapídisimo: Tan pronto como es quemado, ya no le sirve al consumidor) , éste debe pedir prestado para pagar por su adquisición. Él pide prestado, su jefe pide prestado, su gobierno pide prestado, su nación pide prestado dinero de otros países (préstamo que ocurre a través del cambio de divisas). Nuestras economías no son más que una conexión encadenada de préstamos. Con el paso del tiempo, han crecido hasta la cantidad de cientos de trillones de dólares. Mientras la deuda crece y se acumula, ésta puede sólo ser retirada asumiendo cada vez más y más préstamos.
A pesar de que EE.UU fabrica menos bienes como vestimenta, zapatos, lavadoras o radios, sus compañías en Wall Street manufacturan el grueso del crédito del mundo: Esto es necesario para sustituir la actual ausencia de retornos monetarios por casi todo lo demás. Conducir un coche no es capaz de pagar la inversión que costó producirlo (hay 1.000 millones de coches en el mundo), tampoco es capaz de pagar el combustible que necesita, las carreteras, los gobiernos y sus masivas aventuras militares… tampoco es capaz de pagar por los costes ordinarios financieros: La prima de riesgo o los intereses. Únicamente una parte de los consumidores consumen petróleo remunerativamente: tras*porte, emergencias, manejo de granjas y agricultura… La otra parte lo hacen de forma no remunerativa: Por diversión, conveniencia, status… Todo estos procesos que requieren gasto de combustible, incluida las propias empresas de extracción de petróleo actúan como los colaterales de más y más prestamos.
El más simple de los modelos es todo lo que se necesita para saber como va a acabar todo esto: Hay que sustraer los costes de la extracción de petróleo del uso que realmente produce algún tipo de retorno. La diferencia que nos queda es el precio que la economía se puede realmente permitir pagar por el petróleo sin el uso de crédito. Con los costes de extracción del petróleo subiendo, algo que no puede ser negado por nadie, y con los retornos obtenidos siendo cada vez más pequeños, el resultado de este modelo parece que será un número negativo. Lo que implica es que el precio del petróleo seguirá desplomándose en su camino a 0 dólares, sin que pueda hacerse nada por medio de “ajustes administrativos” para cambiar este final.
Los dirigentes (BCE, FMI, la FED, BoJ, BofE, BOC) contemplan impotentes la situación ya que han usado todas las herramientas a su disposición, pero la economía no despega: Han apoyado y permitido estar en el poder a los líderes claves (Merkel, Rajoy, Hollande, Obama, Renzi…), los bancos han sido rescatados, los tipos de interés a lo largo de la curva de maduración están cercanos a cero, los tipos de interés reales son negativos – o casi. Los gobiernos a lo largo y ancho del mundo se encuentran al límite de su capacidad, hay muy poco en forma de garantías (colaterales) de calidad que queden todavía para ser usados por los bancos centrales para respaldar nuevos préstamos. Todos los instrumentos monetarios como jubilar o cancelar deudas, redistribuir la riqueza, rescates con dinero público, políticas de estímulos, políticas de austeridad, expansión cuantitativa, etc… son esfuerzos para reclamar el capital de recursos que han dejado de existir. Estos denominados “remedios” sólo aceleran el proceso de desenmarañamiento aumentando la deuda bruta (reclamaciones contra el capital), mientras que exponen el capital restante a un consumo de petróleo a tasas más altas. La “tarta” de capital no puede ser creada desde el principio o dividida de nuevo, sólo una nueva y pequeña tarta será tenida en el futuro. Nuestra pequeña tarta de recursos no renovables es lo que tenemos y nos queda para hacer uso de ella, hasta el último de cada uno de nosotros y hasta el final de la humanidad.
Los dirigentes evidentemente entienden, pero se niegan a asumir, que la extracción de recursos durante amplios períodos de tiempos tiene consecuencias. Naciones, regiones concretas, personas y empresas han sufrido en el pasado restricciones y escasez de combustible y otros recursos, debido a guerras, sequías y otro tipo de disrupciones. Una gran civilización en la cúspide de su poder no ha agotado su principal motor desde que los Romanos despojaron a su imperio de la leña, lo cual precipitó su caída.
La deflación energética ocurre cuando el incremento de la demanda respecto al suministro no provoca una subida de los precios, sino que al contrario, socava la capacidad de los consumidores de satisfacer el precio, incluso a medida que éste cae. Esto es lo que está ocurriendo en cualquier lugar a donde dirijamos la mirada.
Uno de los componentes actuales del desplome del precio del petróleo es la expansión monetaria en Japón (Abenomics) añadido a otras políticas de estímulo monetario en otros lugares del mundo (Europa y el QE de Draghi) (David Bird, Missing Wall Street Journal Reporter, Foresaw an Oil Crash ). No es que sea la finalidad última de esta política lo que haya causado el desplome, sino es que ha sido la propia política en sí misma la que lo consigue, al lograr que el poder adquisitivo fluya desde los consumidores hacia las grandes empresas (Perforadores y productores de petróleo) y los prestamistas.
Más flexibilización monetaria => Más desviación del poder adquisitivo => menos crédito => menor precio del combustible => más bancarrotas => más dificultades crediticias => Más Flexibilización monetaria en un círculo vicioso. Lo que impulsa el proceso es el sinsentido de los banqueros centrales que no comprenden las consecuencias de sus políticas (ya obsoletas).
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Los productores de petróleo dependen de los préstamos, lease flipping (arrendamiento al propietario con términos de contratación muy pobres que mejoran a largo plazo si es extraído el recurso) y el mercado de acciones, además de la venta del petróleo en sí. El boom del fracking y otros proyectos petrolíferos de segunda-generación son tan dependientes de la estructura financiera como lo eran los artífices de la burbuja inmobiliaria de EE.UU en el año 2002. El declive en cascada de los precios del petróleo nos indica que estas estructuras financieras están empezando a deshacerse. Innovaciones financieras como los CLOs (Federal Regulator Details Crazy Risk-Taking By Banks, Blames Fed | Wolf Street) disfrazan el riesgo y lo esconden, en vez de eliminarlo. Cuando los riesgos finalmente emergen, sobrepasan la capacidad de las estructuras financieras de controlarlos: Las coberturas de riesgo financieras se vuelven contra los que las amparan, y aquellos que pueden corren a deshacerse de sus posiciones; el resto sufre pérdidas catastróficas mientras los precios colapsan.
Es perfectamente posible que las estrategias de cobertura de riesgos de las compañías energéticas y petrolíferas estén contribuyendo al desplome del precio del petróleo de la misma forma que el seguro contra la pérdida de valor de la cartera de acciones (portfolio insurance: Foolish antiestéticature, 10/17/97: 1987 Revisited -- Flawed Insurance ) instigó el cisne neցro que colapsó los mercados en el año 1987: Esto es, la venta de contratos en el mercado de futuros para cubrir las pérdidas financieras en otros lugares.
Debido a que las estructuras de apalancamiento simplemente no pueden reconfigurarse a ellas mismas después de su colapso, los precios petróleos no serán capaces de rebotar; un régimen crediticio de reemplazo debe tomar el lugar de un sistema en bancarrota. La actividad bancaria en la sombra fue vaporizada tras el pinchazo de la burbuja inmobiliaria en 2008, y fue imperfectamente reemplazado por una expansión generalizada del crédito a través de Prestamos del Tesoro junto con el respaldo jovenlandesal del último avalista: El Banco Central. Ambos (los Prestamos del Tesoro y el riesgo jovenlandesal del Banco Central) ofrecen menores retornos e incluso rendimientos negativos, lo cual explica por que este régimen crediticio parece estar fallando ahora… pero esta vez ya no hay nada que pueda reemplazarlo.
Cada dólar de menos en los precios de petróleo, reduce la producción de petróleo. El petróleo que estaría disponible a precios más altos, es eliminado del mercado cuando caen los precios. Mientras los precios caen, el único petróleo disponible es áquel que su extracción cuesta el mismo precio o menos del precio que el consumidor está pagando por él.
Figura 4: Precios para los diferentes campos petrolíferos proporcionados por Scotiabank (Precios por debajo de los 50 USD sacarían del mercado en EE.UU 3 millones de barriles diarios, un recorte similar a un tercio de la producción de Arabia Saudita. El desplome del precio es el mecanismo de recorte de la industria petrolífera. No se requiere de ninguna otra acción por parte de los perforadores, naciones individuales u organizaciones como la OPEC. Este es otro componente de la deflación energética: El único asunto es como estos recortes afectarían a los consumidores.
Sin embargo, estos recortes en la producción de petróleo (desde el punto de vista del consumidor) no ocurren de la noche a la mañana. Los contratos entre los perforadores y los refinadores siguen siendo válidos y existe cada vez más volumen de petróleo en el inventario (almacenamiento). Los perforadores van a seguir pidiendo prestando hasta cuando no les sea posible hacerlo más, siempre esperando a que ocurra un milagro (que suba el precio). Una vez los contratos sean satisfechos y el inventario agotado, las instalaciones que producen suministros menos económicos serán cerradas, dejando en el mercado lo que todavía queda del petróleo de bajo coste de extracción. Bajo estas circunstancias, el petróleo restante empezará a ser acaparado, porque su uso más valioso podría no ser el habitual.
La “Preferencia del dólar” es la convergencia entre el valor del capital del petróleo y los dólares que son intercambios por obtener éste (el petróleo). El combustible por si mismo vale más que la mayoría de empresas del mundo que lo desperdician, independientemente de los medios que sean usados para ajustar el precio. Todas estas empresas no son capaces de ganar nada por sí mismas, y son esencialmente carentes de valor. Ellas existen únicamente para pedir prestado; ganar y hacer uso del crédito es su producto primario: Otros bienes y servicios tienen por objeto justificar la emisión de crédito en cantidades cada vez mayores. Parte de toda esta corriente se convierte en propiedad de empresarios “bien posicionados (castuzos, oligárquicos)” : Enormes beneficios no ganados y prestados son lo que impulsa el sistema en última instancia. Cuando la deuda = riqueza, hay un incentivo para tomar la mayor cantidad de deuda que sea posible, guardar lo que puedas para ti mismo e intentar desplazar las cargas producidas por esto a los demás (BANKIA, bancos rescatados por el sistema financiero).
La gestión financiera se paraliza por las contradicciones internas de este Sistema (deudonómico) basado en la deuda. No podemos deshacernos de (parte) de la deuda sin deshacernos de (toda) la riqueza. No podemos deshacernos de la deuda por que deberíamos justo después asumir nueva deuda todavía más ruinosa con tal de mantener los servicios vitales operando (suministro de agua por ejemplo). Si nos deshacemos de la deuda, los precios bajarían, dejando a todos los establishments que operan con tendencia a endeudarse sin los fondos necesarios para desarrollar su actividad. Nuestras deudas no pueden ser “racionalizadas”, pero la ausencia de deudas tampoco puede ser tolerada (el sistema no funciona). Las deudas que fueron incrementadas debida a reglas (normativas) favorables se enfrentan a la aniquilación debido a las mismas reglas, cambiar las reglas (normativas), amenazaría a la deuda en todas partes. En ningún lugar hay retornos reales para dar servicio a las deudas, mucho menos para retirarlas. Nada queda ya por probar, excepto ver como ondean el brazo los banqueros centrales. Mientras los bancos crean más deudas (contra sus propias cuentas), sus esfuerzos se notan en el surtidor de gasolina (baja el precio), lo que afecta adversamente el mismo servicio de la deuda.
El sistema de deuda es la Ley de Gresham aplicada (¿a propósito?) a los bienes y servicios: Lo malo desplaza a lo bueno; lo peor echa fuera a todo lo demás. Las compañías “tóxicas” que gimen debido a la pesada carga de la deuda, tienen una ventaja competitiva sobre aquellas compañías virtuosas que ganan dinero sin necesidad de endeudarse. Las deudas son ganancias artificiales que son usadas para echar a las buenas empresas del negocio para después engullir sus mercados. El paso final ocurre cuando los negocios masivamente endeudados caen en la bancarrota y son después rescatados por las compañías más grandes (que todavía están más endeudadas).
El gurú del sector energético Chris Cook utiliza el término “límite superior” para referirse al nivel de precios de combustible que constriñen la actividad económica. El aumento del precio ocurre cuando hay incrementos en la disponibilidad del crédito, o por una disminución en la cantidad de combustible disponible respecto a la oferta actual de crédito.
¿Qué ocurre con el otro límite? Si el superior es difícil de tratar, el inferior (precios bajos) tendrá que ser bueno, ¿verdad?
No hace falta decir que el petróleo es vital. Presuponemos que el gasto en combustible sirve para un “propósito superior”, que se materializa en nuestra narrativa de progreso. Sin este continuo gasto, la deuda se convertiría en una losa insoportable para cualquier tipo de actividad. Aquí es donde se produce la confusión sobre los efectos de una hipotética escasez de combustible sobre la economía: Acabar con el gasto de combustible es económico y ahorra. Acabar con el gasto es fatal para nuestra sistema de deuda, el cual necesita este gasto para justificar su propia existencia: El ahorro es una catástrofe para el sistema de deuda (Debtonomía).
Esta vez, sin embargo, es diferente: El desplome del precio del petróleo implica que hay menos petróleo disponible para ser consumido; que la variedad más costosa de extraer está fuera del mercado. Los bajos (no tan altos) precios del petróleo implican que no hay compañías con crédito (disponible). Este combustible de valor escaso es más valioso que cualquier empresa que lo usa actualmente… el precio más bajo posible indicaría que todas las empresas industriales que usan combustible están arruinadas, tanto los productores como los consumidores.
La disminución del precio del petróleo en dólares es el mercado actualizando el precio ipso facto de los dólares más valiosos. El límite inferior es donde los dólares se convierten en un “proxy” del petróleo y son acumulados. En ese preciso punto, todas las cosas se descuentan al dólar, ya que el comercio de dólares por petróleo es más favorable que el comercio de cualquier otra cosa por petróleo… y esto incluye a las otras divisas, así como el crédito denominado en dólares.
Así como el límite superior (de precios del petróleo) en el que el dólar es cada vez menos valioso con cada incremento en el precio del combustible, el límite inferior representa a un dólar que es cada vez más valioso debido a su precio en el crudo. Un precio del petróleo bajo implica un dólar que es demasiado valioso para ser usado en el carry trade (http://es.wikipedia.org/wiki/Carry_trade ) o en el arbitraje de los tipos de interés, los cuales son las actividades primarias de negocios en este sistema de deuda.
El límite inferior es alcanzado cuando las divisas son descontadas al dólar. La razón que explica esto es la universalidad del dólar. Debido a que Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo el consumidor mundial de último recurso, los bienes que son vendidos por dólares en los Estados Unidos son negociables en cualquier lugar del mundo por los mismos dólares. Las compras en dólares del pasado y los dólares en circulación del presente representan al poder adquisitivo del futuro.
El dólar es además la moneda de reserva mundial, los dólares son usados para resolver las disputas comerciales. El comercio de bienes entre países cuyas divisas son íliquidas puede tener riesgos debido al tipo cambiario, que excederían el beneficio producido por el comercio en sí. El intercambio de divisas por dólares es capaz de rodear este riesgo, debido a que el dólar universal es líquido, y un estable sustituto para divisas de terceros. El estatus de reserva del dólar y su universalidad proporcionan un apalancamiento que otras monedas no poseen.
El comercio de dólares por petróleo fija el valor del dólar en vez de los bancos centrales. Este comercio tiene lugar millones de veces a lo largo de las gasolineras de todo el mundo.
Los automovilistas determinan el valor del dinero, esto hace encallar a los bancos centrales. En sus intentos fútiles por reivindicar algún tipo de influencia, los bancos centrales manipulan los tipos de interés, roban a los depositantes bancarios, ignoran los riesgos jovenlandesales y rescatan a sus amigos. Ellos intentan reducir el valor del dinero relativo a otro tipo de divisa (QEs). Haciendo esto, el banco central entrega los pequeños fragmentos de capacidad de formulación de política que todavía tiene a su disposición. Los banqueros pueden fijar los tipos de interés al 0%, pero no más abajo, pueden encubrir la acumulación de riesgo, pero no pueden fijar el precio (medido en dinero) del petróleo, excepto para hacerlo inasequible, lo cual precipitaría la catástrofe que tan desesperadamente están intentando prevenir.
La catástrofe que los bancos centrales están desesperados por evitar es la destrucción de la demanda, donde el combustible caería en manos fuertes y los dólares son acumulados, debido a que son proxies de un petróleo escaso, de “energía en mano”.
Por esta razón, la preferencia del dólar trae aparejada la energía neta, la cual es el consumo que tiene lugar en los países productores de energía. Este consumo es completamente dependiente sobre los bienes de consumo que son asequibles debido a los altos precios del petróleo. Por ejemplo, Rusia produce coches y otros rusos los compran debido a que las compañías nacionales petróliferas son capaces de vender su producto por más de 100 dólares el barril. El precio subsidia tanto las deudas de Rusia como su gasto energético. Lo mismo ocurre con el consumo energético de Arabia Saudita, Irán, Estados Unidos, Kuwait, Irak y el resto. Cuando los precios de la energía caen, también lo hace el consumo de energía en los países productores ya sea sólo por que la producción más barata de extraer será muy escasa como para gastarla.
A 10 dólares el barril de petróleo, Rusia produciría muy poco combustible, sólo de los pozos más baratos y fáciles de producir, y lo comerciará sólo por una moneda fuerte (aquella que es improbable que pierda su valor). Las ventas domésticas tendrían lugar en el mercado neցro por dólares u oro… pocos rusos tendrían dólares, y aquellos que los tuvieran, se los reservarían para emergencias. La divisa fuerte conseguida por las exportaciones de petróleo sería empleada para comprar comida y medicina, no para importar coches de lujo y equipos de televisión.
La disminución de las exportaciones netas es dependiente de los altos precios del petróleo, que a la vez son dependientes de un crédito en constante expansión. Cuando el dinero es preferido antes que el crédito, no queda nada para apoyar un precio alto del petróleo y el gasto de combustible. El dinero es acumulado, y el crédito se evapora.
El final de la partida para la preferencia del dólar es la deflación dirigida por el petróleo, como ya tuvo lugar en Estados Unidos en 1933. Los dólares eran considerados como “oro en mano”, y un negocio en el país era la compra y venta de divisas para obtener oro, el cual era necesario para resolver los contratos. El impulso deflacionario acabó cuando los gobiernos a lo largo y ancho del mundo acabaron con el pago en especie en oro y fijaron la convertibilidad, cortando efectivamente cualquier nexo entre el oro y las divisas. Por regla de tres, Estados Unidos necesitaría ahora mismo acabar con la convertibilidad del dólar al petróleo, cortar con el petróleo así como los países cortaron en su día con el oro. La alternativa es que los dólares desaparezcan de circulación y dejen de ser un medio para el intercambio comercial. Aquellas divisas locales que emergiesen en el lugar del dólar, serían de escasa utilidad para obtener importaciones de combustible… los países estarán limitados a usar el petróleo que pueda ser producido de forma sostenible en su propio suelo.
La preferencia del dólar es auto-limitante. La preferencia del dólar en el año 2015 implica el derrumbe del euro, el yen, el rublo, peso o el real… Su desenlace ilumina la mala gestión generalizada. Las dudas sobre las monedas fiat, el régimen de divisas, echará raíces. Las diferencias entre el euro, el yen, la libra esterlina, el yuan o el dólar son minúsculas. Las deudas fijadas en euro no son diferentes de las deudas de otros. El gasto de los europeos no es diferente al gasto de los otros. No hay nada especial sobre el dólar excepto la maquinaria militar de Estados Unidos que es completamente dependiente de la deuda y tendente al fracaso. La preferencia del dólar condena al resto, lo cual hace que empiece la cuenta atrás sobre la fin última del dólar.
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