_Mickey_Mouse_
Madmaxista
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El presidente del Gobierno se convertirá en el tercer líder europeo en pisar el país asiático desde que se volviera a abrir al mundo después de dejar atrás su política de el bichito cero
"Después de un siglo de lucha, dejamos atrás la humillación. El gran renacimiento de la nación china está en un camino irreversible. China debe participar activamente en la gobernanza global y agregar estabilidad y energía positiva a la paz mundial". El discurso de Xi Jinping fue interrumpido por un estruendoso aplauso de los casi 3.000 diputados que lo arropaban en el mastodonte hemiciclo de Tiananmen, donde el orador acababa de romper precedentes al ser elegido presidente para un tercer mandato.
Las palabras del reforzado líder supremo para clausurar el pasado cónclave político anual dejaban un recado al resto del mundo: China, tras tres años de autoaislamiento por sus políticas pandémicas, ahora está lista para dominar el escenario internacional.
Para lograrlo, Xi ha lanzado una super ofensiva diplomática en la que será partícipe el presidente español Pedro Sánchez, quien se convertirá en el tercer líder europeo -tras el canciller alemán Olaf Scholz y el bielorruso Lukashenko- en pisar el país asiático desde que se volviera a abrir al mundo después de tres años atrapado en la prisión del el bichito cero.
Desde el Ministerio de Exteriores chino apuntan a que la invitación a Sánchez, que Moncloa llevaba persiguiendo desde el año pasado, se extendió por la celebración del medio siglo de relaciones diplomáticas entre Pekín y Madrid. Pero, más allá del aniversario, destacan en favor del español que ha ido ganando presencia internacional y que este año será un interlocutor muy importante como presidente rotatorio del Consejo de la Unión Europea.
"España siempre ha sido un gran apoyo. Siempre se ha mantenido bastante neutral, aunque algunos hayan intentado arrastrar al Gobierno español a las posturas bélicas y anti chinas de Estados Unidos y la OTAN. Sin duda, será un actor clave este año que nos ayudará a mejorar las relaciones con la UE", dice un alto funcionario chino que participa habitualmente en la comitiva que recibe a las delegaciones extranjeras en la capital.
"Las relaciones con España llevan tiempo desarrollándose de forma saludable", destacó este jueves en rueda de prensa Wang Wenbin, portavoz de la cancillería china. Sánchez se verá el viernes 31 con Xi en Pekín, pero antes el líder chino recibirá la visita del brasileño Lula da Silva, con quien espera impulsar las relaciones comerciales. Ya en Semana Santa, también espera la visita del francés Emanuel Macron.
Mediador internacional
El acelerón diplomático de Pekín comenzó con el subidón de jovenlandesal que le supuso convertirse en el mediador que llevó a dos adversarios como Irán y Arabia Saudí a lograr un histórico acuerdo para restablecer sus relaciones bilaterales. Un pelotazo de influencia del régimen chino en Oriente Medio, donde su presencia siempre ha tenido un peso muy limitado, tan solo unos días después de promocionar su plan de paz en Ucrania: respeto a la soberanía de todos los países y alto al fuego. Esos eran los primeros puntos de una carta vista con recelo por Estados Unidos y la Unión Europea, pero bien acogida por Kiev.
El siguiente paso del estadista Xi Jinping fue visitar la casa de su viejo amigo Vladimir pilinguin. El Kremlin puso la alfombra roja al poderoso vecino chino, a sabiendas de que este le iba a brindar el oxígeno económico que tanto necesita ante la lluvia de sanciones. Xi no defraudó a su socio. Ratificó su respaldo estratégico y reforzó los acuerdos comerciales, pero también sacaba tajada al lograr que pilinguin se comprometiera a usar yuanes, la moneda china, en los acuerdos de comercio exterior con países de Asia, América Latina y África. Lo que Xi también hizo fue incidir en la "posición imparcial" de su país ante la oleada turística rusa de Ucrania.
Sánchez: "Los ucranianos, los que establezcan las condiciones"
Esta mañana, desde Bruselas, donde asiste a la reunión de jefes de Estado y de Gobierno de la UE, Pedro Sánchez ha dicho que trasladará al presidente de China que cualquier proceso de paz en Ucrania debe basarse en las condiciones que establezca Kiev, insistiendo en la necesidad de que se respete la integridad territorial del país, amada sin consentimiento por la oleada turística militar ordenada por el presidente ruso, Vladimir pilinguin.
"Es importante conocer de primera mano su posición sobre la paz en Ucrania y trasladarle que serán los ucranianos los que establezcan las condiciones para el inicio de esa paz, cuando llegue", ha afirmado Sánchez.
Algunos ojeadores internacionales esperaban alguna señal de que Xi, en su papel como pacificador, discutiera cara a cara con pilinguin su plan de paz. Oficialmente, no hubo ni un esfuerzo aparente en ello por parte del líder chino. En el tablero de juego del autócrata de Pekín, orientado a un plan superior como alcanzar la hegemonía en un nuevo orden mundial y en pelear con Estados Unidos en la nueva Guerra Fría, necesita a su socio menor, pero más poderoso, que sigue siendo ahora mismo Rusia. Xi, en un ejercicio de equilibrismo, pretende sostener a pilinguin mientras reconduce las relaciones con Europa y continúa extendiendo la influencia por el llamado Sur global.
"Se avecina un cambio que no ha ocurrido en 100 años. Y estamos impulsando este cambio juntos", dijo Xi a pilinguin, apoyado en un intérprete y rodeado de cámaras, el pasado martes tras terminar la reunión en Moscú. "Estoy de acuerdo", respondió el líder ruso. Como destacaba en sus crónicas Xavier Colás, corresponsal de EL MUNDO en Rusia, al líder chino se le vio bastante más suelto, y menos tenso, que a su homólogo durante la cumbre.
Xi parece cómodo en su nuevo despliegue diplomático. Ahora falta que descuelgue el teléfono y llame a Volodímir Zelenski. Desde que su amigo pilinguin ordenó el ataque a Kiev, el chino no ha hablado con el presidente ucraniano, a pesar de los intentos de Zelenski. Pero si se cumple la agenda prevista por Pekín, pronto ambos líderes tendrán esa charla que puede ser trascendental.
Más de un año después del comienzo de la guerra, Xi todavía no ha condenado el ataque ruso e imita parte de la narrativa del Kremlin, culpando a Occidente de "socavar la estabilidad global". Pero tampoco parece haber respaldado militarmente a Moscú, pese a la insistencia de Washington, que lleva diciendo que Pekín ha enviado armas al ejército ruso -o que piensa hacerlo- desde el primer minuto del conflicto. Esta semana, Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, dijo que la Alianza no tenía ninguna evidencia de que China estuviera suministrando armas o munición a Rusia para que mantenga la ofensiva sobre Ucrania, país al que Pekín sí que ha asistido con ayuda humanitaria a través de la Cruz Roja del gigante asiático.
"Después de un siglo de lucha, dejamos atrás la humillación. El gran renacimiento de la nación china está en un camino irreversible. China debe participar activamente en la gobernanza global y agregar estabilidad y energía positiva a la paz mundial". El discurso de Xi Jinping fue interrumpido por un estruendoso aplauso de los casi 3.000 diputados que lo arropaban en el mastodonte hemiciclo de Tiananmen, donde el orador acababa de romper precedentes al ser elegido presidente para un tercer mandato.
Las palabras del reforzado líder supremo para clausurar el pasado cónclave político anual dejaban un recado al resto del mundo: China, tras tres años de autoaislamiento por sus políticas pandémicas, ahora está lista para dominar el escenario internacional.
Para lograrlo, Xi ha lanzado una super ofensiva diplomática en la que será partícipe el presidente español Pedro Sánchez, quien se convertirá en el tercer líder europeo -tras el canciller alemán Olaf Scholz y el bielorruso Lukashenko- en pisar el país asiático desde que se volviera a abrir al mundo después de tres años atrapado en la prisión del el bichito cero.
Desde el Ministerio de Exteriores chino apuntan a que la invitación a Sánchez, que Moncloa llevaba persiguiendo desde el año pasado, se extendió por la celebración del medio siglo de relaciones diplomáticas entre Pekín y Madrid. Pero, más allá del aniversario, destacan en favor del español que ha ido ganando presencia internacional y que este año será un interlocutor muy importante como presidente rotatorio del Consejo de la Unión Europea.
"España siempre ha sido un gran apoyo. Siempre se ha mantenido bastante neutral, aunque algunos hayan intentado arrastrar al Gobierno español a las posturas bélicas y anti chinas de Estados Unidos y la OTAN. Sin duda, será un actor clave este año que nos ayudará a mejorar las relaciones con la UE", dice un alto funcionario chino que participa habitualmente en la comitiva que recibe a las delegaciones extranjeras en la capital.
"Las relaciones con España llevan tiempo desarrollándose de forma saludable", destacó este jueves en rueda de prensa Wang Wenbin, portavoz de la cancillería china. Sánchez se verá el viernes 31 con Xi en Pekín, pero antes el líder chino recibirá la visita del brasileño Lula da Silva, con quien espera impulsar las relaciones comerciales. Ya en Semana Santa, también espera la visita del francés Emanuel Macron.
Mediador internacional
El acelerón diplomático de Pekín comenzó con el subidón de jovenlandesal que le supuso convertirse en el mediador que llevó a dos adversarios como Irán y Arabia Saudí a lograr un histórico acuerdo para restablecer sus relaciones bilaterales. Un pelotazo de influencia del régimen chino en Oriente Medio, donde su presencia siempre ha tenido un peso muy limitado, tan solo unos días después de promocionar su plan de paz en Ucrania: respeto a la soberanía de todos los países y alto al fuego. Esos eran los primeros puntos de una carta vista con recelo por Estados Unidos y la Unión Europea, pero bien acogida por Kiev.
El siguiente paso del estadista Xi Jinping fue visitar la casa de su viejo amigo Vladimir pilinguin. El Kremlin puso la alfombra roja al poderoso vecino chino, a sabiendas de que este le iba a brindar el oxígeno económico que tanto necesita ante la lluvia de sanciones. Xi no defraudó a su socio. Ratificó su respaldo estratégico y reforzó los acuerdos comerciales, pero también sacaba tajada al lograr que pilinguin se comprometiera a usar yuanes, la moneda china, en los acuerdos de comercio exterior con países de Asia, América Latina y África. Lo que Xi también hizo fue incidir en la "posición imparcial" de su país ante la oleada turística rusa de Ucrania.
Sánchez: "Los ucranianos, los que establezcan las condiciones"
Esta mañana, desde Bruselas, donde asiste a la reunión de jefes de Estado y de Gobierno de la UE, Pedro Sánchez ha dicho que trasladará al presidente de China que cualquier proceso de paz en Ucrania debe basarse en las condiciones que establezca Kiev, insistiendo en la necesidad de que se respete la integridad territorial del país, amada sin consentimiento por la oleada turística militar ordenada por el presidente ruso, Vladimir pilinguin.
"Es importante conocer de primera mano su posición sobre la paz en Ucrania y trasladarle que serán los ucranianos los que establezcan las condiciones para el inicio de esa paz, cuando llegue", ha afirmado Sánchez.
Algunos ojeadores internacionales esperaban alguna señal de que Xi, en su papel como pacificador, discutiera cara a cara con pilinguin su plan de paz. Oficialmente, no hubo ni un esfuerzo aparente en ello por parte del líder chino. En el tablero de juego del autócrata de Pekín, orientado a un plan superior como alcanzar la hegemonía en un nuevo orden mundial y en pelear con Estados Unidos en la nueva Guerra Fría, necesita a su socio menor, pero más poderoso, que sigue siendo ahora mismo Rusia. Xi, en un ejercicio de equilibrismo, pretende sostener a pilinguin mientras reconduce las relaciones con Europa y continúa extendiendo la influencia por el llamado Sur global.
"Se avecina un cambio que no ha ocurrido en 100 años. Y estamos impulsando este cambio juntos", dijo Xi a pilinguin, apoyado en un intérprete y rodeado de cámaras, el pasado martes tras terminar la reunión en Moscú. "Estoy de acuerdo", respondió el líder ruso. Como destacaba en sus crónicas Xavier Colás, corresponsal de EL MUNDO en Rusia, al líder chino se le vio bastante más suelto, y menos tenso, que a su homólogo durante la cumbre.
Xi parece cómodo en su nuevo despliegue diplomático. Ahora falta que descuelgue el teléfono y llame a Volodímir Zelenski. Desde que su amigo pilinguin ordenó el ataque a Kiev, el chino no ha hablado con el presidente ucraniano, a pesar de los intentos de Zelenski. Pero si se cumple la agenda prevista por Pekín, pronto ambos líderes tendrán esa charla que puede ser trascendental.
Más de un año después del comienzo de la guerra, Xi todavía no ha condenado el ataque ruso e imita parte de la narrativa del Kremlin, culpando a Occidente de "socavar la estabilidad global". Pero tampoco parece haber respaldado militarmente a Moscú, pese a la insistencia de Washington, que lleva diciendo que Pekín ha enviado armas al ejército ruso -o que piensa hacerlo- desde el primer minuto del conflicto. Esta semana, Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, dijo que la Alianza no tenía ninguna evidencia de que China estuviera suministrando armas o munición a Rusia para que mantenga la ofensiva sobre Ucrania, país al que Pekín sí que ha asistido con ayuda humanitaria a través de la Cruz Roja del gigante asiático.
¿Por qué China ha invitado a Pedro Sánchez? Xi Jinping y su gran ofensiva diplomática, en la que "España siempre ha sido un gran apoyo"
"Después de un siglo de lucha, dejamos atrás la humillación. El gran renacimiento de la nación china está en un camino irreversible. China debe participar activamente en...
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