¿Por qué cada vez más parejas prefieren tener perros o gatos en lugar de hijos?

El Pionero

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Hace ya seis años que Isabel y Luis abrieron las puertas de su hogar a Winnie, una preciosa carlino que despertó en la pareja un amor incondicional hacia los canes. "La cogimos con cuatro meses. Ninguno de los dos habíamos tenido perro hasta ese momento. A mí me daban un poco de miedo, pero me encantaban. Así que empecé a acercarme a ellos y, poco a poco, se me quitó la fobia y, ahora, los dos somos unos locos de los perros. Yo leo todo lo que puedo sobre etología canina y la gente piensa que mi chico es educador canino porque, cuando va a un parque, todos los perros se acercan a él. ¡Parece el flautista de Hamelín", relata Isabel.

Tan es así que, hace apenas tres meses, decidieron 'incorporar' un nuevo miembro a su feliz familia: "Tener a Winnie y luego a Happy, una boston terrier, fueron dos decisiones muy meditadas. Puede parecer muy exagerado, pero creo que es lo mejor que he hecho en mi vida. Me hacen tremendamente feliz y querida. Ojalá de niña no me hubieran dado miedo los perros y hubiera tenido uno porque hubiera sido, sin duda, mi mejor amigo".

Para ellos, Winnie y Happy "no son mascotas, son nuestra familia; nos encanta hacer planes con ellas y nos las llevamos a todos los sitios, excepto a viajes tras*oceánicos porque sabemos que no lo pasarían bien en avión".


Isabel confiesa que nunca sitió la llamada de la maternidad. "Nunca he querido tener hijos, no he sentido esa necesidad y tampoco he sido nunca demasiado 'niñera'. No es por un tema de preocupación por el futuro o de exceso de responsabilidad. Ya de pequeña pensaba lo mismo. La gente me decía que, con los años, cambiaría, pero más bien ha sido al contrario. Mi chico no se lo había planteado y, cuando me conoció y se lo dije, no le importó. Ahora está encantado con Winnie y Happy".

No considera que "ésta sea una decisión egoísta. Simplemente, se trata de una elección personal; igual que otras personas deciden tener hijos, otras no tenerlos, otras tener perros, gatos, otras vivir solas, otras en pareja, etc". Y no cree que "nadie tenga un hijo pensando en que la sociedad perdure; lo hace porque quiere tenerlos, porque lo desea, porque piensa que le van a dar felicidad o que van a llenar su vida. Al final, es una decisión tan respetable como el que decide cualquiera de las otras opciones".

Sus cortesanas la aportan "AMOR en mayúscula. Cuando llego de trabajar y abro la puerta vienen corriendo a verme, por la mañana me despiertan con lametones, se duermen pegadas a mí... Les encanta hacer todo conmigo: pasear, ir en bici, jugar, correr, etc. Son súper cariñosas y leales. Antes de tenerlas, pensaba que las iba a querer, pero nunca imaginé que las llegaría a querer tanto. Son una parte imprescindible de mi vida. Cuando estoy una semana sin verlas porque estoy de viaje y no me las he podido llevar, las echo tanto de menos que estoy constantemente hablando de ellas y viendo fotos y vídeos. Supongo que será parecido a lo que siente un padre o una progenitora por sus hijos. Yo no soy su dueña, para ellas yo soy su familia, su manada, el lugar donde se sienten seguras y protegidas".


Está convencida de que "si alguien no entiende este vínculo es porque nunca ha tenido un perro o bien porque su relación con él es diferente. Pero Luis y yo lo sentimos así y nadie debería burlarse de un sentimiento porque nosotros no nos burlamos del amor que otros puedan sentir por sus hijos. Eso sí, que sean nuestra familia no significa que las tratemos como si fueran humanos porque no lo son. Las tratamos como perros porque ellas tienen que vivir como lo que son, es decir, jugar a pelearse con otros perros; oler lo que quieran y no les haga mal; ensuciarse cuando llueve pues no pasa nada, etc".

"No quiero ser una progenitora humana -asevera-. Con ser progenitora perruna soy plenamente feliz. Para mí Con ser progenitora perruna soy plenamente feliz son como mis hijas, me preocupo igual que mi hermana se preocupa de mis sobrinas. Hemos construido una familia con ellas y, para mí, eso es lo más importante. Qué más da que, en lugar de dos piernas, tengan cuatro patas", concluye.

COMPROMISO Y GENEROSIDAD
"Egoísmo no casa nada bien con mascota. Sobre todo, en los tiempos que corren porque puede que, años atrás, se tuviera un perro para que guardara la casa o un gato para que se comiera los ratones, pero, hoy en día, establecemos un vínculo tan estrecho con ellos que los convierte en un miembro más de la familia. Es un acto que implica un gran compromiso porque tener un animal en casa requiere muchos cuidados y, también hay que decirlo, gastos", asevera Isabel Serrano-Rosa, directora y psicóloga de EnPostivoSí.

Serrano-Rosa recuerda que, hace algunos años, "cuando una mujer no se emparejaba o no tenía familia se quedaba para 'vestir santos'. Era considerada un 'elemento rarito' que, en muchas ocasiones, se entregaba en cuerpo y alma al cuidado de sus padres o sobrinos. De igual modo, se observaba con extrañeza a las parejas que no tenían niños. Algo que ahora no ocurre porque cada vez hay más personas que deciden caminar juntas hacia otras direcciones sin que por eso sean menos generosas".

"Los conceptos de maternidad y paternidad, al igual que el de pareja, están cambiando. Antes de decidir tener un hijo, se plantean muchos interrogantes que décadas atrás, en una sociedad con un modelo de familia más conservador y encorsetado, no surgían. Se busca una estabilidad económica y emocional. Se valora no sólo cómo afectará la llegada del bebé a la carrera laboral o cómo se organizará la logística doméstica sino cómo influirá psicológicamente en nosotros el cambio radical de vida que implica. Lo cual, dicho sea de paso, no quiere decir para nada que seamos más egoístas. Más bien todo lo contrario, indica que queremos tener bien estructurado el 'escenario' en el que vamos a recibir a nuestra criatura".

A su consulta llegan muchas personas que confiesan "su temor a tener descendencia, pero yo no lo contemplo como algo negativo. En la mayoría de los casos, son miedos genéricos, tras*mitidos educacionalmente. Y una de las cosas que he observado es que el concepto de ser progenitora o padre es algo que se gesta incluso antes de llegar a la madurez y de forma independiente a tener, además, una mascota".

Es más, Serrano-Rosa apunta que, para un niño, crecer con una mascota resulta "muy enriquecedor porque le ayuda a salir de sí mismo para cuidar a un ser más indefenso en un acto de generosidad que, desde luego, no tiene ni un ápice de egoísmo".

En cualquier caso, y en su opinión, meter en el mismo saco a niños y mascotas resulta una "una comparación anómala ya que cada uno tiene una dinámica y ocupa un lugar en la familia".


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