¿Por qué ahora son vulgares dior, gucci, louis vuitton?

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En muy buena parte, porque todas esas marcas están ahora en manos de conglomerados de lujo que aplican fórmulas repetitivas para generar "experiencias" de lujo en boutiques propias, dirigidas a clientes adinerados que quieren alardear de su riqueza, por lo que la excelencia de producto, la maestría del fabricante y el conocimiento del comprador, cuestiones todas ellas esenciales para crear un verdadero producto de lujo, capaz de superar la prueba del tiempo, pasan a un segundo o tercer plano, o desaparecen por completo.

¿Alguien cree que Cardi B es capaz de discernir el pandero de las témporas?

En sus inicios sería capaz de distinguir una bolsa de otra, y ahora probablemente ya ni eso. Pero como Cardi B y sus equivalentes son los que mueven ahora el segmento de gasto suntuario, los fondos dueños de las marcas de hiper lujo se dedican a contratar diseñadores que llamen la atención a los borricos con pasta, y a los influencers borricos sin tanta pasta, y al final acaba pasando que una marca como Balenciaga, que no era nada hace treinta años, resurge, sin que nadie sepa a qué responde el interés actual por la firma del diseñador, reconocido en su época como un mago del corte (ni siquiera del corte, del pliegue, era capaz con cuatro pespuntes de dar forma a una tela en torno al cuerpo femenino realzando volúmenes y consiguendo una elegancia formal inexplicable.

Pues bien, resulta que en la actualidad, la firma del maestro del corte está en manos de una empresa que comenzó fabricando hachas (esto si lo escribe el guionista de Succession no nos lo creeríamos) y que confecciona adefesios que parecen bolsas de ikea con agujeros para sacar la cabeza y los brazos.

El feismo y el adefesismo son el signo de los tiempos que nos ha tocado vivir.

Por eso es todo vulgar, a la vez que obscenamente caro.
 
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