Por las trincheras de las razones...nunca ha pasado ninguna guerra.

Hay que dejar de escandalizarse por la corrupción sistémica; dejar de intentar razonar con los porteadores del becerro woque como si pudiéramos hacerles entender su gran pecado contra el ser humano, porque además de paralizante es i m p o s i b l e.

Sólo debemos advertir que ellos no son nuestros enemigos. Sus mentes, sus almas, ya pertenecen al que las posee, y éste sí que es el único y verdadero enemigo, enemigo de todos, también de sus peligrosas huestes de abducidos.

Por eso cuanto antes admitamos que esta guerra es una guerra esencial antes sabremos elegir las armas e identificar sin dudarlo el campo de batalla, pues por las trincheras de las razones, de los argumentos, de las explicaciones y de los lamentos nunca ha pasado ninguna guerra.

Toda guerra esencial no sólo es material, es especialmente espiritual aunque haya de librarse en ambos terrenos, por eso los que rezan el rosario incluso en las calles, los que recurren a la fe o fortalecen un egregor son también especialmente buenos guerreros, no tengamos duda con eso.