Los responsables de Unidas Podemos se han cargado en poco más de un lustro el caudal de electores que tenían y, tal y como sucediera en su momento con Izquierda Unida, el partido jovenlandesado va rumbo a la insignificancia demoscópica.
Tanto es así que expertos sociológicos ya definen a la formación comunista como la nueva ‘Izquierda Unida 2.0‘, pero con la diferencia más que elocuente de que el auge y caída de la fuerza presidida por Julio Anguita duró más tiempo.
Y es que el llamado ‘califa de Córdoba‘ cogió las riendas de unas siglas que en 1986 se había quedado con unos escuálidos 7 diputados para pasar a crecer en tres elecciones consecutivas (1989, 1993 y 1996) hasta triplicar el número de escaños y dejarlo en 21.
Fue salir Anguita, por problemas de salud, de la secretaría general de IU antes de los comicios del año 2000 y el partido desplomarse de manera automática hasta llegar a niveles de 1986.
En Unidas Podemos, en cambio, el derrumbe comenzó mucho antes. Tras los éxitos de Pablo Iglesias en los comicios generales del 20 de diciembre de 2015 y del 26 de junio de 2016, con 71 escaños, la fuerza jovenlandesada no fue capaz de retener a los ciudadanos que la habían apoyado.
Tanto fue el declive que en las generales del 28 de abril de 2019 ya se dejó por el camino casi 30 actas parlamentarias hasta quedarse en 42 y en la repetición de esos comicios, el 10 de noviembre de 2019, el resultado fue de 35.
Y lo cierto es que la caída no tiene visos de frenar.
Así lo ve, en un análisis en el diario La Razón este 8 de agosto de 2021, Manuel Mostaza, responsable de Asuntos Públicos de Atrevia:
Tanto es así que de cara a las próximas elecciones generales, en principio previstas para enero de 2024, salvo que Pedro Sánchez opte por anticipar la convocatoria con las urnas, Unidas Podemos, bien con Ione Belarra o bien con Yolanda Diaz como cabeza de cartel, no pasará de los 20-25 escaños.
Y hasta hay encuestas que llegan a vaticinar que los jovenlandesados pueden acabar la próxima noche electoral a nivel nacional por debajo de las dos decenas de parlamentarios en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo.
Tanto es así que expertos sociológicos ya definen a la formación comunista como la nueva ‘Izquierda Unida 2.0‘, pero con la diferencia más que elocuente de que el auge y caída de la fuerza presidida por Julio Anguita duró más tiempo.
Y es que el llamado ‘califa de Córdoba‘ cogió las riendas de unas siglas que en 1986 se había quedado con unos escuálidos 7 diputados para pasar a crecer en tres elecciones consecutivas (1989, 1993 y 1996) hasta triplicar el número de escaños y dejarlo en 21.
Fue salir Anguita, por problemas de salud, de la secretaría general de IU antes de los comicios del año 2000 y el partido desplomarse de manera automática hasta llegar a niveles de 1986.
En Unidas Podemos, en cambio, el derrumbe comenzó mucho antes. Tras los éxitos de Pablo Iglesias en los comicios generales del 20 de diciembre de 2015 y del 26 de junio de 2016, con 71 escaños, la fuerza jovenlandesada no fue capaz de retener a los ciudadanos que la habían apoyado.
Tanto fue el declive que en las generales del 28 de abril de 2019 ya se dejó por el camino casi 30 actas parlamentarias hasta quedarse en 42 y en la repetición de esos comicios, el 10 de noviembre de 2019, el resultado fue de 35.
Y lo cierto es que la caída no tiene visos de frenar.
Así lo ve, en un análisis en el diario La Razón este 8 de agosto de 2021, Manuel Mostaza, responsable de Asuntos Públicos de Atrevia:
Unidas Podemos surge al amparo de una crisis e intentando convencer a la ciudadanía que para salir de la crisis se necesita un cambio de sistema político. Hemos salido y no ha habido cambio, con lo cual las aguas vuelven a su cauce. La deriva natural de Podemos, con o sin Pablo Iglesias, es acabar siendo IU 2.0.
Tanto es así que de cara a las próximas elecciones generales, en principio previstas para enero de 2024, salvo que Pedro Sánchez opte por anticipar la convocatoria con las urnas, Unidas Podemos, bien con Ione Belarra o bien con Yolanda Diaz como cabeza de cartel, no pasará de los 20-25 escaños.
Y hasta hay encuestas que llegan a vaticinar que los jovenlandesados pueden acabar la próxima noche electoral a nivel nacional por debajo de las dos decenas de parlamentarios en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo.