Kadashman-Enlil I
Madmaxista
De domingo a lunes, vaya cambio ha pegado esto. Es el primer día en que a las 23:30 oigo SILENCIO desde mayo. Las calles están casi desiertas, a excepción de un barrio por el que acabo de pasar paseando al perro; 23.30 y cuatro obesas de piso acordándose en todo, haciendo jugar a unos diez o doce críos bajo la ventana de una señora mayor viuda, que me comentó que ella y su hijo, que la visita los fines de semana, han tenido que irse a dormir a las habitaciones más alejadas de la calle, y aún desde allí se oye el escandalazo.
puñeteros calvos barrigones con pulseras flúor, todo el puñetero día dando la turra a voces por la calle; si no es contándoles sus historias de éxito sin aliens a cuatro viejos criagallinas, es dando consejos para la mejor paella a cuanta cuarentona se cruzan, siempre a gritos; quejándose a voces de los gatos, quejándose a voces de los perros, quejándose a voces de las palomas, quejándose a voces del olor a oveja, quejándose a voces del olor a lechón. Sólo tenemos un respiro en el horario de piscina, que empalma con el horario de bar. Luego hay que aguantarlos mamados a la vuelta. A las 00:00, a la 01:00, a las 02:00 y así hasta las seis o siete de la mañana. Al otro día, a las ocho, comienzan los taladros y las radiales, porque mientras el pueblerino se exhibe en la piscina enseñando el peluco de oro encajado en el brazolobo, con su gomina y sus Ray-Ban Aviator, los paletas, a meter ruido. Porque cuando el pueblerino exportado a piso viene de vacaciones al pueblo, todo el pueblo está de vacaciones. Por cierto, las excrecencias salidas del shishi de sus cornudas mujeres también están de vacaciones. Pobres chavales, todo el año en el piso aguantando el cobi como campeones, necesitan venir al pueblo a gritar como marranos, a explotar contadores de la luz, sacar bolsas de sarama de los contenedores y esparcir el contenido por las calles, apedrear ventanas y a gastar recursos de todos haciendo llamar ambulancias por sus puñeteros comas etílicos. Pobres chavales.
No temen a nada. No temen al cobi, no temen a la policía nacional, no temen a los picoletos, mucho menos a sus inexistentes padres y a sus lloriqueantes abuelos.
La única kriptonita de la fruta lacra del verano es el HIMBIERNO NACIONAL.
El puñetero frío, la nieve, el hielo azul. El viento frío, que tengas la edad que tenga, te sigue curtiendo la cara. El frío de hombre que corta leña al raso, con dos huevones.
Es mano de santo, hace desaparecer a la purria escoriosa veraniega de cosa, con su falsa alegría barbacoa y sus cosas de rollos malsanos de matrimonio, hijos y hermanos apuñalándose por los cuartos entre cervez a y cerveza.
Ojalá Lug, el dios guerrero, oculte el puñetero sol y traiga una nevada como la del año pasado, pero pa siempre, macho. A tomar por ojo ciego.
puñeteros calvos barrigones con pulseras flúor, todo el puñetero día dando la turra a voces por la calle; si no es contándoles sus historias de éxito sin aliens a cuatro viejos criagallinas, es dando consejos para la mejor paella a cuanta cuarentona se cruzan, siempre a gritos; quejándose a voces de los gatos, quejándose a voces de los perros, quejándose a voces de las palomas, quejándose a voces del olor a oveja, quejándose a voces del olor a lechón. Sólo tenemos un respiro en el horario de piscina, que empalma con el horario de bar. Luego hay que aguantarlos mamados a la vuelta. A las 00:00, a la 01:00, a las 02:00 y así hasta las seis o siete de la mañana. Al otro día, a las ocho, comienzan los taladros y las radiales, porque mientras el pueblerino se exhibe en la piscina enseñando el peluco de oro encajado en el brazolobo, con su gomina y sus Ray-Ban Aviator, los paletas, a meter ruido. Porque cuando el pueblerino exportado a piso viene de vacaciones al pueblo, todo el pueblo está de vacaciones. Por cierto, las excrecencias salidas del shishi de sus cornudas mujeres también están de vacaciones. Pobres chavales, todo el año en el piso aguantando el cobi como campeones, necesitan venir al pueblo a gritar como marranos, a explotar contadores de la luz, sacar bolsas de sarama de los contenedores y esparcir el contenido por las calles, apedrear ventanas y a gastar recursos de todos haciendo llamar ambulancias por sus puñeteros comas etílicos. Pobres chavales.
No temen a nada. No temen al cobi, no temen a la policía nacional, no temen a los picoletos, mucho menos a sus inexistentes padres y a sus lloriqueantes abuelos.
La única kriptonita de la fruta lacra del verano es el HIMBIERNO NACIONAL.
El puñetero frío, la nieve, el hielo azul. El viento frío, que tengas la edad que tenga, te sigue curtiendo la cara. El frío de hombre que corta leña al raso, con dos huevones.
Es mano de santo, hace desaparecer a la purria escoriosa veraniega de cosa, con su falsa alegría barbacoa y sus cosas de rollos malsanos de matrimonio, hijos y hermanos apuñalándose por los cuartos entre cervez a y cerveza.
Ojalá Lug, el dios guerrero, oculte el puñetero sol y traiga una nevada como la del año pasado, pero pa siempre, macho. A tomar por ojo ciego.