Pío Baroja: “San Sebastián está formado por advenedizos y por rastacueros”

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Pío Baroja: “San Sebastián está formado por advenedizos y por rastacueros”

A pesar de haber nacido en la capital gipuzkoana, el escritor Pío Baroja no destacó por su amor hacia San Sebastián. Prueba de ello, fue la descripción que hizo de San Sebastián y sus gentes que hizo en su libro Juventud, egolatría publicado en 1917.

“He nacido en San Sebastián, el 28 de diciembre de 1872. Soy gipuzkoano y donostiarra: lo primero me gusta; lo segundo, poca cosa.

Hubiera preferido nacer en un pueblo entre montes, o en una pequeña villa costeña, que no en una ciudad de forasteros y de fondistas. El convencional Garat, que era de Baiona, solía decir siempre que era de Ustaritz; yo podía decir que era de Bera del Bidasoa; pero no me engañaría a mí mismo.

No me es simpático San Sebastián por muchas razones. Primeramente, el pueblo no es bonito, pudiendo haberlo sido; tiene unas calles rectas, que son todas iguales, y dos o tres monumentos, que son horribles. La construcción es mísera, raquítica. Habiendo en el país una piedra admirable, no han sabido hacer nada serio y noble; por todos lados se ven unos hotelitos ramplones, pobretones y pretenciosos. Allí donde los donostiarras, en colaboración con los madrileños, ponen la mano, se levanta una cosa antiestética; ya han afeado el Monte Igeldo; ahora están afeando el Castillo; mañana llegarán a afear el mar, el cielo y el aire.

Respecto al espíritu de la ciudad es lamentable. Allí no interesa la ciencia, ni el arte, ni la literatura, ni la historia, ni la política, ni nada, técnicamente interesa el Rey, la Reina Regente, los balandros, las corridas de toros y la forma de los pantalones.

San Sebastián está formado por advenedizos y por rastacueros que han venido de Pamplona, de Zaragoza, de Valladolid, de Chile y de Chuquisaca, y que tienen el ansia de brillar. Se brilla marchando al lado del rey, o tomando café con un torero célebre, o saludando a un aristócrata. Los señoritos de San Sebastián son de lo más ramploncillo que hay en España. Yo siempre los he tenido por infra-gente.

Respecto a las señoras, que algunas el verano parecen unas princesas, tienen en invierno tertulias que son dignas de una portería, en donde juegan al julepe. ¡Al julepe! A Madame Récamier le daría un ataque oyendo este nombre de botica.

Cuando estos rastacueros quieren asombrarle a uno con sus glorias, yo muchas veces pienso: Nos vienen con cosas del primer año del bachillerato. Desgraciadamente uno acabó el doctorado hace tiempo.

Como leer, en San Sebastián no lee nadie. Se leen los ecos de sociedad y se deja el periódico de miedo de secarse el cerebro.

Este pueblo que se cree refinado, y que es un pueblo que empieza, está movido por unos padres ignacianos, que, como la mayoría de los actuales hijos de Loiola, son gente zafia, bestia y sin ningún talento. El jesuita maneja a las mujeres, cosa que no es difícil, teniendo en la mano los hilos de la vida sensual, y dirige a los hombres. A los jovencitos de posición, de familia distinguida, les facilita la buena boda; a los muchachos pobres les permiten todo: las comilonas, la borrachera, todo menos la lectura. Estos pobres dependientes de comercio, tímidos y torpes, se creen emancipados cuando se emborrachan. No comprenden que son como los pieles rojas, a quien envenenaban los yanquis con el alcohol para someterlos.

Hace unos años me enseñaron una sociedad recreativa en una casa del pueblo viejo. En una puerta había un letrero que decía: Biblioteca. La abrieron y me mostraron, riendo, un cuarto lleno de botellas. Si esto lo ve un jesuita quedará entusiasmado, exclamé yo. ¡Sustituir los libros por los vinos y licores! No es poca ventaja para los hijos de San Ignacio.

A pesar de todo el rastacuerismo, de toda la quincalla, de todo el jesuitismo y de todo el mal gusto que tiene, San Sebastián ha de llegar a ser, dentro de unos años, un pueblo importante y serio. Entonces el escritor que nazca allá no querrá ser mejor de un pueblo perdido entre montes que de la capital de Gipuzkoa. Yo sí lo prefiero. Yo no tengo ciudad. Hoy por hoy me considero extraurbano”.

Fuente: http://www.ikusle.com/ocio/10/05/20...bastian-esta-formado-advenedizos-rastacueros/
 
Hace unos años me enseñaron una sociedad recreativa en una casa del pueblo viejo. En una puerta había un letrero que decía: Biblioteca. La abrieron y me mostraron, riendo, un cuarto lleno de botellas. Si esto lo ve un jesuita quedará entusiasmado, exclamé yo. ¡Sustituir los libros por los vinos y licores! No es poca ventaja para los hijos de San Ignacio.

Muy bueno.

Creo recordar que el Gran Inquisidor también era jesuita, así como el Bergoglios.

¿Qué shishi hace esta gente dentro de la Iglesia? ¿no hay bemoles para echarlos?
 
Dudo mucho de que Pío Baroja escribiera "soy gipuzkoano".

---------- Post added 10-may-2017 at 17:02 ----------

Hace unos años me enseñaron una sociedad recreativa en una casa del pueblo viejo. En una puerta había un letrero que decía: Biblioteca. La abrieron y me mostraron, riendo, un cuarto lleno de botellas. Si esto lo ve un jesuita quedará entusiasmado, exclamé yo. ¡Sustituir los libros por los vinos y licores! No es poca ventaja para los hijos de San Ignacio.

Muy bueno.

Creo recordar que el Gran Inquisidor también era jesuita, así como el Bergoglios.

¿Qué shishi hace esta gente dentro de la Iglesia? ¿no hay bemoles para echarlos?

Pues tienes entendido muy mal, porque la Inquisición fue fundada mucho antes que la Compañía de Jesús y siguió funcionando en España después de la expulsión de los jesuitas en 1767. Los inquisidores acostumbraban a ser frailes dominicos, aunque algunos de los más sobresalientes fueron franciscanos como Torquemada y el Cardenal Cisneros. Vulgarmente se atribuye a Santo Domingo de Guzmán la fundación del Santo Oficio, pero esa creencia al parecer es falsa.
 
Está todo el texto censurado con la "nueva grafía". Monte Igueldo, Guipúzcoa... jorobar, hasta Loyola.

Un enlace al texto original, donde se demuestra la censura:

Juventud, egolatría
 
Dudo mucho de que Pío Baroja escribiera "soy gipuzkoano".

---------- Post added 10-may-2017 at 17:02 ----------



Pues tienes entendido muy mal, porque la Inquisición fue fundada mucho antes que la Compañía de Jesús y siguió funcionando en España después de la expulsión de los jesuitas en 1767. Los inquisidores acostumbraban a ser frailes dominicos, aunque algunos de los más sobresalientes fueron franciscanos como Torquemada y el Cardenal Cisneros. Vulgarmente se atribuye a Santo Domingo de Guzmán la fundación del Santo Oficio, pero esa creencia al parecer es falsa.


Hablo del Gran Inquisidor dostoyevskiano, claro, que los reales me sudan el nabo.
 
Vale, Clavisto, pero entonces no mezcles jesuitas de ficción como el de Dostoievsky con jesuitas reales como el Papa y hagas juicios generales. Es un mal hábito.
 
me gusta la descripción que hace Pio Baroja de los malvados jesuitas. Describe bastante bien la filosofía oscurantista que ha guiado a esta orden y ha sumido a España en el atraso cultural.
 
Pues si llega a nacer en Sevilla o por ahí, el bueno de Baroja se nos hubiera muerto de ardor de estomago. ¿Había algún sitio en España donde no pudiera encajar esa descripción?
 
De todos modos yo me tomaría las invectivas de Baroja con algo de saludable escepticismo.

Recordemos que antes de consagrarse a la literatura ejerció de médico rural en Guipúzcoa y acabó peleado con todo el mundo en el pueblo. Claramente no tenía la vocación de servicio abnegado que se le suponía a un médico seguidor del Juramento Hipocrático.

Después en Madrid se hizo cargo junto a su hermano Ricardo de una tahona que heredaron de su tía Juana Nessi, la famosa Panadería de Viena-Capellanes. Digamos que las experiencia fue otro fracaso. Baroja comprobó que una cosa era solidarizarse con la clase obrera en abstracto, sin pertenecer a la misma y abrazando el ideario anarquista, y otra muy distinta tener que tratar con las demandas de los trabajadores cuando tú eres el patrón. Pío Baroja llegó a detestar cordialmente a sus empleados.

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Repostería

Parece que fuera de su propia familia y su entrañable amistad con Azorín, Pío Baroja se llevaba mal con casi todo el mundo, si bien, a decir de su sobrino Julio Caro Baroja, su carácter se fue suavizando con los años.
 
¿Conocéis la historia del encontronazo verbal que tuvo con Rubén Darío?

El poeta nicaragüense, al ser preguntado por un periodista qué opinaba de Baroja respondió

-Es un escritor de mucha miga, Baroja: se nota que ha sido panadero

A lo que Pío Baroja respondió.

-También Darío es escritor de mucha pluma: se nota que es indio.
 
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