carlosjpc
Gran Maestre de la Logia Burbujista
Piden un año de guandoca para un hombre al que su esposa acusa de mirarla «con ojos orates»
La mujer denunció coacciones para evitar la separación, algo que sus hijas y el acusado negaron y achacan a su depresión
02 mar 2023. Actualizado a las 10:46 h.
Fue una vista larga y triste. Por el estrado del juzgado penal de Ferrol desfiló ayer una familia completamente abrumada por una situación que se remonta a la primavera del 2021, cuando la mujer decide separarse de un hombre con el que lleva 28 años de matrimonio, más ocho de novios y con el que tiene dos hijas. Cadenas difíciles de romper y a las que se suma un candado: ella no tiene ingresos desde hace años. Así las cosas, la mujer denunció que cada vez que comunicaba al marido su decisión, él le replicaba que se iba a quedar «debajo de un puente, sin nada».
La fiscala pide un año de guandoca, tres de privación de armas y dos años de alejamiento por un delito de amenazas. La acusación añade otro de coacciones, por el que pide 60 días de trabajos comunitarios.
Detrás de una cortina y llorando continuamente fue relatando episodios que ella sintió como dramáticos: «Me perseguía por toda la casa para hacerme la vida imposible y me miraba con ojos orates», contaba mientras saltaba de una a otra vivencia, muy nerviosa. La mujer se mostró tan desbordada que no pudo concretar fechas, a pesar de que buena parte de los hechos denunciados se concentraron en los últimos días de octubre. «No le conté nada a mis hijas, porque no quería preocuparlas y cuando me amenazaba ellas no estaban en casa», precisó en un relato en el que también aseguró que llamó al 016 «y no me hicieron caso» y recurrió a los servicios de la Casa da Muller de Ferrol, además de a una psicóloga con la que había contactado a raíz de la fin de su progenitora, pocos meses antes. «Primero me ayudó con el duelo; después fue ella la que me dijo que tenía que separarme, porque lo de mi marido era maltrato», precisó.
La carta de separación
Detrás de la cortina y a menos de un metro, escuchaba el acusado un relato que no solo negó, sino que atribuye al deterioro mental de su todavía esposa. «Me llegó la carta pidiendo la separación por sorpresa y unos días más tarde volvimos a salir todos juntos para celebrar su cumpleaños», aseguró el hombre, que negó categóricamente que le amenazase con dejarla en la calle o la coaccionase con suicidarse. Al contrario, buscaba cómo ayudarla: «No pudo despedirse de su progenitora cuando murió y eso la sumió en una depresión total, así que no queríamos dejarla sola».
Pocos días después de la misiva con la petición de separación que dinamitó la monotonía familiar, el padre y las dos hijas organizaron una reunión que cogió a la progenitora por sorpresa y que interpretó como una coacción más: «Yo entré en una sala y me los encontré allí para pedirme explicaciones», afirmó la mujer que sigue viviendo con una de sus hijas, pero sobre la que asegura que la espía para «contarle todo al padre». La joven subió al estrado poco después y confesó que está realmente preocupada por su progenitora, porque no se deja ayudar: «Nunca vi que mi padre la maltratase», zanjó después de que el juez le recordase que no tenía la obligación de declarar contra él, pero debía contar la verdad.
Su otra hermana se independizó hace años y juró que si hubiese visto malos tratos hacia su progenitora «no los hubiese dejado pasar, nunca». Es en su casa donde vive su padre ahora, que sigue aportando el dinero de los gastos de la vivienda familiar. «Desde que cayó en la depresión tanto gritaba, como estaba nerviosa, cambió en todos los sentidos —dijo—. Pero queremos ayudarla». Instantes después del fin del juicio, en el pasillo de los juzgados se escucharon durante bastantes minutos los gritos, desgarrados, de la mujer cuando su abogada le informaba de que sus hijas habían negado cualquier maltrato hacia ella. «¡Hasta mis propias hijas, no puede ser!», clamó.
La mujer denunció coacciones para evitar la separación, algo que sus hijas y el acusado negaron y achacan a su depresión
02 mar 2023. Actualizado a las 10:46 h.
Fue una vista larga y triste. Por el estrado del juzgado penal de Ferrol desfiló ayer una familia completamente abrumada por una situación que se remonta a la primavera del 2021, cuando la mujer decide separarse de un hombre con el que lleva 28 años de matrimonio, más ocho de novios y con el que tiene dos hijas. Cadenas difíciles de romper y a las que se suma un candado: ella no tiene ingresos desde hace años. Así las cosas, la mujer denunció que cada vez que comunicaba al marido su decisión, él le replicaba que se iba a quedar «debajo de un puente, sin nada».
La fiscala pide un año de guandoca, tres de privación de armas y dos años de alejamiento por un delito de amenazas. La acusación añade otro de coacciones, por el que pide 60 días de trabajos comunitarios.
Detrás de una cortina y llorando continuamente fue relatando episodios que ella sintió como dramáticos: «Me perseguía por toda la casa para hacerme la vida imposible y me miraba con ojos orates», contaba mientras saltaba de una a otra vivencia, muy nerviosa. La mujer se mostró tan desbordada que no pudo concretar fechas, a pesar de que buena parte de los hechos denunciados se concentraron en los últimos días de octubre. «No le conté nada a mis hijas, porque no quería preocuparlas y cuando me amenazaba ellas no estaban en casa», precisó en un relato en el que también aseguró que llamó al 016 «y no me hicieron caso» y recurrió a los servicios de la Casa da Muller de Ferrol, además de a una psicóloga con la que había contactado a raíz de la fin de su progenitora, pocos meses antes. «Primero me ayudó con el duelo; después fue ella la que me dijo que tenía que separarme, porque lo de mi marido era maltrato», precisó.
La carta de separación
Detrás de la cortina y a menos de un metro, escuchaba el acusado un relato que no solo negó, sino que atribuye al deterioro mental de su todavía esposa. «Me llegó la carta pidiendo la separación por sorpresa y unos días más tarde volvimos a salir todos juntos para celebrar su cumpleaños», aseguró el hombre, que negó categóricamente que le amenazase con dejarla en la calle o la coaccionase con suicidarse. Al contrario, buscaba cómo ayudarla: «No pudo despedirse de su progenitora cuando murió y eso la sumió en una depresión total, así que no queríamos dejarla sola».
Pocos días después de la misiva con la petición de separación que dinamitó la monotonía familiar, el padre y las dos hijas organizaron una reunión que cogió a la progenitora por sorpresa y que interpretó como una coacción más: «Yo entré en una sala y me los encontré allí para pedirme explicaciones», afirmó la mujer que sigue viviendo con una de sus hijas, pero sobre la que asegura que la espía para «contarle todo al padre». La joven subió al estrado poco después y confesó que está realmente preocupada por su progenitora, porque no se deja ayudar: «Nunca vi que mi padre la maltratase», zanjó después de que el juez le recordase que no tenía la obligación de declarar contra él, pero debía contar la verdad.
Su otra hermana se independizó hace años y juró que si hubiese visto malos tratos hacia su progenitora «no los hubiese dejado pasar, nunca». Es en su casa donde vive su padre ahora, que sigue aportando el dinero de los gastos de la vivienda familiar. «Desde que cayó en la depresión tanto gritaba, como estaba nerviosa, cambió en todos los sentidos —dijo—. Pero queremos ayudarla». Instantes después del fin del juicio, en el pasillo de los juzgados se escucharon durante bastantes minutos los gritos, desgarrados, de la mujer cuando su abogada le informaba de que sus hijas habían negado cualquier maltrato hacia ella. «¡Hasta mis propias hijas, no puede ser!», clamó.
https://www.lavozdegalicia.es/notic...sa-mirarla-ojos-orates/0003_202303F2C2992.htm