Perfil de Larry Fink

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Larry Fink, el hombre en la sombra del globalismo

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Larry Fink, presidente y consejero delegado de BlackRock

JAVIER VILLAMOR

Laurence D. Fink es el fundador, presidente y consejero delegado de la mayor gestora de fondos del mundo nació en el seno de una familia judía de California. Existen pocas personas a las que los dueños de todo lo que conocemos escuchen y él es una de ellas.

Es licenciado en Ciencias Políticas por la UCLA, universidad en la que también estudió un MBA para la gestión de bienes raíces. Nada más obtener el título en 1976, comenzó a trabajar en el mundo de la inversión en un banco de Nueva York, First Boston. Sus habilidades financieras, semejantes a las de Soros una década antes, le llevaron a conseguir los primeros mil millones de dólares para la firma en que trabajaba. Todo fueron éxitos hasta 1986, cuando un error de cálculo supuso unas pérdidas de 100 millones de dólares. Este es el único traspié que se le conoce, pero no acabó con su confianza. Más bien todo lo contrario.

En 1988, y ya bajo el paraguas de la firma The Blackstone Group, confunda el fondo que dirige desde entonces y que es conocido como BlackRock. Se separa de la matriz en 1994 y sale a la bolsa en 1999. Desde ese momento no ha parado de crecer —y de qué manera—. Hoy es el presidente y consejero delegado del mayor gestor de inversiones del mundo. Administra cerca del 10% de todos los activos existentes cuyo valor oscila, según quien sea la fuente, entre seis y ochos billones de dólares. Y no, no es un error de tras*cripción; no son miles de millones a la americana, sino billones españoles. Esto supone que maneja más dinero que un tercio de los países del mundo de manera independiente.

La expansión de BlackRock por todo el mundo se dio entre los años 90 del pasado siglo y la primera década de este milenio. La fortaleza económica que le otorga este estatus implica que cuando Fink habla muchos escuchan —y otros tiemblan—. La configuración actual de sistema económico mundial y la interconexión entre mercados es un problema de cara a la soberanía de los Estados, pero facilita seguir el rastro y entender por dónde va a ir el mundo (o al menos en la parte que nos toca vivir). ¿Cómo es esto posible? Tan sólo hace falta echar un ojo a sus movimientos financieros. Además, es miembro del consejo de administración del Foro Económico Mundial y miembro del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR por sus siglas en inglés) que es la plataforma privada que mueve los hilos de la política exterior estadounidense y que, de alguna manera, da forma al mundo que conocemos desde hace más de 100 años.

Fink no es alguien al que le gusten los focos. No es un tipo mediático y las entrevistas que da se cuentan con los dedos de la mano, pero emite comunicados bastante a menudo. Estos comunicados son las líneas a seguir para muchos inversores e indican el camino que tomará gran parte de los países por presiones, directas o indirectas, de las grandes empresas. ¿Que está a favor de la reforma de las pensiones? Más pronto que tarde se llevarán a cabo. ¿Que no va a invertir un solo euro en empresas que no promuevan la igualdad de género? Muchas de ellas cambiarán sus políticas internas para adaptarse.

Estas pautas se encuentran en su ya conocida carta anual para los consejeros delegados de las empresas en las que BlackRock invierte de manera significativa. En el mensaje del año pasado comentó lo siguiente: «Todas las empresas y todas las industrias se tras*formarán con la tras*ición a un mundo de cero emisiones netas. La pregunta es, ¿liderarás o serás guiado?«. Si alguien pensaba que esto del cambio climático iba a ser algo tras*itorio, ya puede descartar la idea.

Según Forbes, su salario anual es de 40 millones de dólares y su patrimonio de más de 1.000 millones, aunque otras fuentes duplican esta cifra. Pocas herramientas tienen ya los Estados que no sean potencias para hacer frente al poder económico de semejante gigante financiero que es BlackRock con Larry Fink a la cabeza. Si un ejemplo del libre mercado es BlackRock, entonces hemos pasado de Estados que controlan la economía a empresas que controlan Estados. Adiós a la soberanía nacional.

 
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