Para 'burbuja', la del fútbol
No hay retórica capaz de expresar el doloroso patetismo que flagelará a los argentinos -y a quienes les escuchen- si, por fin, la Liga de Fútbol, el Torneo de Apertura, se suspende a causa de las quiebras financieras de los clubes. Los 20 de primera deben nada menos que 127 millones de euros -a la Federación Argentina, a la Hacienda pública y a los jugadores- y carecen de recursos, competencia profesional y estructura económica para resolver la situación. En un alarde de originalidad, invocan, entre airados y esperanzados, que sus derechos de televisión aumenten a 96 millones de euros desde los 48 previstos. Pero es un ejercicio fútil. Décadas de imprevisión, negligencia gestora, deterioro patrimonial y ventas masivas de jugadores no se resuelven con un gol en el descuento. Más bien tocaría aplicar remedios drásticos: despedir a los directivos y altos cargos que han propiciado la crisis durante décadas de desidia y corrupción y sujetar los equipos a una legislación draconiana.
Vean el caso de Julio Grondona, que va a cumplir 30 años como presidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA). Ya era tesorero de la institución con la dictadura de Videla y, a poco que se descuiden allá por Buenos Aires, mangoneará durante otros 30 años. Grondona ha intentado el camuflaje. Como si el asunto no fuera con él, pontifica que la situación es insostenible y que hace todo lo posible por remediarla. Pero la cuestión palpitante es su responsabilidad en la catástrofe. ¿O acaso no era su obligación imponer disciplina económica a los clubes e impedir el endeudamiento asfixiante?
La burbuja que ha estallado en Argentina también puede pinchar en España. Aquí, los clubes deben casi 3.500 millones de euros y no se sabe en virtud de qué milagro operado en el flujo de caja podrán aumentar los ingresos para enjugar las deudas. Cualquier mercachifle con ínfulas mesiánicas puede aumentar sin límite la deuda de un club. No hay ley que se lo impida ni autoridad que se lo reproche; y el presidente de la Federación Española de Fútbol, menos que nadie. Si alguien lo intentara, en nombre de la cordura, seguro que se le arrojaría a la cara ese latiguillo infame de que "está jugando con la ilusión de los españoles". Y luego hablan del doping del ciclismo.
Para 'burbuja', la del fútbol · ELPAÍS.com
No hay retórica capaz de expresar el doloroso patetismo que flagelará a los argentinos -y a quienes les escuchen- si, por fin, la Liga de Fútbol, el Torneo de Apertura, se suspende a causa de las quiebras financieras de los clubes. Los 20 de primera deben nada menos que 127 millones de euros -a la Federación Argentina, a la Hacienda pública y a los jugadores- y carecen de recursos, competencia profesional y estructura económica para resolver la situación. En un alarde de originalidad, invocan, entre airados y esperanzados, que sus derechos de televisión aumenten a 96 millones de euros desde los 48 previstos. Pero es un ejercicio fútil. Décadas de imprevisión, negligencia gestora, deterioro patrimonial y ventas masivas de jugadores no se resuelven con un gol en el descuento. Más bien tocaría aplicar remedios drásticos: despedir a los directivos y altos cargos que han propiciado la crisis durante décadas de desidia y corrupción y sujetar los equipos a una legislación draconiana.
Vean el caso de Julio Grondona, que va a cumplir 30 años como presidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA). Ya era tesorero de la institución con la dictadura de Videla y, a poco que se descuiden allá por Buenos Aires, mangoneará durante otros 30 años. Grondona ha intentado el camuflaje. Como si el asunto no fuera con él, pontifica que la situación es insostenible y que hace todo lo posible por remediarla. Pero la cuestión palpitante es su responsabilidad en la catástrofe. ¿O acaso no era su obligación imponer disciplina económica a los clubes e impedir el endeudamiento asfixiante?
La burbuja que ha estallado en Argentina también puede pinchar en España. Aquí, los clubes deben casi 3.500 millones de euros y no se sabe en virtud de qué milagro operado en el flujo de caja podrán aumentar los ingresos para enjugar las deudas. Cualquier mercachifle con ínfulas mesiánicas puede aumentar sin límite la deuda de un club. No hay ley que se lo impida ni autoridad que se lo reproche; y el presidente de la Federación Española de Fútbol, menos que nadie. Si alguien lo intentara, en nombre de la cordura, seguro que se le arrojaría a la cara ese latiguillo infame de que "está jugando con la ilusión de los españoles". Y luego hablan del doping del ciclismo.
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