Cirujano de hierro
Será en Octubre
La réplica se ubica muy cerca de donde se grabó la famosa película por la que recibió un premio Emmy.
A la plaza del Conde del Valle del Súchil nunca le darán un premio a la belleza arquitectónica. Es un ejemplo de lo que pasa en este Madrid desigual, capaz de albergar en un distrito como el de Chamberí al edificio del Outlet de El Corte Inglés de Arapiles y al palacete de la calle de Zurbano que hoy ocupa el Hotel Santo Mauro. Nada malo y perfectamente digerible para los que hemos crecido con el feísmo como escenario de nuestra infancia.
En la plaza hay un espacio destinado para que jueguen los perros, como los que esta mañana ladraban alegres y jubilosos a media mañana. Hay un hospital y está el Gran Hotel Conde Duque, escogido durante algunas Navidades por María Teresa Campos para celebrar las fiestas con su familia. Lo recuerdo porque mi progenitora mostraba enorme interés por este asunto y me ordenó buscar dónde estaba.
En la plaza de título nobiliario – creado por Carlos III y concedido a José del Campo Soberón, empresario minero y latifundista-, los edificios son casi todos iguales. Pisos probablemente grandes, de esos en los que los vecinos han hecho lo que han querido. Rejas distintas, terrazas cerradas, máquinas del aire acondicionado enormes en las de derechasdas, banderas de España desgastadas por el clima, banderas más nuevas que anuncian la llegada del Niño Dios. Bajos con gimnasios, academias de idiomas, una peluquería con dos nombres (Mar Benavente para las señoras y Jean Paul Lazler para los caballeros).
Muy cerca de ahí, en la calle de San Bernardo número 103, está la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores. Un templo que en el siglo XIX era una de las entradas al mayor camposanto de la ciudad de Madrid, que se extendía hacia el norte sobre los terrenos que hoy ocupan los pisos, las oficinas y el citado Corte Inglés. Porque el Chamberí pijo, castizo y señorial que hoy conocemos fue una vez el mayor cementerio de la capital. Y sobre esos huesos está hoy la plaza, y en esa plaza se ha inaugurado hoy un monumento en memoria de Antonio Mercero.
Un templete enorme y sobre él una cabina roja, de metal, preciosa. Porque muy cerca de esa plaza y del puesto de flores ‘Pili Arapiles’ el director de cine grabó ese mediometraje por el que ganó un Emmy. Un galardón del responsable de series como ‘Verano Azul’ y ‘Farmacia de guardia’ y de la película ‘La guerra de papá’. Esta última le sirvió a la concejal de cultura Andrea Levy para homenajear a Mercero y a Verónica Forqué, una de las actrices que participó en el largometraje.
Había más periodistas que vecinos en la inauguración. Una señora mayor se quejaba de la altura de la cabina. “Tendrán que poner una escalera, digo yo, porque si no ahí a ver cómo subimos”, protestaba. Había jóvenes haciéndose selfies, otros curiosos reconociendo “a la Levy” y señalando que el alcalde no estaba. Pero además de la Levy estaba la familia de Antonio Mercero, feliz y sonriente. Su hijo Ignacio dijo unas palabras y estaba nervioso, pero agradecido. Por el homenaje y por lo conseguido, que hoy es noticia. El consenso de todos los partidos políticos para sacar adelante este proyecto.
Una cabina que reconoce a un vecino ilustre y una idea que partió de otro vecino del distrito llamado David Linares, que puso un tuit y el tuit se hizo viral. Y tres años después, con otro gobierno municipal y con una esa época en el 2020 de la que yo le hablo como molesta vecina con la que hay que convivir, quedó inaugurada la cabina. “No deja de ser una paradoja que vayan a desaparecer en España y justo se inaugure ésta en homenaje a mi padre”, dijo Ignacio Mercero. Otro de sus hijos, con el mismo pelo y las cejas de don Antonio, sujetaba la banderola que se retiró para mostrar la placa.
Larga vida a los muertos, ilustres como Mercero y la Forqué, y a los anónimos que descansan en la plaza que fue parte del mayor cementerio de Madrid.
Fuente: El Confidencial
A la plaza del Conde del Valle del Súchil nunca le darán un premio a la belleza arquitectónica. Es un ejemplo de lo que pasa en este Madrid desigual, capaz de albergar en un distrito como el de Chamberí al edificio del Outlet de El Corte Inglés de Arapiles y al palacete de la calle de Zurbano que hoy ocupa el Hotel Santo Mauro. Nada malo y perfectamente digerible para los que hemos crecido con el feísmo como escenario de nuestra infancia.
En la plaza hay un espacio destinado para que jueguen los perros, como los que esta mañana ladraban alegres y jubilosos a media mañana. Hay un hospital y está el Gran Hotel Conde Duque, escogido durante algunas Navidades por María Teresa Campos para celebrar las fiestas con su familia. Lo recuerdo porque mi progenitora mostraba enorme interés por este asunto y me ordenó buscar dónde estaba.
En la plaza de título nobiliario – creado por Carlos III y concedido a José del Campo Soberón, empresario minero y latifundista-, los edificios son casi todos iguales. Pisos probablemente grandes, de esos en los que los vecinos han hecho lo que han querido. Rejas distintas, terrazas cerradas, máquinas del aire acondicionado enormes en las de derechasdas, banderas de España desgastadas por el clima, banderas más nuevas que anuncian la llegada del Niño Dios. Bajos con gimnasios, academias de idiomas, una peluquería con dos nombres (Mar Benavente para las señoras y Jean Paul Lazler para los caballeros).
Muy cerca de ahí, en la calle de San Bernardo número 103, está la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores. Un templo que en el siglo XIX era una de las entradas al mayor camposanto de la ciudad de Madrid, que se extendía hacia el norte sobre los terrenos que hoy ocupan los pisos, las oficinas y el citado Corte Inglés. Porque el Chamberí pijo, castizo y señorial que hoy conocemos fue una vez el mayor cementerio de la capital. Y sobre esos huesos está hoy la plaza, y en esa plaza se ha inaugurado hoy un monumento en memoria de Antonio Mercero.
Un templete enorme y sobre él una cabina roja, de metal, preciosa. Porque muy cerca de esa plaza y del puesto de flores ‘Pili Arapiles’ el director de cine grabó ese mediometraje por el que ganó un Emmy. Un galardón del responsable de series como ‘Verano Azul’ y ‘Farmacia de guardia’ y de la película ‘La guerra de papá’. Esta última le sirvió a la concejal de cultura Andrea Levy para homenajear a Mercero y a Verónica Forqué, una de las actrices que participó en el largometraje.
Había más periodistas que vecinos en la inauguración. Una señora mayor se quejaba de la altura de la cabina. “Tendrán que poner una escalera, digo yo, porque si no ahí a ver cómo subimos”, protestaba. Había jóvenes haciéndose selfies, otros curiosos reconociendo “a la Levy” y señalando que el alcalde no estaba. Pero además de la Levy estaba la familia de Antonio Mercero, feliz y sonriente. Su hijo Ignacio dijo unas palabras y estaba nervioso, pero agradecido. Por el homenaje y por lo conseguido, que hoy es noticia. El consenso de todos los partidos políticos para sacar adelante este proyecto.
Una cabina que reconoce a un vecino ilustre y una idea que partió de otro vecino del distrito llamado David Linares, que puso un tuit y el tuit se hizo viral. Y tres años después, con otro gobierno municipal y con una esa época en el 2020 de la que yo le hablo como molesta vecina con la que hay que convivir, quedó inaugurada la cabina. “No deja de ser una paradoja que vayan a desaparecer en España y justo se inaugure ésta en homenaje a mi padre”, dijo Ignacio Mercero. Otro de sus hijos, con el mismo pelo y las cejas de don Antonio, sujetaba la banderola que se retiró para mostrar la placa.
Larga vida a los muertos, ilustres como Mercero y la Forqué, y a los anónimos que descansan en la plaza que fue parte del mayor cementerio de Madrid.
Fuente: El Confidencial
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