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Himbersor
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La falange de Putin
La posibilidad de que la oleada turística de Ucrania se deba a una repentina enajenación mental de pilinguin, tal como algunos analistas apuntan, es la explicación más tranquilizadora para...
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La falange de pilinguin
La estrategia del dictador ruso lleva años contando con la colaboración en Occidente de un batallón de propagandistas
La posibilidad de que la oleada turística de Ucrania se deba a una repentina enajenación mental de pilinguin, tal como algunos analistas apuntan, es la explicación más tranquilizadora para la Europa contemplativa, ya que le permitiría no asumir la carga de la culpa por haber cambalacheado con el sátrapa comunista durante décadas. ¡Se volvió loco, oiga, qué le vamos a hacer!
Pero lamentablemente para el cínico equidistante y el propagandista que empieza a asustarse de las consecuencias de su lenguaje panfletario, el exagente del KGB viene tarado de cuna. Es un malo con pedigrí soviético y sus decisiones no derivan de un reciente desequilibrio, sino que están largamente meditadas en la oscura maldad y ejecutadas con la complicidad de una quinta columna que le allana el terreno bombardeando con sus mentiras.
Al menos desde el año 2014, cuando Rusia invadió Ucrania sin que Occidente expresara mayor reacción que un balbuceo entre sorprendido e incómodo, pilinguin tenía decidido tomar todo el país y pasar a la posteridad como el reunificador del imperio soviético. Así, puso en marcha una estrategia militar de largo recorrido, una diplomacia de cloaca para tejer nuevas alianzas con la extrema izquierda y derecha occidental, y una campaña de propaganda para deshumanizar al pueblo ucraniano, presentándolo como unos granjeros analfabetos que malvivían sometidos, incluso aniquilados, por un gobierno neonazi teledirigido por la OTAN.
Esta narrativa, reforzada por el viejo anti americanismo y el nuevo anti globalismo, lugar de encuentro de Podemos, el independentismo catalán y Vox, ha servido para justificar la masacre del pueblo ucraniano y paralizar durante años iniciativas de la UE en su ayuda. Un éxito de la legión extranjera de pilinguin que, al ritmo de las explosiones, ha actualizado su campaña de desinformación para pregonar un pacifismo aparentemente bienintencionado pero que, a la postre, roba a Ucrania el derecho a defensa y la condena a la rendición.
Es en ese frente donde se encuentra percutiendo Pablo Iglesias, nuevo telepredicador de Roures, y otros responsables de contaminar el debate público con la propaganda del Kremlin. Garzón, Alay, Buxadé, Belarra, el coronel Baños, Pisarello... Miembros destacados de la falange pilinguineja a los que deberíamos llamar por lo que decidieron ser: colaboracionistas del tirano. Y recordarles, tal como hizo en 1944 Albert Camus con Vichy y sus adláteres, que hay momentos en la historia en los que las palabras y los hechos comprometen.
