Pablete, ¿tienes miedo? Iglesia camina acompañado siempre de 6 escoltas

Vlad_Empalador

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En el bunker
El reservado de Pablo Iglesias (y su 'rentreé' laboral: tertulias, universidad 'online' y el 'plan Roures')
Al ex líder de Podemos se le ha visto comiendo varias veces en el discreto apartado de un restaurante peruano de Madrid. Con el magnate catalán, por ejemplo. Desde mañana ya no podrá cobrar los 5.316 euros al mes de pensión pública. Con su fichaje en dos radios, podría duplicarla
El secreto del restaurante El Caral

El secreto del restaurante El CaralM. MUCHA / CRÓNICA

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  • MARTÍN MUCHA
Actualizado Domingo, 5 septiembre 2021 - 22:45
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El reservado tiene la mesa montada, lista para recibir comensales. Hay una luz apropiada para que cada rostro tenga las sombras duras, se marquen pómulos, narices, bocas... Es un lugar de ceviches y causas. De lomos saltados y tiraditos. Macerados con cervezas y pisco sours. Llega Pablo Iglesias. Seis escoltas han revisado el lugar antes. Mirando de reojo a los clientes ya sentados.
Es miércoles, 25 de agosto. Iglesias sigue aún con su silencio tuitero. Su último mensaje propio data de las 12.51 horas del 5 de mayo, y termina con el lugar común: «Sí se puede». La noche anterior su partido se había llevado un batacazo en Madrid y él había dimitido en voz alta: «Dejo todos mis cargos. Dejo la política, entendida como política de partido, como política institucional». Casi cuatro meses después, tras asumir el fracaso de su apuesta, Iglesias ya no es vicepresidente, ni diputado nacional ni ha llegado a recoger el acta de diputado regional. Su partido lo dirige ahora su sucesora, Ione Belarra, con la progenitora de sus hijos, Irene Montero, como número dos.
Los habituales del restaurante lo han visto desde hace un par de semanas, comiendo a diario en el lugar, incluso. El mismo despliegue, la misma sutileza. Han reconocido al mismísimo Jaume Roures, el hombre que posee los derechos del fútbol en España. Iglesias y Roures tienen muchas cosas en común. Entre ellas, que ambos se reconocen comunistas. También comparten querencia por la comida peruana. El reservado favorito de Iglesias está en el restaurante El Caral, en el distrito madrileño de Retiro, en el barrio de Pacífico. A 3,1 kilómetros a pie del piso de Vallecas donde vivía. Ubicado en la calle Ramón Pérez de Ayala, cerca del magnífico mirador del Cerro del Tío Pío, es propiedad de su progenitora, resultado de la herencia de una tía abuela suya.

De allí -cuando Iglesias aún proclamaba que «hay que acabar con el secretismo a la hora de hacer política, con las reuniones en reservados de restaurantes donde se toman decisiones al margen de los ciudadanos»- se mudó a Galapagar. Una de las organizadoras de las caceroladas frente a su casa asegura que apenas hay Guardia Civil (había cotidianamente una veintena de agentes) protegiendo su residencia, la que compró por 640.000 euros. Lo resume así: «Un coche de la Benemérita» y un grupo de policías nacionales que rondan el chalet.
Roures, por su parte, según nos contó en un encuentro con Crónica, se aficionó a la comida peruana en casa de Hugo Blanco, un trotskista cusqueño -para unos «guerrillero y terrorista», para otros un símbolo de la lucha del proletariado- a quien el hombre que maneja Mediapro conoció en Suecia. No son raras sus visitas a Madrid y menos para disfrutar de los mejores manjares. Y con Pablo Iglesias como invitado estelar. Como en 2015, cuando celebró su 65º cumpleaños en el palacete de los Duques de Pastrana, con catering de El Celler de Can Roca y con el entonces fulgurante fundador de Podemos en la cita.
Dos días después de que fuera visto en el reservado de El Caral, Iglesias volvió a tuitear ante sus 2,6 millones de seguidores. Sin texto. Solo un vídeo de sí mismo con Jordi Basté, uno de los periodistas estrella de Cataluña, presentador de El món a Rac1. Basté estaba en el teatro El Jardí de Figueres (Girona); Iglesias contestaba por vía telefónica. «Muy contento. Muy relajado», dijo el ex vicepresidente. También negó haberse mudado a la Ciudad Condal, uno de los tantos rumores que han corrido. Crónica puede confirmar, de fuentes cercanas a su entorno, que Iglesias «no vive de momento en Barcelona». Al menos por ahora.
En su cita anual de presentación de su nueva temporada radiofónica, Basté hizo dos anuncios: la contratación del ex vicepresidente como tertuliano de la emisora, y la no separación, según dijo, de Iglesias y Montero, como se había publicado. Rac1 es parte del Grupo Godó, a quien Iglesias ha mimado cotidianamente. Tanto, que cuando se presentó a las elecciones madrileñas, la exclusiva se la dio al periódico del grupo catalán, La Vanguardia. Lo mismo ocurrió con la primera foto tras su corte de coleta.
«Si te vas, te vas. Ahora volveré a la universidad. Desde el día 15 de septiembre, a la Universidad Oberta de Cataluña (UOC)», soltó Iglesias sobre su otro destino, el académico. La UOC, rival de la UNED, es quien le ha ofrecido un hueco su regreso como profesor asociado. Anteriormente Iglesias -quien nunca alcanzó la categoría de catedrático- había rechazado ofertas de universidades madrileñas porque le exigían comenzar inmediatamente, según su testimonio. Su plan era volver en septiembre, después de su descanso estival.
Su retorno lo tenía planeado con sofisticación. Cada mensaje. Cada frase. Cada tuit. En sus reuniones en el reservado de El Caral, las fuentes consultadas también vieron a Aimar Bretos, quien acaba de asumir el mando de Hora 25, el líder nocturno de la radio española. El lunes 30 de agosto, Bretos, uno de los periodistas por los que apuesta Prisa, avanzó el fichaje de Iglesias. Ha logrado juntarle con Carmen alopécico y José Manuel García Margallo. Con una ex vicepresidenta del PSOE y un ex ministro de Exteriores del PP. Su debut como contertulio en la Cadena Ser está previsto para el debate de entre las 22 y 23.30 horas del lunes, 6 de septiembre. Será un momento importante para los emolumentos de Iglesias.
El discreto reservado del restaurante peruano (foto que abre el reportaje). Allí Pablo Iglesias disfruta de ceviches, arroces chaufa y piscos. Y se reúne con sus colaboradores con vistas a la cocina.

El discreto reservado del restaurante peruano (foto que abre el reportaje). Allí Pablo Iglesias disfruta de ceviches, arroces chaufa y piscos. Y se reúne con sus colaboradores con vistas a la cocina.
Ese día, a partir de que comience a trabajar, por ley se acaba su pensión de 5.316,42 euros mensuales que le corresponde como ex vicepresidente de Sánchez. La podía disfrutar como máximo un año, dos meses y 18 días, es decir, el mismo tiempo que ejerció como vicepresidente. Sin embargo, al empezar en un nuevo trabajo, el cobro de la pensión pasa a ser incompatible. Aunque siempre ha sido crítico con los medios tradicionales, le pagarán, tanto la radio emblema de Prisa, como la más escuchada de Cataluña. Considerando las tarifas que ambas abonan a sus colaboradores estrella, sus ingresos podrían -al menos- duplicar esos 5.316,12 euros mensuales.
También hay que sumar sus ingresos como investigador. Mas estas no son las únicas apuestas de Iglesias. Se ha sabido del inicio de sus colaboraciones con Ctxt, publicación digital de Miguel jovenlandesa, ex corresponsal de El País en Roma, Lisboa y París. Se anunció el mismo 25 de agosto en que se supo lo de Rac1.
En su estrategia, no falta la televisión, con la que tiene sentimientos encontrados. Iglesias adquirió fama en el programa La Tuerka y en sus debates en los canales generalistas. Ahora su otro empleador podría ser el Roures con el que hace unos días comió en el reservado peruano. El periodista Luca Costantini, de Vozpópuli, ha desvelado sus planes de tras*formarle en el «nuevo Jordi Évole» y que «el dueño de Mediapro ha ofrecido a Iglesias liderar un programa de alto contenido social y con emisiones periódicas». Aún no hay nada confirmado, pero las conversaciones continúan. En ese caso, los ingresos del ex líder de Podemos subirían exponencialmente. ¿Estará lejos de los cuatro millones anuales de Pablo Motos, de los 6,7 millones de facturación de la productora de Évole o más cerca de los 30.000 por programa de Bertín Osborne? ¿Demasiado? Es el asalto al cielo de la tele.
"POR DISCRECIÓN..."
Iglesias finaliza su comida en El Caral. Sale sigiloso, con sus escoltas atentos a cada comensal. Tras su partida, le preguntamos a María Chávez, propietaria del restaurante de comida callejera peruana. «Por discreción nunca hablamos de nuestros clientes», responde sin dar detalles. Ha escogido bien su lugar para comer el otrora líder de Podemos ya que, según la revista Metropóli de EL MUNDO, «apenas tiene un año de vida y El Caral es ya uno de los peruanos de referencia en la capital». Su chef, César Quispe, ex de Viridiana, se ha encargado de preparar los ceviches, que son la especialidad de la casa. Un vecino recuerda que «ya venía antes aquí [El Caral ocupa el mismo local de La Cevicuchería, punta de lanza de la gastronomía del país andino en la capital, que cayó con la esa época en el 2020 de la que yo le hablo]. También Íñigo Errejón». Otros tiempos. Así acaba la visita al reservado que guarda los secretos recientes de Pablo Iglesias, quien reaparece a lo grande. Su tarea, dice él, va a ser «el periodismo crítico».
 
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El reservado tiene la mesa montada, lista para recibir comensales. Hay una luz apropiada para que cada rostro tenga las sombras duras, se marquen pómulos, narices, bocas... Es un lugar de ceviches y causas. De lomos saltados y tiraditos. Macerados con cervezas y pisco sours. Llega Pablo Iglesias. Seis escoltas han revisado el lugar antes. Mirando de reojo a los clientes ya sentados.
Es miércoles, 25 de agosto. Iglesias sigue aún con su silencio tuitero. Su último mensaje propio data de las 12.51 horas del 5 de mayo, y termina con el lugar común: «Sí se puede». La noche anterior su partido se había llevado un batacazo en Madrid y él había dimitido en voz alta: «Dejo todos mis cargos. Dejo la política, entendida como política de partido, como política institucional». Casi cuatro meses después, tras asumir el fracaso de su apuesta, Iglesias ya no es vicepresidente, ni diputado nacional ni ha llegado a recoger el acta de diputado regional. Su partido lo dirige ahora su sucesora, Ione Belarra, con la progenitora de sus hijos, Irene Montero, como número dos.
Los habituales del restaurante lo han visto desde hace un par de semanas, comiendo a diario en el lugar, incluso. El mismo despliegue, la misma sutileza. Han reconocido al mismísimo Jaume Roures, el hombre que posee los derechos del fútbol en España. Iglesias y Roures tienen muchas cosas en común. Entre ellas, que ambos se reconocen comunistas. También comparten querencia por la comida peruana. El reservado favorito de Iglesias está en el restaurante El Caral, en el distrito madrileño de Retiro, en el barrio de Pacífico. A 3,1 kilómetros a pie del piso de Vallecas donde vivía. Ubicado en la calle Ramón Pérez de Ayala, cerca del magnífico mirador del Cerro del Tío Pío, es propiedad de su progenitora, resultado de la herencia de una tía abuela suya.

De allí -cuando Iglesias aún proclamaba que «hay que acabar con el secretismo a la hora de hacer política, con las reuniones en reservados de restaurantes donde se toman decisiones al margen de los ciudadanos»- se mudó a Galapagar. Una de las organizadoras de las caceroladas frente a su casa asegura que apenas hay Guardia Civil (había cotidianamente una veintena de agentes) protegiendo su residencia, la que compró por 640.000 euros. Lo resume así: «Un coche de la Benemérita» y un grupo de policías nacionales que rondan el chalet.
Roures, por su parte, según nos contó en un encuentro con Crónica, se aficionó a la comida peruana en casa de Hugo Blanco, un trotskista cusqueño -para unos «guerrillero y terrorista», para otros un símbolo de la lucha del proletariado- a quien el hombre que maneja Mediapro conoció en Suecia. No son raras sus visitas a Madrid y menos para disfrutar de los mejores manjares. Y con Pablo Iglesias como invitado estelar. Como en 2015, cuando celebró su 65º cumpleaños en el palacete de los Duques de Pastrana, con catering de El Celler de Can Roca y con el entonces fulgurante fundador de Podemos en la cita.
Dos días después de que fuera visto en el reservado de El Caral, Iglesias volvió a tuitear ante sus 2,6 millones de seguidores. Sin texto. Solo un vídeo de sí mismo con Jordi Basté, uno de los periodistas estrella de Cataluña, presentador de El món a Rac1. Basté estaba en el teatro El Jardí de Figueres (Girona); Iglesias contestaba por vía telefónica. «Muy contento. Muy relajado», dijo el ex vicepresidente. También negó haberse mudado a la Ciudad Condal, uno de los tantos rumores que han corrido. Crónica puede confirmar, de fuentes cercanas a su entorno, que Iglesias «no vive de momento en Barcelona». Al menos por ahora.
En su cita anual de presentación de su nueva temporada radiofónica, Basté hizo dos anuncios: la contratación del ex vicepresidente como tertuliano de la emisora, y la no separación, según dijo, de Iglesias y Montero, como se había publicado. Rac1 es parte del Grupo Godó, a quien Iglesias ha mimado cotidianamente. Tanto, que cuando se presentó a las elecciones madrileñas, la exclusiva se la dio al periódico del grupo catalán, La Vanguardia. Lo mismo ocurrió con la primera foto tras su corte de coleta.
«Si te vas, te vas. Ahora volveré a la universidad. Desde el día 15 de septiembre, a la Universidad Oberta de Cataluña (UOC)», soltó Iglesias sobre su otro destino, el académico. La UOC, rival de la UNED, es quien le ha ofrecido un hueco su regreso como profesor asociado. Anteriormente Iglesias -quien nunca alcanzó la categoría de catedrático- había rechazado ofertas de universidades madrileñas porque le exigían comenzar inmediatamente, según su testimonio. Su plan era volver en septiembre, después de su descanso estival.
Su retorno lo tenía planeado con sofisticación. Cada mensaje. Cada frase. Cada tuit. En sus reuniones en el reservado de El Caral, las fuentes consultadas también vieron a Aimar Bretos, quien acaba de asumir el mando de Hora 25, el líder nocturno de la radio española. El lunes 30 de agosto, Bretos, uno de los periodistas por los que apuesta Prisa, avanzó el fichaje de Iglesias. Ha logrado juntarle con Carmen alopécico y José Manuel García Margallo. Con una ex vicepresidenta del PSOE y un ex ministro de Exteriores del PP. Su debut como contertulio en la Cadena Ser está previsto para el debate de entre las 22 y 23.30 horas del lunes, 6 de septiembre. Será un momento importante para los emolumentos de Iglesias.
El discreto reservado del restaurante peruano (foto que abre el reportaje). Allí Pablo Iglesias disfruta de ceviches, arroces chaufa y piscos. Y se reúne con sus colaboradores con vistas a la cocina.

El discreto reservado del restaurante peruano (foto que abre el reportaje). Allí Pablo Iglesias disfruta de ceviches, arroces chaufa y piscos. Y se reúne con sus colaboradores con vistas a la cocina.
Ese día, a partir de que comience a trabajar, por ley se acaba su pensión de 5.316,42 euros mensuales que le corresponde como ex vicepresidente de Sánchez. La podía disfrutar como máximo un año, dos meses y 18 días, es decir, el mismo tiempo que ejerció como vicepresidente. Sin embargo, al empezar en un nuevo trabajo, el cobro de la pensión pasa a ser incompatible. Aunque siempre ha sido crítico con los medios tradicionales, le pagarán, tanto la radio emblema de Prisa, como la más escuchada de Cataluña. Considerando las tarifas que ambas abonan a sus colaboradores estrella, sus ingresos podrían -al menos- duplicar esos 5.316,12 euros mensuales.
También hay que sumar sus ingresos como investigador. Mas estas no son las únicas apuestas de Iglesias. Se ha sabido del inicio de sus colaboraciones con Ctxt, publicación digital de Miguel jovenlandesa, ex corresponsal de El País en Roma, Lisboa y París. Se anunció el mismo 25 de agosto en que se supo lo de Rac1.
En su estrategia, no falta la televisión, con la que tiene sentimientos encontrados. Iglesias adquirió fama en el programa La Tuerka y en sus debates en los canales generalistas. Ahora su otro empleador podría ser el Roures con el que hace unos días comió en el reservado peruano. El periodista Luca Costantini, de Vozpópuli, ha desvelado sus planes de tras*formarle en el «nuevo Jordi Évole» y que «el dueño de Mediapro ha ofrecido a Iglesias liderar un programa de alto contenido social y con emisiones periódicas». Aún no hay nada confirmado, pero las conversaciones continúan. En ese caso, los ingresos del ex líder de Podemos subirían exponencialmente. ¿Estará lejos de los cuatro millones anuales de Pablo Motos, de los 6,7 millones de facturación de la productora de Évole o más cerca de los 30.000 por programa de Bertín Osborne? ¿Demasiado? Es el asalto al cielo de la tele.
"POR DISCRECIÓN..."
Iglesias finaliza su comida en El Caral. Sale sigiloso, con sus escoltas atentos a cada comensal. Tras su partida, le preguntamos a María Chávez, propietaria del restaurante de comida callejera peruana. «Por discreción nunca hablamos de nuestros clientes», responde sin dar detalles. Ha escogido bien su lugar para comer el otrora líder de Podemos ya que, según la revista Metropóli de EL MUNDO, «apenas tiene un año de vida y El Caral es ya uno de los peruanos de referencia en la capital». Su chef, César Quispe, ex de Viridiana, se ha encargado de preparar los ceviches, que son la especialidad de la casa. Un vecino recuerda que «ya venía antes aquí [El Caral ocupa el mismo local de La Cevicuchería, punta de lanza de la gastronomía del país andino en la capital, que cayó con la esa época en el 2020 de la que yo le hablo]. También Íñigo Errejón». Otros tiempos. Así acaba la visita al reservado que guarda los secretos recientes de Pablo Iglesias, quien reaparece a lo grande. Su tarea, dice él, va a ser «el periodismo crítico».

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