P. Sebastián (República de las Ideas). Ley de Amnistía, arriba el telón (lo bueno si breve)

Thom son

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Sánchez y Puigdemont, en una imagen de 2016

RTVESánchez y Puigdemont, en una imagen de 2016

Qué demonios esconderá y qué sorpresas nos depara la Ley de amnistía, para que Pedro Sánchez y sus aliados nacionalistas no se hayan atrevido a enseñarla hasta ahora. Después de tantos pactos y tantas negociaciones, dentro y ¡fuera! de España, y con las que Sánchez ha comprado su investidura.
Como dice Feijóo, ‘con los impuestos de todos los españoles’. Y añadimos: con destrozos y jirones de la soberanía nacional, del Estado de Derecho a la vida democrática, a la Nación Español y a la igualdad constitucional.
El pretendido ‘bombero’ de la conciliación catalana es el gran ‘pirómano’ de la concordia nacional. Ante cuya vanidosa hoguera ensaya la Sardana el pretendido jurista y ahora presidente del TC que se llama Conde Pumpido, al que parece que Sánchez ha incorporado a su cuadrilla de ‘puntillero’ para rematar lo que en el Ruedo Ibérico va quedando de España.
Es todo tan disparatado y demencial que incluso cabría imaginar que, en un ataque de locura y clarividencia, Sánchez dijera en el Congreso que todo ha sido un error -‘una broma’ quedaría mejor-, y que por lo tanto pide perdón y anuncia la repetición electoral.
Está claro que eso Sánchez eso no lo hará porque se hundirá con el PSOE. Y porque, hasta ahora, las multitudinarias manifestaciones contrarias a la Ley de amnistía -como las de ayer en toda España- no dejan de ser actos ‘declarativos’, sin consecuencias jurídicas, políticas o administrativas.
Otra cosa sería una ‘huelga general’ de la administración de la Justicia en toda España para que Sánchez reacciones y rectifique. Y para que en la Comisión Europea se enteren del alcance de la crisis española y de una Ley de la amnistía, desigual para malversadores y favorable a terroristas, golpistas y separatistas catalanes y vascos.
Una Ley que lleva en sus entrañas la desaparición de los delitos cometidos por los golpistas, la acusación implícita de un delito de ‘prevaricación’ en contra los fiscales y magistrados de la Sala Segunda del Tribunal Supremo que juzgaron y condenaron justamente a los que ahora se quiere amnistiar. Y los que, ahora, amenazan a los jueces como comisiones de investigación en el Congreso en línea con la Lawfare.
Pero sobre todo una Ley que incluye un ataque directo al ‘orden constitucional’ que juraron ‘guardar y hacer guardar’ el Rey Felipe VI y el presidente del Gobierno Pedro Sánchez y que según la Constitución Española las Fuerzas Armadas -Art. 8 de la C.E.- tienen la obligación de defender.
Creerá Sánchez que los manifestantes se cansaran de salir a las calles, que los nacionalistas se apaciguaran con el cobro del primer recibo de su chantaje y que él, Pedro Sánchez ‘el magnánimo’, se comerá en La Moncloa, contento y muerto de risa, el pavo de Navidad.
Pero algo nos dice que eso no será tan fácil como Sánchez se imagina porque en los tendidos del Ruedo Ibérico crece a borbotones la indignación y cualquier cosa puede pasar.


 
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