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Madmaxista
'Vendepatrias' en Repsol
Marcello
¿Se acuerdan de aquello de los "campeones nacionales de la energía" de los que hablaba Zapatero para justificar la OPA de Gas Natural sobre Endesa? Pues bien, al final los campeones en Endesa fueron los italianos de Enel; en Repsol son los rusos de Lukoil; y en Iberdrola, si nadie en lo impide, serán los franceses de Gas de Francia, como pago de Zapatero a Sarkozy de todos los favores recibidos, y en especial de la silla de la Cumbre de Washington del G20, que motivó aquel comentario del presidente español -revelado Le Figaró- al líder francés de "pídeme lo que quieras". Porque está claro que París también querrá poner un pie, o los dos, en el panorama energético español, o en lo que va quedando de él.
Si para Zapatero la nación española es "discutida y discutible", no digamos el sector energético, por muy estratégico que sea. Sobre todo si están de por medio sus amigotes de Sacyr, aquellos a los que Juan Luis Cebrián llamó los "visitadores de la Moncloa". Los mismos del asalto fallido al BBVA y los colegas que han financiado su enésimo canal de televisión, La Sexta. Y no digamos si además estos patriotas de pacotilla, que llevan la bandera de España en la cartera junto a los billetes -o las deudas billonarias-, además le hacen al Gobierno unos trabajitos más bien sucios, como el burdo intento de implicar a Álvarez-Cascos en sus intrigas, para justificar así su ruinosa gestión empresarial y, de paso, para vengarse del ex ministro de Fomento, porque a lo mejor Álvarez-Cascos no aceptó presión ni maniobras políticas para favorecer a Sacyr a su paso Fomento, y en aras de la imparcialidad del Gobierno.
Lo que está ocurriendo con la entrega de Repsol a los rusos, y las excusas lamentables del Gobierno -la vicepresidenta De la Vega, con el cinismo que últimamente la caracteriza, dice que no tiene importancia si el presidente de la compañía sigue siendo español-, es de la mayor gravedad, como lo ha dicho el propio ex presidente Felipe González, mientras Joaquín Almunia disimula y todos los medios afines a la Moncloa callan vergonzosamente a sabiendas de lo que todos ellos hubieran dicho y escrito en el caso de que el Gobierno que hiciera la entrega de Repsol a los rusos fuera del PP.
Zapatero no tiene más proyecto de España, ni como nación, ni como Estado -ahí está su caos autonómico-, que su propia permanencia en el poder. Y da pena y produce sonrojo escuchar a sus compañeros, como Pepiño Blanco, cuando compara las privatizaciones españolas de Aznar de varias empresas públicas con la expatriación de grandes compañías energéticas españolas, como ahora es el caso de Repsol. Y sólo para beneficiar a sus amigos de Sacyr y de La Caixa -puede que por encargo del PSC-, lo que prueba que el discurso nacionalista que abanderaba la entrada de La Caixa en el sector energético español, como cuestión estratégica catalana, era sólo otra excusa y que, al final, "las pelas son las pelas", o dicho de otra manera, "dineros son calidad".
Pero la pregunta es: ¿qué gana España con semejante operación? Si de lo que se trata es de ayudar desde el Gobierno a Sacyr, ¿por qué la SEPI no es la encargada de comprar su participación, siguiendo la idea que hace poco lanzó el presidente Sarkozy sobre la necesidad de que los Estados europeos creen sus propios "fondos soberanos" para impedir la colonización de unos sectores tan estratégicos como el energético, excesivamente castigado por la crisis financiera y las injustas valoraciones bursátiles? ¿Por qué los rusos sí y no la SEPI u otro posible socio o consorcio español? Pues porque lo de España a Zapatero le produce un cierto "repelús", y él prefiere que nuestras empresas estén en manos de la dura autocracia rusa -y sus oscuros manejos políticos- antes de que lo estén en manos de españoles, o de otros europeos de la UE.
Todavía nos acordamos de cuando la empresa alemana Enron se postuló para entrar en el accionariado de Endesa, cómo el que en ese momento era el portavoz del Gobierno, el inefable jovenlandesaleda, nos dijo en los pasillos del Congreso de los Diputados que esa operación era muy peligrosa porque "los alemanes nos podían apagar la luz". Mientras que los rusos, por lo que se ve, van a iluminar las noches de España, gratis total. A fin de cuentas, no parece que vayan a poner un euro en Repsol, sino que van a recibir de los bancos españoles, cuyo rescate financiero gestiona el Gobierno con dinero de todos los españoles, unos magníficos créditos para culminar su extraña y altamente sospechosa operación.
Marcello
¿Se acuerdan de aquello de los "campeones nacionales de la energía" de los que hablaba Zapatero para justificar la OPA de Gas Natural sobre Endesa? Pues bien, al final los campeones en Endesa fueron los italianos de Enel; en Repsol son los rusos de Lukoil; y en Iberdrola, si nadie en lo impide, serán los franceses de Gas de Francia, como pago de Zapatero a Sarkozy de todos los favores recibidos, y en especial de la silla de la Cumbre de Washington del G20, que motivó aquel comentario del presidente español -revelado Le Figaró- al líder francés de "pídeme lo que quieras". Porque está claro que París también querrá poner un pie, o los dos, en el panorama energético español, o en lo que va quedando de él.
Si para Zapatero la nación española es "discutida y discutible", no digamos el sector energético, por muy estratégico que sea. Sobre todo si están de por medio sus amigotes de Sacyr, aquellos a los que Juan Luis Cebrián llamó los "visitadores de la Moncloa". Los mismos del asalto fallido al BBVA y los colegas que han financiado su enésimo canal de televisión, La Sexta. Y no digamos si además estos patriotas de pacotilla, que llevan la bandera de España en la cartera junto a los billetes -o las deudas billonarias-, además le hacen al Gobierno unos trabajitos más bien sucios, como el burdo intento de implicar a Álvarez-Cascos en sus intrigas, para justificar así su ruinosa gestión empresarial y, de paso, para vengarse del ex ministro de Fomento, porque a lo mejor Álvarez-Cascos no aceptó presión ni maniobras políticas para favorecer a Sacyr a su paso Fomento, y en aras de la imparcialidad del Gobierno.
Lo que está ocurriendo con la entrega de Repsol a los rusos, y las excusas lamentables del Gobierno -la vicepresidenta De la Vega, con el cinismo que últimamente la caracteriza, dice que no tiene importancia si el presidente de la compañía sigue siendo español-, es de la mayor gravedad, como lo ha dicho el propio ex presidente Felipe González, mientras Joaquín Almunia disimula y todos los medios afines a la Moncloa callan vergonzosamente a sabiendas de lo que todos ellos hubieran dicho y escrito en el caso de que el Gobierno que hiciera la entrega de Repsol a los rusos fuera del PP.
Zapatero no tiene más proyecto de España, ni como nación, ni como Estado -ahí está su caos autonómico-, que su propia permanencia en el poder. Y da pena y produce sonrojo escuchar a sus compañeros, como Pepiño Blanco, cuando compara las privatizaciones españolas de Aznar de varias empresas públicas con la expatriación de grandes compañías energéticas españolas, como ahora es el caso de Repsol. Y sólo para beneficiar a sus amigos de Sacyr y de La Caixa -puede que por encargo del PSC-, lo que prueba que el discurso nacionalista que abanderaba la entrada de La Caixa en el sector energético español, como cuestión estratégica catalana, era sólo otra excusa y que, al final, "las pelas son las pelas", o dicho de otra manera, "dineros son calidad".
Pero la pregunta es: ¿qué gana España con semejante operación? Si de lo que se trata es de ayudar desde el Gobierno a Sacyr, ¿por qué la SEPI no es la encargada de comprar su participación, siguiendo la idea que hace poco lanzó el presidente Sarkozy sobre la necesidad de que los Estados europeos creen sus propios "fondos soberanos" para impedir la colonización de unos sectores tan estratégicos como el energético, excesivamente castigado por la crisis financiera y las injustas valoraciones bursátiles? ¿Por qué los rusos sí y no la SEPI u otro posible socio o consorcio español? Pues porque lo de España a Zapatero le produce un cierto "repelús", y él prefiere que nuestras empresas estén en manos de la dura autocracia rusa -y sus oscuros manejos políticos- antes de que lo estén en manos de españoles, o de otros europeos de la UE.
Todavía nos acordamos de cuando la empresa alemana Enron se postuló para entrar en el accionariado de Endesa, cómo el que en ese momento era el portavoz del Gobierno, el inefable jovenlandesaleda, nos dijo en los pasillos del Congreso de los Diputados que esa operación era muy peligrosa porque "los alemanes nos podían apagar la luz". Mientras que los rusos, por lo que se ve, van a iluminar las noches de España, gratis total. A fin de cuentas, no parece que vayan a poner un euro en Repsol, sino que van a recibir de los bancos españoles, cuyo rescate financiero gestiona el Gobierno con dinero de todos los españoles, unos magníficos créditos para culminar su extraña y altamente sospechosa operación.