Le mandó un telegrama al Führer en 1934 desde España. Acabó fusilado por orden de Queipo de Llano y arrojado a una fosa común
Otto, en su casa sevillana, cargado de medallas como la de Isabel La Católica.
La oposición de Otto Engelhardt a Hitler y su actividad anti nancy queda recogida en el documental Descubriendo a Otto: el cónsul que desafió a Hitler, dirigido por Ricardo Barby y producido por AlandaMedia y ya estrenado en San Juan de Aznalfarache, dónde residió Otto durante más de 20 años.
Otto Engelhardt nació en Brunswick, Baja Sajonia, en 1866, cinco años antes de que se proclamase el II Imperio alemán. En 1894, un joven Otto llegó a la ciudad de Sevilla presto a ejercer su oficio de ingeniero. Fue el primer director de la Compañía Sevillana de Electricidad, fundada con capital alemán, y pronto se reveló como un empresario de éxito. El gobierno alemán mimó a su súbdito y el káiser Guillermo II lo nombró cónsul honorario del Imperio Alemán en Sevilla. Desde este puesto simbólico, no de carrera, el cónsul Engelhardt vivió el cataclismo de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). El embajador alemán en Madrid, Conde de Rattibor, reclutó a Otto para el servicio de información alemán en Andalucía aprovechando su red de contactos, su posición económica y su buen nombre.
Sometido al acoso y vigilancia de los servicios de espionaje aliados, Otto vivió en su puesto de cónsul un desagradable episodio con un compatriota suyo que pudo haber dañado la neutralidad española. Un capitán de la Marina Imperial alemana llevó al consulado alemán en Sevilla una serie de bombas pesadas y cartuchos de dinamita. La intención del capitán, con la aquiescencia del consulado alemán, era atentar contra los barcos españoles que salieran del puerto de Sevilla. El cónsul Otto discutió agriamente con el capitán y lo expulsó de su oficina. El berrinche de Engelhardt fue tal que se deshizo de los explosivos tirándolos en un punto indeterminado del Río Guadalquivir. Comenzaba una serie de desencuentros con el gobierno alemán.
El fin de la guerra en 1918 trajo derrota, ruina y humillación para Alemania (y para Otto también). El Tratado de Versalles (1919) impuesto por los Aliados a Alemania no ayudó a consolidar la frágil República de Weimar acosada por las deudas de guerra, huelgas y golpes de estado a izquierda y derecha. Otto fue obligado a renunciar a su cargo director en la Compañía Sevillana de Electricidad, por presión de los aliados, y se tras*formó en un hombre de talante liberal, republicano fervoroso y un pacifista convencido.
Los intentos para que la República de Weimar compensara a Otto de alguna manera por sus servicios a la embajada alemana durante la guerra, fueron infructuosos. Otto se apercibía que en Alemania no había una democracia auténtica puesto que los privilegios del antiguo régimen imperial se mantenían intactos y declaró: "La Constitución de Weimar era buena y sabia pero la República estaba en poder de la antigua casta de barones y generales".
Otto Engelhardt que, durante estos años en España vivió en Villa Chaboya (San Juan de Aznalfarache, Sevilla), consideró que la proclamación de la II República Española el 14 de abril era una oportunidad. En su autobiografía Adiós Deuschtland (1934), actualmente depositada en el Archivo General de Andalucía, declaró: "Como España es el primer país que en su Constitución republicana se afrenta contra el crimen de la guerra, exclamo con todo corazón, ¡Viva España!". Otto se sentía cada vez más español y menos alemán, y tras devolver las condecoraciones y medallas concedidas al gobierno alemán, obtuvo la nacionalidad española en 1932. Poco después, en enero de 1933, Adolf Hitler era nombrado canciller del gobierno de Alemania.
Referencia del telegrama en el que el otrora cónsul alemán pidió a Hitler el fin de los campos de concentración.
Otto Engelhardt no concedió el beneficio de la duda al gobierno nancy e, inmediatamente, empezó a combatirlo. En abril de 1933 se formó en París un Centro de Asistencia para los republicanos alemanes que huían del nazismo. Otto publicaba en los periódicos anuncios para que enviasen a su casa los nombres y direcciones de los alemanes necesitados en el exilio. En una de las visitas del Gran Zeppelin a Sevilla, como gesto de provocación, mandó ondear en Villa Chaboya la bandera republicana alemana (neցro-rojo-oro) y gritó por un altavoz: "¡Viva Einstein!, ¡Viva Eckener! ¡Abajo el gobierno fascista alemán!".
Estas proclamas lo colocaron en el punto de mira del espionaje nancy en la ciudad. El cónsul alemán, Gustav Draeger, inició una campaña sistemática de vigilancia de Otto y remitía a Berlín constantes informes sobre sus actividades. Uno de los momentos álgidos del enfrentamiento de Otto Engelhardt con Hitler fue con ocasión de la fin del presidente Hindemburg, en agosto de 1934. El anciano presidente, el viejo mariscal de la Gran Guerra, era el único obstáculo formal que separaba a Hitler del poder absoluto. Adoptando una insólita iniciativa, Otto dirigió un telegrama urgente a Hitler, con fecha de 6 de agosto de 1934, ordenándole la clausura de los campos de concentración.
Otto, dirigiéndose al líder, le recuerda, aprovechando el fallecimiento del presidente Hindemburg, que "miles de alemanes esperan la vuelta de su patria a la civilización", le rogaba que disolviese "inmediatamente los campos de concentración, pues son un bochorno para un país civilizado", y citaba a algunos de los confinados en los campos como Thaelmann, Ossietzki, etc.
Los intentos por denunciar ante el mundo los métodos nazis no cesan por parte de Otto y en marzo de 1935 se decide a dirigir al mismísimo Hitler una extensa carta con sus pensamientos y exigencias. En este documento excepcional, dirigido a "Herr Adolf Hitler, Führer del pueblo alemán", le espeta que "la Alemania de la Inquisición y del campo de concentración se ha convertido en una desgracia para Europa, cuya gente civilizada se ha alejado de Alemania"; enumera las arbitrariedades que comete el Gobierno alemán, "un gobierno de violencia que ha renunciado a todos los derechos humanos" y termina con una especie de deseo íntimo: "En nombre de los alemanes libres en España, larga vida a una Alemania libre y digna".
Al poco de comenzar la Guerra Civil española Otto Engelhardt fue ingresado, afectado por una flebitis, en el Hospital de las Cinco Llagas (actual Parlamento de Andalucía) en la sala San Cosme, cama número 37. Recibió el alta el 12 de septiembre de 1936 y, tras ser detenido y retenido, en aplicación del bando de guerra del general Queipo de Llano, en la Delegación de Orden Público, fue fusilado el 14 de septiembre de 1936, se cree que en el Cementerio de San Fernando de Sevilla. Su cadáver, como el de tantas víctimas de la Guerra Civil, reposa en una fosa común, en concreto en la de Pico Reja. Tenía 70 años. A partir de ahí se construye una historia a base de olvido. El recuerdo de Otto, de sus acciones, de sus artículos, en definitiva, de su lucha desaparece bajo la losa de sus vencedores. Hitler no perdonaba y seguro estaría al tanto de la eliminación de su ex compatriota y adversario.
Aquí dejó huella. También dirigió la Compañía Sevillana de Tranvías, y la gente le conocía como "Otto el de los tranvías", y a su residencia como "la casa del alemán". Su primera mujer, la alemana Ana Holtz, con la que tuvo dos hijos (Conrado y Otto), nacieron en Alemania. Y allí se quedaron con su abuela paterna y cursaron estudios. Luego se trasladaron a vivir a Sevilla con sus padres. Pero Anna no tuvo un final feliz. Durante la I Guerra Mundial se quiso dar de baja, pues pensaba que su hijo Conrado, combatiente en el frente de Rusia, estaba muerto.
Casado en segundas nupcias con Mercedes Granados, tras el fusilamiento de Otto, tuvo que convivir con los soldados alemanes de la Legión Condor que se alojaron en su casa. Según la familia, guardaba una botella de champán para cuando cayese Franco, pero murió mucho antes.
Carlos Font Gavira es historiador y ha participado como asesor en el documental Descubriendo a Otto: el cónsul que desafió a Hitler.
Otto, el 'sevillano' que pidió a Hitler el cierre de los campos de exterminio
- Francia. La base de submarinos nazis que construyeron 2.080 esclavos españoles
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La oposición de Otto Engelhardt a Hitler y su actividad anti nancy queda recogida en el documental Descubriendo a Otto: el cónsul que desafió a Hitler, dirigido por Ricardo Barby y producido por AlandaMedia y ya estrenado en San Juan de Aznalfarache, dónde residió Otto durante más de 20 años.
Otto Engelhardt nació en Brunswick, Baja Sajonia, en 1866, cinco años antes de que se proclamase el II Imperio alemán. En 1894, un joven Otto llegó a la ciudad de Sevilla presto a ejercer su oficio de ingeniero. Fue el primer director de la Compañía Sevillana de Electricidad, fundada con capital alemán, y pronto se reveló como un empresario de éxito. El gobierno alemán mimó a su súbdito y el káiser Guillermo II lo nombró cónsul honorario del Imperio Alemán en Sevilla. Desde este puesto simbólico, no de carrera, el cónsul Engelhardt vivió el cataclismo de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). El embajador alemán en Madrid, Conde de Rattibor, reclutó a Otto para el servicio de información alemán en Andalucía aprovechando su red de contactos, su posición económica y su buen nombre.
Sometido al acoso y vigilancia de los servicios de espionaje aliados, Otto vivió en su puesto de cónsul un desagradable episodio con un compatriota suyo que pudo haber dañado la neutralidad española. Un capitán de la Marina Imperial alemana llevó al consulado alemán en Sevilla una serie de bombas pesadas y cartuchos de dinamita. La intención del capitán, con la aquiescencia del consulado alemán, era atentar contra los barcos españoles que salieran del puerto de Sevilla. El cónsul Otto discutió agriamente con el capitán y lo expulsó de su oficina. El berrinche de Engelhardt fue tal que se deshizo de los explosivos tirándolos en un punto indeterminado del Río Guadalquivir. Comenzaba una serie de desencuentros con el gobierno alemán.
El fin de la guerra en 1918 trajo derrota, ruina y humillación para Alemania (y para Otto también). El Tratado de Versalles (1919) impuesto por los Aliados a Alemania no ayudó a consolidar la frágil República de Weimar acosada por las deudas de guerra, huelgas y golpes de estado a izquierda y derecha. Otto fue obligado a renunciar a su cargo director en la Compañía Sevillana de Electricidad, por presión de los aliados, y se tras*formó en un hombre de talante liberal, republicano fervoroso y un pacifista convencido.
Los intentos para que la República de Weimar compensara a Otto de alguna manera por sus servicios a la embajada alemana durante la guerra, fueron infructuosos. Otto se apercibía que en Alemania no había una democracia auténtica puesto que los privilegios del antiguo régimen imperial se mantenían intactos y declaró: "La Constitución de Weimar era buena y sabia pero la República estaba en poder de la antigua casta de barones y generales".
Otto Engelhardt que, durante estos años en España vivió en Villa Chaboya (San Juan de Aznalfarache, Sevilla), consideró que la proclamación de la II República Española el 14 de abril era una oportunidad. En su autobiografía Adiós Deuschtland (1934), actualmente depositada en el Archivo General de Andalucía, declaró: "Como España es el primer país que en su Constitución republicana se afrenta contra el crimen de la guerra, exclamo con todo corazón, ¡Viva España!". Otto se sentía cada vez más español y menos alemán, y tras devolver las condecoraciones y medallas concedidas al gobierno alemán, obtuvo la nacionalidad española en 1932. Poco después, en enero de 1933, Adolf Hitler era nombrado canciller del gobierno de Alemania.
Otto Engelhardt no concedió el beneficio de la duda al gobierno nancy e, inmediatamente, empezó a combatirlo. En abril de 1933 se formó en París un Centro de Asistencia para los republicanos alemanes que huían del nazismo. Otto publicaba en los periódicos anuncios para que enviasen a su casa los nombres y direcciones de los alemanes necesitados en el exilio. En una de las visitas del Gran Zeppelin a Sevilla, como gesto de provocación, mandó ondear en Villa Chaboya la bandera republicana alemana (neցro-rojo-oro) y gritó por un altavoz: "¡Viva Einstein!, ¡Viva Eckener! ¡Abajo el gobierno fascista alemán!".
Estas proclamas lo colocaron en el punto de mira del espionaje nancy en la ciudad. El cónsul alemán, Gustav Draeger, inició una campaña sistemática de vigilancia de Otto y remitía a Berlín constantes informes sobre sus actividades. Uno de los momentos álgidos del enfrentamiento de Otto Engelhardt con Hitler fue con ocasión de la fin del presidente Hindemburg, en agosto de 1934. El anciano presidente, el viejo mariscal de la Gran Guerra, era el único obstáculo formal que separaba a Hitler del poder absoluto. Adoptando una insólita iniciativa, Otto dirigió un telegrama urgente a Hitler, con fecha de 6 de agosto de 1934, ordenándole la clausura de los campos de concentración.
Otto, dirigiéndose al líder, le recuerda, aprovechando el fallecimiento del presidente Hindemburg, que "miles de alemanes esperan la vuelta de su patria a la civilización", le rogaba que disolviese "inmediatamente los campos de concentración, pues son un bochorno para un país civilizado", y citaba a algunos de los confinados en los campos como Thaelmann, Ossietzki, etc.
Los intentos por denunciar ante el mundo los métodos nazis no cesan por parte de Otto y en marzo de 1935 se decide a dirigir al mismísimo Hitler una extensa carta con sus pensamientos y exigencias. En este documento excepcional, dirigido a "Herr Adolf Hitler, Führer del pueblo alemán", le espeta que "la Alemania de la Inquisición y del campo de concentración se ha convertido en una desgracia para Europa, cuya gente civilizada se ha alejado de Alemania"; enumera las arbitrariedades que comete el Gobierno alemán, "un gobierno de violencia que ha renunciado a todos los derechos humanos" y termina con una especie de deseo íntimo: "En nombre de los alemanes libres en España, larga vida a una Alemania libre y digna".
Al poco de comenzar la Guerra Civil española Otto Engelhardt fue ingresado, afectado por una flebitis, en el Hospital de las Cinco Llagas (actual Parlamento de Andalucía) en la sala San Cosme, cama número 37. Recibió el alta el 12 de septiembre de 1936 y, tras ser detenido y retenido, en aplicación del bando de guerra del general Queipo de Llano, en la Delegación de Orden Público, fue fusilado el 14 de septiembre de 1936, se cree que en el Cementerio de San Fernando de Sevilla. Su cadáver, como el de tantas víctimas de la Guerra Civil, reposa en una fosa común, en concreto en la de Pico Reja. Tenía 70 años. A partir de ahí se construye una historia a base de olvido. El recuerdo de Otto, de sus acciones, de sus artículos, en definitiva, de su lucha desaparece bajo la losa de sus vencedores. Hitler no perdonaba y seguro estaría al tanto de la eliminación de su ex compatriota y adversario.
Aquí dejó huella. También dirigió la Compañía Sevillana de Tranvías, y la gente le conocía como "Otto el de los tranvías", y a su residencia como "la casa del alemán". Su primera mujer, la alemana Ana Holtz, con la que tuvo dos hijos (Conrado y Otto), nacieron en Alemania. Y allí se quedaron con su abuela paterna y cursaron estudios. Luego se trasladaron a vivir a Sevilla con sus padres. Pero Anna no tuvo un final feliz. Durante la I Guerra Mundial se quiso dar de baja, pues pensaba que su hijo Conrado, combatiente en el frente de Rusia, estaba muerto.
Casado en segundas nupcias con Mercedes Granados, tras el fusilamiento de Otto, tuvo que convivir con los soldados alemanes de la Legión Condor que se alojaron en su casa. Según la familia, guardaba una botella de champán para cuando cayese Franco, pero murió mucho antes.
Carlos Font Gavira es historiador y ha participado como asesor en el documental Descubriendo a Otto: el cónsul que desafió a Hitler.
Otto, el 'sevillano' que pidió a Hitler el cierre de los campos de exterminio