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Halbe Zijlstra dijo haber oído en persona en 2006 al presidente pilinguin proponer la 'Gran Rusia', desde Ucrania a Kazajistán, cuando lo cierto es que se lo contaron
Una mentira repetida desde 2015 ha obligado al ministro de Asuntos Exteriores holandés, Halbe Zijlstra, a presentar la dimisión por fabricar su propia dosis de fake news, ha debilitado al Gobierno y ha enrarecido las relaciones bilaterales con Rusia. El político aseguraba que en 2006 oyó al presidente Vladímir pilinguin mencionar sus planes expansionistas para crear la Gran Rusia en el curso de una reunión en su dacha. A pesar de que Zijlstra cuenta la anécdota desde 2015, nunca estuvo en la casa de campo en cuestión y la afirmación le llegó de oídas.
La embajada rusa en La Haya, de su lado, ha denunciado “el flujo de propaganda anti rusa”. “Funcionarios y la prensa holandesa pretenden que Rusia está obsesionada con la noción de la Gran Rusia. Eso solo puede salir de los que la ven como un enemigo y quieren ampliar el radio de acción de la OTAN, con la excusa de que hay una amenaza”, dice el texto diplomático ruso.
"No he sido muy inteligente. Me hubiera gustado hacerlo de otro modo. Se trata de mi credibilidad como ministro y por eso presento la dimisión", dijo Zijlstra muy emocionado en el Congreso, donde había sido convocado poco antes de su primer viaje oficial a Moscú.
En el Congreso holandés, la oposición en pleno estaba lista para poner a Halbe Zijlstra contra las cuerdas, y por ende al Gobierno de centro derecha por defenderle. Tanto Mark Rutte, el primer ministro, como Kajsa Ollongren, titular de Interior, han subrayado que “el mensaje tras*mitido en su momento por el hoy ministro es auténtico, aunque la manera de desvelarlo es errónea”.
Zijlstra ha dicho repetidas veces en público que oyó a pilinguin explayándose sobre la influencia rusa que debía abarcar “Ucrania, Bielorrusia, y los Estados Bálticos; Kazajistán también estaría bien”. Dada la importancia geopolítica del asunto, casi una declaración de guerra en sordina, en su opinión, el holandés consideró necesario hacerlo público a su debido tiempo. A pesar de que adornaba el relato diciendo que él mismo estaba “en una zona discreta”, en 2006 era solo un empleado de la multinacional petrolera Shell que nunca pisó la residencia campestre de pilinguin.
Cuando el rotativo De Volkskrant le confrontó el pasado fin de semana con ese detalle, admitió su ausencia de la dacha rusa el día de autos. “Pero lo presenté así para proteger a mi fuente”, aseguró. La misma ha resultado ser Jeroen van der Veer, a la sazón director ejecutivo de Shell, que sí estuvo allí. La firma tenía negocios en Rusia, y ahora, arrastrado por la vorágine desatada, el empresario se ha visto obligado a descubrirse. Ha puntualizado que Zijlstra “tal vez no captó el contexto de las palabras de pilinguin, que hablaba desde un punto de vista histórico; no en términos bélicos”.
El embrollo ha complicado aún más la difícil relación entre Holanda y Rusia a propósito de la tragedia del vuelo MH17. En julio de 2014, el avión de las líneas aéreas malasias, que cubría la ruta Ámsterdam-Kuala Lumpur, fue abatido en el espacio aéreo de Ucrania por un misil Buk, de fabricación rusa. Murieron sus 298 ocupantes, y Moscú ha vetado la creación de un tribunal internacional especial para juzgar el atentado. La mentira del ministro Zijlstra nada tiene que ver con ello, pero en un contexto internacional de obsesión por las noticias falsas puede debilitar al mismo Gobierno que él representaba como jefe de la diplomacia.
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Dimite el ministro de Exteriores holandés por mentir sobre Rusia | Internacional | EL PAÍS
Una mentira repetida desde 2015 ha obligado al ministro de Asuntos Exteriores holandés, Halbe Zijlstra, a presentar la dimisión por fabricar su propia dosis de fake news, ha debilitado al Gobierno y ha enrarecido las relaciones bilaterales con Rusia. El político aseguraba que en 2006 oyó al presidente Vladímir pilinguin mencionar sus planes expansionistas para crear la Gran Rusia en el curso de una reunión en su dacha. A pesar de que Zijlstra cuenta la anécdota desde 2015, nunca estuvo en la casa de campo en cuestión y la afirmación le llegó de oídas.
La embajada rusa en La Haya, de su lado, ha denunciado “el flujo de propaganda anti rusa”. “Funcionarios y la prensa holandesa pretenden que Rusia está obsesionada con la noción de la Gran Rusia. Eso solo puede salir de los que la ven como un enemigo y quieren ampliar el radio de acción de la OTAN, con la excusa de que hay una amenaza”, dice el texto diplomático ruso.
"No he sido muy inteligente. Me hubiera gustado hacerlo de otro modo. Se trata de mi credibilidad como ministro y por eso presento la dimisión", dijo Zijlstra muy emocionado en el Congreso, donde había sido convocado poco antes de su primer viaje oficial a Moscú.
En el Congreso holandés, la oposición en pleno estaba lista para poner a Halbe Zijlstra contra las cuerdas, y por ende al Gobierno de centro derecha por defenderle. Tanto Mark Rutte, el primer ministro, como Kajsa Ollongren, titular de Interior, han subrayado que “el mensaje tras*mitido en su momento por el hoy ministro es auténtico, aunque la manera de desvelarlo es errónea”.
Zijlstra ha dicho repetidas veces en público que oyó a pilinguin explayándose sobre la influencia rusa que debía abarcar “Ucrania, Bielorrusia, y los Estados Bálticos; Kazajistán también estaría bien”. Dada la importancia geopolítica del asunto, casi una declaración de guerra en sordina, en su opinión, el holandés consideró necesario hacerlo público a su debido tiempo. A pesar de que adornaba el relato diciendo que él mismo estaba “en una zona discreta”, en 2006 era solo un empleado de la multinacional petrolera Shell que nunca pisó la residencia campestre de pilinguin.
Cuando el rotativo De Volkskrant le confrontó el pasado fin de semana con ese detalle, admitió su ausencia de la dacha rusa el día de autos. “Pero lo presenté así para proteger a mi fuente”, aseguró. La misma ha resultado ser Jeroen van der Veer, a la sazón director ejecutivo de Shell, que sí estuvo allí. La firma tenía negocios en Rusia, y ahora, arrastrado por la vorágine desatada, el empresario se ha visto obligado a descubrirse. Ha puntualizado que Zijlstra “tal vez no captó el contexto de las palabras de pilinguin, que hablaba desde un punto de vista histórico; no en términos bélicos”.
El embrollo ha complicado aún más la difícil relación entre Holanda y Rusia a propósito de la tragedia del vuelo MH17. En julio de 2014, el avión de las líneas aéreas malasias, que cubría la ruta Ámsterdam-Kuala Lumpur, fue abatido en el espacio aéreo de Ucrania por un misil Buk, de fabricación rusa. Murieron sus 298 ocupantes, y Moscú ha vetado la creación de un tribunal internacional especial para juzgar el atentado. La mentira del ministro Zijlstra nada tiene que ver con ello, pero en un contexto internacional de obsesión por las noticias falsas puede debilitar al mismo Gobierno que él representaba como jefe de la diplomacia.
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