PROBLANCO
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Este 11 de septiembre hemos visto un espectáculo realmente surrealista. Una parte de los habitantes de una de las regiones españolas más privilegiadas de los últimos siglos salían a la calle a protestar porque se sentían “maltratados”. Además, mostraban esa protesta pidiendo la independencia de Cataluña homenajeando a Rafael Casanova, un patriota español. Ni George Orwell habría llegado tan lejos.
Protestan por el supuesto expolio fiscal de 16.000 millones de euros al año que sufre Cataluña, cifra falsa pero, como nunca jamás es contestada por el gobierno español, ha acabado siendo aceptada por la mayoría de la población catalana. Alegan que no quieren pagar ese dinero para que luego los socialistas andaluces se lo lleven crudo con los EREs y es verdad que en eso tienen razón. Pero también podrían hablar sobre el dinero que se lleva la familia Pujol, sobre los indultos del gobierno español a delincuentes de CIU, que los madrileños pagan más que los catalanes, que un valenciano recibe un veinte por ciento menos que un catalán o que la balanza comercial de los catalanes con el resto de España da un saldo positivo de más de 22.000 millones de euros.
Pero no lo dicen, porque lo que les motiva no son razones económicas, sino el repruebo y el racismo anti-español. Durante los últimos 35 años, todo el establishment catalán se ha dedicado a “incitar al repruebo” contra el resto de España, sin que ningún SOS Racismo, ni ningún Esteban Ibarra ni ninguna Liga Anti-difamación se preocupara jamás por el asunto. Y lo han podido hacer porque desde la tras*ición se les ha dado todas las armas para que lo hicieran.
En realidad, la tras*ición y la Constitución consistieron en la liquidación de España a plazos. Esto se realizaría vaciando al Estado Nacional español de competencias. Por arriba serían tras*feridas a instituciones globalistas (UE, BCE, FMI, OTAN...) mientras que por debajo se traspasarían a las autonomías. En la propia Constitución se recogían las amplísimas competencias que se iban a dar a las autonomías, incluido el sistema educativo o la existencia legal de partidos separatistas. Y aún peor, el artículo 150.2 dejaba el proceso autonómico eternamente abierto, señalando que en el futuro se podrían negociar más traspasos de competencias. Desde el Congreso de los Diputados y desde La Moncloa han colaborado activamente con este plan desde entonces, incluyendo la aprobación de una Ley Electoral que, ciertamente, beneficiaba mucho a PP y PSOE, pero que le daba un poder al separatismo mucho mayor del que le tocaba en base a su representación real en el conjunto de España.
En honor a la verdad, hay que decir que durante las mayorías absolutas de Felipe González el plan avanzó lento, pero más tarde sufrió dos avances radicales. El primero fue en 1996, cuando el PP de José María Aznar realiza un radical traspaso de competencias a los separatistas vascos y catalanes. El segundo fue unos años más tarde, ya con Zapatero y el PSOE en el poder. En la actualidad, los separatistas justifican su radicalismo en los recortes que el Tribunal Constitucional llevó a cabo en la reforma del Estatuto catalán, pero la realidad es que empezó bastante antes. Es en las elecciones regionales del año 2003 cuando ERC dobla el número de diputados y cuando se empieza a negociar un Estatuto pre-independencia, una reforma que nadie pedía. La subida de ERC provoca un efecto contagio en CIU, incluso en el PSC que se radicalizan también en su separatismo MUCHO ANTES de la decisión del TC sobre el nuevo Estatuto, y no después, como dicen falsamente los independentistas.
Al ver que Zapatero estaba dispuesto a ceder en todo, los separatistas radicalizaron sus demandas, pero la verdad es que ni ellos mismos se ponían de acuerdo en sacar adelante la reforma y parecía que no se iba a llevar cabo. Hasta que, por sorpresa, Zapatero se reunió con Artur Mas para reimpulsar una reforma que estaba casi muerta y lo hizo porque era una exigencia de ETA en la negociación que la banda terrorista estaba llevando con el Gobierno. Luego ya sabemos la historia, la Reforma acabó en el Tribunal Constitucional que, al contrario de lo que dice la propaganda separatista, aceptó casi todo lo que querían los separatistas, excepto cosas que eran totalmente inaceptables, como la “nación” catalana o la justicia independiente para Cataluña.
Hemos dicho que con Felipe González el plan avanzó lento. En realidad no fue exactamente así. Es cierto que legalmente se traspasaron pocas competencias, pero psicológicamente se estaba haciendo algo mucho peor. Mientras que los separatistas, a través de todas las armas ideológicas que les habían dado, se dedicaban a fomentar el separatismo cultural a través de “el orgullo de ser catalán o vasco”, en el resto de España se hacía lo contrario: se le decía a la población que tenían que estar avergonzados de ser españoles, que España había sido un país de bárbaros, colonialistas, genocidas, ultra-católicos, inquisidores y fascistas que no tenía absolutamente nada de lo que estar orgullosos, que defender los intereses nacionales era cosa de nazis, fascistas y ultraderechistas. Y no fueron los separatistas los que crearon este ambiente de repruebo anti-español, sino los socialistas y los comunistas, a través de sus dirigentes, sus ideólogos, sus medios de comunicación, sus editoriales, sus grupos de música, etc. La derecha callaba, cumpliendo el papel de comparsa inútil y espectador pasivo que se le asignó durante la tras*ición.
DEMOCRACIA NACIONAL - El autntico enemigo: el Nacionalismo Espaol (I)
Protestan por el supuesto expolio fiscal de 16.000 millones de euros al año que sufre Cataluña, cifra falsa pero, como nunca jamás es contestada por el gobierno español, ha acabado siendo aceptada por la mayoría de la población catalana. Alegan que no quieren pagar ese dinero para que luego los socialistas andaluces se lo lleven crudo con los EREs y es verdad que en eso tienen razón. Pero también podrían hablar sobre el dinero que se lleva la familia Pujol, sobre los indultos del gobierno español a delincuentes de CIU, que los madrileños pagan más que los catalanes, que un valenciano recibe un veinte por ciento menos que un catalán o que la balanza comercial de los catalanes con el resto de España da un saldo positivo de más de 22.000 millones de euros.
Pero no lo dicen, porque lo que les motiva no son razones económicas, sino el repruebo y el racismo anti-español. Durante los últimos 35 años, todo el establishment catalán se ha dedicado a “incitar al repruebo” contra el resto de España, sin que ningún SOS Racismo, ni ningún Esteban Ibarra ni ninguna Liga Anti-difamación se preocupara jamás por el asunto. Y lo han podido hacer porque desde la tras*ición se les ha dado todas las armas para que lo hicieran.
En realidad, la tras*ición y la Constitución consistieron en la liquidación de España a plazos. Esto se realizaría vaciando al Estado Nacional español de competencias. Por arriba serían tras*feridas a instituciones globalistas (UE, BCE, FMI, OTAN...) mientras que por debajo se traspasarían a las autonomías. En la propia Constitución se recogían las amplísimas competencias que se iban a dar a las autonomías, incluido el sistema educativo o la existencia legal de partidos separatistas. Y aún peor, el artículo 150.2 dejaba el proceso autonómico eternamente abierto, señalando que en el futuro se podrían negociar más traspasos de competencias. Desde el Congreso de los Diputados y desde La Moncloa han colaborado activamente con este plan desde entonces, incluyendo la aprobación de una Ley Electoral que, ciertamente, beneficiaba mucho a PP y PSOE, pero que le daba un poder al separatismo mucho mayor del que le tocaba en base a su representación real en el conjunto de España.
En honor a la verdad, hay que decir que durante las mayorías absolutas de Felipe González el plan avanzó lento, pero más tarde sufrió dos avances radicales. El primero fue en 1996, cuando el PP de José María Aznar realiza un radical traspaso de competencias a los separatistas vascos y catalanes. El segundo fue unos años más tarde, ya con Zapatero y el PSOE en el poder. En la actualidad, los separatistas justifican su radicalismo en los recortes que el Tribunal Constitucional llevó a cabo en la reforma del Estatuto catalán, pero la realidad es que empezó bastante antes. Es en las elecciones regionales del año 2003 cuando ERC dobla el número de diputados y cuando se empieza a negociar un Estatuto pre-independencia, una reforma que nadie pedía. La subida de ERC provoca un efecto contagio en CIU, incluso en el PSC que se radicalizan también en su separatismo MUCHO ANTES de la decisión del TC sobre el nuevo Estatuto, y no después, como dicen falsamente los independentistas.
Al ver que Zapatero estaba dispuesto a ceder en todo, los separatistas radicalizaron sus demandas, pero la verdad es que ni ellos mismos se ponían de acuerdo en sacar adelante la reforma y parecía que no se iba a llevar cabo. Hasta que, por sorpresa, Zapatero se reunió con Artur Mas para reimpulsar una reforma que estaba casi muerta y lo hizo porque era una exigencia de ETA en la negociación que la banda terrorista estaba llevando con el Gobierno. Luego ya sabemos la historia, la Reforma acabó en el Tribunal Constitucional que, al contrario de lo que dice la propaganda separatista, aceptó casi todo lo que querían los separatistas, excepto cosas que eran totalmente inaceptables, como la “nación” catalana o la justicia independiente para Cataluña.
Hemos dicho que con Felipe González el plan avanzó lento. En realidad no fue exactamente así. Es cierto que legalmente se traspasaron pocas competencias, pero psicológicamente se estaba haciendo algo mucho peor. Mientras que los separatistas, a través de todas las armas ideológicas que les habían dado, se dedicaban a fomentar el separatismo cultural a través de “el orgullo de ser catalán o vasco”, en el resto de España se hacía lo contrario: se le decía a la población que tenían que estar avergonzados de ser españoles, que España había sido un país de bárbaros, colonialistas, genocidas, ultra-católicos, inquisidores y fascistas que no tenía absolutamente nada de lo que estar orgullosos, que defender los intereses nacionales era cosa de nazis, fascistas y ultraderechistas. Y no fueron los separatistas los que crearon este ambiente de repruebo anti-español, sino los socialistas y los comunistas, a través de sus dirigentes, sus ideólogos, sus medios de comunicación, sus editoriales, sus grupos de música, etc. La derecha callaba, cumpliendo el papel de comparsa inútil y espectador pasivo que se le asignó durante la tras*ición.
DEMOCRACIA NACIONAL - El autntico enemigo: el Nacionalismo Espaol (I)