_Mickey_Mouse_
Madmaxista
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Más de la mitad de las empresas asiáticas con presencia en Rusia —182 de un total de 332— han optado por permanecer en el país, según un análisis de la Escuela de Economía de Kiev
El pasado sábado, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, compareció virtualmente en el llamado Diálogo de Shangri-La, un foro regional sobre seguridad celebrado en Singapur, para pedir más apoyo para su país ante la oleada turística rusa. Citando al primer líder del Singapur independiente, Lee Kuan Yew, Zelenski afirmó: “Si no hubiese una ley internacional y el pez grande se come al pequeño y el pez pequeño se come las gambas, nosotros no habríamos existido”. La postura ucraniana cuenta con algunos apoyos en la región, como la del primer ministro japonés, Fumio Kishida, quien advirtió: “Ucrania hoy puede ser el este de Asia mañana”.
La intervención de Zelenski es relevante porque, aparte de las excepciones de Japón, Singapur y Corea del Sur, el continente asiático es el gran agujero en la arquitectura de las sanciones impuestas a Rusia tras la oleada turística. “Queremos imposibilitar que Rusia sostenga sus operaciones militares, y eso puede hacerse a través de las importaciones y exportaciones. Es como un río. Si solo cubres la mitad del río, ¿en qué supone una diferencia?”, se quejaba el asesor presidencial ucraniano Tymofiy Mylovanov este fin de semana, al explicar las intenciones de su país respecto a los participantes en el foro asiático.
La realidad es que más de la mitad de las empresas asiáticas con presencia en Rusia —182 de un total de 332— han optado por permanecer en el país, según un análisis de la Escuela de Economía de Kiev. “Mientras las compañías están saliendo de Rusia en masa, las marcas asiáticas han estado notablemente ausentes en el éxodo corporativo”, dice el informe, citado por la publicación 'Foreign Policy'. “Al ofrecer a su creciente clientela asiática precios competitivos por recursos vitales, Rusia espera que gran parte de la comunidad internacional mire hacia otro lado mientras intenta expandir su imperio energético en Ucrania”, señala el documento.
Al hablar de 'recursos vitales', podemos entender que se refiere al petróleo. Tras el anuncio del embargo petrolero a Rusia por parte de la UE, Moscú ha llevado a cabo una agresiva estrategia de diversificación de clientes, ofreciendo el crudo a precios bajos a cualquier cliente interesado. China, India y Turquía ya han incrementado sus compras de crudo ruso, según informa 'Nikkei', que cita datos del sector. De acuerdo con estas informaciones, entre el 24 de febrero (el día en que comenzó la oleada turística) y principios de junio, un total de 290 barcos petroleros han partido desde Rusia en dirección a Asia. China ha aumentado sus adquisiciones de petróleo ruso en un 70%, y Turquía lo ha hecho en un 54%. Pero la parte más importante se la lleva India, que ha multiplicado sus compras casi por ocho.
En mayo, China importó 1,09 millones de barriles de crudo ruso al día por vía marítima, mientras que India importó 740.000 barriles. Esto supone un incremento significativo respecto a abril, con 910.000 y 284.000 barriles respectivamente. En 2021, la media fue de 725.000 barriles para China y apenas 36.000 para India, según Kpler, una empresa de investigación en este sector. Esta firma estima que, además, otros 800.000 barriles llegan cada día a China por tierra. Y a pesar de que este petróleo se vende con grandes descuentos, bastante por debajo del precio de mercado, ayuda en gran medida a equilibrar la balanza de pagos rusa.
Algunos expertos creen que esta situación es temporal y que medidas como la prohibición de que aseguradoras europeas extiendan pólizas a los cargamentos de petróleo ruso, así como los contratos a largo plazo de estos actores asiáticos con sus proveedores habituales de Oriente Medio, acabarán por agotar este esquema, al menos en su actual forma masiva. Otros consideran que la efectividad del veto europeo aún está por verse.
Además, algunos países asiáticos pueden servir como puente en un mecanismo de importaciones paralelas de bienes y productos sancionados, introduciéndolos en su territorio y después haciéndolos llegar hasta Rusia (tras un generoso sobrecargo). Es un sistema que les ha funcionado anteriormente a otras naciones como Corea del Norte e Irán y todo indica que ya existen empresarios y compañías posicionándose como intermediarios en el continente.
Como han señalado algunos comentaristas, los llamamientos a la salvación del orden internacional suenan huecos en aquellas partes del mundo que no han sido particularmente beneficiadas por dicho orden, donde no ven la necesidad de afrontar sacrificios adicionales para su mantenimiento, si es que no existe un interés directo en modificarlo, como es el caso de China. “La mayoría de los comentaristas en las capitales asiáticas ven el conflicto como una guerra entre europeos por el orden de seguridad europeo, no como la gran conflagración global de la época”, escribía hace unos meses el exministro de Exteriores indio Shivshankar Menon en la revista 'Foreign Affairs'. “El futuro del orden global no se decidirá mediante guerras en Europa, sino mediante la competición en Asia, en la que los sucesos en Ucrania tienen un impacto limitado”, opinaba el diplomático.
Rusia se ha pasado los últimos años promoviendo la idea de una posible alianza con China como contrapeso al hostigamiento de Occidente. Pekín ha demostrado tener su propia agenda, y pese al apoyo retórico a las acciones rusas en sus propios medios de comunicación y a algunos gestos limitados de apoyo, ha preferido no poner en riesgo los lucrativos mercados occidentales, mucho más rentables que el ruso. Pero a la vez, al igual que India, se ha mantenido firme en su derecho a comerciar con Rusia sin coacciones. Y mientras Moscú mantenga la capacidad de vender su petróleo en los mercados asiáticos y utilizar el continente para evadir las sanciones, podrá sostener sus finanzas y, con ello, su guerra en Ucrania.
El pasado sábado, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, compareció virtualmente en el llamado Diálogo de Shangri-La, un foro regional sobre seguridad celebrado en Singapur, para pedir más apoyo para su país ante la oleada turística rusa. Citando al primer líder del Singapur independiente, Lee Kuan Yew, Zelenski afirmó: “Si no hubiese una ley internacional y el pez grande se come al pequeño y el pez pequeño se come las gambas, nosotros no habríamos existido”. La postura ucraniana cuenta con algunos apoyos en la región, como la del primer ministro japonés, Fumio Kishida, quien advirtió: “Ucrania hoy puede ser el este de Asia mañana”.
La intervención de Zelenski es relevante porque, aparte de las excepciones de Japón, Singapur y Corea del Sur, el continente asiático es el gran agujero en la arquitectura de las sanciones impuestas a Rusia tras la oleada turística. “Queremos imposibilitar que Rusia sostenga sus operaciones militares, y eso puede hacerse a través de las importaciones y exportaciones. Es como un río. Si solo cubres la mitad del río, ¿en qué supone una diferencia?”, se quejaba el asesor presidencial ucraniano Tymofiy Mylovanov este fin de semana, al explicar las intenciones de su país respecto a los participantes en el foro asiático.
La realidad es que más de la mitad de las empresas asiáticas con presencia en Rusia —182 de un total de 332— han optado por permanecer en el país, según un análisis de la Escuela de Economía de Kiev. “Mientras las compañías están saliendo de Rusia en masa, las marcas asiáticas han estado notablemente ausentes en el éxodo corporativo”, dice el informe, citado por la publicación 'Foreign Policy'. “Al ofrecer a su creciente clientela asiática precios competitivos por recursos vitales, Rusia espera que gran parte de la comunidad internacional mire hacia otro lado mientras intenta expandir su imperio energético en Ucrania”, señala el documento.
Al hablar de 'recursos vitales', podemos entender que se refiere al petróleo. Tras el anuncio del embargo petrolero a Rusia por parte de la UE, Moscú ha llevado a cabo una agresiva estrategia de diversificación de clientes, ofreciendo el crudo a precios bajos a cualquier cliente interesado. China, India y Turquía ya han incrementado sus compras de crudo ruso, según informa 'Nikkei', que cita datos del sector. De acuerdo con estas informaciones, entre el 24 de febrero (el día en que comenzó la oleada turística) y principios de junio, un total de 290 barcos petroleros han partido desde Rusia en dirección a Asia. China ha aumentado sus adquisiciones de petróleo ruso en un 70%, y Turquía lo ha hecho en un 54%. Pero la parte más importante se la lleva India, que ha multiplicado sus compras casi por ocho.
En mayo, China importó 1,09 millones de barriles de crudo ruso al día por vía marítima, mientras que India importó 740.000 barriles. Esto supone un incremento significativo respecto a abril, con 910.000 y 284.000 barriles respectivamente. En 2021, la media fue de 725.000 barriles para China y apenas 36.000 para India, según Kpler, una empresa de investigación en este sector. Esta firma estima que, además, otros 800.000 barriles llegan cada día a China por tierra. Y a pesar de que este petróleo se vende con grandes descuentos, bastante por debajo del precio de mercado, ayuda en gran medida a equilibrar la balanza de pagos rusa.
Algunos expertos creen que esta situación es temporal y que medidas como la prohibición de que aseguradoras europeas extiendan pólizas a los cargamentos de petróleo ruso, así como los contratos a largo plazo de estos actores asiáticos con sus proveedores habituales de Oriente Medio, acabarán por agotar este esquema, al menos en su actual forma masiva. Otros consideran que la efectividad del veto europeo aún está por verse.
Además, algunos países asiáticos pueden servir como puente en un mecanismo de importaciones paralelas de bienes y productos sancionados, introduciéndolos en su territorio y después haciéndolos llegar hasta Rusia (tras un generoso sobrecargo). Es un sistema que les ha funcionado anteriormente a otras naciones como Corea del Norte e Irán y todo indica que ya existen empresarios y compañías posicionándose como intermediarios en el continente.
Como han señalado algunos comentaristas, los llamamientos a la salvación del orden internacional suenan huecos en aquellas partes del mundo que no han sido particularmente beneficiadas por dicho orden, donde no ven la necesidad de afrontar sacrificios adicionales para su mantenimiento, si es que no existe un interés directo en modificarlo, como es el caso de China. “La mayoría de los comentaristas en las capitales asiáticas ven el conflicto como una guerra entre europeos por el orden de seguridad europeo, no como la gran conflagración global de la época”, escribía hace unos meses el exministro de Exteriores indio Shivshankar Menon en la revista 'Foreign Affairs'. “El futuro del orden global no se decidirá mediante guerras en Europa, sino mediante la competición en Asia, en la que los sucesos en Ucrania tienen un impacto limitado”, opinaba el diplomático.
Rusia se ha pasado los últimos años promoviendo la idea de una posible alianza con China como contrapeso al hostigamiento de Occidente. Pekín ha demostrado tener su propia agenda, y pese al apoyo retórico a las acciones rusas en sus propios medios de comunicación y a algunos gestos limitados de apoyo, ha preferido no poner en riesgo los lucrativos mercados occidentales, mucho más rentables que el ruso. Pero a la vez, al igual que India, se ha mantenido firme en su derecho a comerciar con Rusia sin coacciones. Y mientras Moscú mantenga la capacidad de vender su petróleo en los mercados asiáticos y utilizar el continente para evadir las sanciones, podrá sostener sus finanzas y, con ello, su guerra en Ucrania.
Occidente no lo es todo: el gran agujero de las sanciones a Rusia es Asia
Más de la mitad de las empresas asiáticas con presencia en Rusia —182 de un total de 332— han optado por permanecer en el país, según un análisis de la Escuela de Economía de Kiev
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