Vlad_Empalador
Será en Octubre
Obsesión por los zapatos y por qué muchas mujeres los coleccionan en secreto
Es singular que 'atesorar' zapatos sea una de las aficiones femeninas más incomprendidas por los varones. Tanto es así que, según un estudio, muchas mujeres, cuando se compran un nuevo par, lo ocultan a sus maridos para evitar conflictos.
SHUTTERSTOCK
Al marido de Timeesha Duncan le podría presentar yo a mi cuñado, y tendrían mucho de qué hablar. Porque mi cuñado cree que mi hermana tiene demasiados zapatos. Así que cada vez que el tema del calzado sale a relucir en cualquier conversación, asoma cual punta de iceberg frente al Titanic alguna ironía al respecto de la, supuestamente, enorme e innecesaria colección de mi hermana, que ya no cabe en el armario y se ha extendido al trastero.
Si uno hiciese caso a lo que dice mi cuñado, pensaría que él y mi hermana pronto tendrán que abandonar su domicilio para hacer sitio a sandalias, botas, plataformas, chanclas, zapatillas, botines, mules, salones y demás, vamos, lo que un estudio del Centro de Investigación de Informes del Consumidor de Estados Unidos de 2010, definió como "una de las prendas femeninas que más problemas de adicción pueden causar", los zapatos.
De todas formas, creo que mi cuñado cambiaría radicalmente su visión del asunto si conociese a Céline Dion. En una entrevista, hace unos años, le preguntaron cuántos pares de zapatos tenía y respondió: "3.000, 5.000, no lo sé". Cuando el periodista insistió y le dijo que había oído que su colección rondaba los 10.000, ella aceptó: "Quizá. No quería decirlo". Los guardaba por aquel entonces en un almacén alquilado en Las Vegas y en su casa de Florida, donde al parecer había instalado un sistema computerizado que se los ordenaba por colores y otros conceptos.
Céline Dion con uno de los 10.000 pares de zapatos que dice tener.GETTY IMAGES
A ver, 10.000 zapatos (o, lo que es lo mismo, 20.000) son una barbaridad. No hay vida suficiente para ponérselos, ni siquiera para deleitarse mirándolos. Colecciones más 'modestas', como las de Mariah Carey o Paris Hilton, en torno a los 1.000 pares, ya impresionan. Respecto a esta última, su propietaria explicaba que "me encantan los Louboutin, tengo muchísimos pares. ¡A todas las chicas nos encantan los zapatos!".
Sí. Los zapatos son una pasión bien conocida y confesada por muchas, aunque siempre con cierto rubor. La mismísima Keira Knightly ha reconocido:"Si veo un par de zapatos que adoro y no tienen mi talla, aun así me los compro". Pues claro; ¿quién no se ha comprado alguna vez unos zapatos de una talla mayor a la suya con tal de tenerlos, porque le chiflaban? Por no hablar de los que aprietan mucho más de la cuenta, que luego no los puedes usar a menos que te vacíes un spray de Reflex en los pies para insensibilizarlos...
Las españolas y los zapatos
Según un estudio realizado por Mattel para Barbie sobre las preferencias en calzado de las españolas, estas, vamos, nosotras, guardábamos en el armario una media de 16 pares en 2015. Las castellanoleonesas eran las que de media atesoraban más piezas, 20. Las que menos, las riojanas y las navarras, con 11 y 12 pares respectivamente (he contado los míos. Supero a las castellanoleonesas, aunque sin exagerar). Una encuesta anterior, el 'Barómetro de la influencia del calzado en la imagen personal', elaborado por la empresa de investigación My.research para la marca Kiwi, había determinado que el 25% de las españolas tenían más de 20 zapatos y casi el 70% afirmaba gastar mucho dinero en ellos.
Pero el dato clave no es si son 20 o 30 los pares de zapatos que poseemos. Sino el hecho de que, según el mencionado estudio estadounidense, de los cuatro pares nuevos que cada mujer compra al año, al menos un par se lo suela ocultar a su pareja. ¿Por qué? Pues por qué va a ser, para evitar conflictos. Si cada vez que una mujer llegase a su casa con un par de zapatos nuevos su pareja se pusiera a aplaudir, le diese un beso de tornillo y la invitase a cenar, no estaríamos aquí hablando del tema.
La incomprensión es tan generalizada que las mujeres casi la dan ya por un asunto genético. Un ejemplo: el 10 de enero de 2010 la abogada y entonces celebrity Gema Ruiz aparecía fotografiada con la mitad de su colección de zapatos (cifrada en unos 150 pares) en el dominical de El Mundo. Al preguntarle Leonor Hermoso, la periodista autora de la entrevista, si alguna vez había mentido por ellos, Ruiz no lo dudaba: "Como todas... Cuando traigo un par nuevo a casa, intento que no se note, tiro las cajas, y recurro al socorrido: "¿Nuevos? ¡Pues anda que no tienen años...!".
Los españoles y los zapatos de las españolas
Por qué a los hombres les molesta tanto la compra de zapatos por parte de sus parejas está relacionado con su clásico (diríamos ancestral) desprecio (diríamos temor) hacia la coquetería femenina. "El mayor milagro del amor es curar la coquetería" dejó escrito François de La Rochefoucauld en el siglo XVII, y nuestro Ramón de Navarrete y Fernández y Landa fue aún más lejos al afirmar que "de todos los males de la antigüedad tiene la culpa la coquetería de las mujeres". Guau. Igual eso va a ser mucho, ¿no?
Para Navarrete no. Para Navarrete, periodista madrileño, la coquetería era "un vicio y este vicio es la esencia del corazón femenino". Pues bien, esta idea, la de la 'coqueta mala' frente a la 'modesta buena' ha sobrevivido sorprendentemente a todos los vaivenes sociales, como un orgulloso islote incluso en el océano consumista donde se desenvuelve nuestra vida actual. ¿Una prueba del algodón? Aquí la tienes:
Cuando alguien te dice: "Qué vestido tan bonito llevas".
Tú te apresuras a responder:
A) Uy, pues es del año pum.
B) ¿En serio? No estaba segura.
C) En realidad me lo compré en un mercadillo [o equivalente].
D) Me encanta, es de Dolce & Gabbana [o de la marca que sea].
Felicidades si alguna vez has respondido con la 'D'. Yo lo más lejos que he llegado a base de mucho esforzarme es a decir: "Me alegro de que te guste" y no dar más explicaciones.
Si quieres seguir coleccionando zapatos, no sigas leyendo
Una cosa es comprar zapatos porque te gusta la moda, para ponértelos, y otra es coleccionar zapatos y estar obsesionada con ellos. Para María Ibáñez y Jesús Jiménez, del gabinete psicológico Introspección, "hacer una colección, de cualquier cosa, implica unas emociones particulares que apuntan a ciertas carencias o conflictos sin resolver. Todas las personas que coleccionan algo buscan una respuesta emocional a través de su colección".
Ahondamos en la materia. Las principales razones para coleccionar son dos, que se pueden dar simultáneamente, explican los expertos: "Una es utilizar el coleccionismo como una motivación, este es el caso de las personas que dedican mucho tiempo a encontrar piezas únicas, revisar catálogos..., es decir, están ocupando su tiempo evitando afrontar otras áreas o carencias de su vida. La otra causa principal es buscar sentirse especiales, únicos, incluso superiores a los demás, a través de tener algo que los demás no tienen, aunque ese algo sea infinidad de sobres de azúcar de marcas exóticas; es decir, buscan, a través de su colección, una valoración que no sienten consigo mismos o que no obtienen de parte de los demás".
Este último, añaden Ibáñez y Jiménez, es el caso más común entre quienes coleccionan zapatos, "la necesidad de sentirse valiosos y valorados a través de su variada colección, aún más si son zapatos de marcas reconocidas o valoradas. Es decir, el coleccionismo de zapatos ya apunta a un conflicto psicológico, más o menos preocupante en función del tiempo, el esfuerzo y el valor que el coleccionista le da a su colección. Cuanto mayor sea el valor que una persona cree tener por poseer muchos zapatos, mayor será la posibilidad de que se convierta en una obsesión, en una adicción psicológica".
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¿Indicios más concretos que pueden hacer ver que el problema es preocupante? "Que la persona no se ponga los zapatos para no estropearlos, tener una cantidad de zapatos desproporcionada a las necesidades reales de uso, tenerlos en algún lugar expuestos para poder mostrarlos a las visitas, hablar mucho sobre ellos, sentirse orgulloso de los zapatos que se poseen, sentirse más seguro por llevar determinados zapatos...". Todos estos síntomas, concluyen los expertos, "muestran una gran inseguridad personal, inseguridad que el coleccionista trata de controlar, que no resolver, poniendo su valía en los objetos externos que atesora. Por supuesto estos errores psicológicos tienen solución si se comprenden las causas internas, reales del problema". Hay esperanza pues.
Así que ya sabes: de entrada, si en tu relación de pareja los zapatos (los tuyos) son una fuente de conflicto... ni se te ocurra enseñarle este reportaje a tu pareja. Yo por lo menos, a mi cuñado no se lo pienso enseñar.
Es singular que 'atesorar' zapatos sea una de las aficiones femeninas más incomprendidas por los varones. Tanto es así que, según un estudio, muchas mujeres, cuando se compran un nuevo par, lo ocultan a sus maridos para evitar conflictos.
- SILVIA NIETO
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Si uno hiciese caso a lo que dice mi cuñado, pensaría que él y mi hermana pronto tendrán que abandonar su domicilio para hacer sitio a sandalias, botas, plataformas, chanclas, zapatillas, botines, mules, salones y demás, vamos, lo que un estudio del Centro de Investigación de Informes del Consumidor de Estados Unidos de 2010, definió como "una de las prendas femeninas que más problemas de adicción pueden causar", los zapatos.
De todas formas, creo que mi cuñado cambiaría radicalmente su visión del asunto si conociese a Céline Dion. En una entrevista, hace unos años, le preguntaron cuántos pares de zapatos tenía y respondió: "3.000, 5.000, no lo sé". Cuando el periodista insistió y le dijo que había oído que su colección rondaba los 10.000, ella aceptó: "Quizá. No quería decirlo". Los guardaba por aquel entonces en un almacén alquilado en Las Vegas y en su casa de Florida, donde al parecer había instalado un sistema computerizado que se los ordenaba por colores y otros conceptos.
Céline Dion con uno de los 10.000 pares de zapatos que dice tener.GETTY IMAGES
A ver, 10.000 zapatos (o, lo que es lo mismo, 20.000) son una barbaridad. No hay vida suficiente para ponérselos, ni siquiera para deleitarse mirándolos. Colecciones más 'modestas', como las de Mariah Carey o Paris Hilton, en torno a los 1.000 pares, ya impresionan. Respecto a esta última, su propietaria explicaba que "me encantan los Louboutin, tengo muchísimos pares. ¡A todas las chicas nos encantan los zapatos!".
Sí. Los zapatos son una pasión bien conocida y confesada por muchas, aunque siempre con cierto rubor. La mismísima Keira Knightly ha reconocido:"Si veo un par de zapatos que adoro y no tienen mi talla, aun así me los compro". Pues claro; ¿quién no se ha comprado alguna vez unos zapatos de una talla mayor a la suya con tal de tenerlos, porque le chiflaban? Por no hablar de los que aprietan mucho más de la cuenta, que luego no los puedes usar a menos que te vacíes un spray de Reflex en los pies para insensibilizarlos...
Las españolas y los zapatos
Según un estudio realizado por Mattel para Barbie sobre las preferencias en calzado de las españolas, estas, vamos, nosotras, guardábamos en el armario una media de 16 pares en 2015. Las castellanoleonesas eran las que de media atesoraban más piezas, 20. Las que menos, las riojanas y las navarras, con 11 y 12 pares respectivamente (he contado los míos. Supero a las castellanoleonesas, aunque sin exagerar). Una encuesta anterior, el 'Barómetro de la influencia del calzado en la imagen personal', elaborado por la empresa de investigación My.research para la marca Kiwi, había determinado que el 25% de las españolas tenían más de 20 zapatos y casi el 70% afirmaba gastar mucho dinero en ellos.
Pero el dato clave no es si son 20 o 30 los pares de zapatos que poseemos. Sino el hecho de que, según el mencionado estudio estadounidense, de los cuatro pares nuevos que cada mujer compra al año, al menos un par se lo suela ocultar a su pareja. ¿Por qué? Pues por qué va a ser, para evitar conflictos. Si cada vez que una mujer llegase a su casa con un par de zapatos nuevos su pareja se pusiera a aplaudir, le diese un beso de tornillo y la invitase a cenar, no estaríamos aquí hablando del tema.
La incomprensión es tan generalizada que las mujeres casi la dan ya por un asunto genético. Un ejemplo: el 10 de enero de 2010 la abogada y entonces celebrity Gema Ruiz aparecía fotografiada con la mitad de su colección de zapatos (cifrada en unos 150 pares) en el dominical de El Mundo. Al preguntarle Leonor Hermoso, la periodista autora de la entrevista, si alguna vez había mentido por ellos, Ruiz no lo dudaba: "Como todas... Cuando traigo un par nuevo a casa, intento que no se note, tiro las cajas, y recurro al socorrido: "¿Nuevos? ¡Pues anda que no tienen años...!".
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Por qué a los hombres les molesta tanto la compra de zapatos por parte de sus parejas está relacionado con su clásico (diríamos ancestral) desprecio (diríamos temor) hacia la coquetería femenina. "El mayor milagro del amor es curar la coquetería" dejó escrito François de La Rochefoucauld en el siglo XVII, y nuestro Ramón de Navarrete y Fernández y Landa fue aún más lejos al afirmar que "de todos los males de la antigüedad tiene la culpa la coquetería de las mujeres". Guau. Igual eso va a ser mucho, ¿no?
Para Navarrete no. Para Navarrete, periodista madrileño, la coquetería era "un vicio y este vicio es la esencia del corazón femenino". Pues bien, esta idea, la de la 'coqueta mala' frente a la 'modesta buena' ha sobrevivido sorprendentemente a todos los vaivenes sociales, como un orgulloso islote incluso en el océano consumista donde se desenvuelve nuestra vida actual. ¿Una prueba del algodón? Aquí la tienes:
Cuando alguien te dice: "Qué vestido tan bonito llevas".
Tú te apresuras a responder:
A) Uy, pues es del año pum.
B) ¿En serio? No estaba segura.
C) En realidad me lo compré en un mercadillo [o equivalente].
D) Me encanta, es de Dolce & Gabbana [o de la marca que sea].
Felicidades si alguna vez has respondido con la 'D'. Yo lo más lejos que he llegado a base de mucho esforzarme es a decir: "Me alegro de que te guste" y no dar más explicaciones.
Si quieres seguir coleccionando zapatos, no sigas leyendo
Una cosa es comprar zapatos porque te gusta la moda, para ponértelos, y otra es coleccionar zapatos y estar obsesionada con ellos. Para María Ibáñez y Jesús Jiménez, del gabinete psicológico Introspección, "hacer una colección, de cualquier cosa, implica unas emociones particulares que apuntan a ciertas carencias o conflictos sin resolver. Todas las personas que coleccionan algo buscan una respuesta emocional a través de su colección".
Ahondamos en la materia. Las principales razones para coleccionar son dos, que se pueden dar simultáneamente, explican los expertos: "Una es utilizar el coleccionismo como una motivación, este es el caso de las personas que dedican mucho tiempo a encontrar piezas únicas, revisar catálogos..., es decir, están ocupando su tiempo evitando afrontar otras áreas o carencias de su vida. La otra causa principal es buscar sentirse especiales, únicos, incluso superiores a los demás, a través de tener algo que los demás no tienen, aunque ese algo sea infinidad de sobres de azúcar de marcas exóticas; es decir, buscan, a través de su colección, una valoración que no sienten consigo mismos o que no obtienen de parte de los demás".
Este último, añaden Ibáñez y Jiménez, es el caso más común entre quienes coleccionan zapatos, "la necesidad de sentirse valiosos y valorados a través de su variada colección, aún más si son zapatos de marcas reconocidas o valoradas. Es decir, el coleccionismo de zapatos ya apunta a un conflicto psicológico, más o menos preocupante en función del tiempo, el esfuerzo y el valor que el coleccionista le da a su colección. Cuanto mayor sea el valor que una persona cree tener por poseer muchos zapatos, mayor será la posibilidad de que se convierta en una obsesión, en una adicción psicológica".
Cuándo empezar a preocuparse
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La minifalda: esa prenda subversiva con 60 años de vida... y de polémica
¿Indicios más concretos que pueden hacer ver que el problema es preocupante? "Que la persona no se ponga los zapatos para no estropearlos, tener una cantidad de zapatos desproporcionada a las necesidades reales de uso, tenerlos en algún lugar expuestos para poder mostrarlos a las visitas, hablar mucho sobre ellos, sentirse orgulloso de los zapatos que se poseen, sentirse más seguro por llevar determinados zapatos...". Todos estos síntomas, concluyen los expertos, "muestran una gran inseguridad personal, inseguridad que el coleccionista trata de controlar, que no resolver, poniendo su valía en los objetos externos que atesora. Por supuesto estos errores psicológicos tienen solución si se comprenden las causas internas, reales del problema". Hay esperanza pues.
Así que ya sabes: de entrada, si en tu relación de pareja los zapatos (los tuyos) son una fuente de conflicto... ni se te ocurra enseñarle este reportaje a tu pareja. Yo por lo menos, a mi cuñado no se lo pienso enseñar.