Hermenauta
Madmaxista
- Desde
- 19 Ago 2008
- Mensajes
- 4.386
- Reputación
- 17.058
Ralph Nader
Information Clearing House
Traducido por Manuel Talens
Estimado senador Obama:
Durante los casi dos años que ha durado su campaña presidencial, las palabras “esperanza y cambio”, “cambio y esperanza” han sido el tema repetitivo de sus declaraciones. Sin embargo, existe una asimetría entre tales objetivos y su carácter político, que se somete a centros antagónicos de poder nada proclives a la “esperanza y el cambio” y sí a la continuación del statu quo.
Ha recibido usted contribuciones económicas tan enormes que no tienen parangón, muchas más que el senador McCain, procedentes de intereses corporativos, de intereses de Wall Street y, lo que resulta más peculiar, de abogados de grandes bufetes corporativos. Nunca antes un candidato demócrata a la presidencia había logrado tal superioridad sobre su adversario. ¿Por qué, aparte de su apoyo incondicional a favor del rescate bancario con 700 mil millones de dólares, esos intereses corporativos están invirtiendo tanto en el senador Obama? ¿Podría ser porque su trayectoria como senador de Illinois, como senador nacional y como candidato presidencial (trayectoria que incluye su apuesta por la energía nuclear, por las plantas de carbón, por las perforaciones petrolíferas en alta mar, por los subsidios corporativos, incluida la Ley de Minas de 1872, y que elude, por ejemplo, cualquier programa integral destinado a luchar contra la ola de criminalidad corporativa y contra el abultado y despilfarrador presupuesto militar) les haya demostrado que es usted el hombre que necesitan?
Para promover el cambio y la esperanza, el cargo presidencial requiere carácter, coraje e integridad, no conveniencia, acomodación y oportunismo a corto plazo. Veamos, por ejemplo, la tras*formació que ha sufrido usted: de elocuente defensor en Chicago de los derechos palestinos antes de postularse al cargo de senador nacional ha pasado a ser acólito y portavoz de la línea dura del lobby judío usamericano (AIPAC, por sus siglas en inglés), que reafirma la opresión militar, la ocupación, el bloqueo, la colonización y la confiscación durante años de agua y tierras pertenecientes al pueblo palestino y de sus menguados territorios en Gaza y Cisjordania. Eric Altermann ya resumió numerosas encuestas en una edición de diciembre de 2007 de la revista The Nation, en las cuales quedaba claro que la mayoría de los judíos usamericanos rechazan las políticas del lobby judío.
Usted sabe muy bien que sólo cuando el gobierno de este país apoye a los movimientos de paz israelopalestinos, que elaboraron hace años una detallada solución de dos Estados (apoyada por la mayoría de los israelíes y los palestinos), habrá posibilidades de resolver este conflicto que dura ya más de sesenta años. Sin embargo, usted se pasó al campo de los partidarios de la línea dura, de tal manera que en su infame y degradante discurso ante la convención de la AIPAC, justo después de su nombramiento como candidato presidencial del Partido Demócrata, apoyó una “Jerusalén indivisa” y se opuso a las negociaciones con Hamas, el gobierno electo en Gaza. De nuevo, ignoró usted la voluntad del pueblo israelí, que en una encuesta del 1 de marzo de 2008 aparecida en el respetado periódico Haaretz, mostró que el 64% de los israelíes estaban a favor de “negociaciones directas con Hamas”. Uno de los muchos líderes palestinos que abogan por el diálogo y la paz con el pueblo israelí ha descrito así la posición de los partidarios de la línea dura de la AIPAC: “Hoy el antisemitismo es la persecución de la sociedad palestina por parte del Estado israelí”.
El verano pasado, durante la visita que hizo usted a Israel, programó sólo 45 minutos de su tiempo para los palestinos, sin conferencias de prensa y sin visita alguna a los campos de refugiados, algo que sin duda habría alertado a los medios sobre el brutal tratamiento que sufren los palestinos. Su viaje sirvió de apoyo al cruel e ilegal bloqueo de Gaza, contrario al Derecho Internacional y a la Carta de Naciones Unidas. Se centró usted en las victimas del sur de Israel, que durante el pasado año han totalizado una víctima civil israelí por cada 400 palestinas en el lado de Gaza. En vez de adoptar una posición política opuesta a cualquier violencia y favorable a la aceptación de la propuesta que la Liga Árabe hizo en 2002 con el objetivo de permitir un Estado palestino viable en el interior de las fronteras de 1967 a cambio de plenas relaciones diplomáticas y económicas entre los países árabes e Israel, jugó usted el papel del político de poca monta y se fue de allí dejando a los palestinos con un sentimiento de mucha conmoción y poco pavor [1].
David Levy, un antiguo negociador de paz israelí, describió su viaje en pocas palabras: “Hubo una muestra casi malintencionada de indiferencia ante el hecho de que aquí conviven dos discursos distintos. Puede que eso le sirva como candidato, pero no como presidente.”
El comentarista usamericano de origen palestino Ali Abunimah señaló que Obama no emitió ni una sola crítica a Israel “…por su permanente construcción de asentamientos y muros, por los cierres [de pasos de control] que hacen la vida imposible para millones de palestinos. […] Incluso el gobierno de Bush criticó recientemente el uso israelí de bombas de racimo contra civiles libaneses [véase The American Task Force for Lebanon ]. Pero Obama defendió la agresión israelí contra el Líbano como un ejercicio de su ‘legítimo derecho a defenderse’.”
En numerosas columnas, publicadas en el Haaretz, Gideon Levy criticó duramente las agresiones del gobierno israelí contra la población civil de Gaza, entre ellas los ataques en “el centro de un abarrotado campo de refugiados... con horrible derramamiento de sangre” a principios de 2008.
Uri Avnery, escritor israelí y defensor de la paz, describió la aparición de Obama ante la AIPAC como un espectáculo que “batió todos los récords de obsequiosidad y adulación” y añadió que Obama “está preparado para sacrificar los intereses usamericanos más elementales. Al fin y al cabo, para Usamérica es vital que se logre una paz israelopalestina que permita llegar a los corazones de las masas árabes, desde Iraq hasta jovenlandia. Obama ha dañado su imagen en el mundo de la religión del amor y ha hipotecado su futuro, si es que lo eligen presidente”, dijo. Y añadió: “De una cosa estoy seguro: las declaraciones de Obama ante la AIPAC son muy, pero que muy malas para la paz. Y lo que es malo para la paz es malo para Israel, para el mundo y para el pueblo palestino.”
Otro ejemplo de su falta de carácter, senador Obama, es la manera en que les ha dado la espalda a los usamericanos fiel a la religión del amores de este país. Se negó usted a enviar sustitutos para que hablasen a los votantes en sus reuniones. Mientras que sí ha visitado numerosas iglesias y sinagogas, no ha querido visitar una sola mezquita de este país. Incluso George Bush visitó la Gran Mezquita en Washington (DC) después del 11-S para expresar oportunos sentimientos de tolerancia ante un aterrado grupo religioso de inocentes.
El New York Times publicó un artículo el 24 de junio de 2008, titulado “Muslim Voters Detect a Snub from Obama” [Votantes fiel a la religión del amores detectan un desaire de Obama], firmado por Andrea Elliott, en el cual se citaban diversos ejemplos de su aversión por esos usamericanos que proceden de todos los estratos sociales, que sirven en las fuerzas armadas y que trabajan para vivir el sueño americano. Tres días antes, el International Herald Tribune publicó un artículo de Roger Cohen, titulado “Why Obama Should Visit a Mosque” [Por qué Obama debería visitar una mezquita]. A pesar de ello, ninguno de tales comentarios y reportajes ha alterado su intolerancia política contra los usamericanos fiel a la religión del amores, y ello a pesar de que su padre fue un de la religión del amor de Kenia.
Es posible que lo que mejor haya puesto en evidencia su absoluta falta de coraje político o la versión más suave de este rasgo suyo sea su capitulación ante los partidarios de la línea dura cuando le exigieron que prohibiese hablar al ex presidente Jimmy Carter ante la Convención Demócrata Nacional. Se trata de una tradición que rinde homenaje a antiguos presidentes y que este año le ha sido acordada a Bill Clinton en horario de máxima audiencia.
Carter fue un presidente que negoció la paz entre Israel y Egipto, pero su reciente libro [2], en el cual instó a ese superpoder dominante que es Israel a que evite el apartheid de los palestinos y haga las paces con ellos, fue todo lo que hizo falta para dejarlo de lado. En vez de un importante mensaje de Jimmy Carter a la nación sobre este crucial problema internacional, el ex presidente se vio relegado a una aparición en el escenario, que fue acogida con “estruendosos aplausos” después de la proyección de una película sobre el trabajo realizado por el Carter Center tras el ciclón Katrina. ¡Debería darle vergüenza, Barack Obama!
Pero su vergonzoso comportamiento se ha extendido a muchos más aspectos de la vida usamericana (véase el análisis de los hechos realizado por Matt González, mi compañero de candidatura, en Ralph Nader for President in 2008 ). Usted ha dado la espalda a los cien millones de pobres de este país, que incluyen a blancos, a afrousamericanos y a latinos. Dice usted que ayudará a la “clase media”, pero siempre evita cualquier referencia a los “pobres” de Usamérica.
Si gana las elecciones su triunfo será mucho más que un salto sin precedentes en su carrera, tras una brillante campaña carente de escrúpulos en la que habló de “cambio” y que, sin embargo, demostró una obediencia absoluta a la concentración del poder en manos de los “supremacistas corporativos”. Su campaña debería haber sido sobre el traspaso del poder desde unos pocos hasta la mayoría. Si gana, la Casa Blanca debería estar presidida por un hombre neցro que no da la espalda a los desposeídos, ni aquí ni en el extranjero, sino que reta a las fuerzas de la codicia, al control dictatorial del trabajo, de los consumidores y contribuyentes, y que también se opone a la militarización de las relaciones exteriores. La suya debería ser una Casa Blanca que tras*forme las políticas usamericanas –que las abriese a la financiación pública de las elecciones (con aportaciones voluntarias)– y que permitiese que a los candidatos menos importantes se les diera la oportunidad de aparecer en debates y de hacer uso de sus ahora restringidas libertades civiles. Eso sería una democracia competitiva.
Su campaña presidencial ha sido un ejemplo de posiciones cobardes. Hay quien dice que la “esperanza” es eterna. Pero no lo es cuando la “realidad” se obstina en desgastarla a diario.
Atentamente,
Ralph Nader
(Esta carta apareció publicada el 3 de noviembre de 2008, un día antes de las elecciones que dieron el triunfo a Barack Obama).
Notas del traductor
[1] Alusión a la operación denominada Shock and Awe, con la cual la aviación imperial inició la guerra de agresión en Iraq en 2003.
[2] Jimmy Carter, Palestine : Peace Not Apartheid , Simon & Shuster 2006.
Fuente: *An Open Letter to Barack Obama********** : Information Clearing House - ICH
Ralph Nader ha sido candidato a la presidencia de Usamérica en las recién celebradas elecciones.
El escritor y traductor Manuel Talens es miembro de los colectivos de Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala.
Rebelion. Entre la esperanza y la realidad
Ilusos por Obama
Abdennur Prado
Rebelión
Si Obama fuera sudamericano lo llamarían populista. Pero el cinismo de Bush y Cheney hace que su idealismo sea no solo disculpable, sino incluso necesario. Necesario para que todo siga igual. Esto es la ‘democracia’ americana: tener un presidente tan horrible que haga que cualquier cambio haga a la gente sentirse ilusionada. Y Obama es un gran retórico, que nos ha contado un hermoso cuento: el hijo de un viajero de la religión del amor africano puede llegar a ser presidente de los Estados Unidos de América. Un cuento que, sin ironía, podemos calificar como histórico. Un cuento a través del cual los Estados Unidos se sienten redimidos. El retorno de la esperanza en medio del campo batalla. Lo confieso: soy uno de los millones de fans de Obama esparcidos por el mundo. Me puse a llorar al oír su discurso ante la Convención demócrata. Realmente brillante.
Más allá de la euforia, Obama me interesa no como manifestación del sueño americano, sino como expresión de la danza entre idealismo y realismo. El pragmatismo es la filosofía norte americana por excelencia, se presenta como la superación de esta dicotomía. Obama es lo que William James llamaba “un espíritu delicado”: idealista, intelectualista, optimista, religioso… Pero sabe sumar las cualidades del “espíritu rudo” o empirista: se atiende a los hechos. Es pues un perfecto pragmático.
Sobre la base del pragmatismo, todo es posible en América. Toda teoría, como toda idea, es relativa al drama que la encuadra. La paz es relativa, tan relativa al menos como la reconciliación o la esperanza. Se trata de técnicas narrativas que deben dosificarse convenientemente. Lo importante son los resultados, el producto bruto, la victoria. Obama dice: América ya no es racista: y yo soy la prueba de ello, pues voy a ganar las elecciones. Ricos o pobres, blancos o neցros, demócratas o republicanos. Todos somos americanos, unidos por un destino manifiesto... Dios bendiga a América.
El llamado idealismo de Obama es típicamente norteamericano. La prueba es que ha dado resultados. El resultado esperado no es cambiar el mundo, sino ganar las elecciones y renovar el sueño americano. Esto es tan evidente que sorprende la incredulidad de las masas, pero aún más la de determinados ‘intelectuales’ (pero los palestinos no se hacen ilusiones). Obama no es un idealista: es un actor que calcula con técnica las ilusiones que despierta. Se asegura de que las ilusiones se tras*formen en dólares, que a su vez deben tras*formase en votos. Allí donde las ilusiones no dan votos, deja de lado todo idealismo.
El caso de Israel es especialmente claro. No es que Obama sea sionista, pues no es más que un político, y un buen político no es esclavo de sus ideas, solo las utiliza. Obama es pro-sionista por imperativos del guión. Si es necesario apoyará la oleada turística y los bombardeos del Líbano, cosa que hizo. Y el primer cargo que ha hecho público (el director de su gabinete) es un sionista radical. Pero para no romper con el cuento que nos cuenta, se apoya en el idealismo sionista. Los colonos y sus ideales progresistas. Los kibbutz como modelos de comunidades basadas en la fraternidad. El hecho de que esas colonias se levanten sobre montones de cadáveres no parece importarle: lo importante es ser fiel al guión, al drama que nos vende. Así, para justificar su apoyo al sionismo, no duda en equiparar a los sionistas con los afro americanos. Se trata de comunidades hermanas, nos dice. Eso explica que él mismo sea sionista, sin necesidad de romper con el cuento que nos cuenta.
Obama es un pragmático que despierta ilusiones para sus propios fines. Es un gran político. La política moderna es un espectáculo. Es decir, una impostura. Y el espectáculo requiere idealistas. Si Obama ha ganado es porque los americanos necesitaban una escena romántica para no pensar más en los cadáveres que el sherif ha dejado atrás. Necesitaban una emoción positiva tras la adrenalina generada por la masacre. Cuando las “cualidades rudas” ( Bush o el hard power ) han colapsado el sistema, se hace necesario apelar a las “cualidades delicadas” (Obama o el soft power ) para desatascarlo. Un poco de esperanza que nos permita tirar de la cadena. Y que la vida continúe. Tras el triunfo de Obama, Norteamérica ya no es las cárceles de Abu Ghraib o de Guantánamo, sino de nuevo el sueño americano. Obama o la redención de Norteamérica. Devolver la ilusión al pueblo norteamericano, tanto como a sus quinta columnistas extranjeros (que son Legión). El discurso subyaciente es el de el supremacismo norte americano. Basado no ya en su poderío militar sino en la superioridad jovenlandesal de sus ideales fundadores (un "pasado glorioso" del cual se ha obviado la esclavitud y el exterminio de los indios). En su discurso de Chicago habla de "un nuevo amanecer americano". Y se dirige a todos los habitantes del planeta, consciente de encarnar el "destino manifiesto". Obama es un buen patriota, y el patriotismo es el eje de todos sus discursos.
Cualquier guionista sabe que un film requiere de una serie de elementos para triunfar en la taquilla. Después de la matanza de los villanos por el héroe se hace necesaria una escena romántica, como contrapunto. El héroe es siempre el mismo: el sueño americano. De la noche a la mañana, Norteamérica ya no es un país racista (pero los presos en los corredores de la fin no se hacen ilusiones: ¿dejó de ser machista Pakistán cuando Benazir Bhuto ganó las elecciones?). Este es el cuento contado por Obama. Y es cierto que me siento feliz con su victoria, así que pueden ustedes considerarme como parte de este show. Los norteamericanos nos han colonizado el subconsciente, dice un personaje de la película de Wim Wendres 'El amigo americano'. Debemos reconocerlo sin remedio y disfrutar como niños con el nuevo espectáculo que los norteamericanos nos ofrecen. E incluso celebrarlo y aplaudir en la butaca. No en vano Hollywood es llamada "la fábrica de sueños". Pero no nos engañemos: Obama no es el cambio, ni va a paralizar los planes de dominio planetario. Obama es el actor que garantiza la continuidad del Nuevo Siglo Americano. Obama y Bush están del mismo lado.
Todos tenemos ilusiones, no podríamos vivir sin ellas. Ahora los Estados Unidos van a reducir su gasto militar para combatir el hambre en el mundo… Que las espadas se conviertan en arados y los corderos se paseen tranquilamente entre las fieras. Pero solo unas cuantas espadas, solo unas cuantas fieras: el espectáculo debe continuar. El siguiente capítulo ya ha sido anunciado. No le temblará la mano, será un enérgico comandante en jefe.
Todo el mundo necesita ilusiones. Obama y su equipo han tenido la habilidad de crear la ilusión necesaria justo en el momento preciso. Obama es una estrella en el cielo tenebroso de la sociedad del espectáculo, a la que algunos llaman (no sin cinismo) ‘democracia’.
Abdennur Prado. Presidente de la Junta Islámica Catalana
El blog del autor admite comentarios
Rebelion. Ilusos por Obama
Information Clearing House
Traducido por Manuel Talens
Estimado senador Obama:
Durante los casi dos años que ha durado su campaña presidencial, las palabras “esperanza y cambio”, “cambio y esperanza” han sido el tema repetitivo de sus declaraciones. Sin embargo, existe una asimetría entre tales objetivos y su carácter político, que se somete a centros antagónicos de poder nada proclives a la “esperanza y el cambio” y sí a la continuación del statu quo.
Ha recibido usted contribuciones económicas tan enormes que no tienen parangón, muchas más que el senador McCain, procedentes de intereses corporativos, de intereses de Wall Street y, lo que resulta más peculiar, de abogados de grandes bufetes corporativos. Nunca antes un candidato demócrata a la presidencia había logrado tal superioridad sobre su adversario. ¿Por qué, aparte de su apoyo incondicional a favor del rescate bancario con 700 mil millones de dólares, esos intereses corporativos están invirtiendo tanto en el senador Obama? ¿Podría ser porque su trayectoria como senador de Illinois, como senador nacional y como candidato presidencial (trayectoria que incluye su apuesta por la energía nuclear, por las plantas de carbón, por las perforaciones petrolíferas en alta mar, por los subsidios corporativos, incluida la Ley de Minas de 1872, y que elude, por ejemplo, cualquier programa integral destinado a luchar contra la ola de criminalidad corporativa y contra el abultado y despilfarrador presupuesto militar) les haya demostrado que es usted el hombre que necesitan?
Para promover el cambio y la esperanza, el cargo presidencial requiere carácter, coraje e integridad, no conveniencia, acomodación y oportunismo a corto plazo. Veamos, por ejemplo, la tras*formació que ha sufrido usted: de elocuente defensor en Chicago de los derechos palestinos antes de postularse al cargo de senador nacional ha pasado a ser acólito y portavoz de la línea dura del lobby judío usamericano (AIPAC, por sus siglas en inglés), que reafirma la opresión militar, la ocupación, el bloqueo, la colonización y la confiscación durante años de agua y tierras pertenecientes al pueblo palestino y de sus menguados territorios en Gaza y Cisjordania. Eric Altermann ya resumió numerosas encuestas en una edición de diciembre de 2007 de la revista The Nation, en las cuales quedaba claro que la mayoría de los judíos usamericanos rechazan las políticas del lobby judío.
Usted sabe muy bien que sólo cuando el gobierno de este país apoye a los movimientos de paz israelopalestinos, que elaboraron hace años una detallada solución de dos Estados (apoyada por la mayoría de los israelíes y los palestinos), habrá posibilidades de resolver este conflicto que dura ya más de sesenta años. Sin embargo, usted se pasó al campo de los partidarios de la línea dura, de tal manera que en su infame y degradante discurso ante la convención de la AIPAC, justo después de su nombramiento como candidato presidencial del Partido Demócrata, apoyó una “Jerusalén indivisa” y se opuso a las negociaciones con Hamas, el gobierno electo en Gaza. De nuevo, ignoró usted la voluntad del pueblo israelí, que en una encuesta del 1 de marzo de 2008 aparecida en el respetado periódico Haaretz, mostró que el 64% de los israelíes estaban a favor de “negociaciones directas con Hamas”. Uno de los muchos líderes palestinos que abogan por el diálogo y la paz con el pueblo israelí ha descrito así la posición de los partidarios de la línea dura de la AIPAC: “Hoy el antisemitismo es la persecución de la sociedad palestina por parte del Estado israelí”.
El verano pasado, durante la visita que hizo usted a Israel, programó sólo 45 minutos de su tiempo para los palestinos, sin conferencias de prensa y sin visita alguna a los campos de refugiados, algo que sin duda habría alertado a los medios sobre el brutal tratamiento que sufren los palestinos. Su viaje sirvió de apoyo al cruel e ilegal bloqueo de Gaza, contrario al Derecho Internacional y a la Carta de Naciones Unidas. Se centró usted en las victimas del sur de Israel, que durante el pasado año han totalizado una víctima civil israelí por cada 400 palestinas en el lado de Gaza. En vez de adoptar una posición política opuesta a cualquier violencia y favorable a la aceptación de la propuesta que la Liga Árabe hizo en 2002 con el objetivo de permitir un Estado palestino viable en el interior de las fronteras de 1967 a cambio de plenas relaciones diplomáticas y económicas entre los países árabes e Israel, jugó usted el papel del político de poca monta y se fue de allí dejando a los palestinos con un sentimiento de mucha conmoción y poco pavor [1].
David Levy, un antiguo negociador de paz israelí, describió su viaje en pocas palabras: “Hubo una muestra casi malintencionada de indiferencia ante el hecho de que aquí conviven dos discursos distintos. Puede que eso le sirva como candidato, pero no como presidente.”
El comentarista usamericano de origen palestino Ali Abunimah señaló que Obama no emitió ni una sola crítica a Israel “…por su permanente construcción de asentamientos y muros, por los cierres [de pasos de control] que hacen la vida imposible para millones de palestinos. […] Incluso el gobierno de Bush criticó recientemente el uso israelí de bombas de racimo contra civiles libaneses [véase The American Task Force for Lebanon ]. Pero Obama defendió la agresión israelí contra el Líbano como un ejercicio de su ‘legítimo derecho a defenderse’.”
En numerosas columnas, publicadas en el Haaretz, Gideon Levy criticó duramente las agresiones del gobierno israelí contra la población civil de Gaza, entre ellas los ataques en “el centro de un abarrotado campo de refugiados... con horrible derramamiento de sangre” a principios de 2008.
Uri Avnery, escritor israelí y defensor de la paz, describió la aparición de Obama ante la AIPAC como un espectáculo que “batió todos los récords de obsequiosidad y adulación” y añadió que Obama “está preparado para sacrificar los intereses usamericanos más elementales. Al fin y al cabo, para Usamérica es vital que se logre una paz israelopalestina que permita llegar a los corazones de las masas árabes, desde Iraq hasta jovenlandia. Obama ha dañado su imagen en el mundo de la religión del amor y ha hipotecado su futuro, si es que lo eligen presidente”, dijo. Y añadió: “De una cosa estoy seguro: las declaraciones de Obama ante la AIPAC son muy, pero que muy malas para la paz. Y lo que es malo para la paz es malo para Israel, para el mundo y para el pueblo palestino.”
Otro ejemplo de su falta de carácter, senador Obama, es la manera en que les ha dado la espalda a los usamericanos fiel a la religión del amores de este país. Se negó usted a enviar sustitutos para que hablasen a los votantes en sus reuniones. Mientras que sí ha visitado numerosas iglesias y sinagogas, no ha querido visitar una sola mezquita de este país. Incluso George Bush visitó la Gran Mezquita en Washington (DC) después del 11-S para expresar oportunos sentimientos de tolerancia ante un aterrado grupo religioso de inocentes.
El New York Times publicó un artículo el 24 de junio de 2008, titulado “Muslim Voters Detect a Snub from Obama” [Votantes fiel a la religión del amores detectan un desaire de Obama], firmado por Andrea Elliott, en el cual se citaban diversos ejemplos de su aversión por esos usamericanos que proceden de todos los estratos sociales, que sirven en las fuerzas armadas y que trabajan para vivir el sueño americano. Tres días antes, el International Herald Tribune publicó un artículo de Roger Cohen, titulado “Why Obama Should Visit a Mosque” [Por qué Obama debería visitar una mezquita]. A pesar de ello, ninguno de tales comentarios y reportajes ha alterado su intolerancia política contra los usamericanos fiel a la religión del amores, y ello a pesar de que su padre fue un de la religión del amor de Kenia.
Es posible que lo que mejor haya puesto en evidencia su absoluta falta de coraje político o la versión más suave de este rasgo suyo sea su capitulación ante los partidarios de la línea dura cuando le exigieron que prohibiese hablar al ex presidente Jimmy Carter ante la Convención Demócrata Nacional. Se trata de una tradición que rinde homenaje a antiguos presidentes y que este año le ha sido acordada a Bill Clinton en horario de máxima audiencia.
Carter fue un presidente que negoció la paz entre Israel y Egipto, pero su reciente libro [2], en el cual instó a ese superpoder dominante que es Israel a que evite el apartheid de los palestinos y haga las paces con ellos, fue todo lo que hizo falta para dejarlo de lado. En vez de un importante mensaje de Jimmy Carter a la nación sobre este crucial problema internacional, el ex presidente se vio relegado a una aparición en el escenario, que fue acogida con “estruendosos aplausos” después de la proyección de una película sobre el trabajo realizado por el Carter Center tras el ciclón Katrina. ¡Debería darle vergüenza, Barack Obama!
Pero su vergonzoso comportamiento se ha extendido a muchos más aspectos de la vida usamericana (véase el análisis de los hechos realizado por Matt González, mi compañero de candidatura, en Ralph Nader for President in 2008 ). Usted ha dado la espalda a los cien millones de pobres de este país, que incluyen a blancos, a afrousamericanos y a latinos. Dice usted que ayudará a la “clase media”, pero siempre evita cualquier referencia a los “pobres” de Usamérica.
Si gana las elecciones su triunfo será mucho más que un salto sin precedentes en su carrera, tras una brillante campaña carente de escrúpulos en la que habló de “cambio” y que, sin embargo, demostró una obediencia absoluta a la concentración del poder en manos de los “supremacistas corporativos”. Su campaña debería haber sido sobre el traspaso del poder desde unos pocos hasta la mayoría. Si gana, la Casa Blanca debería estar presidida por un hombre neցro que no da la espalda a los desposeídos, ni aquí ni en el extranjero, sino que reta a las fuerzas de la codicia, al control dictatorial del trabajo, de los consumidores y contribuyentes, y que también se opone a la militarización de las relaciones exteriores. La suya debería ser una Casa Blanca que tras*forme las políticas usamericanas –que las abriese a la financiación pública de las elecciones (con aportaciones voluntarias)– y que permitiese que a los candidatos menos importantes se les diera la oportunidad de aparecer en debates y de hacer uso de sus ahora restringidas libertades civiles. Eso sería una democracia competitiva.
Su campaña presidencial ha sido un ejemplo de posiciones cobardes. Hay quien dice que la “esperanza” es eterna. Pero no lo es cuando la “realidad” se obstina en desgastarla a diario.
Atentamente,
Ralph Nader
(Esta carta apareció publicada el 3 de noviembre de 2008, un día antes de las elecciones que dieron el triunfo a Barack Obama).
Notas del traductor
[1] Alusión a la operación denominada Shock and Awe, con la cual la aviación imperial inició la guerra de agresión en Iraq en 2003.
[2] Jimmy Carter, Palestine : Peace Not Apartheid , Simon & Shuster 2006.
Fuente: *An Open Letter to Barack Obama********** : Information Clearing House - ICH
Ralph Nader ha sido candidato a la presidencia de Usamérica en las recién celebradas elecciones.
El escritor y traductor Manuel Talens es miembro de los colectivos de Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala.
Rebelion. Entre la esperanza y la realidad
Ilusos por Obama
Abdennur Prado
Rebelión
Si Obama fuera sudamericano lo llamarían populista. Pero el cinismo de Bush y Cheney hace que su idealismo sea no solo disculpable, sino incluso necesario. Necesario para que todo siga igual. Esto es la ‘democracia’ americana: tener un presidente tan horrible que haga que cualquier cambio haga a la gente sentirse ilusionada. Y Obama es un gran retórico, que nos ha contado un hermoso cuento: el hijo de un viajero de la religión del amor africano puede llegar a ser presidente de los Estados Unidos de América. Un cuento que, sin ironía, podemos calificar como histórico. Un cuento a través del cual los Estados Unidos se sienten redimidos. El retorno de la esperanza en medio del campo batalla. Lo confieso: soy uno de los millones de fans de Obama esparcidos por el mundo. Me puse a llorar al oír su discurso ante la Convención demócrata. Realmente brillante.
Más allá de la euforia, Obama me interesa no como manifestación del sueño americano, sino como expresión de la danza entre idealismo y realismo. El pragmatismo es la filosofía norte americana por excelencia, se presenta como la superación de esta dicotomía. Obama es lo que William James llamaba “un espíritu delicado”: idealista, intelectualista, optimista, religioso… Pero sabe sumar las cualidades del “espíritu rudo” o empirista: se atiende a los hechos. Es pues un perfecto pragmático.
Sobre la base del pragmatismo, todo es posible en América. Toda teoría, como toda idea, es relativa al drama que la encuadra. La paz es relativa, tan relativa al menos como la reconciliación o la esperanza. Se trata de técnicas narrativas que deben dosificarse convenientemente. Lo importante son los resultados, el producto bruto, la victoria. Obama dice: América ya no es racista: y yo soy la prueba de ello, pues voy a ganar las elecciones. Ricos o pobres, blancos o neցros, demócratas o republicanos. Todos somos americanos, unidos por un destino manifiesto... Dios bendiga a América.
El llamado idealismo de Obama es típicamente norteamericano. La prueba es que ha dado resultados. El resultado esperado no es cambiar el mundo, sino ganar las elecciones y renovar el sueño americano. Esto es tan evidente que sorprende la incredulidad de las masas, pero aún más la de determinados ‘intelectuales’ (pero los palestinos no se hacen ilusiones). Obama no es un idealista: es un actor que calcula con técnica las ilusiones que despierta. Se asegura de que las ilusiones se tras*formen en dólares, que a su vez deben tras*formase en votos. Allí donde las ilusiones no dan votos, deja de lado todo idealismo.
El caso de Israel es especialmente claro. No es que Obama sea sionista, pues no es más que un político, y un buen político no es esclavo de sus ideas, solo las utiliza. Obama es pro-sionista por imperativos del guión. Si es necesario apoyará la oleada turística y los bombardeos del Líbano, cosa que hizo. Y el primer cargo que ha hecho público (el director de su gabinete) es un sionista radical. Pero para no romper con el cuento que nos cuenta, se apoya en el idealismo sionista. Los colonos y sus ideales progresistas. Los kibbutz como modelos de comunidades basadas en la fraternidad. El hecho de que esas colonias se levanten sobre montones de cadáveres no parece importarle: lo importante es ser fiel al guión, al drama que nos vende. Así, para justificar su apoyo al sionismo, no duda en equiparar a los sionistas con los afro americanos. Se trata de comunidades hermanas, nos dice. Eso explica que él mismo sea sionista, sin necesidad de romper con el cuento que nos cuenta.
Obama es un pragmático que despierta ilusiones para sus propios fines. Es un gran político. La política moderna es un espectáculo. Es decir, una impostura. Y el espectáculo requiere idealistas. Si Obama ha ganado es porque los americanos necesitaban una escena romántica para no pensar más en los cadáveres que el sherif ha dejado atrás. Necesitaban una emoción positiva tras la adrenalina generada por la masacre. Cuando las “cualidades rudas” ( Bush o el hard power ) han colapsado el sistema, se hace necesario apelar a las “cualidades delicadas” (Obama o el soft power ) para desatascarlo. Un poco de esperanza que nos permita tirar de la cadena. Y que la vida continúe. Tras el triunfo de Obama, Norteamérica ya no es las cárceles de Abu Ghraib o de Guantánamo, sino de nuevo el sueño americano. Obama o la redención de Norteamérica. Devolver la ilusión al pueblo norteamericano, tanto como a sus quinta columnistas extranjeros (que son Legión). El discurso subyaciente es el de el supremacismo norte americano. Basado no ya en su poderío militar sino en la superioridad jovenlandesal de sus ideales fundadores (un "pasado glorioso" del cual se ha obviado la esclavitud y el exterminio de los indios). En su discurso de Chicago habla de "un nuevo amanecer americano". Y se dirige a todos los habitantes del planeta, consciente de encarnar el "destino manifiesto". Obama es un buen patriota, y el patriotismo es el eje de todos sus discursos.
Cualquier guionista sabe que un film requiere de una serie de elementos para triunfar en la taquilla. Después de la matanza de los villanos por el héroe se hace necesaria una escena romántica, como contrapunto. El héroe es siempre el mismo: el sueño americano. De la noche a la mañana, Norteamérica ya no es un país racista (pero los presos en los corredores de la fin no se hacen ilusiones: ¿dejó de ser machista Pakistán cuando Benazir Bhuto ganó las elecciones?). Este es el cuento contado por Obama. Y es cierto que me siento feliz con su victoria, así que pueden ustedes considerarme como parte de este show. Los norteamericanos nos han colonizado el subconsciente, dice un personaje de la película de Wim Wendres 'El amigo americano'. Debemos reconocerlo sin remedio y disfrutar como niños con el nuevo espectáculo que los norteamericanos nos ofrecen. E incluso celebrarlo y aplaudir en la butaca. No en vano Hollywood es llamada "la fábrica de sueños". Pero no nos engañemos: Obama no es el cambio, ni va a paralizar los planes de dominio planetario. Obama es el actor que garantiza la continuidad del Nuevo Siglo Americano. Obama y Bush están del mismo lado.
Todos tenemos ilusiones, no podríamos vivir sin ellas. Ahora los Estados Unidos van a reducir su gasto militar para combatir el hambre en el mundo… Que las espadas se conviertan en arados y los corderos se paseen tranquilamente entre las fieras. Pero solo unas cuantas espadas, solo unas cuantas fieras: el espectáculo debe continuar. El siguiente capítulo ya ha sido anunciado. No le temblará la mano, será un enérgico comandante en jefe.
Todo el mundo necesita ilusiones. Obama y su equipo han tenido la habilidad de crear la ilusión necesaria justo en el momento preciso. Obama es una estrella en el cielo tenebroso de la sociedad del espectáculo, a la que algunos llaman (no sin cinismo) ‘democracia’.
Abdennur Prado. Presidente de la Junta Islámica Catalana
El blog del autor admite comentarios
Rebelion. Ilusos por Obama