cuñado de bar
Hablando sin tener ni idea
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El actual primer ministro Chris Hipkins reconoce la derrota, dando paso al conservador Christopher Luxon, cuyo partido gobernará en coalición
El líder de National y primer ministro electo, Christopher Luxon, en Auckland.AP
La actual oposición conservadora obtuvo el 38,95% de los votos y ACT el 8,98%, mientras que el gobernante Partido Laborista logró el 26,9%, poniendo fin a seis años en el poder. La coalición de derechas ha consolidado su posición para encabezar el próximo Ejecutivo al obtener un total de 61 escaños (50 para National, 11 para ACT), frente a los 52 (34 para Labour) de la izquierda. Se necesita un total de 61 escaños para formar gobierno.
Tras conocerse los resultados, Hipkins, que se convirtió en líder laborista en enero tras la dimisión sorpresa de Jacinda Ardern, habló desde Wellington para reconocer la derrota de su partido. "Tal y como están las cosas, los laboristas no están en condiciones de formar otro gobierno", declaró. Tras añadir que ya había llamado a Luxon para felicitarle, concluyó que "el resultado no es el que ninguno de nosotros quería".
Los resultados de los comicios han mostrado un dramático giro a la derecha en lo que los analistas han descrito como un "baño de sangre" para el Gobierno. "El principal asunto sobre el que versaban estas elecciones era la economía y el aumento del coste de la vida provocado por la inflación", explica a EL MUNDO Karl Lofgren, catedrático y director de la Escuela de Gobierno de la Universidad Victoria de Wellington.
La inflación bajo el Gobierno laborista alcanzó el 7,3% en marzo de 2022, el nivel más alto de los últimos 32 años, y se mantiene actualmente en el 6%. El mayor impulsor han sido los precios de los alimentos, que subieron un 12,3% en los doce meses tras*curridos hasta junio de 2023, según las cifras publicadas por Stats NZ.
Ambos bloques debatieron sobre las diferentes áreas en las que reducir el gasto público: nuevos impuestos para los laboristas y recortes del empleo en el sector público para los conservadores. Sin embargo, la fatiga que ya arrastraba el partido de Ardern, y luego de Hipkins, no tenía remedio.
"Si bien la mayoría de los votantes pueden estar de acuerdo en que Ardern hizo un gran trabajo durante los tiroteos de Christchurch y la esa época en el 2020 de la que yo le hablo, el Gobierno laborista nunca logró los objetivos (vivienda asequible, mejora de las infraestructuras en declive, revisión del sistema educativo) que plantearon en sus campañas electorales de 2017 y 2020", subraya Lofgren. Si a ello se añade el aumento de los impuestos, los préstamos para vivienda y la inflación, "es muy probable que la situación financiera haya empujado a los votantes marginales hacia National con la esperanza de que haya un cambio".
La ventaja de la coalición de derechas sobre la de izquierdas ha sido observada por todos los institutos de sondeos de Nueva Zelanda que han publicado al menos dos encuestas desde marzo, produciéndose un claro repunte hacia la derecha en los dos meses previos a los comicios.
A pesar de que los laboristas ganaron cinco puntos porcentuales, con un 38% en las encuestas, cuando Hipkins asumió el cargo en enero, su popularidad se ha desvanecido desde entonces, pues ya no tenía el éxito de la gestión de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo tras el que esconderse. Por eso la dimisión de Ardern no sorprendió a los neozelandeses como lo hizo en el resto del mundo. "Al igual que Gorbachov, Jacinda Ardern era más popular en el extranjero que en Nueva Zelanda cuando dimitió. Seguramente vio que el apoyo a su partido disminuía y decidió abandonar el barco antes de que afectara a su reputación política", señala Lofgren.
La única incógnita que quedaba por despejar en las urnas era si la coalición de National y el partido libertario ACT se vería obligada a incorporar una tercera fuerza -el populista New Zealand First- a su pacto de gobierno. El partido de Winston Peters ya fue el hacedor de reyes con la coalición de izquierdas liderada por Ardern en 2017.
Entre vitores de "¡hemos ganado!" y fuertes aplausos, Luxon subió al podio durante un acto electoral de National en Auckland para celebrar su victoria y felicitar al líder de New Zealand First, Winston Peters, por el regreso de su partido al Parlamento.
National ganó "porque escuchó a la nación", exclamó Luxon. "Habéis votado por el cambio. Nos habéis dado el mandato de hacer avanzar a Nueva Zelanda", añadió, mientras sus seguidores coreaban el lema de su campaña, que prometía devolver al país "al buen camino". Impaciente por empezar, adelantó que la prioridad de su partido es reconstruir la economía, reducir el coste de la vida y restaurar la ley y el orden.
Hay un giro mundial hacia la derecha. Menos en España, que vamos a seguir tragando cosa.
El líder de National y primer ministro electo, Christopher Luxon, en Auckland.AP
- Análisis El fin de la 'Jacindamanía'
La actual oposición conservadora obtuvo el 38,95% de los votos y ACT el 8,98%, mientras que el gobernante Partido Laborista logró el 26,9%, poniendo fin a seis años en el poder. La coalición de derechas ha consolidado su posición para encabezar el próximo Ejecutivo al obtener un total de 61 escaños (50 para National, 11 para ACT), frente a los 52 (34 para Labour) de la izquierda. Se necesita un total de 61 escaños para formar gobierno.
Tras conocerse los resultados, Hipkins, que se convirtió en líder laborista en enero tras la dimisión sorpresa de Jacinda Ardern, habló desde Wellington para reconocer la derrota de su partido. "Tal y como están las cosas, los laboristas no están en condiciones de formar otro gobierno", declaró. Tras añadir que ya había llamado a Luxon para felicitarle, concluyó que "el resultado no es el que ninguno de nosotros quería".
Los resultados de los comicios han mostrado un dramático giro a la derecha en lo que los analistas han descrito como un "baño de sangre" para el Gobierno. "El principal asunto sobre el que versaban estas elecciones era la economía y el aumento del coste de la vida provocado por la inflación", explica a EL MUNDO Karl Lofgren, catedrático y director de la Escuela de Gobierno de la Universidad Victoria de Wellington.
La inflación bajo el Gobierno laborista alcanzó el 7,3% en marzo de 2022, el nivel más alto de los últimos 32 años, y se mantiene actualmente en el 6%. El mayor impulsor han sido los precios de los alimentos, que subieron un 12,3% en los doce meses tras*curridos hasta junio de 2023, según las cifras publicadas por Stats NZ.
Ambos bloques debatieron sobre las diferentes áreas en las que reducir el gasto público: nuevos impuestos para los laboristas y recortes del empleo en el sector público para los conservadores. Sin embargo, la fatiga que ya arrastraba el partido de Ardern, y luego de Hipkins, no tenía remedio.
"Si bien la mayoría de los votantes pueden estar de acuerdo en que Ardern hizo un gran trabajo durante los tiroteos de Christchurch y la esa época en el 2020 de la que yo le hablo, el Gobierno laborista nunca logró los objetivos (vivienda asequible, mejora de las infraestructuras en declive, revisión del sistema educativo) que plantearon en sus campañas electorales de 2017 y 2020", subraya Lofgren. Si a ello se añade el aumento de los impuestos, los préstamos para vivienda y la inflación, "es muy probable que la situación financiera haya empujado a los votantes marginales hacia National con la esperanza de que haya un cambio".
La ventaja de la coalición de derechas sobre la de izquierdas ha sido observada por todos los institutos de sondeos de Nueva Zelanda que han publicado al menos dos encuestas desde marzo, produciéndose un claro repunte hacia la derecha en los dos meses previos a los comicios.
A pesar de que los laboristas ganaron cinco puntos porcentuales, con un 38% en las encuestas, cuando Hipkins asumió el cargo en enero, su popularidad se ha desvanecido desde entonces, pues ya no tenía el éxito de la gestión de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo tras el que esconderse. Por eso la dimisión de Ardern no sorprendió a los neozelandeses como lo hizo en el resto del mundo. "Al igual que Gorbachov, Jacinda Ardern era más popular en el extranjero que en Nueva Zelanda cuando dimitió. Seguramente vio que el apoyo a su partido disminuía y decidió abandonar el barco antes de que afectara a su reputación política", señala Lofgren.
La única incógnita que quedaba por despejar en las urnas era si la coalición de National y el partido libertario ACT se vería obligada a incorporar una tercera fuerza -el populista New Zealand First- a su pacto de gobierno. El partido de Winston Peters ya fue el hacedor de reyes con la coalición de izquierdas liderada por Ardern en 2017.
Entre vitores de "¡hemos ganado!" y fuertes aplausos, Luxon subió al podio durante un acto electoral de National en Auckland para celebrar su victoria y felicitar al líder de New Zealand First, Winston Peters, por el regreso de su partido al Parlamento.
National ganó "porque escuchó a la nación", exclamó Luxon. "Habéis votado por el cambio. Nos habéis dado el mandato de hacer avanzar a Nueva Zelanda", añadió, mientras sus seguidores coreaban el lema de su campaña, que prometía devolver al país "al buen camino". Impaciente por empezar, adelantó que la prioridad de su partido es reconstruir la economía, reducir el coste de la vida y restaurar la ley y el orden.
Nueva Zelanda vira a la derecha y pone fin a seis años de laborismo
El partido de centroderecha National, dirigido por el ex director ejecutivo de Air New Zealand, Christopher Luxon, tomará las riendas de Nueva Zelanda con su partido de coalición...
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Hay un giro mundial hacia la derecha. Menos en España, que vamos a seguir tragando cosa.