Correspondencias / Iker Izquierdo
Estimado Arcadi,
leyendo el Zoom de hoy me he puesto a pensar en las particularidades del país en el que resido: la República Popular de China. Poco después de morir Mao comenzó un lento proceso de desmitificación de su figura en la misma China y en el resto del mundo. Los jóvenes que llevaban el Libro Rojo en el bolsillo de atrás de sus vaqueros o encontraron trabajo o se afanaron en terminar sus carreras. El fervor maoísta prácticamente desapareció de un plumazo cuando se conocieron los horrores de la Revolución Cultural, aunque en la propia China no se llevó el varapalo que Kruschev le dio a Stalin en aquel famoso Congreso del PCUS, y a día de hoy el retrato del Gran Timonel y su mausoleo siguen presidiendo la horrenda Plaza de Tiananmen. Es raro encontrarte con algún chino que hable mal de él. En dos años viviendo aquí sólo me he topado con tres. Algún profesor de historia en España todavía me ponía un “pero” al reinado de Mao. Ah los “peros”, tan queridos en Europa. “Mao educó a un pueblo”, me dijo solemnemente. Todavía se pueden escuchar estas justificaciones por ahí, como si un etarra que te enseña a leer dejara de serlo sólo por eso.
El régimen chino, muerto Mao, perdió su prestigio entre la izquierda occidental bienpensante. Pasó algo curioso, que ahora nos parece tan normal. Se encontró una víctima acorde con los nuevos tiempos: el pueblo tibetano. Se produjo en toda la izquierda europea una tras*valoración de conceptos en sus prioridades intelectuales: de la clase social al pueblo étnico-cultural, que es lo que se lleva ahora. En Cuba no se da esta situación, pues es para los EEUU, lo que el Tibet para China, si se me permite la comparación. El estado cubano sigue siendo un pueblo oprimido, según el imaginario del régimen y de la izquierda europea.
Supongo que en 1959, cuando Mao decidió invadir el Tibet, no pensó jamás que esto le arrebataría la gloria eterna entre la izquierda sociológica del futuro, pues la revolución socialista había acabado con todas esas patrañas burguesas, etc…
Pues sí, el nacionalismo y la religión han vuelto, cuando parecía que ya retrocedían. Y ahora, para completar el reencuentro de carcamales, resurge el socialismo. Es lo que tienen las crisis económicas…
Buenas tardes
