HaCHa
Rojo cabrón, en tu ojo ciego es leyenda
Pues me sigo stableciendo en este país. Ayer tanteé en firme la movilidad urbana y me alquilé un coche.
Y me da que no voy a querer las cuatro ruedas ni aunque me las ponga la empresa, que se ha ofrecido, pero es que no se puede ir en coche ya. Os lo cuento.
Salgo de la ciudad dormitorio donde me alojo (por ahora) hacia el complejo donde curro, a las tantas de la mañana, y, hasta que consigo pillar la autovía para recorrer los 13km que me separan de mi puesto de trabajo, ya me tiro un cuarto de hora padeciendo entre bicis y motos eléctricas, patinetes, furgos de reparto, carriles bici, ciclocalles y unos cochecillos también eléctricos que hay por aquí. Tonces, ya en la autovía y camino al gran núcleo poblacional como todo quisque cuando toca corneta, me integro en un mar de vehículos de verdad que ya tienen una edad. Y no mola.
No, porque es un poco lo que ya está pasando en Esñapa: las clases bajas se aferran a sus viejos zarrios turbodiésel y eso es un puñetero peligro. Terminas en un atasco con unos trastos de quince años que expelen vaharadas pestilentes por el tubarro, que suenan a motocarro y que lo mismo no tienen ni la revisión ni el seguro en condiciones. Por no mencionar que esto está lleno de inmis como yo, que provienen de parques automovilísticos de todo tipo y pelaje, y que no saben coger una rotonda o adelantar sin liarla. La sensación de precariedad, de abandono y resquebrajamiento, de sovietización de la autopista, es tan asquerosa que poco a poco se me van yendo las ganas de conducir al trabajo. Creo que estaré mucho mejor en tras*porte público, o alternativo. Porque los 13km que tengo que hacer al día se pueden hacer con una bici o un pati desos de batería.
Total, que llego al tajo y el parking es un puñetero infierno de cochazos inmensos. Lo han ajardinado "para adecuarse a los nuevos tiempos", esto es, lo están desmantelando para que la gente vaya captando la idea de que en coche nanay, que esta es una empresa eco, por lo que anda ya sin sitio en las plazas para los automóviles térmicos. Me toca aparcar fuera del complejo y perder un tiempo precioso. En fin, lo he intentado.
Pero no se puede. Y esto en uno de los países potentes del centro de la UE. En breve no vais a querer conducir ni los que no tenéis más huevones ni tampoco los que os lo podéis pagar sin esfuerzos. Y ojo que es carísimo, pero es que no se puede. No, porque luego de currar me voy al centro ciudad a hacer unas gestiones y no me dejan pasar con el coche. Me toca aparcar en Topocu, luego patear casi 2km. La vuelta es otro atasco rodeado de unos patis y bicis eléctricas que sí habrían podido plantarse en el Hay Untamiento y empadronarse, por lo que me pregunto por qué no me habré alquilado uno de esos, en vez de un puñetero Volks.
Pa la próxima no habrá tonalidad.
El coche ha muerto ya del todo. Va a quedar para cada vez menos cosas, se queda sin espacios ni ambientes. Su tiempo ya pasó.
Y me da que no voy a querer las cuatro ruedas ni aunque me las ponga la empresa, que se ha ofrecido, pero es que no se puede ir en coche ya. Os lo cuento.
Salgo de la ciudad dormitorio donde me alojo (por ahora) hacia el complejo donde curro, a las tantas de la mañana, y, hasta que consigo pillar la autovía para recorrer los 13km que me separan de mi puesto de trabajo, ya me tiro un cuarto de hora padeciendo entre bicis y motos eléctricas, patinetes, furgos de reparto, carriles bici, ciclocalles y unos cochecillos también eléctricos que hay por aquí. Tonces, ya en la autovía y camino al gran núcleo poblacional como todo quisque cuando toca corneta, me integro en un mar de vehículos de verdad que ya tienen una edad. Y no mola.
No, porque es un poco lo que ya está pasando en Esñapa: las clases bajas se aferran a sus viejos zarrios turbodiésel y eso es un puñetero peligro. Terminas en un atasco con unos trastos de quince años que expelen vaharadas pestilentes por el tubarro, que suenan a motocarro y que lo mismo no tienen ni la revisión ni el seguro en condiciones. Por no mencionar que esto está lleno de inmis como yo, que provienen de parques automovilísticos de todo tipo y pelaje, y que no saben coger una rotonda o adelantar sin liarla. La sensación de precariedad, de abandono y resquebrajamiento, de sovietización de la autopista, es tan asquerosa que poco a poco se me van yendo las ganas de conducir al trabajo. Creo que estaré mucho mejor en tras*porte público, o alternativo. Porque los 13km que tengo que hacer al día se pueden hacer con una bici o un pati desos de batería.
Total, que llego al tajo y el parking es un puñetero infierno de cochazos inmensos. Lo han ajardinado "para adecuarse a los nuevos tiempos", esto es, lo están desmantelando para que la gente vaya captando la idea de que en coche nanay, que esta es una empresa eco, por lo que anda ya sin sitio en las plazas para los automóviles térmicos. Me toca aparcar fuera del complejo y perder un tiempo precioso. En fin, lo he intentado.
Pero no se puede. Y esto en uno de los países potentes del centro de la UE. En breve no vais a querer conducir ni los que no tenéis más huevones ni tampoco los que os lo podéis pagar sin esfuerzos. Y ojo que es carísimo, pero es que no se puede. No, porque luego de currar me voy al centro ciudad a hacer unas gestiones y no me dejan pasar con el coche. Me toca aparcar en Topocu, luego patear casi 2km. La vuelta es otro atasco rodeado de unos patis y bicis eléctricas que sí habrían podido plantarse en el Hay Untamiento y empadronarse, por lo que me pregunto por qué no me habré alquilado uno de esos, en vez de un puñetero Volks.
Pa la próxima no habrá tonalidad.
El coche ha muerto ya del todo. Va a quedar para cada vez menos cosas, se queda sin espacios ni ambientes. Su tiempo ya pasó.