ROBOTECH
Madmaxista
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Me dan mucha pena esas mujeres que intentan aparentar seriedad. Que visten formales e intentan parecer personas serias.
El capitalismo, buscando la eficiencia económica cortoplacista por encima de todo, ha convertido a las mujeres profesionales en monstruitos durante su jornada laboral (y a menudo, después de ésta, porque muchas viven con la pose de creerse "personas serias" las 24 horas).
De hecho, me da mucha pena la típica semi-cayetana madrileña suburbana, de estas que llevan pantalones, tacones, y van a la oficina a charear o a interpretar su personaje en la mediana y gran empresa: obedeciendo órdenes, cumpliendo objetivos, haciendo excels y demás chorradas... engranajes del sistema.
De jóvenes aún tienen ilusión, conforme se van poniendo viejas y obesas da lástima verlas, independientemente del dinero que ganen.
Esta vida competitiva no es su lugar. Se les agria y pudre el carácter al llevar un estilo de vida tan antinatural para ellas.
Al final su fisiología las traiciona: sus bamboleantes berzas botando de un lado a otro, el llevar tacones para mostrarse como un objeto sensual -subconscientemente- elevando sus nalgas.
También la emocionalidad en el trato, según la cual todo pasa por un filtro emocional.
Al final son presa de sus hormonas y van variando su comportamiento según la semana del ciclo menstrual, de forma totalmente predecible:
Pero la realidad es tozuda, y cuando las dejas en su salsa vuelven a su naturaleza, moldean su entorno laboral a su imagen y semejanza:
Por suerte, todo es temporal y vivimos en un mundo en constante evolución.
Todos los esfuerzos por incorporar a la mujer al mercado de trabajo de los hombres y convertirla en un hombre son antinatura y están condenados a fracasar.
Ellas no son felices con esta vida impuesta por el sistema productivo extractor, un sistema en el que ha aumentado la productividad un 200% desde los años 70 pero el sueldo real se ha mantenido estable desde entonces. Todas las ganancias han ido a especulación en bolsa y a cayetanos extractores de vida, auténticas sanguijuelas.
Con una tasa de extinción entre españoles blancos nativos superior al 50% por generación, no cabe duda de que en un par de generaciones, máximo, la mujer ocupará una posición más natural en su entorno.
Y, si tiene que trabajar, lo hará sin fingir que es un hombre.
Y el mundo será mejor.
Finalmente la vida se abrirá camino.
El capitalismo, buscando la eficiencia económica cortoplacista por encima de todo, ha convertido a las mujeres profesionales en monstruitos durante su jornada laboral (y a menudo, después de ésta, porque muchas viven con la pose de creerse "personas serias" las 24 horas).
De hecho, me da mucha pena la típica semi-cayetana madrileña suburbana, de estas que llevan pantalones, tacones, y van a la oficina a charear o a interpretar su personaje en la mediana y gran empresa: obedeciendo órdenes, cumpliendo objetivos, haciendo excels y demás chorradas... engranajes del sistema.
De jóvenes aún tienen ilusión, conforme se van poniendo viejas y obesas da lástima verlas, independientemente del dinero que ganen.
Esta vida competitiva no es su lugar. Se les agria y pudre el carácter al llevar un estilo de vida tan antinatural para ellas.
Al final su fisiología las traiciona: sus bamboleantes berzas botando de un lado a otro, el llevar tacones para mostrarse como un objeto sensual -subconscientemente- elevando sus nalgas.
También la emocionalidad en el trato, según la cual todo pasa por un filtro emocional.
Al final son presa de sus hormonas y van variando su comportamiento según la semana del ciclo menstrual, de forma totalmente predecible:
Pero la realidad es tozuda, y cuando las dejas en su salsa vuelven a su naturaleza, moldean su entorno laboral a su imagen y semejanza:
Por suerte, todo es temporal y vivimos en un mundo en constante evolución.
Todos los esfuerzos por incorporar a la mujer al mercado de trabajo de los hombres y convertirla en un hombre son antinatura y están condenados a fracasar.
Ellas no son felices con esta vida impuesta por el sistema productivo extractor, un sistema en el que ha aumentado la productividad un 200% desde los años 70 pero el sueldo real se ha mantenido estable desde entonces. Todas las ganancias han ido a especulación en bolsa y a cayetanos extractores de vida, auténticas sanguijuelas.
Con una tasa de extinción entre españoles blancos nativos superior al 50% por generación, no cabe duda de que en un par de generaciones, máximo, la mujer ocupará una posición más natural en su entorno.
Y, si tiene que trabajar, lo hará sin fingir que es un hombre.
Y el mundo será mejor.
Finalmente la vida se abrirá camino.