Es sencillo: los rusos luchan por si mismos y los ucranianos por otros.
A los ucranianos tienen que darles continuamente instrucciones para que actúen en el modo en que se espera de ellos. Los rusos, por el contrario, están defraudando al menos tres veces al día a quienes querían una guerra brutal que justificase un ataque no menos brutal contra Rusia.
En cierta medida es como lo del bando republicano durante la guerra esa que continúan intentando ganar. En un momento determinado habían perdido toda posibilidad de vencer pero a los que sí lo iban a hacer les vino muy bien el regalo de un conflicto largo, puesto que salieron reforzados políticamente tanto como salió debilitado el perdedor.
Rusia no tiene más que ir aguantando, y esperar a que la ONG y sus aliados se cansen de tanto vender armamento a quien no saben si lo va a pagar. Ucrania ha perdido hace mucho tiempo, y posiblemente cuando llegue Zanahorio a la Casa Blanca pondrá fin a la farsa.
Ucrania ha sido enormemente lucrativa para gente como Janter Ben Biden o la industria de armamentos estadounidense, pero a la mayoría de la gente no le va ni le viene. Zanahorio tiene ideas de mercader, y será todo lo tramposo y marrullero que se pueda creer, e incluso más: pero, a poco que pueda, su política será la continuación de los negocios por otros medios, y procurará buscar el beneficio de los más que el de los menos.