«no dejo de pensar en la niña de 12 años y en la cocinera amada sin consentimiento por los piratas»

MonteKarmelo

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EL DIARIO DE RICARDO BLACH, PATRÓN DEL ALAKRANA, Y LA TRAGEDIA QUE DESCUBRIÓ EN EL ARIANA

Camino de Seychelles, la libertad. La niña. La veo en mi cabeza. Recuerdo sus ojos azules, apoyada en la ventana. Me duele mucho no haberla traído conmigo. Su progenitora me suplicó que me la llevara. Le dije que no podía. En su barco, el Ariana, había 12 piratas. En el mío, el Alakrana, 30. La progenitora [Natalia Loss], esposa del jefe de máquinas, lloraba. «Llévatela», me decía. Desde entonces me miro al espejo y lloro. No dejo de pensar en esa niña, en las mujeres de ese barco. La cocinera estaba embarazada, tras ser amada sin consentimiento por los piratas. Negociamos con el armador medicamentos para ella. Cuando los recibimos, Jama Adan [el negociador de los bucaneros] los tiró al agua. Son unos malditos. A esos asesinos sólo les deseo la fin, les metería veneno en la comida. ¿Qué será de la niña?

[La presencia de esta pequeña en el barco ucraniano es un dato atroz e inédito. No se sabía que estuviera dentro del buque Ariana, el cual lleva más de seis meses retenido por los corsarios. «Tengo la sensación de que nadie nos necesita, como si fuéramos material de desecho», se lamentó Larisa Salinska, la cocinera del barco, que sufrió a bordo del Ariana un aborto que degeneró en una severa hemorragia de la que no pudo ser tratada inmediatamente. «Sangraba como un grifo. Pensaba que iba a morir desangrada», relató la mujer de 39 años al Kyiv Post. Su marido, Kons tantin Krupski, ayudante del capitán, también se encuentra a bordo de la nave con ella. Pese al riesgo, Larisa decidió trabajar mano a mano con su marido debido a los problemas económicos que acucian a la familia desde que se les quemó la casa.]

VIERNES, 2 DE OCTUBRE. Primer día de secuestro. 5:30. «Son piratas, son piratas», es lo último que puedo decir por radio antes de que invadan la cubierta con sus fusiles. Tenemos las redes echadas y no podemos escapar. Puedo enviar un correo electrónico al armador [es un barco ultramoderno con comunicación por satélite y capacidad para estar conectado a internet todo el tiempo]. «Estamos bien. No envíen más emails que estamos a tope», escribo. El barco es asaltado. Los marineros, encarcelados en sus camarotes. Al capitán, Iker Galbarriatu, y a mí nos obligan a dormir en el suelo del puente de mando. Nos cubrimos con una manta. Hace frío y no cierran las puertas. Está muy oscuro.

SÁBADO, 3 DE OCTUBRE. Llamo desesperado por teléfono a la fragata Canarias. Han detenido a dos de los piratas [Abdu Willy y Raagegeesey Adji Haman]. Les digo que si se enteran los líderes de los clanes se va a complicar todo. «El Ministerio de Defensa ya ha divulgado la noticia de la captura», me responden. Les contesto: «Pues la han cagado. Han metido la pata y ahora a ver quién nos saca de aquí».

DOMINGO, 4 DE OCTUBRE. Llamo a Cristina, mi hija, dos veces. A las 8.30 hora española y a las 12.00.

-Nos tratan bien. Quédate tranquila- le digo.

-Tratan de liberaros. Hacen lo posible. Por favor papá haz todo lo que te digan los piratas. Te quiero- me dice [ella habla desde el domicilio familiar en Pontevedra].

LUNES, 5 DE OCTUBRE. «Hoy se van, podéis llamar a vuestras familias», afirma un pirata. Algo pasa con el pago del rescate. Seguimos aquí.

9 AL 13 DE OCTUBRE. Segunda semana sin libertad. Ya no tengo manta, me la han quitado. Tirito de frío. Saquean los camarotes. Los muebles nuevos de tonalidad clarito se van poniendo pardoes. El suelo se llena de colillas. Las reservas de alcohol se acaban. De día, nos obligan a estar sentados. Mi única compañía, aparte de los piratas, es el capitán. Charlamos y nos contamos secretos, total no nos entienden. Nos quedamos sin temas muy pronto.

[El 9 de octubre, los responsables de la misión Atalanta, detectan que el Ariana, con bandera de Malta pero de propietarios griegos, se mueve en dirección al Alakrana. Capturado el 2 de mayo, mientras hacía ruta hacia Oriente Medio desde Brasil, casi no tiene fuel. Parte desde el puerto de Hobyo hasta la altura de Haradhere.]

Intento leer. Pero no hay novelas, nada de literatura. Sólo libros náuticos. Específicamente dos sobre la historia del bacalao desde los años 50 hasta la actualidad. Leo 10 páginas y lo dejo.

Cuando están los jefes, los subalternos se ponen farrucos. Nos tratan de someter. Me atan de vez en cuando. No me dejan ducharme. Los jefes piratas tienen el control completo de la situación. Felizmente, sólo vienen al barco de día. De noche regresan a tierra.

[El 12 de octubre llegan a España los dos detenidos. Los corsarios responden y advierten de que no liberarán al Alakrana si antes no regresan a Somalia sus cómplices.]

De noche, el capitán duerme buscando la luz encendida. No quiere estar a oscuras. Se escuda en un rincón. Pienso en mis 59 años y que estaba a dos meses de retirarme. Esta iba a ser mi última marea.

MIÉRCOLES, 14 DE OCTUBRE. Los piratas deciden restringir las conversaciones al mínimo. Nunca estamos solos. Siempre con los secuestradores. Siempre armados. Día y noche. Utilizan kalashnikov, bazucas y pistolas. Se pelean constantemente por nuestras cosas. Dejan las armas en el suelo y se lían a abrazo limpio.

16 AL 22 DE OCTUBRE. Tercera semana. Quieren presionar al Gobierno. Y destruirnos. Íker, el capitán, ha dejado de probar alimentos. El chaval tiene 29 años -podría ser mi hijo- y está muy disgustado. A los piratas se les escapan los tiros por nada. «Hay que comer», le regaño. Le echo una bronca terrible. Ha adelgazado demasiado. No me dejan ducharme. Estoy sucio. Apesto.

No nos dejan salir del puente de mando. Nos amenazan con fusiles. No nos respetan, tratan mejor al resto de la tripulación, nos humillan. Como ven que está delicado y débil, le maltratan más. No hace falta hacerles nada para que aireen las armas. Un camarero esta barriendo el puente y se acerca demasiado a un pirata. Cuando se da cuenta, ya tiene un arma en la sien.

[20 de octubre. El juez Pedraz envía a un centro de menores al pirata Abdu Willy por no estar comprobado si tenía la mayoría de edad.]

Estos macho cabríoes son de gatillo fácil. Los sonidos de balas nos despiertan. Van drojados hasta las orejas de una cosa de droja que llaman khat. Disparan a las estrellas creyendo que son barcos.

VIERNES, 23 DE OCTUBRE. No tengo más ropa. Me veo obligado a utilizar un pijama. Los piratas se han apoderado de los camarotes de los oficiales. Los han saqueado. Se han llevado hasta mi cepillo de dientes. Sólo me han dejado las perchas.

[El Ariana se ha acercado lo suficiente al área donde está el Alakrana y cuatro naves más. Otro buque secuestrado es el encargado del primer repostaje.]

Vienen y se me quedan mirando. Me escupen en la cara. «Spanish fucking», me dicen. La comida y la cena la tiran al agua.

MARTES, 27 DE OCTUBRE. Me dejan ducharme. Por fin. Observo la pileta de la ducha: de color. Siento el placer del agua limpiándome. Casi me olvido de que estoy encañonado. Pasa un minuto y me gritan que salga. A medio duchar y otra vez arriba. [Los piratas lanzan una grave amenaza: «entregaremos a algunos tripulantes del Alakrana a los familiares de los dos detenidos en España»]. Le doy pena a un pirata porque no tengo ropa. Le roba a uno de sus compañeros para dármela a mí.

UN MES DE SECUESTRO. Nuestra venganza. Entre el capitán y yo les ponemos apodos a cada uno de los bucaneros esos. El Cicatriz es uno. Nos trata de impresionar... y lo consigue. Una bala le marca la cara desde la parte alta de la nariz hasta el final de la frente. Tiene otra alojada en la espalda. La he tocado.

Nos ha dado a entender que ha apiolado a 45 personas. Me enseña una grabación de vídeo de su móvil. Se ve cómo a un tío lo sacan del coche y le disparan a sangre fría.

Ése no es el único personaje. También está El Dedos, porque le faltan tres. O El Barbas, idéntico a Bin Laden. Otro es El Chorizo, porque no para de robar todo, le roba incluso a su gente. El peor es El Jefillo o me gusta la fruta. Nos tortura y humilla. Por él me atan y no me sueltan. Quiero ir al baño y no me dejan. Me meo encima. Se ríen de mí.

[Una carta de Silvia, esposa de Pablo Costas, marinero, muestra el dolor de los familiares... «Gondomar, 2 de noviembre de 2009. ¿Cómo estás mi corazón? Hace ya casi cinco meses que estás fuera de casa y hoy hace un mes que estás en manos de unas personas que la única solución que ven para salir de sus miserias es provocar otra mayor. A estas alturas sólo podemos esperar a que alguien descubra que en esta vida hay algo más importante que los intereses políticos y económicos. A estas alturas sé que ese alguien sólo puede ser Dios así que, a él también le envío esta carta desde el fondo de mi corazón. Te queremos».]

JUEVES, 5 DE NOVIEMBRE. Por la mañana nos sacan a empujones a la cubierta del barco, a proa. Me encuentro con casi todos mis compañeros allí. No los veía desde hace mucho tiempo. El único que no está es el cocinero. Empiezan a dar tiros hacia el palo de proa. Un pirata que porta un lanzagranadas dice: «Es el último día de vuestras vidas». Cuento 30 piratas. Cogen a tres a boleo y los llevan a un bote. Son Antonio Pérez Fernández, electricista [Ribeira, 34 años]; Joaquín Fernández Álvarez, marinero [Baiona, 38 años] y Francisco Valadés de los Santos, primer oficial [Isla Cristina, 38 años]. Nos asustamos. Varios tiemblan de pánico.

Nos vuelven a llevar adentro. No sabemos qué pasará con nuestros amigos. Uno de los líderes viene al puente y nos dice que si España no entrega a los dos piratas que detuvieron, matarán a nuestros tres compañeros. Que el Gobierno español dispone de 72 horas para liberarlos. Si no lo hace, volverá a por otros tres y, cumplido el mismo plazo, también los matará. Nos ordenan llamar y despedirnos de nuestros seres queridos. Sólo cinco, de los 36, no lloran. Esa noche, por primera vez, un líder, El Jefillo, se queda a dormir. Algo rellenito prepara.

VIERNES, 6 DE NOVIEMBRE. Más de una semana sin ducharme, dos con el pijama puesto. Suficientes víveres. Poca agua.

SÁBADO, 7 DE NOVIEMBRE. Una de las experiencias más tristes de mi vida. Tomamos contacto con el barco secuestrado Ariana. Dos mujeres y una niña dentro. Nos sirve para saber que hay quien lo está pasando peor que nosotros. La progenitora de la pequeña suplica que me lleve a su hija. No lo hago. Le damos fruta, pescado, alimentos y las pocas medicinas que tenemos. La cocinera del barco, embarazada por los piratas, tuvo un aborto y esta mal. Necesita tratamiento médico urgente. Tiene una infección grave.

[Las últimas noticias de la tripulación del Ariana son nefastas, informa Daniel Utrilla, corresponsal de EL MUNDO.es en Moscú. «Les supliqué de rodillas que al menos me dejaran sostener una conversación con un doctor. El pirata me dejó hacer dos llamadas telefónicas y dijo que no tendría más ocasiones. Pero no han logrado o querido que un ginecólogo me llame», se quejaba ya en agosto Larisa Salinska, cocinera del barco. La progenitora de la niña, Natalia, contó entonces que el jefe de los piratas los fustigaba con frases descorazonadoras del tipo: «No hay negociaciones en curso y nadie se preocupa por ustedes». Es verdad. Lleva más de seis meses secuestrado. La mujer perdió al bebé durante el secuestro. No queda claro que el hijo fuese de los piratas. Podría haber embarcado ya embarazada.]

Terminamos de darles combustible y nos fuimos.

MARTES, 10 DE NOVIEMBRE. Se han vuelto más agresivos. Nos escupen en la cara. Los piratas nos toman el pelo. Sobre los que habían bajado a tierra: «Los tratamos tan bien que ya no quieren volver al barco».

FIN. MARTES, 17 DE NOVIEMBRE. Anoche vino mucha gente que nunca antes había estado en el barco. Cuento 63. Llega el dinero y se lo reparten en el salón de oficiales. No vimos llegar el rescate porque nos mandaron a babor y la maniobra se hizo por estribor. Los jefes se van muy rápido. Antes de partir nos advierten sobre unos piratas que no son de su banda y que pueden secuestrarnos de nuevo. El contramaestre y un marinero levantan el ancla. Victoria. Cuando se va el último, ordeno ir a toda velocidad. Llama el maquinista para advertir que se puede parar el motor. «¡Pois que pare!», le digo. Voy a mi cuarto. Destrozado. Sin nada. Pero le he ganado una batalla a los carroñeros. Se han dejado un reloj Tag Heuer debajo de unos papeles. Duermo. Cuatro horas seguidas. Más que en todo el viaje. Nos enteramos de la mentira del desembarco de los tres compañeros. Sólo los metieron en una zodiac, los desplazaron 800 metros y los escondieron en el barco. ¡Era un montaje!

Detrás de la celebración aún pienso en el compañero al que se le murió la mujer durante nuestro secuestro. Y en la niña de 12 años que vive en un barco secuestrado.

[La versión del patrón del Alakrana se confirma con una información del Ministerio ucraniano de Exteriores. El mismo siete de noviembre reveló que los piratas les comunicaron que la mujer enferma había recibido todos los medicamentos necesarios. Lo refrenda también la ONG Ecoterra: el Alakrana visitó al Ariana en esa fecha. ¿Qué hace una niña entre la peor guano? ¿Por qué no se supo antes? Así vive: «No se nos permite movernos por el barco. Somos 24 personas en un camarote», explicó el capitán del Ariana. Su exigua dieta: «Dos kilos de arroz podrido para todos». Su bebida: «El agua que nos dan está roja. La intentamos filtrar con lana, algodón o como podemos», contaba Larisa. Crónica intentó contactar con los piratas para que cuenten su versión de las atrocidades en el Ariana y, a diferencia del Alakrana, donde hubo un diálogo fluido, no quisieron dar explicaciones. Todo indica que hay una niña entre asesinos y forzadores. Una pequeña que poco importa a los que pagan y cobran los rescates].

Edición y tras*cripción de Martín Mucha.

ALAIN SE VOLVIÓ LOCO TRAS MORIR SU MUJER

En la madrugada del 5 de noviembre, Kouassi Alain Kakou perdió la cabeza. Natural de Costa de Marfil, Alain -como le conoce la familia, así se refiere la tripulación los unos a los otros- se volvió loco. Todo empezó cuando uno de los piratas -escuálido y endeble- les anunció a toda la tripulación mientras sostenía una bazuca que ése sería el último día de sus vidas. Había que llamar a las familias para despedirse. El último adiós. El adiós que nadie se imagina dar. Alain llamó a su mujer, en Abiyán, la capital de Costa de Marfil, uno de los países más pobres de África. Sonó el teléfono y con la llamada llegó la desgracia. Al oír el mensaje de despedida, la mujer de Alain cayó fulminada al suelo. Su cuerpo no pudo soportar tanto dolor. Su alma tampoco. El relato lo cuentan a Crónica dos marineros jovenlandeses del Alakrana, compañeros del cautiverio con Alain. «Desde ese día, Alain perdió la cabeza», dicen. Al final, los piratas no cumplieron su amenaza. Nunca más volvió a ser el mismo. Mañana, lunes, llegará a Abiyán y descubrirá el desenlace. Al cierre de esta edición, aún no sabe si su mujer está viva o muerta. [El patrón de barco, Ricardo Blach, sostiene que ha fallecido]. Cuentan los hermanos de Alain, sus compañeros de fatigas, que llegaban por radio rumores sobre el fatal desenlace: «Decían que su esposa había muerto, pero nadie parecía saberlo al cien por cien». Es más, «el comandante [el marinero se refiere al capitán, Iker Galbarriatu] nos dijo que no habláramos del tema con Alain, que ya estaba demasiado afectado». Tras la liberación del pesquero, el médico militar que subió a bordo comprobó alertado que la presión sanguínea de Alain se había disparado. Estaba en 18. / JOANA SOCÍAS (Seychelles)

La víctima de las violaciones:
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- EL MUNDO | Suplemento cronica 736 - «NO DEJO DE PENSAR EN LA NIÑA DE 12 AÑOS QUE VI CUANDO ME LLEVARON A OTRO BARCO Y EN LA COCINERA amada sin consentimiento POR LOS PIRATAS»
 
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veo que hay mucho rambo por aqui...entrar en un barco secuestrado no es tan sencillo como se ve en las peliculas...
 
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