No caigáis en la propaganda.

Información a la que he tenido acceso me hace predecir que en los siguientes meses vamos a observar un cambio sustancial en el contenido de la cultura de masas. Ciertos elementos que hasta ahora habían sido suprimidos: masculinismo, estoicismo, amor por la tradición y la identidad propias, etc., van a ser promovidos a modo de supuesta reacción espontánea frente la fatiga generalizada causada por el discurso hegemónico que ha dominado la vida pública de los últimos años.

Esta fatiga y la reacción a ella han sido cuidadosamente manufacturadas del siguiente modo: han seleccionado cada vez a creadores más incompetentes para generar el contenido más representativo de la cultura de masas. Esto ha sido posible gracias a la inyección de dinero por parte de los bancos centrales y de los grandes fondos de inversión que actúan a forma de órganos supranacionales de gobernación. Esta financiación estaba sujeta al cumplimiento de determinadas condiciones aparentemente benignas: inclusión, respeto al medio ambiente, etc., pero cuya observancia necesariamente había de conducir a productos finales mediocres.

Hasta el momento, lo que convenía a los estados, en pro de la gobernabilidad y de incrementar su poder, era desmoralizar a los individuos con producciones que socavaran los valores y principios que hacen a los seres humanos felices e independientes. Por supuesto, el deseo de combatir el consumo de recursos y la natalidad lleva dictando las políticas propagandísticas y económicas de los estados desde, al menos, la segunda mitad del siglo XX. La idiotización y la desmoralización permitían desescalar el crecimiento de la sociedad de forma razonablemente pacífica. Desde 2019, cuando el discurso desmoralizador alcanzó su punto álgido, a esta parte, de forma calculada, han producido una crisis de legitimidad en este discurso presentándolo de forma cada vez menos sutil, más radical y menos lógica.

El propósito de esto es empujar a los ciudadanos europeos y americanos a una guerra. Dentro de los planes a alcanzar para 2030 y 2050 está el reducir dramáticamente el número de seres humanos que viven en este planeta y limitar el consumo total de recursos. Para ello, han inventado problemas como pandemias, con el propósito principal de difundir fármacos que interfieren a medio y largo plazo con las capacidades reproductivas y la longevidad; una agenda ecológica basada de forma infundada en los niveles de CO2, para limitar toda la industria dependiente de materias primas derivadas del petróleo; y van a usar un conflicto a gran escala como jugada final, que disminuirá a la población y destruirá el tejido productivo de forma dramática y acelerada. La gente con conocimientos suficientes es consciente de que ni la esa época en el 2020 de la que yo le hablo ni los niveles de CO2 suponen un problema real. Era esencial inventar problemas que no tuvieran relación con la realidad, porque de este modo se hace muy difícil la existencia de posibles consecuencias negativas en una hipotética reacción de sentido opuesto. Si la tesis no tiene conexión con el mundo real, la antítesis es también inocua.

Este proceso de radicalización prebélico es probablemente ineludible. Lo más seguro es que la mayoría de ciudadanos se vean arrastrados por él sin que pueda hacer alguien cosa alguna al respecto. Algunas de las medidas más draconianas de la esa época en el 2020 de la que yo le hablo tenían como propósito evaluar la capacidad persuasiva de las maquinarias de los estados y estimar el punto de quiebre y de hartazgo del ciudadano. Sólo una minoría podrá escapar del proceso de radicalización y hará todo lo posible por asegurar su subsistencia en lugar de dejarse arrastrar por el nuevo discurso. Huíd de los radicalizados de uno u otro bando y de los mensajes cargados de emoción y sentimentalismo. Mantened la cabeza fría. Escapar será difícil, pero no imposible. Igual que evitamos banderillarnos, hay maneras de minimizar el riesgo de vernos arrastrados por la masa en el futuro. La mayoría no se salvará. Resistid.

Chorradas de teorías.

Es occidente quién tiene problemas de población. El resto de la humanidad sigue multiplicándose, todas las teorías CONSPIRATIVAS no son más que eso, teorías. Lo cierto es que Occidente se viene abajo porque el wokismo/liberalismo social es la expresión social del capitalismo globalista en occidente. Sistema económico con el que han ganado las élites (universitarios para arriba) y han sido destruidos el resto de grupos sociales.

Si quereis una sociedad conservadora tendreis que cambiar el sistema económico. No va a pasar hasta que colapse, no porque decidan nada los de arriba.

El capitalismo globalista necesita vender todo lo posible a todo el mundo, por eso necesita inclusividad:

Necesitas feminizar la sociedad porque las mujeres consumen más y protestan menos. Necesitas incorporarlas al mercado de trabajo y privilegiarlas para vender más.

Necesitas pagapensiones para que consuman, para que hagan los trabajos de clase baja mientras la élite (univeisitarios para arriba) se llevan los beneficios, pero sobretodo los necesitas porque es dinero rápido ya que con ellos los niños dejan de ser necesarios ya que no producen hasta bien tarde y son un gasto.

Necesitas a los gays y las lesbianas, gente cargada de egocentrismo que solo les interesa su cosa, porque son más consumistas. Cuando empezó a normalizarse el tema lgtb el argumento principal era que TENIAN MAS RENTA, algo que recordamos los mayores del lugar.

Pero sobretodo les necesita porque con ellos los de la elite (universitarios para arriba) son intocables y mantienen sus privilegios intocables.