M. Priede
Será en Octubre
- Desde
- 14 Sep 2011
- Mensajes
- 50.897
- Reputación
- 114.279
Este hilo fue colgado en política en diciembre de 2013 y trasladado a conspiraciones posteriormente, seguramente que por obra de un moderador de nombre innombrable y al que echaron de la Burbuja. Lo cuelgo en Temas Calientes. Y con éste van más de doce hilos que recupero. Y los que quedarán por ahí. De casualidad he dado con él
Toda la prensa recoge la noticia
Google
Bezion Netayanhu culpa al racismo y a la envidia de los españoles de la expulsión de los judíos, o bien de la conversión forzosa (en otros países de Europa no les dieron esa opción). Sí, exculpa al catolicismo. Por eso Benjamín Netanyahu le regala al Papa el libro de su papá.
Pero la indigencia intelectual, cuando no mala fe de los perioputas españoles, no sabrá (o ignorará voluntariamente) de la existencia del libro de Miguel Ángel García Olmo, Las razones de la Inquisición Española, donde se rebaten las tesis del papá de Netanyahu. (Lo tenéis en Amazon a muy buen precio. La versión Kindle en 7,12 euros. Es un libro reciente, de 2009).
No hubo más de dos mil condenas a fin. Y los documentos ahí están. No había desaparecidos, que esa es una práctica muy reciente. Los documentos que han perdurado hasta hoy, y que corresponden con la etapa de más actividad, demuestran que no hubo más de mil condenados. Por extrapolación difícilmente se superarían los dos mil durante los tres siglos que estuvo en activo la Inquisición.
Pero al papá de Netanyahu esos documentos no le interesan. Dice que viniendo de la Inquisición, por fuerza tienen que ser falsos. A él solo le sirven los documentos de fuentes hebreas.
Netanyahu se lo regala al Papa porque su papá exculpa a los católicos y culpa de todo al racismo y la envidia de los españoles, acusación ésta muy extendida a todos por los de su ideología sionista, y ahí está lo que vienen haciendo con los alemanes, y no tanto al nazismo, a los que culpan de todos las maldades que uno se pueda imaginar. Y por extensión a toda Europa, que no hizo nada para evitar, según ellos, el gaseamiento de seis millones de judíos.
Unos apuntes de Pío Moa.
Toda la prensa recoge la noticia
Bezion Netayanhu culpa al racismo y a la envidia de los españoles de la expulsión de los judíos, o bien de la conversión forzosa (en otros países de Europa no les dieron esa opción). Sí, exculpa al catolicismo. Por eso Benjamín Netanyahu le regala al Papa el libro de su papá.
Pero la indigencia intelectual, cuando no mala fe de los perioputas españoles, no sabrá (o ignorará voluntariamente) de la existencia del libro de Miguel Ángel García Olmo, Las razones de la Inquisición Española, donde se rebaten las tesis del papá de Netanyahu. (Lo tenéis en Amazon a muy buen precio. La versión Kindle en 7,12 euros. Es un libro reciente, de 2009).
No hubo más de dos mil condenas a fin. Y los documentos ahí están. No había desaparecidos, que esa es una práctica muy reciente. Los documentos que han perdurado hasta hoy, y que corresponden con la etapa de más actividad, demuestran que no hubo más de mil condenados. Por extrapolación difícilmente se superarían los dos mil durante los tres siglos que estuvo en activo la Inquisición.
Pero al papá de Netanyahu esos documentos no le interesan. Dice que viniendo de la Inquisición, por fuerza tienen que ser falsos. A él solo le sirven los documentos de fuentes hebreas.
Netanyahu se lo regala al Papa porque su papá exculpa a los católicos y culpa de todo al racismo y la envidia de los españoles, acusación ésta muy extendida a todos por los de su ideología sionista, y ahí está lo que vienen haciendo con los alemanes, y no tanto al nazismo, a los que culpan de todos las maldades que uno se pueda imaginar. Y por extensión a toda Europa, que no hizo nada para evitar, según ellos, el gaseamiento de seis millones de judíos.
Unos apuntes de Pío Moa.
OTRA MIRADA SOBRE LA INQUISICIÓN
El historiador Miguel Ángel García Olmo ha escrito "Las razones de la Inquisición Española", examinando ciertos análisis de ella difundidos en años recientes, en particular los de Benzion Netanyahu. En la historiografía hebrea sobre la Inquisición encontramos la loa de las víctimas conversas como ejemplos de firmeza en la fe mosaica, confirmada en sus confesiones ante el tribunal. De estas “fluye como un maravilloso cántico de nostalgias por el hogar nacional, el terrenal y el celestial, de todas las cosas, grandes y pequeñas, santificadas en la tradición judía (…) aquello que había creado al pueblo judío y que mantenía su existencia”, explica, por ejemplo, el profesor Haim Beinart. Pero Netanyahu opina lo contrario: en realidad no hubo verdadero problema de criptojudaísmo, los judíos bautizados a la fuerza o sus hijos terminaron haciéndose cristianos del todo, y así la Inquisición persiguió y quemó, en realidad, a auténticos católicos. ¿Por qué lo hizo? Como respuesta política a una presión popular de tipo racista y económico, que veía en los conversos una competencia perjudicial para sus intereses y envidiaba el éxito social logrado por los conversos.
La relevancia de la tesis consiste en que desplaza la culpabilidad inquisitorial desde la Iglesia y en parte del Estado, al pueblo español en conjunto. Culpabilidad inmensa, pues, explica Netanyahu, supuso “enormes baños de sangre, sufrimientos indescriptibles a tremenda escala y millares de vidas hechas pesadilla; implicó también expoliar y destruir masivamente los productos del trabajo de muchas generaciones (…) Nunca la astucia, la hipocresía y el engaño hicieron tan gran uso de santurrones pretextos como la Inquisición en su ataque a los conversos (…). Armada con terror, espionaje y propaganda, la Inquisición pudo tener cautiva la opinión de España y controlarla casi perfectamente durante tres siglos y más aún”. El último aserto disuena cuando, según el autor, la Inquisición nacía precisamente de la opinión popular, racista y envidiosa, que más bien hizo “cautivo” al estado. También choca la pasión descriptiva de Netanyahu ante sucesos harto comunes ayer y hoy, sufridos, en este caso, por personas que, según él mismo, cabría considerar traidores al judaísmo. Y es difícil calificar de “baños de sangre” a unas ejecuciones documentadas que en tres siglos apenas alcanzó el millar, y probablemente no llegó al doble, especulando sobre las no documentadas. Y realizadas a partir de un tribunal menos aficionado a la tortura y más garantista que los corrientes en la Europa de la época, y que libró a España, por ejemplo, de la quema de brujas. Asimismo resuena un fondo de racismo en una tesis que hace quedar a los españoles como pueblo inferior y culpable. Las implicaciones van hasta la comparación del Siglo de Oro español con la Alemania nancy, pero sería largo tratarlas aquí, de modo que lo haré en mi blog de Libertaddigital.
Netanyahu elaboró sus tesis aprovechando por primera vez –un mérito innegable— fuentes hebreas que tildaban a los conversos de renegados del judaísmo. Esas fuentes, señala su descubridor, están impregnadas de “espíritu de sinceridad y convicción profunda (…), valiente compromiso con la verdad”. Pero, ¿y los concienzudos testimonios de la propia Inquisición sobre los judaizantes? Netanyahu les niega todo valor, pues solo responderían a la radical impostura del tribunal. Como observa García Olmo, con tales prejuicios de entrada puede construirse cualquier historia a la carta.
Es harto improbable que, aun si una buena mayoría de los conversos a la fuerza terminase –como así fue— sinceramente cristianizada, una minoría no judaizara en secreto, máxime tratándose de una religión tan “intensa”. No parece que la Inquisición respondiera a un pretexto racista, sino a la persecución de la herejía, considerada entonces, en toda Europa, un grave peligro social. Muy clarificador, en fin, el estudio de García Olmo.
El historiador Miguel Ángel García Olmo ha escrito "Las razones de la Inquisición Española", examinando ciertos análisis de ella difundidos en años recientes, en particular los de Benzion Netanyahu. En la historiografía hebrea sobre la Inquisición encontramos la loa de las víctimas conversas como ejemplos de firmeza en la fe mosaica, confirmada en sus confesiones ante el tribunal. De estas “fluye como un maravilloso cántico de nostalgias por el hogar nacional, el terrenal y el celestial, de todas las cosas, grandes y pequeñas, santificadas en la tradición judía (…) aquello que había creado al pueblo judío y que mantenía su existencia”, explica, por ejemplo, el profesor Haim Beinart. Pero Netanyahu opina lo contrario: en realidad no hubo verdadero problema de criptojudaísmo, los judíos bautizados a la fuerza o sus hijos terminaron haciéndose cristianos del todo, y así la Inquisición persiguió y quemó, en realidad, a auténticos católicos. ¿Por qué lo hizo? Como respuesta política a una presión popular de tipo racista y económico, que veía en los conversos una competencia perjudicial para sus intereses y envidiaba el éxito social logrado por los conversos.
La relevancia de la tesis consiste en que desplaza la culpabilidad inquisitorial desde la Iglesia y en parte del Estado, al pueblo español en conjunto. Culpabilidad inmensa, pues, explica Netanyahu, supuso “enormes baños de sangre, sufrimientos indescriptibles a tremenda escala y millares de vidas hechas pesadilla; implicó también expoliar y destruir masivamente los productos del trabajo de muchas generaciones (…) Nunca la astucia, la hipocresía y el engaño hicieron tan gran uso de santurrones pretextos como la Inquisición en su ataque a los conversos (…). Armada con terror, espionaje y propaganda, la Inquisición pudo tener cautiva la opinión de España y controlarla casi perfectamente durante tres siglos y más aún”. El último aserto disuena cuando, según el autor, la Inquisición nacía precisamente de la opinión popular, racista y envidiosa, que más bien hizo “cautivo” al estado. También choca la pasión descriptiva de Netanyahu ante sucesos harto comunes ayer y hoy, sufridos, en este caso, por personas que, según él mismo, cabría considerar traidores al judaísmo. Y es difícil calificar de “baños de sangre” a unas ejecuciones documentadas que en tres siglos apenas alcanzó el millar, y probablemente no llegó al doble, especulando sobre las no documentadas. Y realizadas a partir de un tribunal menos aficionado a la tortura y más garantista que los corrientes en la Europa de la época, y que libró a España, por ejemplo, de la quema de brujas. Asimismo resuena un fondo de racismo en una tesis que hace quedar a los españoles como pueblo inferior y culpable. Las implicaciones van hasta la comparación del Siglo de Oro español con la Alemania nancy, pero sería largo tratarlas aquí, de modo que lo haré en mi blog de Libertaddigital.
Netanyahu elaboró sus tesis aprovechando por primera vez –un mérito innegable— fuentes hebreas que tildaban a los conversos de renegados del judaísmo. Esas fuentes, señala su descubridor, están impregnadas de “espíritu de sinceridad y convicción profunda (…), valiente compromiso con la verdad”. Pero, ¿y los concienzudos testimonios de la propia Inquisición sobre los judaizantes? Netanyahu les niega todo valor, pues solo responderían a la radical impostura del tribunal. Como observa García Olmo, con tales prejuicios de entrada puede construirse cualquier historia a la carta.
Es harto improbable que, aun si una buena mayoría de los conversos a la fuerza terminase –como así fue— sinceramente cristianizada, una minoría no judaizara en secreto, máxime tratándose de una religión tan “intensa”. No parece que la Inquisición respondiera a un pretexto racista, sino a la persecución de la herejía, considerada entonces, en toda Europa, un grave peligro social. Muy clarificador, en fin, el estudio de García Olmo.
Última edición: