Vlad_Empalador
Será en Octubre
Y el racismo tampoco ha sido la única forma de discriminación de la que ha sido víctima esta familia de Dragones. El pasado 9 de octubre Carlos Rodrigo, que padece una atrofia muscular espinal de tipo dos por la cual va en silla de ruedas, la sufrió en sus propias carnes. El entrenador de los cadetes pidió a varios estudiantes de un colegio privado abandonar el campo de la Chopera, en Retiro, ya que se había alcanzado la hora en la cual las instalaciones estaban reservadas para sus jugadores.res Galindo — Presidenta del Club Deportivo Elemental Dragones de Lavapiés
Ante la negativa del grupo de jóvenes a abandonar el terreno, Rodrigo se dirigió al centro del campo, donde recibió un balonazo. Después fue rodeado por estos individuos, que bromearon acerca de su condición física. Dragones emitió un comunicado denunciando los hechos en el que recordaba las más de 70.000 firmas que este técnico logró recoger para cumplir su sueño de entrenar. Hasta entonces, la Federación obligaba a superar una serie de pruebas físicas.
“Nuestro equipo está fundado en el valor de la diversidad. Somos diversos y estamos orgullosos y orgullosas de ello”, presume Galindo después de estos dos sucesos. “El viernes, un día antes de que el chico de nuestro cadete pasara este mal trago, tuvieron una charla en nuestra Escuela de Influencers con Omar el Pretinho, un exfutbolista, actor y experto en vídeos de redes sociales. En su instituto se metían con él por ser neցro, así que se prometió ser mejor que quienes le insultaban. Es lo que le conté al jugador. Vamos a ser mejores que ellos”.
El propio club surgió como un proyecto vecinal que busca “la integración, la igualdad y el respeto a través del deporte”. Nació gracias al impulso de un grupo de madres y padres del barrio para que Lavapiés y Embajadores contaran con su propio club de fútbol. Uno creado desde una óptica que “se adaptara a las características de este entorno multicultural, que fuera participativo y abierto, que las familias sintieran como un espacio propio con una buena formación deportiva, fuera de la exacerbada competitividad tan común en el fútbol base que impera en nuestra ciudad y de los precios inasequibles para gran parte del vecindario”. Esta labor les valió en marzo un reconocimiento del Consejo Superior de Deportes.
En Dragones juegan chavalas y chavales de más de 50 nacionalidades diferentes, repartidas en 18 equipos de fútbol femenino, masculino y mixto (en algunas categorías base). También han apostado por el baloncesto y hasta tienen un equipo que emergió de la complicidad entre las familias con hijos o hijas en el club: Dragones Madres. Disponen de un solar cedido por el Ayuntamiento de Madrid en el número 18 de la calle Embajadores, aunque juegan y entrenan en diferentes instalaciones deportivas de la ciudad.
Es una entidad en la que vencer gusta pero perder no asusta, el resultado no es el objetivo principal. Galindo lo ilustra al hablar de una conversación que mantuvo con el adolescente que sufrió el insulto racista: “Habíamos ganado el partido con ventaja. Le pregunté qué sensación tenía, si estaba contento a pesar de todo. La respuesta fue negativa”. Mientras tanto futbolistas, familias, cuerpo técnico y dirigentes seguirán trabajando para cumplir esa máxima con la que arranca el himno del club: “Dragones de Lavapiés, que si otro mundo es posible, también otro balompié”.