Alex Cosma
Madmaxista
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Mujeres, hombres y viceversa
LA ORTODOXIA FEMINISTA El feminismo es una de las peores plagas que nos ha enviado Dios nuestro señor para castigarnos, y ese “Dios”, omnipotente y nada misericordioso, no es otro que el Estado. El…
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LA ORTODOXIA FEMINISTA
El feminismo es una de las peores plagas que nos ha enviado Dios nuestro señor para castigarnos, y ese “Dios”, omnipotente y nada misericordioso, no es otro que el Estado.
El feminismo institucional es la religión política que con más insistencia está agrediendo nuestra maltrecha libertad de conciencia;un sistema de creencias fabricado en un laboratorio, como el cobi19 de Wuhan, y promocionado hasta la saciedad por el sistema de poder a través de los medios de comunicación, la publicidad comercial, el sistema educativo y la industria cultural. Ser feminista, hoy, es una obligación, igual que pagar impuestos.
El feminismo se hace realidad a través de leyes sexistas como la LIVG[1] o mediante la discriminación judicial que sufren los padres divorciados. El feminismo de Estado se riega cada año con millones de euros en subvenciones, sueldos públicos y prebendas de todo tipo[2] que enriquecen a todas aquellas tipas que comulgan con una ideología que fomenta el repruebo entre iguales, atenta contra la convivencia, impide el libre ejercicio de la maternidad y condena a las mujeres al infierno del salariado y el aborto.
El feminismo de Estado, esta religión líquida hecha a la medida de pijas que se odian a sí mismas, discrimina a los varones, pero anula a las mujeres, en tanto que se las obliga a dejar de serlo. Mujeres con gato y sin niño, mujeres con un mal trabajo y sin familia, mujeres solas, enfermas, recetadas con antidepresivos, sin vida erótica o lesbianas por la fuerza; mujeres que no quieren niños, odian a su padre y aman a los policías. El feminismo institucional ha construido un nuevo patriarcado en el que el Estado ejerce de pater familias, pues tutela y “protege” a la mitad de la población, mujeres a las que “empodera”, pues las considera débiles, apocada se incapaces de defenderse por sí mismas de esos terribles monstruos con testículos, miembro viril y testosterona que las acechan a todas horas.
Pero hay dioses en los que resulta muy difícil creer, razón por la que la mayoría de las mujeres de Occidente no se consideran feministas[3]. Cada vez menos incautos creen en los cantos de sirena del invento de la Rockefeller Foundation. Obras como Feminicidio o autoconstrucción de la mujer. Volumen 1. Recuperando la historia de María del Prado Esteban Diezma y Félix Rodrigo jovenlandesa (2012) o El Minotauro en Alcàsser. Crimen sádico, voluntad de poder y feminismo de Estado de Antonio Hidalgo Diego (2020) han derribado para siempre los templos ideológicos del feminismo, desenmascarando las verdaderas intenciones de aquellas que aseguran “defender a las mujeres”, las representan sin su permiso y se atreven a hablar en su nombre. El feminismo misógino de Simone de Beauvoir, santa patrona de la religión del repruebo, ha entrado ya en fase de putrefacción.
En primer plano, Simone de Beauvoir, santa patrona del feminismo. En segundo plano, a la izquierda, una persona de la Fundación Rockefeller dándole instrucciones.
LA GUERRA DE SEXOS
La alemana de origen argentino Esther Margareta Katzen, conocida como Esther Vilar, médica, socióloga y psicóloga, publicó en 1971 la obra El varón domado (Grijalbo). El éxito de ventas de este ensayo enriqueció a Vilar, que aprovechó el tirón para completar su trilogía antifeminista con los títulos El varón polígamo (Plaza &Janés, 1975) y Modelo para un nuevo machismo (Mundo actual de ediciones, 1977).Las obras de Esther Vilar tuvieron una gran repercusión en una década en la que las ideas de Simone de Beauvoir, BettieFriedan, Shulamith Firestone, Kate Millett y del resto de feministas de la segunda ola ya habían penetrado en los ambientes académicos e intelectuales del desnortado Occidente. Los mismos Estados que subvencionaban las obras de las feministas, difundían en sus medios de comunicación el discurso “antifeminista” de Vilar. El varón domado llegó a ser uno de los libros de no ficción más vendidos en España en la década de los 70, razón por la que calaron bien hondo en el discurso popular ibérico expresiones como «chantaje emocional», practica manipulativa asociada por la socióloga al comportamiento femenino.
La tesis de la obra de Esther Vilar es que la mujer occidental no está oprimida por el conjunto de la población masculina, sino que, al contrario, las mujeres explotan económicamente a los hombres a través de la práctica del matrimonio. Las “armas de mujer” que usan las congéneres de Vilar son el uso regulado de las emociones y el condicionamiento a través del placer sensual. Las mujeres utilizan su cuerpo para conseguir todo aquello que desean de los varones: sesso a cambio de control[4]. El mito de la mujer como“ sesso débil” ha sido creado, según Esther Vilar, por las propias féminas para ser protegidas física, emocional y económicamente por los hombres de su entorno afectivo; al mismo tiempo, las pérfidas y calculadoras mujeres han presentado a sus hijos y maridos como seres obsesionados con el sesso, reduciendo la masculinidad al deseo constante de consumar relaciones sensuales. Vilar compara a los hombres con el perro de Pávlov; las mujeres nos condicionan para que hagamos lo que ellas se proponen. Si las mascotas de Iván Petróvich Pávlov babearon por la comida, los hombres domados por Esther Vilar babeaban por el acceso a su vagina. Además del condicionamiento, la invención del amor romántico sería la otra elucubración femenina por excelencia. Atar con la alianza de boda a un buen partido proporciona a la mujer estabilidad financiera para toda la vida. Vilar presenta a las mujeres como expertas consumadas en regular sus emociones para despertar la empatía de los varones.
¿Qué solución propone Esther Vilar para acabar, de una vez por todas, con esta “tiranía de las mujeres”? Ninguna. Para la doctora germano-argentina las mujeres son así por naturaleza.
Las controvertidas ideas que refleja El varón domado exasperaron a las feministas de la época. Vilar fue amenazada de fin y llegó a recibir una paliza que le propinaron cuatro activistas del feminismo lesbiano en los baños de una biblioteca de la ciudad de Múnich. En un debate televisado en Estados Unidos en el programa The Tonight Show, la feminista Alice Schwarzer calificó a Esther Vilar de «sexista» y «fascista». Pero, ¿tanta diferencia existe entre el discurso feminista y las tesis de la obra de Vilar? La trilogía antifeminista está tan olvidada hoy en día, como aceptadas sus ideas en el imaginario colectivo europeo contemporáneo. Mientras que Beauvoir, Millett y Dworkin alentaba a sus lectoras a odiarse a sí mismas con la misma fuerza con la que debían reprobar a los varones, Esther Vilar convoca a los hombres a que odien a las mujeres. Si Kate Millett afirmó que «El amor es el opio de las mujeres», Vilar aseguró que «El amor coarta la libertad de los hombres». Gana el repruebo, muere el amor. Gana el enfrentamiento entre iguales (la lucha de sexos) y pierden las clases populares. Ganan las elites que nos enfrentan y confunden, las élites que nos anulan y nos explotan. Ambas facciones, feministas y Vilar, beben de las ideas de Friedrich Nietzsche. El amor que nos impulsa a cuidar, cooperar y ayudar a nuestros seres queridos, queda relegado por la voluntad de poder y la guerra de todos contra todos en pos del beneficio egoísta; el prójimo deja de ser visto como un igual para convertirse en un objeto al que someter[5]. Igual que el feminismo de la segunda ola considera que todos los varones son agresivos forzadores, y las mujeres unas pobres víctimas indefensas, El varón domado invierte los mismos elementos cuando presenta a las féminas como pérfidas vividoras, y a los hombres como petulantes obsesionados con el sesso. Las semejanzas entre las obras de Esther Vilar y las de Simone de Beauvoir son tan evidentes que la propia Vilar llegó a declararse una orgullosa «feminista», ya que en sus libros «despreciaba a los hombres» y «ensalzaba a las mujeres»[6], con argumentos tan “empoderadores” como llorar para conseguir todo aquello que se proponen o mantener relaciones sensuales a cambio de dinero.
Continúa...