Heteropatriarca
Madmaxista
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Llevo tiempo leyendo comentarios, en éste y otros foros, sobre las mujeres generalizando sus comportamientos, con ejemplos todos negativos, etc. Me parecían estupideces infantiles y la metáfora de la "pastilla roja" está tan manida que uno ya tiene un empacho de píldoras. Por esto me quedé estupefacto cuando fui a ver un monólogo feminista (obligado por una amiga, llamadme beta, mangina... jejeje) en el que la autora contaba, involuntariamente, los mismos argumentos.
La autora del monólogo, Pamela, contó su propia historia de maltrato. Es una buena actriz y te hace sentir desprecio por su maltratador (dice que intentó asesinarla), al que deseo, por supuesto, que se pudra en la guandoca; desprecio la violencia contra la mujer y contra cualquiera. Pamela cuenta su historia haciendo divertido un tema tan terrible. Al final del mensaje tenéis la dirección del vídeo del monólogo (el mismo que yo vi) patrocinado por un ayuntamiento, con dinero público. He visto en su blog que también realiza este mismo monólogo en institutos.
El espectáculo comienza con burlas a los hombres: se espatarran, andan como si un hilo les tirase del miembro viril, etc. En fin, sabía donde me metía. Si en EE.UU., en los años veinte, un afroamericano hubiese entrado en un espectáculo de variedades con blancos pintarrajeados de neցro hubiese sido igual. Continúa con que los tíos tienen más accidentes tráfico, que sean mayoría de camioneros explotados, repartidores agotados... no importa a nadie.
"Argumentos" ya conocidos y respondidos que remata con el consabido de que los tíos no tenemos ningún miedo a pasar por un callejón oscuro y vamos por ellos cantando y saltando porque nunca nos atracan o agreden; todo lo tenemos hecho por ser tíos y no tenemos que esforzarnos en nada. Nuestros miedos como que nuestra novia nos diga: "Manolo, ése me ha tocado el ojo ciego, hóstialo" y no estar a la altura o a que la cosa acabe mal o el miedo a pasar una mili chunga que, afortunadamente, ya acabó no importan a nadie.
En el monólogo usa el lenguaje femicorrecto: usa el todos y todas excepto para los maltratadores que son todos varones, no llega a decir ni "Estado español" usa el "ingenioso" "Península histérica" (Portugal también es de derechas al parecer). Dice que el patriarcado se está organizando y pone como prueba el hashtag #existen sobre hombres maltratados. Queda claro que no es un monólogo contra la violencia en general y que los hombres maltratados son competencia.
La historia que cuenta es la siguiente: chica conoce a malote. Se llama Antonio y ella lo admira porque es bailarín de break dance, no admira a un pagafantas, al que menciona, llamado Alberto al que considera como un hermano que le escucha cuando le cuenta lo mal que le trata el malote. En cuanto Antonio le dice que corte con él porque está celoso la protagonista envía al "hermano" a paseo. No lo vuelve a mencionar.
Nos describe la relación como una montaña rusa de emociones (concepto que ya conocía por leerlo aquí) en las que, a veces, está arriba, otras abajo y vuelta arriba cuando le pide perdón ¡hasta hace el gesto con la mano!
También explica como su malote se quedaba callado durante mucho tiempo, mucho tiempo (el silencio también es agresión machista) y nos cuenta como le entraban ganas de darle un guantazo en esa situación. Después empieza con unas explicaciones confusas sobre que el patriarcado nos enseña que el amor es violento (los amores reñidos son los más queridos) y son violentos sobre todo los tíos, que se saludan dándose golpes fuertes. Me quedé ¿ein? ¿le llegó a pegar entonces? ¿está justificando su violencia? (no lo ha hecho con la de Antonio). Deduje que ella también era una joyita y que la nobleza de contar esa parte venía más bien de que su historia es conocida en su pueblo. Estuvo con el malote seis años.
Posteriormente hizo una carrera de pinta y colorea: periodismo. Comentando lo machista que es el periodismo se queja de Arturo Reverte que tiene la desfachatez de pensar distinto de ella y que ella se inventa las palabras que quiere y que la Real Academia no se lo puede impedir. Una licenciada en periodismo debería saber que todos podemos inventar palabras (mileurista por ejemplo) que basta que esa palabra ocupe un hueco no ocupado por otra y que se popularice. La lengua no se la inventa la Real Academia, simplemente la recoge. Una palabra es como una moneda tiene valor si otro te la acepta.
De vuelta a su pueblo conoce a un buenazo llamado Lolo (no Manuel, Lolo). Sus amigas se ríen de él llamándole "el Donette" (por lo de bueno). Ella descubre un hombre que le respeta a ella y a su espacio. Resultado: le monta un par de números por chorradas y cortan. Aquí vi desarrollado el concepto de "buen chico" que espera a que alguna se harte de malotes y le vea como un proveedor tolerable obteniendo el premio de una tía tarada por sus relaciones anteriores. Ella reconoce que sus pataleos eran injustificados pero el culpable es... el malote. Según ella tanto tiempo con Antonio le habían convertido en "Antoñita" y de ahí sus violentas reacciones. Otra opción sería que ella despreció a los buenos chicos desde el principio y se lio con Antonio porque ya era Antoñita y eso no puede ser, cómo va a ser ella responsable de sus actos y de sus decisiones. A pesar de reconocer su error le echa en cara que no le hubiese esperado, que se largase en cuanto empezaron las broncas y que las mujeres sí esperan.
Solo le aguantó dos años.
Continúa contándonos su terapia con una PsicólogA, de una asociación de maltratadas. La psicóloga le convence de que Antonio la violó. Ella le respondió que no, que para nada que, al principio, le quería y él a ella. Así que la psicóloga cogió un folio, puso el título "la primera vez que me violaron", le pidió que escribiese su primera vez y, no te lo vas a creer tía, descubre que su primera vez fue una violación. Estuvo con él seis años repito.
Abandona su pueblo y se dedica a viajar por el mundo (no tenía problemas económicos ni tenía un hijo con el maltratador, esos temas no le ataban a él). Y, por fin, toma una decisión que no es culpa de Antonio ni del patriarcado: huyendo del machismo de la "Península histérica" recala en... El Salvador, paraíso de la igualdad que deja a Suecia a la altura de Arabia Saudita como todo el mundo sabe. Allí conoce a un hombre al que ella llama "latino", Iván, perteneciente al pueblo maya que le recuerda su privilegio de europea. Hace el gesto de estar arriba y el pobre maya abajo. Cuenta la vergüenza que sentía por ello (inducida por Iván). Ella reconoce el horror de la conquista hace 500 años y él le enseña la cultura de su pueblo. Para una licenciada en periodismo saber que los conquistadores eran verdaderos latinos (herederos genéticos y/o culturales del Latium, corazón del Imperio romano) que llevaron el renacimiento a una cultura neolítica es demasiado pedir. Debido a amenazas de las maras de allí volvieron a España, perdón, al Estado español y fin de la historia.
Su "latino" estaba fuera vendiendo camisetas de la función. Pensé que es imposible sentir admiración por un tipo que escucha constantemente a su compañera reírse de los hombres, rememorar al primer malote y la indiferencia que le provocan los chicos buenos. Mi amiga, naturalmente, se puso muy nerviosa cuando comenté que algo de culpa tenía la protagonista y que el rechazo al buen chico (con el que me sentí muy identificado) lo hizo ella, nadie más. Me puso ejemplos de amigas suyas víctimas de sus novios y el equivalente a Godwin para acabar este tipo de conversaciones: han muerto centenares de mujeres los últimos años. Eso sí coincidimos en el desprecio al "latino" y adivinamos poco recorrido a su relación.
El vídeo del monólogo:
No solo duelen los golpes - YouTube
La autora del monólogo, Pamela, contó su propia historia de maltrato. Es una buena actriz y te hace sentir desprecio por su maltratador (dice que intentó asesinarla), al que deseo, por supuesto, que se pudra en la guandoca; desprecio la violencia contra la mujer y contra cualquiera. Pamela cuenta su historia haciendo divertido un tema tan terrible. Al final del mensaje tenéis la dirección del vídeo del monólogo (el mismo que yo vi) patrocinado por un ayuntamiento, con dinero público. He visto en su blog que también realiza este mismo monólogo en institutos.
El espectáculo comienza con burlas a los hombres: se espatarran, andan como si un hilo les tirase del miembro viril, etc. En fin, sabía donde me metía. Si en EE.UU., en los años veinte, un afroamericano hubiese entrado en un espectáculo de variedades con blancos pintarrajeados de neցro hubiese sido igual. Continúa con que los tíos tienen más accidentes tráfico, que sean mayoría de camioneros explotados, repartidores agotados... no importa a nadie.
"Argumentos" ya conocidos y respondidos que remata con el consabido de que los tíos no tenemos ningún miedo a pasar por un callejón oscuro y vamos por ellos cantando y saltando porque nunca nos atracan o agreden; todo lo tenemos hecho por ser tíos y no tenemos que esforzarnos en nada. Nuestros miedos como que nuestra novia nos diga: "Manolo, ése me ha tocado el ojo ciego, hóstialo" y no estar a la altura o a que la cosa acabe mal o el miedo a pasar una mili chunga que, afortunadamente, ya acabó no importan a nadie.
En el monólogo usa el lenguaje femicorrecto: usa el todos y todas excepto para los maltratadores que son todos varones, no llega a decir ni "Estado español" usa el "ingenioso" "Península histérica" (Portugal también es de derechas al parecer). Dice que el patriarcado se está organizando y pone como prueba el hashtag #existen sobre hombres maltratados. Queda claro que no es un monólogo contra la violencia en general y que los hombres maltratados son competencia.
La historia que cuenta es la siguiente: chica conoce a malote. Se llama Antonio y ella lo admira porque es bailarín de break dance, no admira a un pagafantas, al que menciona, llamado Alberto al que considera como un hermano que le escucha cuando le cuenta lo mal que le trata el malote. En cuanto Antonio le dice que corte con él porque está celoso la protagonista envía al "hermano" a paseo. No lo vuelve a mencionar.
Nos describe la relación como una montaña rusa de emociones (concepto que ya conocía por leerlo aquí) en las que, a veces, está arriba, otras abajo y vuelta arriba cuando le pide perdón ¡hasta hace el gesto con la mano!
También explica como su malote se quedaba callado durante mucho tiempo, mucho tiempo (el silencio también es agresión machista) y nos cuenta como le entraban ganas de darle un guantazo en esa situación. Después empieza con unas explicaciones confusas sobre que el patriarcado nos enseña que el amor es violento (los amores reñidos son los más queridos) y son violentos sobre todo los tíos, que se saludan dándose golpes fuertes. Me quedé ¿ein? ¿le llegó a pegar entonces? ¿está justificando su violencia? (no lo ha hecho con la de Antonio). Deduje que ella también era una joyita y que la nobleza de contar esa parte venía más bien de que su historia es conocida en su pueblo. Estuvo con el malote seis años.
Posteriormente hizo una carrera de pinta y colorea: periodismo. Comentando lo machista que es el periodismo se queja de Arturo Reverte que tiene la desfachatez de pensar distinto de ella y que ella se inventa las palabras que quiere y que la Real Academia no se lo puede impedir. Una licenciada en periodismo debería saber que todos podemos inventar palabras (mileurista por ejemplo) que basta que esa palabra ocupe un hueco no ocupado por otra y que se popularice. La lengua no se la inventa la Real Academia, simplemente la recoge. Una palabra es como una moneda tiene valor si otro te la acepta.
De vuelta a su pueblo conoce a un buenazo llamado Lolo (no Manuel, Lolo). Sus amigas se ríen de él llamándole "el Donette" (por lo de bueno). Ella descubre un hombre que le respeta a ella y a su espacio. Resultado: le monta un par de números por chorradas y cortan. Aquí vi desarrollado el concepto de "buen chico" que espera a que alguna se harte de malotes y le vea como un proveedor tolerable obteniendo el premio de una tía tarada por sus relaciones anteriores. Ella reconoce que sus pataleos eran injustificados pero el culpable es... el malote. Según ella tanto tiempo con Antonio le habían convertido en "Antoñita" y de ahí sus violentas reacciones. Otra opción sería que ella despreció a los buenos chicos desde el principio y se lio con Antonio porque ya era Antoñita y eso no puede ser, cómo va a ser ella responsable de sus actos y de sus decisiones. A pesar de reconocer su error le echa en cara que no le hubiese esperado, que se largase en cuanto empezaron las broncas y que las mujeres sí esperan.
Solo le aguantó dos años.
Continúa contándonos su terapia con una PsicólogA, de una asociación de maltratadas. La psicóloga le convence de que Antonio la violó. Ella le respondió que no, que para nada que, al principio, le quería y él a ella. Así que la psicóloga cogió un folio, puso el título "la primera vez que me violaron", le pidió que escribiese su primera vez y, no te lo vas a creer tía, descubre que su primera vez fue una violación. Estuvo con él seis años repito.
Abandona su pueblo y se dedica a viajar por el mundo (no tenía problemas económicos ni tenía un hijo con el maltratador, esos temas no le ataban a él). Y, por fin, toma una decisión que no es culpa de Antonio ni del patriarcado: huyendo del machismo de la "Península histérica" recala en... El Salvador, paraíso de la igualdad que deja a Suecia a la altura de Arabia Saudita como todo el mundo sabe. Allí conoce a un hombre al que ella llama "latino", Iván, perteneciente al pueblo maya que le recuerda su privilegio de europea. Hace el gesto de estar arriba y el pobre maya abajo. Cuenta la vergüenza que sentía por ello (inducida por Iván). Ella reconoce el horror de la conquista hace 500 años y él le enseña la cultura de su pueblo. Para una licenciada en periodismo saber que los conquistadores eran verdaderos latinos (herederos genéticos y/o culturales del Latium, corazón del Imperio romano) que llevaron el renacimiento a una cultura neolítica es demasiado pedir. Debido a amenazas de las maras de allí volvieron a España, perdón, al Estado español y fin de la historia.
Su "latino" estaba fuera vendiendo camisetas de la función. Pensé que es imposible sentir admiración por un tipo que escucha constantemente a su compañera reírse de los hombres, rememorar al primer malote y la indiferencia que le provocan los chicos buenos. Mi amiga, naturalmente, se puso muy nerviosa cuando comenté que algo de culpa tenía la protagonista y que el rechazo al buen chico (con el que me sentí muy identificado) lo hizo ella, nadie más. Me puso ejemplos de amigas suyas víctimas de sus novios y el equivalente a Godwin para acabar este tipo de conversaciones: han muerto centenares de mujeres los últimos años. Eso sí coincidimos en el desprecio al "latino" y adivinamos poco recorrido a su relación.
El vídeo del monólogo:
No solo duelen los golpes - YouTube