Israel Gracia
Madmaxista
Por Magdalena del Amo*.- La sociedad ha ido cambiando a peor; se ha ido encanallando y perdiendo empatía desde entones. El relativismo jovenlandesal ha vencido y difícilmente diferencia entre el bien y el mal, sobre todo, los más jóvenes, mucho más maleables y manipulables por un sistema creador de esclavos obedientes de pensamiento único. Lo digo con dolor, con mucho dolor. Defender la vida desde el momento de la concepción hasta la fin natural es ser antisistema; es llevarle la contraria a los orates sedientos de sangre y fin, y eso conlleva ciertos sacrificios a los que las sociedades hedonistas del Estado del bienestar no están dispuestas. Callar es más cómodo. ¿Puede haber una acción más inhumana que poner fin a la vida de un inocente que anida en el vientre de su progenitora? ¡Pobre rebaño loco! Dicho esto, me subo a la tribuna, elevo mi pancarta, conecto mi altavoz y grito mi arenga subversiva sobre el mayor de los crímenes.
A la mujer se le ha tendido una trampa mortal haciéndole renunciar a lo más sagrado de su naturaleza, arrojándola al precipicio del aborto sin más agarradero que el dolor y las secuelas que, identificadas o no, padecerá a lo largo de su vida.
La información que reciben las mujeres suele ser ambigua y engañosa, incluso la referente a los abortos tardíos . Se publicita el aborto como una intervención médica rápida y segura que no requiere hospitalización, de la que no quedan secuelas; se frivoliza comparando el acto de poner fin a un embarazo con una visita rutinaria al ginecólogo. La ingeniería verbal/social que impera en las políticas feministas, que contaminan todos los ámbitos humanos, esta operación está enmarcada en el eufemismo “maternidad sin riesgos”. Pero sí los hay, y muchos.
En Estados Unidos, la entidad sin ánimo de lucro Women exploited by Abortion WEBA, (Mujeres explotadas por el aborto), agrupa a mujeres arrepentidas que han puesto fin a sus embarazos de manera voluntaria. Su pretensión es asesorar a las embarazadas sobre los efectos perniciosos del aborto, y ayudarlas a buscar alternativas.
Muchas mujeres que han optado por esta práctica de punto final a una vida sufren dolor intenso, mucho mayor del que les habían dicho. En no pocos casos sobrevienen complicaciones con fiebre alta, infección, sudor frío, hemorragias abundantes, vómitos y trastornos gastrointestinales durante días. Los casos de fin por aborto legal tampoco son aislados, aunque no se publican para no causar alarma en la población. Pasado un tiempo y curadas estas primeras secuelas físicas, pueden aparecer otras más importantes, como esterilidad, abortos espontáneos o frigidez.
El aborto, sea accidental o provocado, no protege frente a la preeclampsia y la hipertensión gestacional en el siguiente embarazo, por lo cual es fácil que sobrevengan abortos espontáneos en las siguientes gestaciones .
El aborto por succión puede causar infección, trauma de cérvix, peritonitis, laceración del útero, trauma renal, inflamación de la pelvis, embolia, trombosis y esterilidad .
El doctor Sánchez Durán, en un estudio español publicado en el 2002 en la revista JANO, resume las principales complicaciones de las que hay que informar a las mujeres que van a abortar en el primer trimestre. Los efectos indeseables inmediatos son “desgarros cervicales, perforación uterina, sangrado y persistencia de restos del embrión dentro del útero. También sobrevienen complicaciones tardías como adherencias o sinequias uterinas y cicatrices e incompetencia cervical que producen parto prematuro y mayor riesgo de pérdida del siguiente hijo” .
El método de dilatación y legrado (D y L) es una de las técnicas de aborto más utilizadas. Tiene los mismos efectos secundarios que acabamos de citar, más otros añadidos, como hemorragia, perforación del útero, infección del tracto genital, laceración intestinal y absceso pélvico. El síndrome de Asherman es otra de las complicaciones del aborto por dilatación y legrado. El mal consiste en la aparición de adherencias en el útero, que causan abortos espontáneos frecuentes, infertilidad y anormalidades menstruales en el mejor de los casos. Estos síntomas clínicos son más frecuentes si el aborto cursó con infección . El aborto por dilatación y evacuación (D y E), además de las citadas, puede causar otras secuelas graves, entre ellas, embarazos ectópicos, niños que nacen muertos o con bajo peso, y malformaciones congénitas.
Algunas explicaciones científicas indican que los abortos espontáneos o la infertilidad se producen porque al impedir las adherencias de tejido en el útero que el embrión se implante en el endometrio, este lo hace en el cuello del útero o en las trompas de Falopio y da lugar a un embarazo ectópico. La mayoría de las veces, este tipo de embarazo tiene como desenlace una histerectomía total, conocido popularmente como un vaciado del útero, por lo cual la mujer queda estéril para siempre y condenada a no poder concebir jamás otro hijo. También se puede producir un embarazo complicado, con peligro para el bebé y para la progenitora.
Las mujeres que abortan mediante inyección salina pueden sufrir ruptura de útero, embolia pulmonar o coágulos intravasculares. Las complicaciones por el uso de las prostaglandinas en el aborto pueden causar los efectos anteriores y además paro cardiaco, vómito y aspiración de este, fallo renal agudo y embolia cerebral .
Aborto y cáncer de mama
Estudiantes forman un lazo rosa durante un Día Mundial del Cáncer de Mama.
Desde la legalización del aborto en Estados Unidos en 1973, los casos de cáncer de mama han crecido de manera alarmante, y lo mismo ha ocurrido en los países en los que se ha despenalizado. Es cierto que los factores genéticos, la alimentación industrializada y el sistema de vida actual se han identificado como factores de riesgo. Sin embargo, el doctor Joel Brind, profesor de la Universidad de Nueva York y director del Breast Cancer Prevention Institute (Instituto para la prevención del cáncer de mama) de la misma ciudad, declara que los últimos estudios basados en datos biológicos y endocrinológicos revelan que hay una tasa elevada de este tipo de cáncer entre las mujeres que han abortado en el primer trimestre . Uno de los meta análisis más completos, realizado por el citado doctor Brind concluye que las mujeres que se realizan un aborto provocado antes de su primer embarazo completo tienen un 50 por ciento más de riesgo de desarrollar cáncer de mama, mientras que en las que se lo practicaron después de haber dado a luz, el aumento fue del 30 por ciento.
Otros estudios realizados en Gran Bretaña, Finlandia, Suecia y República Checa revelan, según concluyó un grupo de científicos británicos en el 2001, que las mujeres que han tenido un aborto inducido tienen el doble de posibilidades de contraer un cáncer de mama. El estudio, elaborado con un rigor científico impecable, alerta además de que hasta un 50 por ciento de los cánceres de mama en Inglaterra y Gales en los próximos 26 años tendrán como causa un aborto provocado. El incremento se producirá, sobre todo, en mujeres que nunca han sido madres. “La incidencia de cáncer de mama ha aumentado […] paralelamente al aumento de las tasas de aborto. No hay duda de que se trata de una relación de causa efecto”, declaró Patrick Carrol, investigador y autor del informe . (En general, son los propios laboratorios farmacéuticos quienes encargan los estudios, o bien financian proyectos universitarios de investigación, la mayoría de las veces viciados ya en origen, pues, lógicamente invierten los fondos para que el estudio sea favorable a la causa que ellos defienden).
A estos estudios no se les otorga el dictamen científico definitivo, porque también hay algunas investigaciones que indican la no existencia de relación entre los abortos inducidos y el cáncer de mama .
En el año 2002, unos treinta congresistas estadounidenses pidieron al Instituto Nacional del Cáncer (NCI, por sus siglas en inglés) que informara en su página web de la relación entre estos dos temas. Esta iniciativa provocó la ira de los médicos partidarios del aborto y de los colectivos antivida, seguido de los dueños de clínicas abortistas y de los laboratorios fabricantes de los diversos tipos de abortivos. Curiosamente, la información que el instituto había colgado en la web fue retirada ocho meses después. Una vez más, el poder económico disfrazado de “salud reproductiva” había ganado una nueva batalla; una batalla contra las mujeres, pues se las privaba de una información –más allá de cuestiones jovenlandesales o religiosas— vital para su salud.
Los estudios que manejan los abortistas son obsoletos. Datan del año 1973, cuando en Estados Unidos se legalizó el aborto y se empezó a eliminar bebés en gestación de forma masiva. No les interesa analizar los efectos adversos del aborto en la mujer, y sí, por el contrario, impedir que vean la luz las investigaciones de los investigadores independientes, no involucrados en asuntos económicos.
No se conoce ninguna investigación seria que disipe las dudas de la relación entre estos dos problemas (aborto y cáncer). Muy al contrario, de los 38 estudios epidemiológicos realizados, 29 de ellos sugieren que hay una relación evidente, como dejó sentado el ya citado doctor Joel Brind en la revista Ethics and Medics. Asegura el doctor que el problema es mayor cuanto más joven es la mujer que se practica el aborto. De la misma opinión es Chris Kahlenborn, internista de Altoona, Pennsylvania. Por su parte, la doctora Janet Daling dice: “Si una chica de 18 años aborta, su riesgo de contraer cáncer de mama aumenta en un 150 por ciento. Y si la adolescente es menor de 18 años, y el niño que aborta tiene más de 8 semanas EG el riesgo aumenta a un 800 %.
Ya empiezan a aparecer artículos pronosticando que en un futuro muy próximo las mujeres empezarán a demandar a los responsables de sus abortos, por las consecuencias que les han acarreado, de la misma manera que se hace con las compañías tabaqueras. Han surgido ya algunos casos, dos de ellos en Australia, ambos en el 2002. Uno se trata de una mujer que llegó a un acuerdo con el médico que le practicó un aborto, al que había demandado por no haberla informado sobre la conexión que existe entre el aborto y el cáncer de mama. El segundo es también una mujer que demandó al abortero y al hospital por las mismas razones que la anterior, y además por no advertirle sobre los problemas psicológicopsiquiátricos que le podían sobrevenir. Hay muchos casos más en Estados Unidos. Uno de ellos lo protagoniza una mujer que denunció a una clínica de abortos de Dakota del Norte. En otro, las protagonistas son tres mujeres que demandaron a la Organización Paternidad Planificada (Planned Parenthood) local, de los condados de San Diego y Riverside, y a la “Federación de Paternidad Planificada” de Estados Unidos. El motivo de ambas demandas es publicidad engañosa y no haberles advertido de la relación entre aborto y cáncer de mama. La “Federación de Paternidad Planificada” es la filial estadounidense de la “Federación Internacional de Planificación de la Familia” (IPPF, por sus siglas en inglés). Esta organización es citada con frecuencia en nuestros escritos. Recuerde el lector que estamos hablando de la mayor promotora del aborto en el mundo y la progenitora de todas las organizaciones de planificación familiar, orientación familiar, salud reproductiva y otras, relacionadas siempre con las mujeres y los jóvenes .
Frente al escepticismo del Colegio de Obstetricia y Ginecología de Estados Unidos” (ACOG, por sus siglas en inglés) sobre estos estudios, se encuentra el Colegio Real de Obstetras y Ginecólogos de Gran Bretaña, quien advirtió a los abortistas de que el vínculo entre el aborto y el cáncer de mama es una realidad. “Las mujeres británicas están almacenando una bomba de relojería en cuanto al cáncer de mama, debido al elevado índice de abortos y al bajo número de niños”, manifestó su portavoz.
Según el doctor Chris Kahlenborn que “tanto el aborto provocado como los anticonceptivos orales, especialmente durante la juventud, aumentan significativamente el riesgo de que una mujer desarrolle cáncer de mama” . Por otro lado, retrasar el embarazo conlleva una pérdida de la protección que aporta éste, y existe un mayor riesgo de contraer este tipo de cáncer, según una investigación de la University of North Carolina, EE.UU .
Un estudio realizado en California, publicado en Revista Sureña de Medicina, en el 2002, sobre los efectos secundarios del aborto hasta ocho años después de haberse realizado, alerta del aumento de riesgo de contraer infecciones de tras*misión sensual, incluido el sida; de la promiscuidad; trastornos alimentarios y de ansiedad; psicosis depresiva; gaysidad; accidentes; problemas de crianza de los hijos; maltrato infantil, abandono y críminalidad.
Hay que decir que otros estudios indican que la relación entre aborto provocado y cáncer de mama no es concluyente, pero el tema es tan trascendente que mientras exista una mínima duda, siempre nos posicionaremos de parte de las investigaciones que nos ponen más en alerta. Y si algún día se demostrase científicamente que no existe relación alguna entre el cáncer de mama y el aborto, no tendríamos ningún inconveniente en asumirlo porque, como bien apunta el doctor Luis E. Raez, nos mueven otras razones de índole jovenlandesal, religiosa y humana, más allá de cualquier consecuencia física, nunca deseable .
A la mujer se le ha tendido una trampa mortal haciéndole renunciar a lo más sagrado de su naturaleza, arrojándola al precipicio del aborto sin más agarradero que el dolor y las secuelas que, identificadas o no, padecerá a lo largo de su vida.
La información que reciben las mujeres suele ser ambigua y engañosa, incluso la referente a los abortos tardíos . Se publicita el aborto como una intervención médica rápida y segura que no requiere hospitalización, de la que no quedan secuelas; se frivoliza comparando el acto de poner fin a un embarazo con una visita rutinaria al ginecólogo. La ingeniería verbal/social que impera en las políticas feministas, que contaminan todos los ámbitos humanos, esta operación está enmarcada en el eufemismo “maternidad sin riesgos”. Pero sí los hay, y muchos.
En Estados Unidos, la entidad sin ánimo de lucro Women exploited by Abortion WEBA, (Mujeres explotadas por el aborto), agrupa a mujeres arrepentidas que han puesto fin a sus embarazos de manera voluntaria. Su pretensión es asesorar a las embarazadas sobre los efectos perniciosos del aborto, y ayudarlas a buscar alternativas.
Muchas mujeres que han optado por esta práctica de punto final a una vida sufren dolor intenso, mucho mayor del que les habían dicho. En no pocos casos sobrevienen complicaciones con fiebre alta, infección, sudor frío, hemorragias abundantes, vómitos y trastornos gastrointestinales durante días. Los casos de fin por aborto legal tampoco son aislados, aunque no se publican para no causar alarma en la población. Pasado un tiempo y curadas estas primeras secuelas físicas, pueden aparecer otras más importantes, como esterilidad, abortos espontáneos o frigidez.
El aborto, sea accidental o provocado, no protege frente a la preeclampsia y la hipertensión gestacional en el siguiente embarazo, por lo cual es fácil que sobrevengan abortos espontáneos en las siguientes gestaciones .
El aborto por succión puede causar infección, trauma de cérvix, peritonitis, laceración del útero, trauma renal, inflamación de la pelvis, embolia, trombosis y esterilidad .
El doctor Sánchez Durán, en un estudio español publicado en el 2002 en la revista JANO, resume las principales complicaciones de las que hay que informar a las mujeres que van a abortar en el primer trimestre. Los efectos indeseables inmediatos son “desgarros cervicales, perforación uterina, sangrado y persistencia de restos del embrión dentro del útero. También sobrevienen complicaciones tardías como adherencias o sinequias uterinas y cicatrices e incompetencia cervical que producen parto prematuro y mayor riesgo de pérdida del siguiente hijo” .
El método de dilatación y legrado (D y L) es una de las técnicas de aborto más utilizadas. Tiene los mismos efectos secundarios que acabamos de citar, más otros añadidos, como hemorragia, perforación del útero, infección del tracto genital, laceración intestinal y absceso pélvico. El síndrome de Asherman es otra de las complicaciones del aborto por dilatación y legrado. El mal consiste en la aparición de adherencias en el útero, que causan abortos espontáneos frecuentes, infertilidad y anormalidades menstruales en el mejor de los casos. Estos síntomas clínicos son más frecuentes si el aborto cursó con infección . El aborto por dilatación y evacuación (D y E), además de las citadas, puede causar otras secuelas graves, entre ellas, embarazos ectópicos, niños que nacen muertos o con bajo peso, y malformaciones congénitas.
Algunas explicaciones científicas indican que los abortos espontáneos o la infertilidad se producen porque al impedir las adherencias de tejido en el útero que el embrión se implante en el endometrio, este lo hace en el cuello del útero o en las trompas de Falopio y da lugar a un embarazo ectópico. La mayoría de las veces, este tipo de embarazo tiene como desenlace una histerectomía total, conocido popularmente como un vaciado del útero, por lo cual la mujer queda estéril para siempre y condenada a no poder concebir jamás otro hijo. También se puede producir un embarazo complicado, con peligro para el bebé y para la progenitora.
Las mujeres que abortan mediante inyección salina pueden sufrir ruptura de útero, embolia pulmonar o coágulos intravasculares. Las complicaciones por el uso de las prostaglandinas en el aborto pueden causar los efectos anteriores y además paro cardiaco, vómito y aspiración de este, fallo renal agudo y embolia cerebral .
Aborto y cáncer de mama
Estudiantes forman un lazo rosa durante un Día Mundial del Cáncer de Mama.
Desde la legalización del aborto en Estados Unidos en 1973, los casos de cáncer de mama han crecido de manera alarmante, y lo mismo ha ocurrido en los países en los que se ha despenalizado. Es cierto que los factores genéticos, la alimentación industrializada y el sistema de vida actual se han identificado como factores de riesgo. Sin embargo, el doctor Joel Brind, profesor de la Universidad de Nueva York y director del Breast Cancer Prevention Institute (Instituto para la prevención del cáncer de mama) de la misma ciudad, declara que los últimos estudios basados en datos biológicos y endocrinológicos revelan que hay una tasa elevada de este tipo de cáncer entre las mujeres que han abortado en el primer trimestre . Uno de los meta análisis más completos, realizado por el citado doctor Brind concluye que las mujeres que se realizan un aborto provocado antes de su primer embarazo completo tienen un 50 por ciento más de riesgo de desarrollar cáncer de mama, mientras que en las que se lo practicaron después de haber dado a luz, el aumento fue del 30 por ciento.
Otros estudios realizados en Gran Bretaña, Finlandia, Suecia y República Checa revelan, según concluyó un grupo de científicos británicos en el 2001, que las mujeres que han tenido un aborto inducido tienen el doble de posibilidades de contraer un cáncer de mama. El estudio, elaborado con un rigor científico impecable, alerta además de que hasta un 50 por ciento de los cánceres de mama en Inglaterra y Gales en los próximos 26 años tendrán como causa un aborto provocado. El incremento se producirá, sobre todo, en mujeres que nunca han sido madres. “La incidencia de cáncer de mama ha aumentado […] paralelamente al aumento de las tasas de aborto. No hay duda de que se trata de una relación de causa efecto”, declaró Patrick Carrol, investigador y autor del informe . (En general, son los propios laboratorios farmacéuticos quienes encargan los estudios, o bien financian proyectos universitarios de investigación, la mayoría de las veces viciados ya en origen, pues, lógicamente invierten los fondos para que el estudio sea favorable a la causa que ellos defienden).
A estos estudios no se les otorga el dictamen científico definitivo, porque también hay algunas investigaciones que indican la no existencia de relación entre los abortos inducidos y el cáncer de mama .
En el año 2002, unos treinta congresistas estadounidenses pidieron al Instituto Nacional del Cáncer (NCI, por sus siglas en inglés) que informara en su página web de la relación entre estos dos temas. Esta iniciativa provocó la ira de los médicos partidarios del aborto y de los colectivos antivida, seguido de los dueños de clínicas abortistas y de los laboratorios fabricantes de los diversos tipos de abortivos. Curiosamente, la información que el instituto había colgado en la web fue retirada ocho meses después. Una vez más, el poder económico disfrazado de “salud reproductiva” había ganado una nueva batalla; una batalla contra las mujeres, pues se las privaba de una información –más allá de cuestiones jovenlandesales o religiosas— vital para su salud.
Los estudios que manejan los abortistas son obsoletos. Datan del año 1973, cuando en Estados Unidos se legalizó el aborto y se empezó a eliminar bebés en gestación de forma masiva. No les interesa analizar los efectos adversos del aborto en la mujer, y sí, por el contrario, impedir que vean la luz las investigaciones de los investigadores independientes, no involucrados en asuntos económicos.
No se conoce ninguna investigación seria que disipe las dudas de la relación entre estos dos problemas (aborto y cáncer). Muy al contrario, de los 38 estudios epidemiológicos realizados, 29 de ellos sugieren que hay una relación evidente, como dejó sentado el ya citado doctor Joel Brind en la revista Ethics and Medics. Asegura el doctor que el problema es mayor cuanto más joven es la mujer que se practica el aborto. De la misma opinión es Chris Kahlenborn, internista de Altoona, Pennsylvania. Por su parte, la doctora Janet Daling dice: “Si una chica de 18 años aborta, su riesgo de contraer cáncer de mama aumenta en un 150 por ciento. Y si la adolescente es menor de 18 años, y el niño que aborta tiene más de 8 semanas EG el riesgo aumenta a un 800 %.
Ya empiezan a aparecer artículos pronosticando que en un futuro muy próximo las mujeres empezarán a demandar a los responsables de sus abortos, por las consecuencias que les han acarreado, de la misma manera que se hace con las compañías tabaqueras. Han surgido ya algunos casos, dos de ellos en Australia, ambos en el 2002. Uno se trata de una mujer que llegó a un acuerdo con el médico que le practicó un aborto, al que había demandado por no haberla informado sobre la conexión que existe entre el aborto y el cáncer de mama. El segundo es también una mujer que demandó al abortero y al hospital por las mismas razones que la anterior, y además por no advertirle sobre los problemas psicológicopsiquiátricos que le podían sobrevenir. Hay muchos casos más en Estados Unidos. Uno de ellos lo protagoniza una mujer que denunció a una clínica de abortos de Dakota del Norte. En otro, las protagonistas son tres mujeres que demandaron a la Organización Paternidad Planificada (Planned Parenthood) local, de los condados de San Diego y Riverside, y a la “Federación de Paternidad Planificada” de Estados Unidos. El motivo de ambas demandas es publicidad engañosa y no haberles advertido de la relación entre aborto y cáncer de mama. La “Federación de Paternidad Planificada” es la filial estadounidense de la “Federación Internacional de Planificación de la Familia” (IPPF, por sus siglas en inglés). Esta organización es citada con frecuencia en nuestros escritos. Recuerde el lector que estamos hablando de la mayor promotora del aborto en el mundo y la progenitora de todas las organizaciones de planificación familiar, orientación familiar, salud reproductiva y otras, relacionadas siempre con las mujeres y los jóvenes .
Frente al escepticismo del Colegio de Obstetricia y Ginecología de Estados Unidos” (ACOG, por sus siglas en inglés) sobre estos estudios, se encuentra el Colegio Real de Obstetras y Ginecólogos de Gran Bretaña, quien advirtió a los abortistas de que el vínculo entre el aborto y el cáncer de mama es una realidad. “Las mujeres británicas están almacenando una bomba de relojería en cuanto al cáncer de mama, debido al elevado índice de abortos y al bajo número de niños”, manifestó su portavoz.
Según el doctor Chris Kahlenborn que “tanto el aborto provocado como los anticonceptivos orales, especialmente durante la juventud, aumentan significativamente el riesgo de que una mujer desarrolle cáncer de mama” . Por otro lado, retrasar el embarazo conlleva una pérdida de la protección que aporta éste, y existe un mayor riesgo de contraer este tipo de cáncer, según una investigación de la University of North Carolina, EE.UU .
Un estudio realizado en California, publicado en Revista Sureña de Medicina, en el 2002, sobre los efectos secundarios del aborto hasta ocho años después de haberse realizado, alerta del aumento de riesgo de contraer infecciones de tras*misión sensual, incluido el sida; de la promiscuidad; trastornos alimentarios y de ansiedad; psicosis depresiva; gaysidad; accidentes; problemas de crianza de los hijos; maltrato infantil, abandono y críminalidad.
Hay que decir que otros estudios indican que la relación entre aborto provocado y cáncer de mama no es concluyente, pero el tema es tan trascendente que mientras exista una mínima duda, siempre nos posicionaremos de parte de las investigaciones que nos ponen más en alerta. Y si algún día se demostrase científicamente que no existe relación alguna entre el cáncer de mama y el aborto, no tendríamos ningún inconveniente en asumirlo porque, como bien apunta el doctor Luis E. Raez, nos mueven otras razones de índole jovenlandesal, religiosa y humana, más allá de cualquier consecuencia física, nunca deseable .